Se cumplen 160 años de la Constitución liberal que fue aprobada en la Convención de Rionegro (Antioquia) el 8 de mayo de 1863. La Constitución cambió el nombre del país de Confederación Granadina a los Estados Unidos de Colombia, reflejando el giro hacia una estructura de gobierno federal. Fue también fruto de la guerra civil que ganaron los liberales.
Las posiciones ideológicas del Partido Conservador no fueron tenidas en cuenta en el diseño constitucional, aunque este había evidenciado simpatía a favor de dividir el poder de manera geográfica, para garantizar sus creencias frente a la hegemonía liberal. La Constitución surgió como un pacto de regiones, tal como rezaba su texto: “(estas) se unen y confederan a perpetuidad consultando su seguridad exterior y recíproco auxilio, y forman una nación libre, soberana e independiente, bajo el nombre de Estados Unidos de Colombia”.
En términos generales, el sistema federal se basa en una fuerte separación de poderes que le da estructura al Estado liberal de derecho, se respetan los ciudadanos y se establece un equilibrio entre municipio, región y centro político. Según Barry Weingast, en el federalismo la competencia entre los gobiernos locales por factores de la producción e ingresos tributarios limita la autoridad discrecional de cada cual y desata las fuerzas productivas. El sistema requiere, además, de una restricción presupuestal fuerte que obliga al recaudo tributario e impide la emisión excesiva del banco central, las transferencias fiscales entre distintos niveles de gobierno están limitadas y ninguno puede abusar del endeudamiento público. Todo ello incentiva una ejecución del gasto cuidadosa y responsable, mediada por la representación de los contribuyentes, además de la función de una procuraduría independiente que lo vigila.
La Constitución de Rionegro surgió tras las experiencias dictatoriales de los Supremos de la década de 1840 y las de Mariano Ospina Rodríguez y Tomás Cipriano de Mosquera en los años 50 y principios de los 60. A partir de ellas, buscó emascular el poder presidencial general mediante períodos de solo dos años, frente a cuatro para los presidentes de los estados soberanos. Todo el poder se concentraba en ellos.
Estableció además un Estado laico que desafió a una Iglesia muy influyente que reinaba sobre un mar de analfabetismo y fervor religioso. Los liberales buscaron extender la educación en el atrasado país y en 1870 contrataron una misión de maestros alemanes que reestructuró los sistemas escolares en los nueve estados soberanos. Se modernizó el sistema financiero en el que hasta el momento solo existía el crédito eclesiástico, respaldado por el censo o la hipoteca de propiedades que quedaban en “manos muertas”, congeladas para siempre. Se fundaron los bancos Colombia y de Bogotá, entre muchos otros que se localizaron por todo el territorio. Se hizo una apertura económica que fomentó las exportaciones y la construcción de caminos.
La Constitución de Rionegro tuvo una vida fértil de 23 años, pero fue derogada tras la victoria de los conservadores en la guerra de 1885. Su triunfo les permitió imponer una Constitución confesional, poco amigable con la ciencia y el desarrollo económico del país. Las contiendas civiles se intensificaron hasta la muy cruenta guerra de los Mil Días (1899-1902). Cundieron la emisión descontrolada y la hiperinflación, haciendo más miserable al pobre país.