Carlos, el eterno heredero que al final pudo reinar

Carlos, el eterno heredero que al final pudo reinar

A pesar de que se llegó a dudar de que el Príncipe de Gales llegara a reinar por la longevidad de su madre Isabel II, la muerte de ésta el 8 de septiembre de 2022 precipitó los acontecimientos. El eterno heredero en la sombra se convertía en Carlos III

Carlos, el eterno heredero que al final pudo reinar (María Pilar Queralt del Hierro)

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Príncipe de Gales desde los 20 años y, a pesar de las especulaciones sobre su abdicación, hoy Carlos es, al fin, rey de Inglaterra (el monarca de mayor edad al acceder al trono) y su amor de juventud, Camila, «su querida esposa», la reina consorte por deseo expreso de su madre. Con él, el Reino Unido pretende abrazar el progreso en lo que se considera una nueva era. Desde hacía 70 años no se entonaba el «God save the King».

Carlos, el eterno heredero que al final pudo reinar

Carlos III durante el acto de coronación en la Abadía de Westminster (6 de mayo de 2023). Foto: Getty.Richard Pohle

A la sombra de su madre

Carlos III aprovechó su primer discurso para recordar el legado dejado por su madre, Isabel II, hacer un reconocimiento expreso a su esposa, Camila, y declarar su amor por sus hijos, haciendo mención a Enrique y Meghan.

Aunque no tiene la popularidad de su madre, ni la de su hijo Guillermo —en el 2020 ocupaba el puesto 11 en popularidad entre los millenials—, pretende comenzar un nuevo reinado más cercano y más comprometido con el pueblo. El perfil que de él se verá en la monedas y en los sellos será el contrario al de su madre, una tradición real, pero también la señal de un giro en la monarquía, que tiene que hacer frente a la pérdida de una reina que, además de un icono incuestionable, era un símbolo del país y de una época

Las diferencias entre uno y otro reinado son muchas, pero las comparaciones son innecesarias. Así como Eduardo VII, también heredero al trono durante largos años, pudo sobrevivir a la estela de la reina Victoria, él podrá sobrevivir a la huella dejada por su madre. Aunque su reinado no será tan intenso ni tan longevo como el de ella: Isabel conoció a un primer ministro, Churchill, que nació casi cien años antes que su última primera ministra, Liz Truss.

En su Acto de Proclamación ha prometido «mantener su compromiso con la Corona y con el país» y dedicar el resto de su vida al servicio del pueblo. Sus pasadas injerencias en asuntos políticos, administrativos y personales hicieron que muchos le vieran con recelo frente a la estricta neutralidad de su madre. Ahora ha prometido mantenerse al margen y reinar sin opinar sobre asuntos públicos. Además, muchos de los 14 países sobre los que reina han declarado su intención de convertirse en repúblicas, pero siguiendo bajo el paraguas de la Commonwealth. Con ellos Carlos ha afirmado que se mantendrán «conversaciones adultas». No tendrá un reinado fácil y, a pesar de la fascinación que despierta el trono y la monarquía inglesa, deberá ser un rey prudente para llevar a cabo su «compromiso de paz y prosperidad» en un país en crisis. El camino hasta el trono ha sido largo, y a veces amargo, y la sombra de su madre siempre será muy alargada.

Isabel II y el príncipe Carlos

La reina Isabel II y el príncipe Carlos, Príncipe de Gales, en 2009. Foto: Getty.WPA Pool

Dios Salve al Príncipe

Bautizado como Carlos Felipe Arturo Jorge, el hasta 2022 príncipe de Gales nació en el palacio de Buckingham el 14 de noviembre de 1948. Era el primogénito de la entonces princesa heredera Isabel. Nació, pues, con el destino marcado, un camino que, pese a lo que se pueda suponer, nunca le resultó fácil. Solo contaba tres años cuando la muerte inesperada de su abuelo llevó al trono a su madre y le convirtió de facto en heredero al trono británico. Desde ese momento, lo que había sido una vida plácida, casi burguesa de la joven pareja y sus dos hijos —en 1950 había nacido la princesa Ana— cambió radicalmente. Las obligaciones de Estado alejaron a Isabel de toda actividad doméstica y los pequeños, al igual que sus otros hermanos —Andrés (1960) y Eduardo (1964)—, crecieron entre institutrices e internados.

La relación entre madre e hijo, si bien fue cordial y se estrechó con los años, careció siempre de calidez emocional. Isabel II antepuso el deber a cualquier otra consideración y trató siempre de inculcar este principio a su hijo sin atender a su carácter sensible, e incluso algo bohemio.

Por eso quiso que se formara en la disciplina de los tradicionales internados británicos. Primero, en la escuela Gordonstoun en Escocia, la misma donde había estudiado su padre, y más tarde en el Trinity College de Cambridge.

El Príncipe de Gales

Carlos creció como un muchacho serio, retraído y solitario. La calidez familiar que no hallaba en Buckingham la encontró en su tío abuelo, Louis Mountbatten. Este ya había ejercido de mentor del duque de Edimburgo y tomó bajo su tutela al heredero. Así, el que fuera ultimo virrey de la India fue una persona decisiva en la educación de Carlos: un personaje controvertido por su peculiar vida privada, rodeada por el escándalo, pero muy cercano a la familia real tanto por ser hermano de la madre de Felipe de Edimburgo como por ser bisnieto de la reina Victoria. Fue él quien apoyó la decisión de Carlos de inscribirse a comienzos de los años 70 en el Colegio Aberystwyth en Gales para aprender el idioma galés.

Lord Louis Mountbatten, tutor de Carlos

Lord Louis Mountbatten ejerció de tutor del príncipe Carlos y le dio el afecto y el consejo que no halló en sus padres. Foto: Getty.

El título de príncipe de Gales no va implícito (a diferencia de los de duque de Cornualles y Rothesay, conde de Carrick o Señor de las Islas) a la condición de heredero de la Corona británica, sino que depende de la voluntad del rey y requiere una compleja ceremonia de investidura. Si bien la reina había concedido el título a su hijo en 1958, la investidura no tuvo lugar hasta 1969 y Carlos fue el primer heredero en pronunciar su discurso en galés.

Un primer amor imposible

Poco después de su investidura, en 1970, Carlos conoció a una joven llamada Camila Shand. Era hija de un militar reconocido perteneciente a la gentry, la baja aristocracia inglesa. Alegre y desinhibida, no dudó en presentarse como la bisnieta de Alice Keppel, la que fuera amante de Eduardo VII. Tenía 23 años, era alta y rubia, libre e independiente, amaba el campo y la naturaleza, tenía una exquisita educación y mantenía un noviazgo intermitente con un oficial de caballería llamado Andrew Parker-Bowles, lo que no fue obstáculo para que iniciara un romance con el heredero.

Todo parecía indicar que no era una relación pasajera y en Buckingham cundió la alarma. Camila no era la candidata ideal. No solo se la tenía por una mujer ligera de costumbres sino que era católica, un serio problema cuando el monarca inglés —y Carlos lo sería— es el jefe de la Iglesia anglicana. La maquinaria de palacio entró en acción y para impedir que el idilio se consolidara se decidió que Carlos ingresara en la Royal Navy y realizara un largo periplo de casi dos años por el Caribe y los territorios de la Commonwealth. Camila, comprendiendo que la relación era inviable, no le esperó y en 1973 contrajo matrimonio con Andrew Parker-Bowles. Esto hundió a Carlos. 

Carlos y Camila en los años 70

Carlos y Camila fotografiados a comienzos de los 70, durante su romance que terminó abruptamente en 1973. Foto: Shutterstock.

A su regreso, viéndole triste y desconcertado, Mountbatten, convencido de que lo más oportuno era facilitar al joven heredero una vida sentimental agitada, le prestó para ello su residencia. El nombre del príncipe de Gales apareció en prensa unido al de jóvenes aristócratas como lady Caroline Percy y lady Jane Wellesley, hija del duque de Wellington, o socialites como la actriz Susan George, la modelo Fiona Watson, Davina Sheffield o Sabrina Guinness, protagonista de romances con Mick Jagger, Rod Stewart y David Bowie. Es más, a finales de los años 70, ante la pertinaz soltería del heredero, Mountbatten quiso propiciar un matrimonio con su nieta, Amanda Knatchbull, que no prosperó.

Carlos mantuvo un idilio con lady Sarah, la hija mayor del conde Spencer. Todo parecía indicar que la joven aristócrata, refinada y culta, tenía las cualidades necesarias para convertirse en soberana. Carlos comenzó a frecuentar la mansión familiar y, casualmente, en el transcurso de una partida de caza en Althorp conoció a la menor de las hermanas, Diana.

El romance con lady Sarah tampoco llegó a buen puerto; posiblemente, porque desde mediados de los 70 Camila había vuelto a la vida de Carlos. Su matrimonio con Parker-Bowles era más una amistad que amor y todos los sabían.

Una «llamada al deber»

A Buckinghan llegó la noticia de que pasaban juntos muchos fines de semana y, de nuevo, cundió la alarma. Era urgente casar al heredero y, fallecido Mountbatten, fue su abuela, Isabel Bowes-Lyon, la Reina Madre, quien, tras indagar entre varias posibles candidatas, fijó su atención en la menor de las hijas del conde Spencer, Diana. Era una muchacha muy joven, acababa de cumplir los 19 años, su familia tenía el pedigrí necesario y parecía discreta, dócil e incluso ingenua. Su formación cultural era limitada, pero se había educado en las normas de protocolo y no se le conocía escándalo alguno. A diferencia de Camila, no tenía ‘un pasado’.

Decidida a llevar a cabo sus planes, la Reina Madre organizó en la primavera de 1980 un encuentro entre Carlos y Diana en Balmoral. Según parece, antes de aceptar, Carlos consultó a Camila su parecer y esta dio el visto bueno a la candidata. La pareja apenas se conocía. Tras poco más de seis meses de discreto noviazgo que pasó prácticamente desapercibido para la prensa, Carlos organizó en Buckingham una cena para dos y le propuso matrimonio. Poco después, en febrero de 1981, la Casa Real anunció el compromiso del príncipe de Gales con lady Diana Frances Spencer.

Carlso y Diana en Escocia en 1981

Carlos y Diana en Escocia en 1981. Se conocieron en 1977 en casa de los Spencer, pues él salía con Sarah, la hermana de ella. Foto: ASC.

La pareja se casó el 29 de julio de 1981 en una boda «de cuento» que estaba condenada al fracaso. Casarse con Diana «era una llamada al deber», confesaría Carlos. Tras un matrimonio infeliz y distante para ambos, en el que nacieron sus dos hijos, la pareja se separaría 11 años después y se divorciaría en 1996. Ella moriría en un accidente de tráfico en 1997.

En 2005, él se casaría con Camila y esperaría su momento acompañado de la mujer de la que se había enamorado 30 años atrás. Carlos, un hombre culto y sofisticado, amante del arte, de la música y la arquitectura, ha intentado desde entonces presentar un aire de normalidad institucional que deje atrás los años convulsos. Al príncipe de Gales con más años de servicio le llegó su momento.

Boda de Carlos y Camila Parker Bowles

Boda entre Carlos y Camila Parker Bowles celebrada el 9 de abril de 2005 en el castillo de Windsor. Foto: Getty.

El hombre que al fin pudo reinar

Cuando un monarca muere el heredero al trono se convierte automáticamente en rey. ¡La reina ha muerto, viva el rey! Carlos fue el eterno heredero al trono, del que se llegó a dudar que ocupara algún día ese cargo. Su matrimonio con Diana, su romance con Camila, la relación con sus hijos, y, como no, con su madre, o sus opiniones sobre asuntos públicos, hacían de él un candidato comprometido. Y la edad, 73 años, pesaban en su ascenso al trono. Pero la reina Isabel II murió y llegó su turno. El estandarte real ondea donde está el rey y ahora lo hace donde se encuentra Carlos.

El protocolo británico exige de un rígido ceremonial que proviene de tiempos normandos, mediante el cual el nuevo monarca es proclamado formalmente como rey de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y cabeza de la iglesia anglicana. Ese acto tuvo lugar el 10 de septiembre. Gran parte de los 700 miembros del Consejo de la Ascensión, que data de 1707, reunidos en el Palacio de St. James, asistieron y firmaron el Acto de proclamación de Carlos, Felipe, Arturo, Jorge, como el nuevo rey Carlos III, que no ha cambiado su nombre al subir al trono.

Esta era la primera vez que podía verse el ritual del Consejo de Ascensión a través de la televisión, por deseo expreso del nuevo rey. Este Consejo es una institución con siglos de antigüedad que se compone de personas relevantes del país: la nueva reina consorte, el nuevo príncipe de Gales, Guillermo de Inglaterra, la primera ministra, Liz Truss, ex primeros ministros, miembros de la Iglesia anglicana, representantes de la magistratura, de las Cámaras de los Lores y los Comunes…

El acto de Proclamación

En la primera parte de la ceremonia, a la que no asistió Carlos, la presidenta del Consejo de Ascensión, Penny Mordaunt, anunció la muerte de la reina y proclamó a su sucesor. Después el Consejo pasó al Salón del Trono donde el nuevo rey prestó juramento y firmó dos copias del mismo. En su discurso Carlos III declaró su intención de entregar la Corona al Gobierno para ejercer la jefatura de Estado, estableció el día del funeral de su madre, el 19 de septiembre, como día festivo y afirmó: «La vida de la reina ha sido una promesa con un destino cumplido. Esa promesa de servicio durante toda su vida es algo que yo quiero renovar hoy».

Carlos firma el juramento durante el Acto de Procalamación

Carlos firma el juramento durante el Acto de Proclamación en el palacio de St. James en presencia de Camila, de su hijo Guillermo y de los miembros del Consejo de Ascensión. Foto: Getty.

Su discurso honraba la vida de su madre y abogaba por los valores de la nación, los deberes de los soberanos y su relación con la fe. «Me comprometo solemnemente, durante el tiempo que Dios me mantenga vivo, a mantener esos principios constitucionales que son el corazón de nuestra nación». El nuevo rey también afirmó que «para ello, sé que me sostendrá el afecto y la lealtad del pueblo del que acabo de ser nombrado soberano».

Más tarde, el documento de Proclamación se leía en el balcón de St. James por parte del Rey de Armas de la orden de la Jarretera. En este momento las banderas de la nación estaban en lo alto, pero más tarde volverían a ondear a media asta en señal de luto por la muerte de la reina y se oirían salvas de honor en todo el país.

Más tarde el ritual de la proclamación se repetía en la City de Londres, un acto simbólico frente a la Royal Exchange, el corazón financiero del país, que recordaba que este enclave es anterior a la Corona y el rey debe pedir permiso al alcalde de la City para entrar en él. Las proclamaciones también se leerían al día siguiente en Edimburgo, Cardiff y Belfast, capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

Por la tarde el nuevo rey se reunía con el arzobispo de Canterbury y con la primera ministra, Liz Truss, y su gabinete, también recién llegados al cargo. Nuevos mandatarios para la vieja patria.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

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