Atahualpa – Biografías cortas

Atahualpa

Atahualpa, también conocido como Atabalipa, nació en el año 1500, en la ciudad de Cuzco, caracterizado por ser un guerrero de grandes batallas se dio a conocer como el ave de la fortuna en el Imperio Inca. Hijo de Huayna Cápac, gobernador del imperio entre 1493 y 1524, y de la princesa de Quito, Túpac Paclla.

Comienzos de un lider

En la década de 1524, muere el padre de Atahualpa, permitiendo al soberano heredar la parte norte del imperio lo que generó rivalidad con su hermanastro Huáscar debido a que dentro de los planes de su pariente no estaba compartir el poder, lo que generó un estallido civil entre ambos hermanos lo cual fue devastador y se prolongó por muchos años.

Al presentarse la disputa con el Imperio Español al norte de Perú Atahualpa intentó pactar un acuerdo pero Huáscar se opuso y el enfrentamiento se reanudó de manera más ensañada, para el momento se fijaron dos escenario de guerra, la riña contra los españoles y la lucha de poder entre ambos hermanos.

No fue sino hasta 1532 cuando Atahualpa derrotó a su hermano y una vez el soberano en el poder lo apresó y posteriormente mandó a ejecutarlo.

Contra España

Para el 15 de noviembre de ese año, Francisco Pizarro, militar español y quien posteriormente se convertiría en el conquistador de Perú, se entrevistó con Atahualpa, junto a un ejército de numerosos soldados en Cajamarca, dicho encuentro pretendía doblegar a los Incas ante la fe cristiana y el Rey Carlos V de España, procedente del Imperio romano, pero las negociaciones dejaron resultados pocos favorables.

Ante la negada del guerrero, quien mostró desprecio y prepotencia ante aquella insolente oferta del conquistador español, decidió reafirmar la guerra contra el imperio a lo que el español ordenó a sus hombres castigarlo. Entre las tensiones vividas, la cruzada tenía sus objetivos claro, obtener el poder a toda costa y para ello los españoles ya había preparado estrategias dispuestas a aplicar en el combate.

Pizarro, para cuidar a su ejercitó, ordenó colocar hombres en las torres y plazas a fin de vigilar cualquier alzada que pretendieran hacer los indígenas y evitar enfrentamientos. La reacción rebelde de Atahualpa llevó al español a acusarlo de idolatra, fratricida y traidor y lo condenó a morir en la hoguera.

Atahualpa respondió con un ofrecimiento de grandes y valiosos tesoros valorados en 24 toneladas de joyas y obras de arte a cambio de su libertad. Sin embargo, eso no valió y fue ejecutado el 29 de agosto de 1533 y antes de morir declaró su convicción firme a la fe cristiana, lo que le permitió no morir estrangulado y evitar así más sufrimiento en la hoguera.

En el lecho de muerte de Atahualpa Pizarro prometió velar por el bienestar de los hijos del guerrero que para el momento eran muy pequeños y para honrar su promesa ordenó el traslado de un grupo de ellos al convento de Santo Domingo de Cuzco quienes llevaban por nombre Diego Ilaquita, Francisco Ninancoro y Juan Quispe Túpac. Mientras que el resto de sus hijos fueron llevados a otro convento ubicado el Quito, allí las dos hijas menores de Atahualpa acompañaron a sus hermanos pero fuera del convento.

Entre los números mitos existentes en varias naciones de Latinoamérica, uno de los más relevantes refiere a la muerte del inca como el héroe que defendió los ideales de su pueblo, el cual fue descuartizado y su cabeza enterrada en Cuzco.

Según cuenta la leyenda sus cabellos crecen por todas las tierras de Perú y su espíritu se conserva arraigado a la esencia luchadoras de las etnias que ahí se fungieron, resurgiendo así un nuevo guerrero con el mismo liderazgo de Atahualpa para restaurar el orden de estas tierras el cual fue quebrantado por los españoles.

Este guerrero Inca se conoce como el gallo feliz o ave de la fortuna por ser el último miembro Inca que peleó contra el Imperio español, posteriormente fue designado Manco Cápac pero este sucesor no mantuvo la misma fuerza y severidad mantenida por Atahualpa en las tribus y a pesar de que se mantuvo por un tiempo la riña entre incas y españoles los indígenas terminaron declinándose ante la corona española.

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