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Eduardo VIII

El rey que un d�a abdic� por amor y al que le acab� gustando que su mujer "le humillara y degradara"

Actualizado
Wallis Simpson y el rey Eduardo VIII, Francia, en mayo de 1937.
Wallis Simpson y el rey Eduardo VIII, Francia, en mayo de 1937.GTRES

"Me resulta imposible cumplir con mis deberes de rey como desear�a sin la ayuda de la mujer que amo". As� justific� el todopoderoso Eduardo VIII, rey de Inglaterra, de la Commonwealth y emperador de La India, su decisi�n de renunciar al trono por amor a Wallis Simpson, una norteamericana dos veces divorciada y de car�cter insufrible que, seg�n los que la trataron en la intimidad, rayaba en la perversi�n. "Maldito imb�cil" ,dicen que le grit� Wallis, cuando se enter� que no ser�a reina.

Este 10 de diciembre se cumplen 85 a�os de una abdicaci�n que cop� las portadas de la prensa mundial, ya que Eduardo VIII, que llevaba solo diez meses en el trono tras suceder a su padre, Jorge V, se empecin� en casarse con su amante, Wallis, que ni siquiera estaba divorciada de su segundo marido, ocasionando una crisis pol�tica sin precedentes. Ni la iglesia anglicana ni el gobierno de Stanley Baldwin, que amenaz� con dimitir en bloque, toleraban ese enlace que tampoco los brit�nicos aceptaban. El monarca solo ten�a tres opciones: renunciar a ese matrimonio, casarse en contra del gobierno o abdicar, y eligi� esta �ltima.

Nacido en Londres en 1894, David, como le apodaban en familia, combati� en la Primera Guerra Mundial y tambi�n represent� a su padre en numerosos viajes y actos oficiales siendo pr�ncipe de Gales. Con un f�sico de actor de cine, su car�cter era sin embargo d�bil e influenciable y llevaba una vida bastante disipada en su residencia de Fort Belvedere, siendo del dominio p�blico su afici�n por las mujeres, sobre todo casadas.

Los duques de Windsor, en Nueva York, en 1951.
Los duques de Windsor, en Nueva York, en 1951.GTRES

Fue una de sus amantes, Lady Thelma Furnnes, quien le present� a Wallis en 1930, que se hab�a casado en primeras nupcias con un oficial de la marina norteamericana y posteriormente con Ernest Simpson, un corredor mar�timo que la enga�aba con otras mujeres y, dicen, fue el amor de su vida. Seg�n unas cartas que se descubrieron tras su muerte, Wallis quiso plantar al monarca para volver con su marido, pero este le amenaz� con suicidarse. "Tengo que estar con �l, de lo contrario atentar� contra su vida", escribi� a una t�a suya.

Tras renunciar al trono, su sucesor como rey, Jorge VI, hermano suyo y padre de la actual Isabel II, concedi� a Eduardo VIII el t�tulo de duque de Windsor con el tratamiento de alteza real que deneg� a Wallis, algo por lo que Eduardo pele� toda su vida sin conseguirlo. Pero nada parec�a suficiente para contentar a esta mujer fr�a y dura, que no se cortaba en maltratar con sa�a a su real marido incluso en p�blico, tanto que este, seg�n testigos, se acostaba muchas noches llorando. Un sinsentido que seg�n revel� una antigua amante del duque, Freda Dudley, se explicaba por su vena sadomasoquista: "A �l le gustaba que Wallis le humillara y lo degradara". Algo que corrobora su ayudante de c�mara. "Era muy mala, convirti� la vida del duque en un infierno, le quit� la confianza en s� mismo y acab� como su perrito faldero, a veces le mandaba a dormir con un 'l�rgate mosquito' mientras ella se quedaba divirti�ndose con sus amigos".

La estadounidense Wallis Simpson.
La estadounidense Wallis Simpson.GTRES

Su amor por Wallis no solo le enfrent� a su familia sino tambi�n al pueblo ingl�s, por sus posteriores coqueteos con el nazismo. Tras su boda en Francia en 1937, los duques de Windsor visitaron la Alemania nazi en contra del gobierno brit�nico y se reunieron con Hitler, a quien hicieron el saludo fascista. Parece que el f�hrer ten�a en mente restablecer a Eduardo como monarca si establec�a un r�gimen nazi en Gran Breta�a, un riesgo que el gobierno brit�nico evadi� mandando muy lejos a Eduardo, que durante la Segunda Guerra Mundial desempe�� el cargo de gobernador de Bahamas.

Tras la contienda, los duques de Windsor regresaron a Par�s, donde se hab�an instalado tras dejar Eduardo el trono, y en su mansi�n del Bois de Boulogne llevaron una existencia fr�vola y tediosa, pues Eduardo no volvi� jam�s a ostentar cargo alguno. "Me levant� tarde y acompa�� a la duquesa a comprarse un sombrero", confes� en una ocasi�n ir�nicamente a un diplom�tico, resumiendo un d�a cualquiera de su vida. Apasionada de la alta costura, la duquesa compraba m�s de cien modelos al a�o de los m�s grandes modistos y tambi�n adoraba las joyas, especialmente los zafiros, sus favoritos, que su marido le compraba en la firma Cartier. Tambi�n viajaban aloj�ndose en las suites de los m�s lujosos hoteles y eran fijos en las fiestas de la jet mundial.

Un broche de Cartier con una esmeralda, un rub� y un diamante que perteneci� a Simpson.
Un broche de Cartier con una esmeralda, un rub� y un diamante que perteneci� a Simpson.GTRES

El tiempo dulcific� el enfrentamiento del duque de Windsor con la familia real brit�nica, que nunca acept� a Wallis, sobre todo su madre, la reina Mar�a, que se neg� a recibirla. Aunque Eduardo no asisti� a la coronaci�n de su sobrina Isabel II en 1953, en 1965 los duques viajaron a Londres y se vieron con la reina, que tambi�n les visit� en 1972 durante un viaje de estado a Francia. Fue la �ltima vez que vio a su t�o vivo, ya que el duque muri� con 77 a�os el 28 de mayo de 1972. Por un acuerdo con Isabel II, fue enterrado en el cementerio real de Frogmore, en Windsor, donde tambi�n est� sepultada Wallis, que aquejada de demencia senil, fallecer�a 14 a�os m�s tarde.

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