Si alguna vez se han preguntado cómo sería vivir en un lugar tan aislado que en 2.173 kilómetros a la redonda no existe ningún otro sitio habitado, la respuesta puede obtenerse fácilmente. Solo hay que viajar hasta la localidad de Edimburgo de los Siete Mares y preguntarle a alguno de sus 246 vecinos (población a 4 de abril de 2019 según la web oficial).

Para ponerse en situación, la distancia sería más o menos la misma que hay en línea recta entre Lisboa y Hamburgo. Imaginen un círculo con ese radio y centro en Edimburgo de los Siete Mares, en el cual no vive nadie más que los 296 habitantes del propio Edimburgo.

Es más, fuera de ese círculo la población más cercana está en la isla de Santa Elena, 2.173 al norte y a unos 1.800 kilómetros de la costa de Angola, famosa por ser el lugar de confinamiento y muerte de Napoleón Bonaparte.

Edimburgo de los Siete Mares visto desde el océano / foto michael clarke stuff en Wikimedia Commons

Ese aislamiento hace que el lugar tenga características muy peculiares, como por ejemplo que muchas enfermedades comunes en el resto del mundo no existan, como los resfriados, pues los virus que los causan solo pueden viajar hasta allí en barco, algo que no es muy frecuente.

El asentamiento se fundó en 1816 en la isla de Tristán de Acuña, en el Atlántico Sur, con una guarnición militar británica, precisamente para evitar que los franceses pudieran lanzar desde allí una operación de rescate de Napoleón, y se mantuvo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el ejército se fue, se quedaron un puñado de isleños.

La isla de Tristán de Acuña y su situación en el mapa / foto dominio público – NASA en Wikimedia Commons

Durante 10 años, entre 1909 y 1919, ningún barco recaló en la isla hasta que lo hizo el HMS Yarmouth para informar a la población del final de la Primera Guerra Mundial.

En 1961 la erupción de un volcán obligó a trasladar a toda la población al Reino Unido, pero regresaron dos años después y reconstruyeron la localidad.

Casi todos los edificios de Edimburgo de los Siete Mares son de planta baja, a excepción de las dos iglesias (una católica y otra anglicana). Cuenta con hospital, oficina de correos, un supermercado, algunos bares y restaurantes, escuela, museo y un parque natural volcánico.

Cartel a la entrada de Edimburgo / foto maloff – Shutterstock

Pero ¿de que vive allí la gente? La mayoría son jubilados que viven de su pensión y tienen a su disposición un autobús gratuito para moverse por los 98 kilómetros cuadrados de la isla. El resto trabaja en la fábrica de conservas de pescado fundada en 1963 o son granjeros.

Una particularidad de la isla es que toda la tierra es comunal y las familias la trabajan en conjunto. Por ello está prohibido a los foráneos tanto comprar tierra como asentarse allí.

La única manera de entrar y salir de la isla es en el barco que una vez al mes llega desde Ciudad del Cabo con suministros y médicos y dentistas que se quedan hasta el mes siguiente. Como el puerto de Edimburgo es pequeño y solo admite embarcaciones de reducido tamaño, el barco solo cuenta con capacidad para 12 personas, por lo que ese es el número de personas que pueden salir de la isla cada mes. Y el viaje dura 6 días.

Otra vista de Edimburgo / foto maloff – Shutterstock

Como se puede suponer la endogamia es muy alta y de hecho las 80 familias del lugar solo tienen 8 apellidos diferentes: Glass, Green, Hagan, Laverello, Repetto, Rogers, Swain y Patterson. Todos los habitantes descienden de 15 ancestros, ocho hombres y siete mujeres que llegaron a la isla entre 1816 y 1908.

Todos los hombres eran europeos (escoceses, ingleses, holandeses, italianos) salvo un estadounidense, mientras que las mujeres eran mestizas (de origen diverso) y africanas, por lo que toda la población tiene ascendentes mixtos.

Oficina de correos de Edimburgo / foto maloff – Shutterstock

Debido a ese origen diverso durante décadas fueron desarrollando un dialecto propio que mezcla el inglés con la jerga afrikáans y el italiano.

Hasta hace pocos años las comunicaciones con el resto del mundo dependían del teléfono vía satélite, no tuvieron televisión en directo hasta 2001 (que les llega gracias al Servicio de Radiodifusión de las Fuerzas Armadas Británicas), e internet solo está disponible mediante satélite en unos pocos lugares públicos. No hay red de telefonía móvil.

Por si todo eso fuera poco, no existen los partidos políticos ni los sindicatos.


Fuentes

Tristan da Cunha (Sitio Oficial) / Tristan da Cunha (Bill Thayer) / Smithsonian / Wikipedia.


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