“Consentimiento cordial” dirigido contra Alemania y Rusia

Situación estratégica a principios de 1904

A principios de 1904, Gran Bretaña y Estados Unidos llevaron a cabo una excelente operación estratégica: enfrentaron a Rusia y Japón (¿Por qué Japón atacó a Rusia?). Al mismo tiempo, armaron a Japón hasta los dientes, lo ayudaron a crear una flota de primera clase y financiaron la guerra.



El presidente estadounidense Theodore Roosevelt estaba muy contento de que Japón atacara a Rusia. Las grandes empresas estadounidenses estaban muy preocupadas por los éxitos de los rusos en el Lejano Oriente y China. Roosevelt caracterizó de manera muy halagadora a Japón como un “buen perro guardián”.

Al mismo tiempo, Londres y Washington eligieron el momento más oportuno para iniciar la guerra.

En primer lugar, Rusia no tenía aliados. La alianza de Japón con Inglaterra garantizó la localización de la guerra. Casi todas las potencias europeas estaban, en un grado u otro, interesadas en esta guerra y en el fracaso de Rusia. Sólo Alemania demostró una neutralidad amistosa. Inglaterra y Estados Unidos financiaron a Japón.

En segundo lugar, la guerra comenzó antes de que el Ferrocarril de Siberia y el Ferrocarril Oriental de China alcanzaran su plena capacidad. Rusia necesitaba tiempo para trasladar tropas de la parte europea del imperio al Lejano Oriente. Además, medidas para fortalecer la defensa del Lejano Oriente ruso, Zheltorossiya (Manchuria), Port Arthur, fortalecimiento del Pacífico. flota.

En tercer lugar, los enemigos de Rusia han calculado bien que el factor decisivo en el teatro del Lejano Oriente será el factor flota. La superioridad en el mar decidió el resultado del inicio de la campaña. Las fuerzas generales de la flota rusa tenían una superioridad abrumadora sobre la flota japonesa: 20 acorazados contra 7. Pero en el Océano Pacífico, Japón era más fuerte que Rusia. La flota rusa se dividió entre el Báltico, el Mar Negro y el Océano Pacífico.

Dentro del propio Océano Pacífico, la escuadra rusa se dividió entre el Mar Amarillo y el Mar Japonés. Rusia no tuvo tiempo de transferir las fuerzas principales de la flota blindada de Europa al Océano Pacífico antes del inicio de la guerra. Japón podría reunir todas sus fuerzas en un puño.

En cuarto lugar, los oponentes externos de Rusia, con la ayuda de una quinta columna, estaban preparando una revolución.

Por tanto, se suponía que la guerra con Japón se convertiría en el detonante del colapso de Rusia. Pero el primer intento de destruir el Imperio ruso fracasó. La guerra en el Lejano Oriente era un irritante débil para la sociedad, y el zar todavía contaba con un fuerte apoyo: un ejército profesional, dispuesto a demoler barrios de Moscú o San Petersburgo por orden, y la "gente profunda" (Cien Negros), insatisfecha. con el caos rampante.

Rusia sobrevivió, la revolución fue aplastada. Occidente empezó a preparar un nuevo escenario: una confrontación suicida entre los mundos alemán y eslavo.

intereses franceses

En París miraban con aprensión el entusiasmo de San Petersburgo por los asuntos del Lejano Oriente.

Por un lado, el capital francés utilizó los éxitos de Rusia para penetrar en China.

Por otro lado, los franceses temían que mientras Rusia estaba ocupada en el Lejano Oriente, Alemania fortalecería su posición en Europa. Francia necesitaba al ejército ruso para contener las peligrosas aspiraciones del Imperio alemán. Por lo tanto, desde finales del siglo XIX, los círculos gobernantes franceses observaron con descontento y miedo cómo el aliado (1891-1892 se formalizó la Alianza Franco-Rusa y la Convención Militar) se involucraba cada vez más en los problemas del Lejano Oriente. Este.

El gobierno francés está tomando precauciones. París está dando pasos hacia el acercamiento con Italia e Inglaterra. El iniciador y figura destacada de esta política fue el Ministro de Asuntos Exteriores Théophile Delcasse (Ministro de Asuntos Exteriores de Francia en 1898-1905, 1914-1915). Sus principales colaboradores en el acercamiento con Inglaterra e Italia fueron los embajadores de Francia en estos países: en Londres, Paul Gambon, en Roma, Barrer.

En Francia, los partidarios activos del acercamiento a Inglaterra fueron los radicales en el poder (Combe, Clemenceau) y los socialistas de derecha (Jaurès). La llegada al poder del partido radical ayudó a acercar el país a Gran Bretaña. Anteriormente, los opositores al acercamiento con Inglaterra eran representantes del "partido colonial": Francia tenía muchas cuestiones controvertidas con Gran Bretaña en África y Asia. Sin embargo, ahora los círculos coloniales, debido al fortalecimiento de la amenaza alemana, cambiaron de posición.

El capital industrial y financiero francés planeaba extender su esfera de influencia a Marruecos. Los competidores de los franceses en este asunto fueron los colonialistas de España, Inglaterra y Alemania. Si otra potencia europea se fortaleciera en Marruecos, Francia no sólo perdería la riqueza de este país. Además, se trataba de una cuestión de seguridad estratégica: la capacidad de mantener el dominio en Túnez y Argelia se estaba deteriorando. Por tanto, los franceses tuvieron que llegar a un acuerdo con Inglaterra.

En agosto de 1902, el embajador francés informó al ministro de Asuntos Exteriores británico, Lord Lansdowne, del deseo de Francia de actuar en armonía con Inglaterra. Según Delcasse, no existía una rivalidad real entre Inglaterra y Francia. Las dos grandes potencias no eran competidoras en el mercado mundial como Alemania o Estados Unidos. Los franceses y los británicos sólo necesitan ponerse de acuerdo sobre Marruecos y Siam. Tengan cuidado de no permitir que los alemanes entren en su esfera de influencia.

Para Francia, con el comienzo de la guerra ruso-japonesa, la cuestión del acercamiento con Inglaterra se volvió especialmente grave. Los rusos estaban completamente conectados en el Lejano Oriente. En Europa, Francia quedó sola con Alemania. Tuve que olvidar los agravios contra Inglaterra por la “lucha en África”.

Acercamiento con Italia

Al mismo tiempo, los franceses lograron un acercamiento con Italia, que formaba parte de la Triple Alianza (un bloque político-militar de Alemania, Austria-Hungría e Italia, formado en 1882). Francia, que tenía una economía y unas finanzas más poderosas, libró una guerra aduanera y financiera contra Italia desde la segunda mitad de la década de 1880 para obligarla a abandonar la Triple Alianza.

Italia sufrió grandes pérdidas (a excepción de sus oligarcas capitalistas) y no pudo soportarlo. Sus círculos gobernantes avanzaron hacia un acercamiento con Francia. En 1896-1898 Los problemas financieros y económicos y la derrota en Abisinia obligaron a Roma a reconciliarse con Francia. En 1896, los italianos reconocieron el protectorado francés sobre Túnez. Dos años más tarde, Francia firmó un tratado comercial que puso fin a la guerra aduanera.

La crisis del capitalismo en 1900 aumentó la necesidad de dinero de Italia. Alemania no proporcionó ayuda. El capital francés aprovechó el momento. Los préstamos franceses salvaron a Italia del colapso financiero. Además, Austria-Hungría interfirió con los intentos italianos de ampliar su esfera de influencia a expensas del Imperio Otomano. Delcasse propuso inmediatamente a Roma un acuerdo sobre la división del norte de África. Los franceses reconocieron los “derechos” de Italia sobre Tripolitania (formalmente pertenecía a Turquía), y los italianos estuvieron de acuerdo con la toma de Marruecos por parte de Francia. En diciembre de 1900 se concluyó el acuerdo correspondiente.

El 1 de noviembre de 1902 se firmó en Roma un acuerdo entre el embajador de Francia en Italia, Camille Barrère, y el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Giulio Prinetti. Francia e Italia se comprometieron a permanecer neutrales si una de las partes del acuerdo entraba en guerra, lo que efectivamente negaba la participación real de Italia en la Triple Alianza.

intereses británicos

Mientras tanto, Gran Bretaña buscaba aliados contra una Alemania en ascenso. Los británicos temían al joven Imperio alemán, que estaba exprimiendo a Gran Bretaña en el mercado mundial, querían redistribuir las colonias a su favor y estaban aumentando rápidamente su flota. Sobre todo, los británicos estaban preocupados por la flota alemana, que amenazaba el dominio de Inglaterra en los mares, sus comunicaciones y, en consecuencia, el imperio colonial, que aseguraba la prosperidad de la metrópoli británica.

En 1902, los británicos, con la ayuda de Japón, aseguraron su posición en el Océano Pacífico (un golpe a Rusia, una mayor esclavización de China) y resolvieron sus problemas en Sudáfrica (la guerra anglo-bóer). Ahora Londres tenía que cuidar de su principal competidor: Alemania. Esta fue la preparación para la batalla por el lugar del “rey de la colina” en el orden global occidental.

Si antes Inglaterra y Alemania cooperaban en una serie de cuestiones, ahora todo era diferente. Así, Londres está reconsiderando su posición respecto al ferrocarril de Bagdad. A principios de 1903 se llevaron a cabo negociaciones entre el Deutsche Bank y los banqueros británicos sobre la participación en la construcción y utilización del capital británico.

Los alemanes tuvieron dificultades para financiar la carretera, por lo que era deseable la participación británica. Pero las autoridades alemanas querían mantener la prioridad para el capital alemán. Los británicos querían poner en funcionamiento el último tramo de la carretera, que lindaba con la costa del Golfo Pérsico, y no querían permitir que Alemania ocupara una posición privilegiada.

En abril de 1903, los británicos abandonaron su participación en este proyecto. La prensa británica comenzó a promover la idea de que el ferrocarril de Bagdad allanaría el camino para que el ejército alemán llegara a los mares del sur y a la India. Los británicos comenzaron a obstaculizar la construcción de esta estratégica carretera. Después de los británicos, en el otoño de 1903, Francia también se negó a participar en este proyecto.

Comienza así una lucha entre Gran Bretaña y Alemania por un nuevo orden mundial, por el liderazgo en el proyecto y la civilización occidentales. Naturalmente, los británicos necesitaban “carne de cañón” en el continente. "Arietes" que destruirán el mundo alemán.

Los franceses y los rusos se alistaron en la guerra con los alemanes. Así como a finales del siglo XVIII y principios del XIX, contra Francia, que bajo Napoleón Bonaparte comenzó a reclamar un papel dominante en Europa y el mundo, los británicos utilizaron el mundo alemán (Austria y Prusia) y Rusia.

Era más fácil negociar con Francia que con Rusia. Los franceses tenían miedo de los alemanes después del pogromo de 1870-1871, las alarmas militares posteriores y anhelaban venganza. Además, al apoyar a Japón contra Rusia, los británicos alienaron a Rusia. La guerra ruso-japonesa retrasó el desarrollo de las negociaciones anglo-rusas.

Por otro lado, con la ayuda de los japoneses, Rusia fue expulsada del Lejano Oriente y regresó a Europa.

El Partido Conservador inglés, que alguna vez había buscado el apoyo del mundo alemán contra Rusia, actuó ahora como líder del curso antialemán. La mayoría de los liberales se solidarizaban con los conservadores. La prensa británica inicia una feroz guerra informativa contra Alemania.

Un firme partidario del acercamiento con Francia y Rusia en contraposición a Alemania fue el rey británico Eduardo VII. El rey veía en Alemania al principal enemigo del Imperio Británico, además de una enemistad personal hacia el káiser alemán Guillermo II. Las casas aristocráticas y bancarias británicas miraban con miedo y odio los éxitos del Imperio alemán en los campos del comercio, la economía y la construcción naval. La joven Alemania estaba desplazando a la decrépita Gran Bretaña. Como resultado, Eduardo jugó un papel destacado en la reconciliación de Inglaterra con viejos rivales y en el desarrollo de un rumbo antialemán. Detrás del rey estaban los ases de la oligarquía financiera de la ciudad británica.

El acuerdo con Francia fue apoyado por Aveling Baring, el gobernante de facto de Egipto y representante de la casa bancaria más grande, los Barings. El jefe de esta casa, Lord Revelstoke, formaba parte del círculo cercano del rey Eduardo.

"Dividiendo África"

En la primavera de 1903, el rey británico Eduardo VII llegó a París. La visita demostró un acercamiento anglo-francés. En París, el rey dijo que la época de la antigua enemistad era cosa del pasado, que se acercaba la era de la amistad anglo-francesa. En verano, el presidente de la República Francesa, Emile Loubet, y Delcasse visitaron al rey británico.

Las negociaciones comenzaron a nivel de ministros de Asuntos Exteriores. La primera prioridad era resolver las diferencias coloniales. A las preguntas planteadas por los franceses sobre Marruecos y Siam, los británicos añadieron Egipto. El tratado anglo-francés tomó la forma de un acuerdo sobre la división de las colonias. Por eso el socialdemócrata V. Lenin describió este acuerdo de manera breve y clara: “Están dividiendo a África”.

El acuerdo fue firmado el 8 de abril de 1904. El acuerdo tenía dos partes: pública y secreta. Una declaración conjunta sobre Egipto y Marruecos, según la cual Francia reconocía los derechos de Inglaterra sobre Egipto e Inglaterra los derechos de Francia sobre la mayor parte de Marruecos. Al mismo tiempo, la parte secreta preveía la posibilidad de cambiar el "estatus político" de Egipto y Marruecos y la transición de parte de Marruecos cerca del Estrecho de Gibraltar a la esfera de influencia de España.

Una declaración separada estableció la división de Siam entre Inglaterra y Francia a lo largo del río Menam (ahora Chao Phraya). La parte occidental del país, fronteriza con Birmania, pasó a la esfera de influencia de Inglaterra, la parte oriental, adyacente a Indochina, quedó bajo la influencia de Francia.

También se resolvieron varias otras cuestiones coloniales controvertidas de menor importancia. En esencia, Gran Bretaña y Francia se dividieron los últimos territorios “libres”.

Así, la creación de la Entente eliminó la antigua rivalidad colonial anglo-francesa. Inglaterra y Francia se estaban preparando para oponerse conjuntamente a Alemania.

Gran Bretaña tuvo la oportunidad de fortalecer la defensa de la madre patria. El Almirantazgo trajo alrededor de 160 barcos a las Islas Británicas, que estaban dispersos por todas las posesiones del imperio (principalmente desde el mar Mediterráneo). Ahora las comunicaciones en el Mediterráneo podrían estar a cargo de la flota francesa aliada. Inglaterra podría concentrar las principales fuerzas de la flota contra Alemania.