Del reto de casarle a su rivalidad con un primo de Juan Carlos: así es Rafael de Brasil, nuevo heredero del (desaparecido) trono brasileño

Tras la muerte el pasado 15 de julio de su tío, Rafael de Orleans y Braganza se ha convertido en el nuevo príncipe de Gran Pará, un título equivalente al de princesa de Asturias para los monárquicos brasileños.

Tiene 36 años y para una parte de los monárquicos brasileños es el heredero presunto del desaparecido trono imperial de Brasil. Rafael de Orleans-Braganza acaba de jurar servir a su país como príncipe de Gran Pará, el título brasileño equivalente al de princesa de Asturias en España o de príncipe de Gales en Reino Unido. Con este título le ha nombrado su tío, el príncipe Bertrand, quien desde la muerte sin hijos el pasado 15 de julio de su hermano mayor, Luis Gastón de Orleans y Braganza, es el jefe de esta casa de la desaparecida realeza brasileña. Como tampoco el príncipe Bertrand ha tenido descendencia, a su muerte será su sobrino Rafael quien le suceda. 

“Como Príncipe de Grão-Pará, renuevo mi compromiso de dedicar toda mi vida a Brasil, trabajando para los brasileños en cualquier campo y siempre que me lo pidan”, ha asegurado en un comunicado el príncipe Rafael, quien lleva años acompañando a su padre y a sus tíos a actos relacionados con la monarquía y el pasado imperial de Brasil. 

El príncipe Rafael, nuevo príncipe de Gran Pará

Casa Imperial de Brasil

Nacido en Rio de Janeiro en 1984, Rafael de Orleans y Braganza es el tercero de los cuatro hijos que tuvieron el príncipe Antonio, hermano pequeño del difunto jefe de la casa, y la princesa Christine de Ligne. Su padre es tataranieto de Pedro II, último emperador de Brasil, mientras que por parte de madre el príncipe Rafael está emparentado con la familia principesca belga de Ligne y con los grandes duques de Luxemburgo, de quien Christine es prima. 

Fue una tragedia lo que provocó que, siendo el segundo hijo varón del matrimonio, el príncipe Rafael haya acabado convirtiéndose en el nuevo heredero brasileño. En 2009, el accidente del vuelo 447 de Air France acabó con la vida de su hermano mayor, el príncipe Pedro Luiz, fallecido a los 26 años mientras se dirigía a Luxemburgo para realizar unas prácticas. 

El príncipe Rafael también tiene una hermana mayor, Amelia, pero esta perdió sus derechos dinásticos al contraer en 2014 un matrimonio morganático o desigual. Al príncipe Rafael le sigue en la línea de sucesión su hermana pequeña, María Gabriela, quien a sus 33 años sigue soltera. 

Los príncipes Antonio y Christine con sus tres hijos, Amalia, Rafael y María Gabriela

Otra parte de los monárquicos brasileños no considera que Rafael sea el pretendiente al (inexistente) trono imperial. El príncipe Rafael tiene esta consideración para los partidarios de la rama Vassouras de la casa Orleans-Braganza, mientras que los de la rama Petrópolis consideran que el jefe legítimo de esta casa es el Pedro Carlos de Orleans-Braganza, uno de los primos del rey don Juan Carlos  (es hijo de la hermana de la condesa de Barcelona).

La disputa dinástica que existe entre las dos ramas de la familia se remonta al matrimonio del abuelo de Pedro Carlos con una plebeya. Su madre, la princesa heredera Isabel, le excluyó por esa razón de la línea de sucesión y nombró sucesor a su segundo hijo, el bisabuelo del príncipe Rafael, pero algunos monárquicos consideran que la pérdida de los derechos del abuelo de Pedro Carlos no fue válida. Por tanto, consideran a éste su pretendiente. 

El príncipe Pedro Carlos, no obstante, no se ha tomado grandes molestias en defender su posición. Ingeniero forestal de profesión, el primo de don Juan Carlos considera que no hay posibilidades de que Brasil restaure la monarquía y se declara republicano. 

Por el contrario, el príncipe Rafael de Orleans y Braganza ha dado pruebas de tomarse bastante en serio sus derechos dinásticos y compagina su trabajo en Londres, donde reside, con distintas responsabilidades en las organizaciones monárquicas de su país. El reto ahora será encontrar una princesa con la que casarse y tener descendencia sin que su matrimonio se considere morganático y suponga la pérdida de sus derechos, algo que, según explicaba la casa imperial en un mensaje publicado este año, se espera que facilite su amistad con “la realeza y la alta nobleza católicas” de Europa. ¿Quién será la afortunada?

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