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Haciendo de las suyas
Mezclaron tan bien el humor físico, el surrealismo y los diálogos ingeniosos que siguen siendo populares desde los años 20. Conocidos en España como el Gordo y el Flaco, han hecho reír a varias generaciones. Stan Laurel, que se distinguía por su pelo rapado por los lados, más largo por arriba, fue el gran cerebro tras la pareja.
Nacido en Ulverston, Lancashire, el 16 de junio de 1890, Arthur Stanley Jefferson (su verdadero nombre) era hijo de una pareja de cómicos teatrales de clase acomodada. Fascinado por la profesión paterna, a los 16 años ya se subía a las tablas, y a los 20 se unió a la compañía de Fred Kamo, donde su trabajo consistía en sustituir a un ilustre miembro del grupo, Charles Chaplin, por lo que le estudió a fondo hasta imitarle a la perfección. La ‘troupe’ se fue de gira por Estados Unidos, pero Chaplin decidió quedarse. Algunos de sus compañeros le imitaron, como el propio Laurel.
Allí se asoció con Mae Dahlberg, con la que empezó a actuar en teatros de vodevil, y con la que se casaría en 1919. Fue ella quien le sugirió adoptar el nombre artístico de Stan Laurel, que ya nunca le abandonaría. En 1924 el productor de cine Joe Rock le ofreció un contrato para diversas películas con la condición de que se separara de Dahlberg, una mujer de mal carácter que le estaba perjudicando. Ella aceptó que Rock le pagara un billete de vuelta a su Australia natal.
En 1926, empezó a trabajar como director para uno de los empresarios clave en la comedia muda, Hal Roach. Pero un día, una de las estrellas, Oliver Hardy, se quemó mientras preparaba la comida, así que Stan Laurel fue elegido para sustituirle como actor. Los resultados fueron tan satisfactorios que empezó a prodigarse cada vez con más frecuencia frente a las cámaras.
Ambos coincidieron por primera vez en el mismo film en 1926, con 45 Minutes From Hollywood, donde aún no formaban pareja cómica. Sin embargo, hacían reír sólo con acercarse, al ser uno tan voluminoso y el otro tan escuálido, así que el guionista y posterior realizador de prestigio Leo McCarey (Tú y yo) sugirió que se unieran. Debutaron con The Second Hundred Years, de 1927, donde interpretaban a dos reclusos que compartían celda.
Tras numerosos cortos, definieron a la perfección a sus personajes en pantalla. Stan Laurel vestía ropa demasiado ancha, y con su torpeza ocasionaba tremendos desastres, mientras que Oliver Hardy lo soportaba todo con estoicismo. Eternamente optimistas, siempre iban ataviados con bombín. Títulos como la prehistórica Flying Elephants, Leave’ Em Laughing, Vaya par de marinos y Ojo por ojo cada vez resultaban más hilarantes y volvían locos al público.
Con la llegada del sonoro, la mayoría de actores –sobre todo serios– tuvieron que retirarse, dando paso a una nueva generación. Pero ellos combinaron sus habituales gags visuales con divertidas conversaciones que hacían sus productos más hilarantes, así que siguieron gozando de éxito. De hecho, entre 1929 y 1935 protagonizan sus mejores trabajos, entre ellos Haciendo de las suyas, que ganó el Oscar al mejor corto en 1932. “Nadie sabe cómo funciona la comedia”, explicaba en una entrevista. “Pero he aprendido lo que hace reír a la gente, y procedo de acuerdo a ello”.
Puesto que los cortos dejaron de ser rentables, porque dejaron de proyectarse antes del programa principal en las salas de cine, Stan Laurel y Oliver Hardy acabaron especializándose en largometrajes, desde De bote en bote, dirigido por James Parrott, en 1931, seguido de grandes trabajos, como El abuelo de la criatura, de George Marshall y Leo McCarey, Fra Diávolo, de Hal Roach, Marinos a la fuerza, de Gordon Douglas, Laurel y Hardy en el Oeste, de James W. Horne, Locos del aire, de A. Edward Sutherland, o Compañeros de juerga, de William A. Seiter, uno de los más apreciados por sus incondicionales. Su versión animada aparecía en los filmes de Mickey Mouse.
Primero rodaban ellos mismos versiones en otros idiomas. Después se desarrolló el sector del doblaje, pero en España eran tan populares que los actores que les pusieron voz mantuvieron su acento, de anglosajón que pronuncia el castellano con dificultad. Llegaron a iniciar un tour por Inglaterra, país de Hardy, con tan buena aceptación, que acabaron viajando por toda Europa.
En los años 40, abandonan el estudio de Roach, y ruedan para Fox y MGM, que les imponen más restricciones. Títulos como ¡Qué par de locos! o Ladrón que roba a otro ladrón no están a la altura de sus trabajos pasados. Además, a Laurel le diagnosticaron diabetes, por lo que temporalmente dejó a Hardy en solitario. Le costó mucho encontrar la estabilidad emocional, por lo que se emparejó sucesivamente con Lois Nelson, con Virginia Ruth Rogers dos veces, y con Vera Ivanova Shuvalova, hasta encontrar a Ida Raphael, la más estable, pues permaneció a su lado durante 20 años, casi hasta su fallecimiento.
Laurel volvió a tener problemas de salud en 1956, cuando sufrió un derrame cerebral masivo que le dejó inactivo durante mucho tiempo. Pero le afectó sobre todo el fallecimiento de su socio, Oliver Hardy, en 1957. “¿Qué puedo decir? Era como un hermano para mí”, declaró Laurel, que no pudo siquiera asistir al funeral por prescripción médica. Conmocionado, no volvió a actuar más, aunque ocasionalmente escribió algún gag y guiones para otros cómicos. Durante sus últimos años de vida, le visitaban sus sucesores en el terreno de la comedia, como Jerry Lewis, Danny Kaye y Dick Van Dyke. “Con Charles Chaplin siempre puedo ver la técnica”, afirmó este último. “Dios sabe que es una técnica grandiosa y que la admiro mucho, pero con Stan la técnica no se nota nunca. Jamás.”
En 1961 se le otorgó un Oscar honorífico por toda su carrera, aunque no pudo asistir a la ceremonia, por lo que lo recogió Kaye. Falleció por ataque cardíaco el 23 de febrero de 1965. “Si alguno de vosotros llora en mi funeral, no volveré a hablaros jamás”, había advertido, en una de sus frases más ingeniosas.