The Act: Un instinto maternal tóxico

Un instinto maternal tóxico

La entrevista

Patricia Arquette interpreta en la miniserie ‘The Act’ a Dee Dee Blanchard, una madre con el síndrome de Munchausen por poderes

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Dee Dee Blanchard (Patricia Arquette) y Gypsy Rose Blanchard (Joey King).

Brownie Harris / Brownie Harris / Hulu

La historia de Dee Dee Blanchard y su hija Gypsy es de esas que, si la hubiera escrito un guionista desde cero, hubiera recibido críticas por excesiva, inverosímil, rebuscada. Pero es realidad: un caso de Munchausen por poderes de desarrollo escalofriante y final de tragedia. “Esto para mí es una pesadilla americana sobre el abuso y una enfermedad no tratada”, explica Patricia Arquette en una entrevista para La Vanguardia, una actriz que nunca teme prestar su aspecto con quilos y maquillaje con tal de dar veracidad a un personaje. En el caso de The Act, una serie de Hulu que la plataforma StarzPlay estrena hoy en España, la actriz interpreta a Dee Dee, una mujer que tenía a su hija postrada en una silla de ruedas por culpa de enfermedades que ella misma se inventaba. La verdad se destapó en junio del 2015 cuando hallaron a Dee Dee muerta y acuchillada en su cama.

Cuando recibió el guion de Michelle Dean y Nick Antosca, la ganadora de un Oscar por Boyhood consideró que tenía una joya entre manos: “No tenía muchas oportunidades de leer relaciones tan complejas entre una madre y una hija. Aparte de la enfermedad de Munchausen, hay otros elementos: Gypsy crece, descubre su sexualidad, quiere ser una mujer y emanciparse de su madre”.

Dee Dee Blanchard tenía a su hija postrada en una silla de ruedas por culpa de enfermedades que ella misma le inventaba”

Habla de los personajes con cierta cercanía y respeto. Dee Dee vivía de subsidios y ayudas por cuidar de su hija y esta vivía oprimida por una madre que controlaba cada una de las palabras que decía en público, en los programas de televisión y en galas benéficas en Misuri. Lo macabro es que Gypsy, a pesar de haber nacido un poco prematura, era una niña sana. Sin embargo, según Dee Dee tenía leucemia, asma, distrofia muscular, alergia al azúcar y otras enfermedades crónicas. La alimentaba mediante un tubo, le rapaba la cabeza, la obligaba a moverse con una silla de ruedas y la drogaba cuando iba al médico. Hasta decía que tenía una deficiencia mental y le hacía creer que tenía menos años de los que en realidad tenía.

Arquette es lo opuesto al personaje: “Nunca he sido una persona muy de medicarse. Mi hijo era un poco hipocondríaco y le solía hacer una sopa y ya está. La sopa de pollo es la mejor medicina”. Así que, al enfrentarse al personaje, lo hizo desde la documentación. ¿Su sorpresa? Descubrir que había muchos testimonios pero que no se profundizaba en la enfermedad de Munchausen por poderes: “Se conoce poco. Sí, dicen que muchos padres estaban enfermos, que buscaban atención, pero no se va más allá. Me di cuenta que Dee Dee tenía miedo al abandono, una dependencia extrema y tóxica. Sólo se daba valor a sí misma como curandera de su hija, así obtenía lástima y respeto. Era un nivel extremo de narcisismo. Y a veces incluso se convencía a sí misma de que los doctores estaban equivocados, que ella conocía mejor a su hija”.

Se conoce poco el Síndrome de Munchausen por poderes. Sí, dicen que muchos padres estaban enfermos, que buscaban atención, pero no se va más allá”

En esta bajada a los infiernos, Arquette tuvo la oportunidad de trabajar con Chloë Sevigny, a la que adora, o con Juliette Lewis (“siempre había sido fan suya y estoy encantada de compartir con ella una serie, aunque no compartamos escenas”). Pero su sorpresa fue coincidir con Joey King, que interpretaba a la hija y que se ha convertido en una joven promesa desde que protagonizó la película Mi primer beso en Netflix: “Tiene tanto talento, es tan generosa... me sentí afortunada de trabajar con ella”. ¿Y, como veterana, tuvo consejos para ella? “Le dije que si tenía que desnudarse en una escena, se asegurase que sólo hubieran los monitores necesarios en la sala, que estos tenían que estar tapados o enfocar la pared cuando entras y sales desnuda”, recuerda.

Un ejemplo de sororidad en una miniserie de ocho episodios donde no faltan mujeres: los principales personajes son femeninos, cinco episodios están dirigidos por mujeres y siete están escritos por mujeres. “Para conseguir un trabajo como directora, necesitas haber trabajado de directora. Y, claro, las mujeres no reciben muchas oportunidades y tienen problemas para labrarse una carrera. Por suerte, ahora se hacen más esfuerzos”, destaca. Después de su discurso feminista en los Oscars en el 2015, ha habido mejoras aunque queda mucho por hacer.

Tiene tanto talento, es tan generosa... me sentí afortunada de trabajar con ella”

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