El irlandés - Análisis

Por dónde empezar. Después de que el largometraje pasase por las manos de varias majors, Netflix se tiró a la piscina y apostó por apoyar la que es, posiblemente, la obra más importante en la carrera de Martin Scorsese como cineasta. Dejando a un lado la reciente polémica que el director ha levantado por declarar sus opiniones acerca de las películas del Universo Cinematográfico de Marvel, no cabe duda de que estamos ante uno de los directores más importantes del momento y, ahora ya sí, de la historia del celuloide.

El Irlandés es un recorrido por toda la carrera del director centrándose, obviamente, en el cine de mafias y violento que lleva realizando desde 1973 con Malas Calles. Es un repaso a toda una vida dedicada a narrar historias sobre personajes corruptos, asesinatos, calles llenas de criminales y críticas hacia los estados de poder. Aunque ese recorrido, que funciona a modo de homenaje, también va dirigido a Robert De Niro, Joe Pesci y Al Pacino, tres de los pilares más importantes del género. Podría decirse, incluso, que ellos son la representación misma de dicho tipo de películas, porque ya sea trabajando con Scorsese o no, ellos han dado vida en la gran pantalla a las historias vetadas que la realidad no muestra.

El film tiene una división en tres actos narrados en base a los flashbacks del personaje de Robert De Niro, con el objetivo de mostrar al espectador que el paso del tiempo también afecta a los mafiosos y que no importa quién hayas sido y cuánto poder hayas llegado a alcanzar, porque todos terminamos en el mismo sitio y, tarde o temprano, nos quedamos solos. Los tres protagonistas ya mencionados y que aparecen en el cartel de la película están increíbles, no cabe ninguna duda de ello. Pero si nos tuviéramos que quedar con alguno, sería con Joe Pesci, sin pensarlo dos veces. El rostro del retirado actor al que Scorsese tuvo que llamar incontables ocasiones para que volviese a trabajar con él frente a las cámaras es una obra de arte. Sus expresiones faciales hablan por sí solas, y su presencia es capaz de comerse a cualquiera con el que comparta escena. Al Pacino, por su parte, es la primera vez que trabaja para Scorsese interpretando a Jimmy Hoffa, un sindicalista cuya desaparición sigue siendo un misterio a día de hoy. Pacino no tiene un carácter tan explosivo en El Irlandés, está más controlado y su papel se limita a representar de la mejor manera posible a ese histórico personaje. Realizado de forma excelente, todo sea dicho.

Por último, pero no menos importante, De Niro parece ser el que más ligado va a la carrera de Scorsese. Ya sea porque estaba con él y Harvey Keitel cuando rodó Malas Calles, en la que ya se mostraban las obsesiones del director por recibir el perdón de Dios y redimirse así de sus pecados terrenales, o porque se convirtió en uno de los iconos de su filmografía en Taxi Driver y la representación de la necesidad de “limpiar” Nueva York de las ratas que la habitaban en su ficción. Es por ello por lo que la película se narra a través de él y su proceso de envejecimiento por el que pasan él, y todos los demás mafiosos. El largometraje es el viaje de las vidas de los mafiosos, el proceso de madurez por el que atraviesan hasta llegar a su vejez. Permitiéndose el lujo de dedicar algún que otro diálogo a cómo estos deben asistir vestidos a las reuniones, por ejemplo.

En ese sentido, podríamos decir que El Irlandés es la obra más madura de Scorsese. Un vistazo hacia atrás para ver el largo recorrido que han hecho él y su equipo para llegar hasta aquí y culminar con una pieza audiovisual que rezuma arte por sus cuatro costados; desde su perfecta puesta en escena, con sus planos secuencia característicos y unos movimientos de cámara muy de Uno de los Nuestros, hasta sus largas escenas de diálogos en el que los personajes se reúnen en cafeterías, restaurantes y bares para tener conversaciones que te dejan sin aliento, tal y como también pudimos ver en Casino en repetidas ocasiones.

Sí, ahora vamos con el único punto negativo de la obra, y es lo que muchos os imagináis: el CGI de los actores. Lo cierto es que salta bastante a la vista en los primeros compases del largometraje, dado que no estamos acostumbrados a ese cambio tan radical de aspecto de De Niro y otros personajes. Pero una vez ya han pasado unos minutos, no nos resulta tan raro. Es decir, que la primera impresión que nos llevamos es muy contundente, porque todos hemos visto cómo son los actores a día de hoy. No obstante, una vez acostumbramos el ojo a ese tipo de aspecto, la cosa va sobre ruedas.

Además, teniendo en cuenta el nivel de calidad del film sería muy injusto sepultarlo porque simplemente haya habido un poco de CGI en sus personajes. El Irlandés es mucho más que eso, y se disfruta si se conoce la carrera y trayectoria de Scorsese a lo largo de los años. Su evolución, la perfilación de su estilo, el trabajo de acting que realiza con sus actores, etc. Lo que El Padrino es para Francis Ford Coppola, es El Irlandés para Martin Scorsese. Y eso son palabras mayores.