Los príncipes que desaparecieron en la Torre de Londres

Tras la muerte de Eduardo IV, sus dos hijos fueron encerrados en la Torre de Londres por su tío Ricardo; nunca se supo qué fue de ellos

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Foto: Brian Jannsen / Age Fotostock

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La torre de Londres

En esta fortaleza erigida en 1066 fueron encerrados el depuesto rey Eduardo V y su hermano Ricardo tras ser declarados ilegítimos por su tío Ricardo III.

Foto: Akg / Album

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Al borde de la muerte

Los príncipes, dormidos en su lecho de la Torre, justo antes de ser asfixiados con una almohada por un sicario de Ricardo III. Óleo por Ferdinand Theodor Hildebrandt. 1835.

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De York a Tudor

En el siglo XV, los duques de York reivindicaron la Corona inglesa frente a la casa de Lancaster, lo que dio origen a la guerra de las Dos Rosas (1455-1485). A la muerte de Ricardo III ocupó el trono la dinastía Tudor (1485-1603).

Foto: Bridgeman / Aci

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Eduardo IV, Elizabeth Widville y el futuro Eduardo V.

La esposa del rey

Elizabeth Widville (o Woodville) se casó en 1464 con Eduardo IV. Al principio su enlace se mantuvo en secreto, pero ella logró que fuera reconocido públicamente. Bella y con ambiciones políticas, fue una figura impopular y pronto hubo rumores sobre la invalidez de su matrimonio.

Foto: Dea / Album

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Ricardo III

Bajo el reinado de Enrique VII se difundió la historia del asesinato de los niños por orden de Ricardo III. Retrato anónimo del rey. Siglo XV. Galería Nacional.

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Dos mujeres contemplan la escalera donde se hallaron los supuestos huesos de los príncipes. Grabado, 1885.

¿Eran los huesos de los príncipes?

¿Qué decir de los huesos hallados en la Torre en 1674? En la década de 1930, un análisis de los cráneos mostró que en ambos faltaba un diente. Algunos autores sugirieron que podía tratarse de un defecto congénito propio de la familia York, lo que demostraría que los huesos eran los de los niños. Sin embargo, el hallazgo en 2012 de los restos de Ricardo III –en un proyecto dirigido por Philippa Langley en el que participó el autor de este artículo– ha puesto en duda esta interpretación, ya que el estudio de su cráneo descarta una ausencia congénita de dientes. De hecho, no hay seguridad alguna de que los huesos de la Torre sean los de los malhadados príncipes.

En 1483, Londres fue escenario de una serie de sucesos que han dado lugar a uno de los mayores enigmas de la historia de Inglaterra. Los hechos ciertos son que en abril de ese año falleció el rey Eduardo IV e inmediatamente fue sucedido en el trono por su hijo primogénito y heredero, Eduardo V, un chico de apenas 12 años de edad. El hermano menor del rey fallecido, Ricardo, duque de Gloucester, fue nombrado protector del reino, lo que lo dejaba al mando del gobierno efectivo del Estado.

Poco después, el nuevo rey y su hermano pequeño, Ricardo, de 9 años, fueron confinados en la Torre de Londres por orden de su tío. Y el 26 de junio del mismo año, una asamblea de los Tres Estados del Reino depuso a Eduardo V por considerar que él y su hermano eran bastardos, alegando que el matrimonio de su madre, Elizabeth Widville, con Eduardo IV era nulo porque éste había firmado poco antes un precontrato matrimonial con otra mujer, Eleanor Talbot. El duque de Gloucester fue designado nuevo rey con el nombre de Ricardo III.

Los príncipes desaparecieron pocas semanas después, sin que se diera ninguna explicación oficial sobre cuándo o cómo murieron y dónde fueron enterrados. Naturalmente, las sospechas han recaído siempre sobre Ricardo III, hombre ambicioso y carente de escrúpulos del que no era difícil pensar que podía haber ordenado liquidar a aquellos dos rivales dinásticos, aunque no fueran más que unos niños.

Crimen en la Torre de Londres

Se contaba que una noche el rey envió a un caballero de su confianza, James Tyrell, y a otros dos hombres a la Torre de Londres, donde ejecutaron a los dos chicos ahogándolos con una almohada. Luego enterraron los cuerpos al pie de unas escaleras en la misma Torre. Este relato apareció en crónicas oficiales del siglo XVI, que sirvieron de base a Shakespeare para su célebre obra de teatro Ricardo III, publicada en 1597. En 1674 se encontró lo que parecía una prueba definitiva del crimen: los huesos de los príncipes enterrados al pie de una escalera de la Torre.

La tradición ha hecho de Ricardo III el modelo de un tirano sangriento, y nada como el asesinato de dos criaturas inocentes para confirmar esta reputación. Sin embargo, los historiadores actuales han visto en esta historia muchos puntos oscuros que se prestan a interpretaciones diversas.

Cabe la posibilidad de que los príncipes hubieran muerto por causas naturales, al menos el mayor de ellos, del que se sabe que siempre fue un niño enfermizo

De entrada, cabe la posibilidad de que los príncipes hubieran muerto por causas naturales, al menos el mayor de ellos, del que se sabe que siempre fue un niño enfermizo. En 1475, cuando tenía cuatro años, su padre dudaba de que viviera para sucederlo, pues en su testamento hacía una serie de legados a su hijo "si Dios permite que llegue a la edad de discreción" y especificaba que, si moría, deberían entregarse a quien resultara ser "nuestro heredero". También es revelador que en el verano de 1483, cuando se hallaba en la Torre de Londres, el joven Eduardo recibiera frecuentes visitas de su médico. Por ello, el chico podría haber sucumbido a su enfermedad a finales de julio de 1483, mientras estaba en la Torre.

Las motivaciones de Ricardo III para matar a los príncipes tampoco están claras. Al fin y al cabo, recibió el trono inglés de forma perfectamente legal y pública, de modo que su legitimidad no estaba en entredicho. Además, incluso si hubiera decidido deshacerse de ellos, es difícil explicar por qué no anunció sus muertes y los enterró.

Lo que sabemos sobre las circunstancias que rodearon la desaparición de los hijos de Eduardo IV apunta a que pudo haber otros responsables. En efecto, mientras Ricardo III y su esposa partían en una gira por su reino tras la coronación, se produjeron en Londres intentos para apoderarse de los hijos de Eduardo IV en la Torre, no se sabe si para rescatarlos o para matarlos. Se ha sugerido que estos hechos estaban relacionados con una rebelión contra Ricardo III protagonizada, entre otros, por el duque de Buckingham, que tendría como objetivo restaurar en el trono al rey niño Eduardo V, lo que requería sacarlo de su clausura. Como condestable de Inglaterra, Buckingham tenía autoridad para enviar hombres a la Torre de Londres, y así pudo hacerlo en algún momento de julio de 1483, aprovechando la partida del rey.

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Es revelador que el 22 o 23 de julio, Ricardo decidiera de repente enviar a Londres a uno de sus hombres de confianza, el duque de Norfolk. Al parecer, su misión tenía que ver con algunos hombres que habían sido arrestados, según se indica en una orden expedida por el rey unos días más tarde. Aunque en la orden no se precisa el asunto, podría muy bien tener relación con el plan de asalto de Buckingham a la Torre, al que quizás aludió el cronista francés Thomas Basin en 1484. Posteriormente el historiador inglés John Stow también mencionó una conjura para provocar incendios en los alrededores de la Torre como maniobra de distracción para facilitar el rescate de los niños.

En todo caso, la rebelión de Buckingham fracasó y el propio duque murió decapitado a finales de 1483. No sabemos si antes llegó a hacerse con los niños. Si así fue, ¿qué sucedió entonces con ellos? Una explicación sería, de nuevo, la muerte de Eduardo a consecuencia de la enfermedad que padecía. Esto aclararía por qué parece que Ricardo III
no sabía qué había sido de los hijos de su hermano y nunca hizo ningún anuncio público sobre su paradero.

Noticias falsas

Ricardo III murió en 1485 en la batalla de Bosworth, que llevó al trono a su vencedor, Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor. Al principio, él tampoco sabía nada de la suerte de los niños, como lo demuestra el que en 1490 diera credibilidad a un impostor que se hizo pasar por Ricardo, el más joven de los dos príncipes. Sin embargo, más tarde Enrique VII decidió que era más prudente pretender que los hijos de Eduardo IV habían sido asesinados en 1483 para impedir que aparecieran nuevos pretendientes a la Corona.

No existe la menor prueba que respalde esta tesis, pero ha sido creída ampliamente desde entonces

Quizá fue entonces cuando se inventó la historia sobre los asesinos a sueldo de Ricardo III. Después de que en 1502 James Tyrell fuera ajusticiado por participar en una conspiración a favor de la dinastía de los York, el gobierno de Enrique VII difundió la noticia de que Tyrell había confesado ser el autor del asesinato de los dos niños en la Torre de Londres, 19 años antes, por orden de su señor, Ricardo III. No existe la menor prueba que respalde esta tesis, pero ha sido creída ampliamente desde entonces. ¡Demostración de que las mentiras de un gobierno son aceptadas a menudo como hechos irrefutables!