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Dora Maar, mucho m�s que la amante da�ada de Picasso

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La Tate Modern exhibe la m�s ambiciosa muestra sobre la fot�grafa y pintora, icono de los surrealistas y oscurecida como una de las musas que rodearon al artista espa�ol

La fot�grafa Dora Maar, junto a Picasso, en una playa del sur de...
La fot�grafa Dora Maar, junto a Picasso, en una playa del sur de Francia retratados por Man Ray.

La exposici�n de Dora Maar que se exhibe hasta el 15 de marzo en la Tate Modern de Londres se anuncia como la m�s exhaustiva presentada sobre la fot�grafa surrealista hasta el momento. Con buen criterio, la exposici�n ahonda en el brillo �nico de esta artista, deseando disolver ese bulto que parece acompa�ar obligadamente al relato sobre su figura: su relaci�n amorosa con Picasso. Dora Maar fue la musa y amante m�s carism�tica del malague�o, y este papel pasivo y sufriente suele eclipsar otras facetas de la artista, como la de brillante publicista, fot�grafa experimental y mujer modern�sima.

Dora Maar nace en Tours en 1907 hija de un arquitecto croata y una violinista francesa. Maar se dar�a a conocer durante la d�cada de los 30 a trav�s de sus fotomontajes, composiciones hechas con fotograf�as que acabar�n convirti�ndose en famosos iconos del surrealismo. Su talento para generar imagenes inquietantes y magn�ticas le permite comenzar a trabajar en el �mbito de la fotograf�a comercial y la moda. Uno de los grandes hitos de Maar se localiza aqu�, como introductora del ideario surrealista en el mundo de la publicidad. Las fotograf�as comerciales de Maar fueron innovadoras, experimentales y exitos�simas.

En paralelo a esta faceta comercial, Dora Maar tambi�n hac�a fotograf�a de calle como sus colegas Cartier-Bresson o Brassa�. En estas instant�neas, Maar retrataba la faceta m�s popular y humilde de la vida urbana: ni�os jugando en la calle, ciegos, personas sin hogar... Su c�mara captaba imagenes representativas de la ciudad durante la depresi�n econ�mica de Europa con las que ella se posicionaba al lado del pueblo y frente al poderoso.

Llegamos a un punto clave: a�o 1936, Caf� Deux Magots. Dora Maar y Pablo Picasso se conocen, ella con 29 a�os, �l con 55. Cuando Maar llega a la vida de Picasso, ejerce una especie de efecto rescate en un momento en el que �l estaba sufriendo un severo bloqueo creativo. La exposici�n en la Tate Modern redunda en ello, en la influencia mutua entre ambos por encima del relato acostumbrado del maltrato psicol�gico de Picasso a Dora Maar que har� que ella acabe resbalando por la pendiente de la depresi�n.

Durante el turbulento affaire que durar�a alrededor de ocho a�os, la artista documentar�a la creaci�n de su obra m�s pol�tica del pintor, el Guernica, fotografiando a pie de lienzo y ofreciendo una visi�n privilegiada de su proceso de trabajo. Poco a poco, Maar abandona la fotograf�a y se pasa a la pintura cubista, llegando incluso a realizar copias de cuadros del malague�o. Mientras, Picasso la emplea de modelo en la serie La mujer que llora. Estas estampas quedar�n adheridas a la figura de Dora Maar como una especie de testimonio de la tormentosa relaci�n entre ambos artistas.

Durante este periodo, Dora Maar estimula la conciencia pol�tica de Picasso, y le educa en fotograf�a. pero poco a poco, su trabajo personal se apaga hasta llegar a paralizarse. La ruptura llega en 1944, cuando Picasso se echa una nueva amante. Dora comienza a tener un comportamiento neur�tico y acaba siendo ingresada en un sanatorio. La pel�cula Dora Maar, a pesar de Picasso dirigida por Victoria Combal�a y Alejandro Lasala en 2014 ahonda en esta fase oscura que se abrir�a para Dora Maar tras la ruptura, una etapa que evolucionar�a en una vida apartada de la sociedad. Picasso le comprar�a un caser�n en la localidad francesa de M�nerbes y Maar se mudar� a vivir all�, cesando toda relaci�n social.

En la soledad de su caser�n franc�s, Dora Maar reanudar�a su actividad art�stica. Retoma la pintura y prueba muchos estilos y t�cnicas diferentes. En los 80, volver�a a la fotograf�a experimental, plasmando im�genes abstractas definitivamente alejadas de la realidad. La exposici�n de la Tate Modern muestra m�s de 20 obras de este per�odo poco conocido de fotograf�as sin c�mara, hechas en un cuarto oscuro con emulsiones fotogr�ficas. Maar, aislada voluntariamente y viviendo en la precariedad, fue enterrada en 1997 en un sencillo funeral al que no acudieron m�s de seis personas.

Dora Maar tuvo un final triste y el consenso com�n ha culpado a Picasso de esta decadencia. Hay que ser precavido con estas visiones maniqueas. El alcance personal de la influencia de Picaso en Dora Maar es algo que no puede juzgarse, y sin embargo, tanto en la vida de Dora Maar como en la de, por ejemplo, Frida Kalho, parece que nos cueste separar su obra art�stica de su vida sentimental, suponiendo una incontestable relaci�n causa-efecto entre ambas. La exposici�n en la Tate Modern prefiere ofrecer una visi�n de nutrici�n mutua en esa relaci�n entre Maar y Picasso. Si desechamos el sentimentalismo del relato art�stico, la imagen de Dora Maar se erigir�, m�s all� del t�pico de la mujer que llora, como lo que fue: una fot�grafa y pintora de primer nivel, una mujer profesional y con un enorme talento que brilla con su propia luz.

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