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Padre del cubismo junto con Georges Braque, Pablo Picasso es una figura central en la historia del arte. De hecho, con su pintura acompañó la tradición decimonónica hacia el arte contemporáneo, llevando al extremo la libertad artística conquistada por sus antecesores.

En los años de mayor fama, sin embargo, un hecho marcó su vida y su obra: el encuentro con la artista plástica, pintora, fotógrafa y escultora francesa Henriette Theodora Markovitch, más conocida como Dora Maar, cuyo rostro se puede reconocer entre los muchos del cuadro Guernica. No obstante, el cubista también dedicó numerosos lienzos personales a la artista, entre ellos Retrato de Dora Maar, ahora expuesto en la capital francesa.

La historia del Retrato de Dora Maar de Picasso

Retrato de Dora Maar, también llamado Dora Maar sentada, es un óleo sobre lienzo pintado por Picasso en 1937 tras su traslado a Cannes. Se trata por tanto de una obra creada en la época de máxima notoriedad del maestro del cubismo, que por aquellos años ya había expuesto en los principales polos artísticos del mundo. Sin embargo, al comienzo de la guerra civil española, el pintor decidió abandonar temporalmente España para regresar a Francia, conservando al mismo tiempo su cargo de director del Museo del Prado de Madrid.

En Francia, Pablo Picasso conoció mejor a Dora Maar, una joven fotógrafa con la que habló por primera vez en un círculo surrealista de París. Fascinado por su belleza, el artista encontró en ella a su musa y se convirtió en su amante. De hecho, la relación dio lugar a obras clave en su carrera, entre ellas el Retrato de Dora Maar que ahora se exhibe en el Museo Picasso en la Ville Lumière.

En cambio, en 2021 se subastó otra pintura de la misma serie, esta vez un primer plano sobre un fondo rojo pompeyano. El comprador, cuyo nombre se desconoce, aseguró el cuadro con una oferta de casi 22 millones de dólares.

ritratto di dora maar
WILLIAM WEST//Getty Images

Análisis de la obra

En el Retrato de Dora Maar, conservado en las salas del museo parisino, Pablo Picasso retrata a esta gran artista sentada con la mirada ligeramente desviada hacia la derecha. La mujer apoya ambos codos en los apoyabrazos de la silla, llevándose una mano a la cara. La musa lleva una túnica negra elegantemente colorida en el escote, con una falda con un patrón de cuadros visible solo en su parte más alta. El escenario se representa de forma genérica, como una estancia cerrada, casi cúbica y sin vistas al exterior, distinguida por una sucesión de tablones probablemente de madera.

Además, el rostro de Dora Maar queda completamente transformado por el estilo pictórico de Picasso, que por entonces ya había creado Las señoritas de Avignon y estaba a punto de culminar su mayor obra maestra: Guernica. El rostro de la mujer se deconstruye mediante el procedimiento cubista del que Picasso fue el precursor. Nariz, ojos y boca se representan según distintas perspectivas reunidas en un mismo sujeto, dentro del plano bidimensional del retrato. Sin embargo, hay connotaciones de carácter: los rasgos rígidos de la mujer le dan una personalidad fuerte y elegante, realzada por la ropa sofisticada y las joyas que usa.

¿Quién fue Dora Maar?

El Retrato de Dora Maar está protagonizado por Henriette Theodora Markovitch. Esta mujer, nacida en París en 1907 en el seno de una familia muy interesada por el arte, creció en un contexto culturalmente vivo, rodeada de las obras de De Chirico y de las nuevas corrientes arquitectónicas interpretadas por su padre, el arquitecto croata Josip Marković (Joseph Markovitch).

Amante de la fotografía, Henriette estudió primero en la Academie Lothe, donde conoció a Henri Cartier-Bresson, gran admirador de su trabajo; posteriormente asistió a la École de Photographie de la Ville de Paris y más tarde entró en contacto con Man Ray, especializándose en tomas callejeras. En sus obras, capturó los momentos de la vida de las personas más pobres, en un contexto particularmente difícil por el colapso de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929. Son también muy reconocidos sus fotomontajes surrealistas.

Dora Maar y Picasso se conocieron en el mítico café parisino Deux Magots, en 1935, presentados por el poeta Paul Éluard (gran amigo de Dora) y, a pesar de los 16 años de diferencia, inició una relación amorosa con él facilitada por su perfecto dominio del español (Dora vivió en Argentina desde los tres hasta los veintitrés años) que duró hasta 1943 (el artista estaba casado con Olga Kocklova) cuando Picasso conoció a la artista y escritora Françoise Gilot, con quien tuvo una relación. Dora se convirtió en la principal fuente de inspiración del pintor que, además de los numerosos retratos, también la inmortalizó en Guernica, sosteniendo el farol en el centro del lienzo. Existe una serie de fotografías que Dora hizo de Picasso pintando Guernica y que permiten ver cómo evolucionó la obra. Son muchos los testigos que aseguran que Picasso maltrató física y psicológicamente a Dora Maar, que sufrió varias crisis de ansiedad y depresiones al acabar su relación y fue psicoanalizada por Jacques Lacan y, posteriormente, ingresada en el hospital de Sainte-Anne, donde le aplicaron electroshock.

La artista pasó sus últimos años reclutada entre su estudio en Ménerbes, al sur de Francia, y su piso en el número 6 de la rue de Savoie, en París, ciudad donde murió en 1997. En los últimos años, se está reivindicado la obra artística rompedora y novedosa de Maar, siempre opacada por su relación con Picasso, como el Pompidou de París, que le dedicó una retrospectiva en 2019.

Vía: ELLE Decor IT