Qué ver en Edimburgo: claves para aprovechar al máximo tu estancia en la capital de Escocia

Qué ver en Edimburgo: claves para aprovechar al máximo tu estancia en la capital de Escocia

Otoño en Edimburgo. Sobre los árboles de Princess Street Garden puede verse la mole del Castillo.

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Volvimos a Edimburgo después de muchos años. Y volvió a sorprendernos y a enamorarnos con sus edificios de piedra desnuda, su música en directo, la amabilidad de sus gentes y la enorme lista de lugares que ver. Aquí te hacemos un pequeño resumen de lo que vimos en nuestra última escapada escocesa. Fue un viaje especial por varios motivos: el primero es que fuimos con una niña de cuatro años y tuvimos que hacer muchos cambios de última hora y sobre la marcha para poder ir al ritmo que marcaba nuestra hija. Peto aún así nos dio tiempo a ver bastante: lo único que echamos en falta fue dedicar las noches a deambular de pub en pub buscando la mejor música en directo: con niños no se puede estar en los bares más allá de las 21.00 horas, que es cuando cierran las cocinas. Pero nos sacamos las ganas con un par de canciones en The Last Drop (Grassmarket, 74), uno de los pubs con más solera e historia de la ciudad: aquí era donde los condenados a la horca comían su última comida y bebían su último trago (de ahí el nombre de La última gota) antes de subir al cadalso para que los mandaran al otro barrio. Nos faltó mucho que ver; pero vimos bastante.

Visitar el Castillo; mira el parte meteorológico.- Aprovecha un día lluvioso para visitar el Castillo de Edimburgo (Castlehill); es la mejor manera de invertir tres horas de tu visita a la ciudad y pasar buena parte del tiempo a cubierto. El Castillo de Edimburgo es una de las máximas atracciones patrimoniales de la ciudad y es uno de esos edificios que ayudan a explicar el contexto en el que te vas a mover durante tu viaje. OBSESIONADOS CON LA GUERRA: Una de las cosas que te van a sorprender de la visita al castillo es la omnipresencia de las exposiciones de carácter militar; aquí la guerra es el eje del discurso histórico de la visita. En España nos centramos más en cuestiones de carácter histórico y artístico, pero aquí las exposiciones son una sucesión de hechos de armas. Son diferentes maneras de ver la Historia. Podrás ver que esta obsesión por la guerra y por la muerte se repite en otros lugares de la ciudad. NOTA: en la página web del Castillo se dice que la compra online de la entrada es más barata que si la compras en alguno de los dos puntos de información turística de la ciudad (ambos en la Royal Mile). Esa información está totalmente desactualizada; así que aunque es conveniente sacarlas por Internet para evitar sorpresas (los tickets se agotan rápidamente en los fines de semana y los puentes) no vas a pagar más si compras las entradas en las oficinas de información.

La Royal Mile de arriba abajo.- Hazla de un tirón. Y aprovecha una jornada entera para hacerla entrando a todos los ‘closes’ que te encuentres. Empieza a primera hora de la mañana visitando el Castillo y sigue bajando hasta terminar a primera hora de la tarde en Holyroodhouse. La avalancha de visitantes en el Castillo se produce a partir de las 11.00 y ya casi no hay nadie en el palacio de los Estuardo (Holyroodhouse) después de la sobremesa (cierra a las 17.00); así que puedes dedicar las dos primeras horas a ver sin agobios el Castillo y las últimas dos al palacio que marca el extremo este del Casco Histórico. La Royal Mile es, en realidad, la sucesión de tres calles que conectan estos dos espacios que representan a la autoridad real de Escocia a lo largo de los siglos –Castlehill; High Street y Canongate Street); además, en la cafetería de Holyroodhouse hacen uno de los scones más ricos de toda la ciudad. Es un buen lugar para entregarse con deleite a la ceremonia del té británico (hay una oferta especial que incluye hasta champán –nos recordó a nuestro adorado Café Las Violetas de Buenos Aires-).

No dejes de entrar a la Catedral de Sant Giles (High Strret). Esta es la iglesia histórica de Edimburgo por antonomasia y es aún más bonita por dentro que por fuera. Aprovecha que estas por aquí para darte una vuelta por el entorno del templo. ¿Merece la pena hacer el Tour de St Mary’s King Close? Categóricamente sí. Este es uno de los ‘closes’ –callejones- más importantes de la ciudad. Aquí se encontraron algunos restos medievales muy bien conservados y visitar estas viejas casas sepultadas por la Edimburgo de los siglos XV, XVI y XVIII es una experiencia muy bonita (esta gente sabe sacarle muy buen partido a su historia y hacen de cada visita algo muy especial). En la ‘Mile’ hay algunas otras atracciones. El Museo de Edimburgo (Canongate, 142) ocupa un conjunto de casas y claustros y casas del siglo XVI y es bastante interesante. No dejes de visitar, tampoco, Durban Close (Canongate, 153), un viejo cementerio vinculado a la Iglesia de Canongate que es muy bonito de ver –lamentablemente la iglesia no la vimos abierta todas las veces que pasamos por allí). Aprovecha que estás por aquí y date una vuelta por el nuevo Parlamento de Escocia. Para muchos locales es un horror, pero creo que es una obra maestra de la arquitectura de vanguardia. Para gusto los colores.

Visitar el National Museum por tandas.- El Museo Nacional de Escocia (Chambers Street) es una auténtica maravilla. Y hay que verlo sí o sí porque es un museo en sí mismo que tiene mucho de aquellos viejos gabinetes de coleccionista en los que se acumulaban los objetos sin mucho orden ni concierto. El museo se divide en dos partes. En la zona antigua (una enorme estructura de metal y cristal que crea un espacio diáfano gigantesco) se acumulan las colecciones artísticas, etnológicas (centradas en el colonialismo británico a lo largo del mundo), las naturales y las tecnológicas. Aquí podrás ver joyas como el primer tren a vapor o la auténtica oveja Dolly –disecada obviamente- junto a coches, aviones, un cohete y diversos objetos que ponen de manifiesto la importancia de Escocia como polo tecnológico e industrial desde el siglo XVIII. Y en la zona nueva del museo puedes ver una imponente colección arqueológica, artística e histórica en la que puedes ver la evolución de Escocia desde la Prehistoria hasta nuestros días. Esta exposición permanente es increíble. Otro punto fuerte del museo es subir hasta la terraza para ver todo el casco histórico de la ciudad. La entrada al museo es gratuita, aunque piden un donativo. La única pega que le ponemos es el horario de cierre, que es a las 17 horas. Pero puedes aprovechar los chubascos para ir visitándolo poco a poco.

¿Sacar el bus turístico? Sí. Es la mejor manera para moverse por la ciudad e ir explorando cada uno de sus secretos. El billete cuesta 10 libras y tiene una duración de 24 horas lo que te permite subir y bajar de la guagua todas las veces que quieras. La frecuencia es de quince minutos, por lo que nunca tendrás que esperar demasiado para poder tomar el próximo bus y seguir explorando la ciudad. La empresa Viator ofrece dos recorridos: el City Tour recorre todo el casco histórico de la capital escocesa con paradas en sus puntos más importantes (Castillo, Grassmarket, National Museum, Holyroodhouse, Calton Hill…) y el Tour Britania sale desde New Town y recorre la nueva Edimburgo hasta llegar al frente marítimo y al mítico Britania, el yate de la familia real británica que se puede visitar. El precio combinado de los dos tours es de 16 libras.

Ver Victoria Street y aprovechar para visitar el Cementerio Greyfriar.- Victoria Street (o West Bow) es una de las calles paradigmáticas del centro histórico de la ciudad –es famosa en todo el mundo gracias a Harry Potter-. Este arco sirve para conectar la emblemática Grassmarket –una de las plazas más bonitas- con George IV Bridge, una de las dos calles principales que atraviesan el centro de norte a sur. Aquí vas a encontrar una colección de edificios a dos alturas muy pintoresca. Es una de las fotos más bonitas de Edimburgo y caminar por Victoria Terrace, un balcón elevado sobre la calle, te va a dar unas panorámicas increíbles. Pero en esta ocasión descubrimos un rincón que en nuestra primera visita a la capital, el Cementerio de Greyfriar (Candlemaker Row, 26). Es un lugar increíble lleno de paz y belleza. Ya sólo por ver la Iglesia de Greyfriar merece la pena acercarse hasta aquí. Además, este lugar está vinculado a una de las historias más singulares y bonitas de la ciudad: la del perro Bobby Greyfriar, un perrito que pasó casi toda su vida custodiando la tumba de su dueño que murió cuando el animalillo tenía apenas dos años. Como premio a su lealtad (murió con 16 años) se le enterró aquí junto a su dueño en un trozo de tierra desacralizada. La estatua de Bobby está muy cerca del cementerio y es uno de los lugares más fotografiados de la ciudad.

La Calton Hill, siempre a primera hora de la mañana.-  Subir a Calton Hill es uno de los momentos que no deben faltar en cualquier viaje a la ciudad (no importa las veces que hayas ido). A todas horas es un lugar increíble, pero a primera hora de la mañana es una auténtica delicia para los fotógrafos de cualquier nivel. Desde aquí puedes ver una panorámica que abarca la práctica totalidad de la ciudad vieja con hitos sobresalientes como el Castillo, la cúpula de Saint Giles la mole del Hotel Balmoral o la aguja del Monumento al inmortal Walter Scott. Del otro lado puedes ver la ciudad nueva en una panorámica que abarca hasta el mar. Aquí te vas a encontrar varios edificios de interés. El más simbólico para los escoceses es la columnata del Monumento Nacional (que se hizo copiando las dimensiones del Partenón), pero también puedes visitar el Observatorio o los memoriales de personajes ilustres como Dugald Stewart o el Almirante Nelson. Ya que estás aquí aprovecha para ver el Burns Monument (Regent Road, 1759), un templete neoclásico erigido en honor al poeta Robert Burns. Si eres un amante de las reliquias de personajes ilustres, ahí misto está el Cementerio de Old Calton (Waterloo Place), donde están los restos del filósofo David Hume.

La Ciudad Nueva; el Georgiano y Dean’s Village.- Edimburgo se desbordó de sus límites medievales a finales del Siglo XVIII. Y fue una de las ciudades pioneras en aplicar un verdadero plan de ordenación urbana para crear la ciudad que debía reemplazar a la Old Town, un amasijo de callejuelas insalubres que ya no casaban con el nuevo espíritu de los tiempos (los albores de la Revolución Industrial que se inició aquí). Princess Street sirve de frontera entre las dos ciudades. Después de caminar por el parque que se encuentra a los pies del Castillo camina por Princess para ver hitos como la pinacoteca de la Real Academia Escocesa (si vas menos de tres días a la ciudad pasa de largo porque no merece la pena), el Monumento a Walter Scott y el Hotel Balmoral. El corazón de la New Town es George Street, un boulevard que une St. Andrews Square y Charlotte Square. Aquí vas a encontrar la mejor arquitectura de la ciudad (más allá de los grandes monumentos medievales) y un ejemplo de planificación que aún hoy asombra. De camino a Dean’s Village (donde vas a hacer una de las fotos paradigmáticas de Edimburgo) no dejes de callejear por el entorno de Melville Street y Moray Gardens: las manzanas de casas de piedra son preciosas. Y ya que estás por aquí date un volteo por la Catedral de St Mary’s (Palmerston Place). Aunque es neogótica merece la pena ir a verla porque es preciosa (y también todo el entorno).

Dos ‘alivios’ para nenes.- Si viajas con niños dales un respiro: o mejor dos. Cerca del Castillo está el Camera Obscura & World of Illusions (Castlehill, 549), un curioso museo montado en torno a una de esas Cámaras Oscuras que se hicieron populares durante el siglo XIX. Hoy, el edificio del artefacto óptico se ha convertido en un curioso museo dedicado a la luz y sus propiedades lúdicas. Laberintos de espejos, juegos de perspectiva, caleidoscopios imposibles, túneles de vértigo… Te va a costar sacar a los enanos de ahí. Cierra tarde (a las 19.00 entre semana y hasta las 21.00 los fines de semana) por lo que es una buena opción para terminar el día. Justo en la otra punta de la Royal Mile está Dynamic Earth (Holyrood Road), un fantástico centro expositivo centrado en las Ciencias Naturales y la Ecología que está muy bien pensado para mantener la atención de los chicos y chicas. Este museo se encuentra a dos pasos de Holyroodhouse.

Subir hasta la Silla de Arturo.- La denominada Silla de Arturo es el punto culminante de Holyrood Park. En nuestro primer viaje a la ciudad nos dimos el lujo de dedicar media jornada a explorar este espacio de montaña enclavado en pleno centro urbano. Esta vez íbamos con una nena de cuatro años y con poco tiempo, por lo que no pasamos por ahí. El lugar es increíble; cuenta con manchas de bosque nativo, tres lagos y algunos restos arqueológicos. Pero llegar hasta la Silla de Arturo demanda un esfuerzo de cinco kilómetros con rampas muy duras. Tienes que tener en cuenta que si subes hasta aquí al menos vas a necesitar tres o cuatro horas. En verano es un placer, en invierno, con anocheceres que llegan a las cuatro de la tarde, es un lujo.

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