Más de un siglo y medio de labor humanitaria

El origen de la Cruz Roja Española

Foto: Cordon Press

El 24 de junio de 1859, Solferino, una pequeña población del norte de Italia, en la región de Lombardia, se hizo famosa por por ser la localidad donde tuvo lugar una sangrienta batalla. Tras la masacre (se calcula que hubieron unos 40.000 muerto) hubo alguien a que no quedó indiferente ante tal desgracia. Su nombre era Henry Dunant. Dunant era un hombre de negocios que, tras ayudar a coordinar la atención de los moribundos (la mayoría de soldados moría en el mismo campo de batalla sin atención alguna), observó las condiciones infrahumanas en las que eran atendidos los heridos y decidió hacer algo al respecto: así nació la Cruz Roja Internacional.

El inventor de una camilla

De acuerdo con la Conferencia Internacional de Ginebra de 1863, Cruz Roja Española se fundó el 6 de julio de 1864 mediante una real orden de la reina Isabel II. Bajo los auspicios de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén fue declarada Sociedad de Utilidad Pública. La fundación de la delegación de Cruz Roja Internacional y posteriormente de Cruz Roja Española corrió a cargo Nicasio Landa, junto con Joaquín Agulló, conde de Ripalda. Nicasio Landa fue conocido como el "Henry Dunant español". Nacido en Pamplona y médico de profesión, Landa jugó un papel destacado en la lucha contra la epidemia de cólera que asoló España entre los años 1854 y 1855. Además de médico cirujano, fue estratega de sanidad militar e inventor del denominado "mandil Landa", una especie de camilla formada por un lienzo, una vara de madera y unas correas que permitía trasladar a los heridos con más agilidad, lo que supuso un gran avance para la época en el traslado de heridos. Posteriormente, el "mandil Landa" fue utilizado por todas las sedes de Cruz Roja en el mundo.

Tras observar la forma como se trataba a los heridos en la batalla de Solferino (1859), Henry Dunant, un hombre de negocios, decidió fundar la Cruz Roja Internacional.

Tras observar la forma como se trataba a los heridos en la batalla de Solferino (1859), Henry Dunant, un hombre de negocios, decidió fundar la Cruz Roja Internacional.

Foto: CC

Landa fue el inventor del denominado "mandil Landa", formado por un lienzo, una vara de madera y unas correas que permitía trasladar a los heridos con más agilidad.

Joaquín Agulló, conde de Ripalda, era un aristócrata valenciano perteneciente a la noble familia Ripalda y Marichalar, de orígenes navarros y que se estableció en Valencia durante el siglo XVII. Agulló fue además un brillante financiero, propietario de grandes fincas rústicas y urbanas y dueño de grandes extensiones de tierras y huertas en la ciudad de Valencia. También fue un filántropo, miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia, Presidente de la Real Academia de San Carlos entre 1860 y 1868, senador y diputado.

Una institución al servicio del necesitado

Durante un siglo, Cruz Roja Española atendió las necesidades sanitarias de la población, tanto en épocas de paz como en tiempos de guerra. La institución ha estado presente en algunos de los sucesos más trágicos que ha vivido nuestro país como la Semana Trágica de Barcelona, la epidemia de gripe de 1917, la Guerra del Rif o la Guerra Civil Española. Con el país dividido, Cruz Roja también lo hizo: una parte se convirtió en la Cruz Roja de los nacionales y la otra atendió al bando republicano. Durante la contienda, Cruz Roja también jugó un papel importante en el intercambio de prisioneros entre ambos bandos.

No sería hasta la década de 1970 cuando Cruz Roja Española comenzó a incluir nuevos ámbitos de ayuda, atendiendo a las nuevas necesidades que iban surgiendo a medida que avanzaban los tiempos: puestos de primeros auxilios en las carreteras, tareas de socorro en el mar y salvamento de náufragos. Ya en la década de 1980 y 1990, con la democratización de la institución, Cruz Roja emprendió una profunda reorganización, potenciando la participación de voluntarios, la apertura hacia nuevos campos de actuación y asumiendo los nuevos retos que planteaba la sociedad española del momento: ayuda a colectivos vulnerables como personas mayores, refugiados e inmigrantes, enfermos de SIDA, drogodependientes, niños y jóvenes, población reclusa, discapacitados, atención a mujeres..., además del incremento de la atención a programas internacionales como los destinados a la cooperación al desarrollo, ayuda humanitaria o cooperación institucional.

En la década de 1980 y 1990, Cruz Roja emprendió una profunda reorganización, potenciando la participación de voluntarios, la apertura hacia nuevos campos de actuación y asumiendo nuevos retos.

Para Juan Manuel Suárez del Toro Rivero, que fue presidente de Cruz Roja Española desde 1994 hasta 2015, la función de Cruz Roja debe ser "vivir como actores directos que hacen todo lo posible para prever, atender y mitigar todo lo que pueda destruir, alterar o fragilizar a las personas cuando la vida se les derrumba por la causa que sea".