Cristina de Dinamarca, una mujer al servicio de los Austrias españoles
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Cristina de Dinamarca, una mujer al servicio de los Austrias españoles


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Cristina de Dinamarca, duquesa de Milán, por Hans Holbein el Joven en la National Gallery de Londres. / Wikipedia. Cristina de Dinamarca, duquesa de Milán, por Hans Holbein el Joven en la National Gallery de Londres. / Wikipedia.

En 1521 nació nuestra protagonista, fruto del matrimonio del rey Cristián II de Dinamarca y de Isabel de Borgoña, hija a su vez de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, que recibió el nombre de Cristina. Las ambiciones territoriales del monarca danés le llevaron a un enfrentamiento político que supuso su exilio y el de su familia. De esta manera, la reina danesa y sus tres hijos se instalaron en Borgoña en 1523, bajo la protección de su hermano el emperador Carlos V mientras que Cristian II, al haberse convertido al luteranismo, prefirió refugiarse entre los príncipes protestante alemanes.

Al fallecer la reina Isabe de Dinamarca, sus hijos fueron educados por su tía María, gobernadora de los estados borgoñones por orden de su hermano Carlos V. Bajo su tutela, la princesa Cristina comenzó a dotarse de habilidades diplomáticas y negociadoras que le fueron útiles en el futuro, pues su tío siempre asignó a las mujeres de su familia importantes misiones de apoyo a los intereses de la dinastía de los Habsburgo en su juego político en Europa. Así, el emperador decidió el matrimonio de su sobrina Cristina con el duque Francesco II de Milán en 1534, tanto para asegurar su alianza con ese estado como para seguir dejando fuera a Francia de los asuntos italianos. Pero, al morir el duque al año siguiente, el César Carlos asumió el ducado, mientras la joven viuda retornaba a Borgoña.

Tres años más tarde, comenzó a barajarse la posibilidad de lograr enlazar la casa inglesa de los Tudor con los Habsburgo, tras quedarse viudo el rey Enrique VIII de su tercera esposa. Pero, tras años de lucha, el monarca de Francia y el emperador Carlos V decidieron llegar a un acuerdo de paz, conocido como la Tregua de Niza en 1538, lo que motivó que un grupo importante de políticos ingleses prefirieran apoyar la candidatura de una princesa protestante, Ana de Cleves, a pesar de que Cristina de Dinamarca era mucho más bella, inteligente y educada.

El fracaso del matrimonio inglés -que podía haber otorgado numerosos apoyos a los Habsburgo- fue olvidado ante la propuesta del duque de Lorena de casar a su hijo Antonio con la sobrina de Carlos V. La casa de Lorena se movía activamente en la política interior francesa, agrupando a las fuerzas católicas frente a la expansión del protestantismo en ese reino, lo que suponía un atractivo para el emperador. Y así, Cristina se convirtió en 1541 en duquesa heredera de Lorena y regente tras la muerte de su marido, actuando siempre en favor de la familia de su marido, pero también de la Casa de los Habsburgo. Ante esa situación, el rey Enrique II de Francia atacó y ocupó Lorena en 1552, asumiendo la regencia y expulsando a Cristina que no tuvo más remedio que regresar a Borgoña con dos hijas, bajo el amparo de su tía María, regente de los Países Bajos.

Tras la abdicación de Carlos V, asumió el destino de la Monarquía Hispánica su hijo Felipe II que también continuó otorgando misiones a las mujeres de su familia. Aceptó las negociaciones de la duquesa Cristina para intentar volver a ver a ver a su hijo y solicitar mayor autonomía para Lorena, consiguiendo así la firma del tratado de Cateau-Cambresis. Este acuerdo diplomático no sólo confirmó el poder de la Casa de Lorena sino también el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, hija mayor del monarca francés. Este éxito diplomático de los Habsburgo llevó a la nobleza flamenca a proponer a Felipe II el nombramiento de Cristina como gobernadora de los Países Bajos pero el monarca recordó el consejo paterno de buscar siempre un regente de origen flamenco, por lo que prefirió a Margarita de Parma. Cuando, más adelante, se produjo la rebelión de los holandeses, Cristina se volvió a ofrecer a su primo, pero éste prefirió apostar por una opción más dura y menos diplomática, enviando al duque de Alba.

Con el paso de los años, Cristina pudo ver cómo su hijo se casaba con una princesa francesa, mientras sus dos hijas lo hacían con dos príncipes alemanes, uno católico y otro protestante manteniendo así el difícil equilibrio que había caracterizado su actuación diplomática durante toda su vida. Falleció en 1590 a una edad avanzada para su tiempo, los 79 años, a tiempo de conocer la boda de su nieta Cristina con el duque Fernando de Médicis, con la satisfacción de haber intentando siempre servir a los intereses de los Habsburgo españoles.

Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la UAM.