Karl Marx y la "Crítica del Programa de Gotha"
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Karl Marx y la "Crítica del Programa de Gotha"

En la “Crítica del Programa de Gotha”, Marx debate acerca de los alcances del Estado en tanto organismo de carácter burgués y cuál debía ser el objetivo del movimiento socialista en torno a la cuestión estatal.

Domingo 9 de diciembre de 2018 | 12:18

En el Congreso celebrado del 22 al 27 de mayo de 1875 en Gotha se unieron las dos organizaciones obreras alemanas existentes: el Partido Obrero Socialdemócrata (los eisenachianos), dirigido por Libknecht y Bebel, y la Unión General de Obreros Alemanes, organización lassalleana para formar una organización única: el Partido Socialista Obrero de Alemania. La “Crítica del Programa de Gotha” fue publicada por Engels en 1891.

En la “Crítica del Programa de Gotha”, Marx debate acerca de los alcances del Estado en tanto organismo de carácter burgués y cuál debía ser el objetivo del movimiento socialista en torno a la problemática estatal. Los lasalleanos plantean la necesidad de la construcción de un “Estado Libre” y en torno a esta concepción versará la “Crítica del Programa de Gotha”.

Como nos han enseñado Marx y Engels, el modo capitalista de producción descansa en el hecho de que las condiciones materiales de producción le son adjudicadas a los que no trabajan bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras “la masa sólo es propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo”. Al respecto señala Marx: “Si las condiciones materiales de producción fuesen propiedad colectiva de los propios obreros, esto determinaría, por sí solo, una distribución de los medios de consumo distinta de la actual.”

El obrero asalariado sólo está autorizado a trabajar para mantener su propia vida, es decir, a vivir, si trabaja gratis durante cierto tiempo para el capitalista. Todo el sistema de producción capitalista gira en torno a la prolongación de este trabajo gratuito, alargando la jornada de trabajo o desarrollando la productividad, o sea, acentuando la tensión de la fuerza de trabajo, que, por tanto –explica Marx en “Crítica del Programa de Gotha”- el sistema del trabajo asalariado “es un sistema de esclavitud, una esclavitud que se hace más dura a medida que se desarrollan las fuerzas sociales productivas del trabajo aunque el obrero esté mejor o peor remunerado.” En relación a la explotación capitalista el Estado no sería otra cosa, entonces, que un organismo representativo de la clase dominante.

En este punto respecto al Estado, los lasalleanos plantean que “el Partido Obrero Alemán aspira, por todos los medios legales, a implantar el “Estado libre” –y- la sociedad socialista; a abolir el sistema del salario con su ley de bronce y la explotación bajo todas sus formas; a suprimir toda desigualdad social y política”.

Marx entiende en la frase lassalleana que se presenta al Estado como una entidad propia aislada de la lucha de clases, es por eso que señala que “en vez de la vaga frase final del párrafo: “suprimir toda desigualdad social y política”, lo que debiera haberse dicho, es que "con la abolición de las diferencias de clase, desaparecen por sí mismas las desigualdades sociales y políticas que de ellas emanan”.

En su crítica a la formulación lasalleana del “Estado Libre” con extrema agudeza Marx sentencia: “El Partido Obrero Alemán si hace suyo este programa demuestra cómo las ideas del socialismo no le calan siquiera la piel; ya que en vez de tomar la sociedad existente como base del Estado existente considera más bien al Estado como un ser independiente, con sus propios fundamentos espirituales, morales y liberales”. En la “Crítica del Programa de Gotha”, Marx denuncia como se oculta en la sentencia lassalleana el carácter de clase del Estado. “Qué es el Estado libre?”, pregunta Marx, y desarrolla: “la misión del obrero, que se ha librado de la estrecha mentalidad del humilde súbdito, no es, en modo alguno, hacer libre al Estado”.

La formulación lasalleana del "Estado Libre" recuerda, como señalaban Marx y Engels en el "Manifiesto Comunista" a una modalidad de socialismo que pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa son determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida. “Claro está que este socialismo se cuida de no incluir entre los cambios que afectan a las “condiciones materiales de vida” la abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que, por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado”, señalan Marx y Engels.

“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, se desarrolla también el proletariado”, explican Marx y Engels. El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, “sujeta a todas las fluctuaciones del mercado”.

Marx en “Crítica del Programa de Gotha” pregunta entonces: “¿qué transformación sufrirá el Estado en la sociedad comunista?”. Explica Marx: “entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera a la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.

Como señalan Marx y Engels, el objetivo de los comunistas es formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del poder.

“El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas.”, explican Marx y Engels.

La Dictadura del Proletariado se basará en la experiencia de la Comuna de París (1871). La Comuna fue un acontecimiento histórico sin precedentes. Hasta entonces, el poder había estado en manos de los terratenientes y de los capitalistas, que constituían el gobierno. Después de la revolución del 18 de marzo, el pueblo se adueñó de la situación y el poder pasó a manos del proletariado.

Como explica Marx, no se trata de implantar un “Estado libre”, de maquillar un poco al Estado, ya que el proletariado, avasallado en lo económico por el capital, no puede dominar políticamente si no rompe las cadenas que lo atan al capital. El proletariado debe luchar por alcanzar el derrocamiento del dominio de la burguesía, de la dominación del capital, la destrucción de las bases mismas del régimen social contemporáneo.


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