5 películas para recordar a Bernardo Bertolucci - Bernardo Bertolucci ha fallecido a los 77 años
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Las mejores películas para recordar a Bernardo Bertolucci

Recordamos las mejores películas del gran cineasta italiano.

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Bernardo Bertolucci mejores peliculas muertepinterest
Getty Images

Hoy ha fallecido a los 77 años Bernardo Bertolucci. Cineasta de inmensa carrera, capaz de trascender sus inicios en el cine europeo para llegar a lo más alto en los Oscars desde Asia con 'El último emperador', y con un final envuelto en polémicas por 'El último tango en París', el italiano es uno de los grandes retratistas del siglo XX. Sexo, política, amistad, amor y traición siempre se mezclaban en una filmografía que entendía el deseo como la principal ideología y el individualismo como una forma de canalizar la representación de lo colectivo de la manera más precisa. Desde Fotogramas hemos querido rendirle homenaje eligiendo sus 5 mejores películas.

El conformista (1970)

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‘El conformista’ es la primera gran película de Bertolucci y quizás la que mejor retrata su ideología y sus lugares comunes como artista. La película, que le dio al cineasta italiano su primera nominación al Oscar por Mejor Guion Adaptado, cuenta la historia de Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), un fascista que planea atentar contra un exiliado político italiano durante su luna de miel en París.

Pero el cine de Bertolucci siempre ha respirado política a través de la psicología, del interior de los personajes, sus traumas, afectos y preocupaciones. Cuando tenía 13 años, Clerici le disparó a Lino (Pierre Clémenti), un hombre adulto cuando intentó seducirlo. La sombra de esta infancia planea sobre su deriva ideológica, una rabia traumática canalizada a través de una homofobia silenciosa y contenida. Es decir, Bertolucci junta una luna de miel y un atentado porque para el personaje violencia y sexo están igual de unidos.

De todas formas, por lo que más se recuerda hoy ‘El conformista’ es por su impresionante desarrollo visual. Considerada una de las películas más bellas jamás filmadas (y Bertolucci tiene unas cuentas de ellas), la cámara manejada por el maestro Vittorio Storaro sigue de lejos al protagonista, encerrándolo en impresionantes e inmensos espacios, constriñéndole a través de la luz y la inmensidad que le rodea. Mediante un continuo travelling, acompañado por el viento que parece arrastrar la cámara como las hojas del otoño, el personaje de Trintignant se mueve a través de un mundo bellamente gris y otoñal. Una belleza atacada por el drama, una Europa asediada por el fascismo y un deseo que solo se expresa a través del odio. Negro sobre blanco, sombra sobre luz, ‘El conformista’ es una obra maestra sobre la belleza del lado oscuro de la humanidad.

El último tango en París (1972)

Empecemos por la polémica. En la actualidad ‘El último tango’ es célebre por el escándalo machista que significaron las acusaciones de Maria Schneider contra el cineasta italiano y Marlon Brando, asegurando que la conocida como ‘escena de la mantequilla’ no estaba pactada y que fue traumática para ella. La escena fue célebre desde su estreno, aunque más popular por el uso de la mantequilla como lubricante para el sexo anal que por su verdadero contenido. El cambio fue que, lo que en su momento se consideró la cumbre del erotismo europeo de los sesenta, hoy al fin se ve como lo que siempre fue, la realista representación de una violación. Lamentablemente, muchos medios sensacionalistas modificaron las declaraciones y Twitter actúo más que nunca de teléfono roto y lo que en principio era una denuncia de una actriz quejándose de que el elemento de la mantequilla, tan popular que marcó su imagen para siempre, no tenía su consentimiento, pasó a titularse como violación o agresión sexual filmada, lo que nunca fue. Sea como fuese, dos veteranos del cine abusaron de su estatus laboral para no contar con su novata compañera de trabajo en pos de una improvisación que mejorase el trabajo de la actriz, a costa de ella misma.

No obstante, toda la película es, al igual que la controvertida escena, de contenido mayoritariamente improvisado y libre, vaciada de información en favor de la introspección psicológica. ‘El último tango en París’ es un retrato de la soledad entre dos personas sin nombre que conectan de forma animal y desesperada. La joven comprometida que interpreta Schneider vive una serie de encuentros sexuales con el viudo que interpreta Brando. Es en este último en el que la cámara se recrea más, en un juego metaficcional para que "el método" de Brando como actor se encontrase con un personaje tan vacío que tuviese que llenarlo consigo mismo, denudándose ante la cámara más que nunca.

Quizás por eso, alejándonos del morbo que marcó a la película tanto en su momento como recientemente, la escena que debamos recordar de esta, pese a todo, profunda, delicada, poética y melancólica película, sea la del vídeo de arriba. En ella, el personaje de Brando se sincera por única vez ante la cámara para realizar un monólogo ante su mujer fallecida. El diálogo, que Brando tenía escrito por las paredes para no memorizar y que con las pausas sonase más natural, desarrolla toda la maestría a del actor más grande de todos los tiempos, que en estos seis minutos se destruye ante la cámara.

Novecento -1900- (1976)

Hay pocas películas que condensen más y mejor la capacidad del cine para fijar e inmortalizar la historia de la humanidad que ‘Novecento’. Una película inmensa cuya ambición totalizadora se ve reflejada desde su misma duración, 314 minutos, casi cinco horas y cuarto, hasta sus intenciones, retratar todo el crecimiento y desarrollo de las ideologías en Europa en la primera mitad del siglo veinte. Gérard Depardieu, Robert De Niro, Burt Lancaster o Donald Sutherland se convirtieron en algunos de los representantes de esa Italia campesina que dividía a sus gentes entre el fascismo, el comunismo y el anarquismo.

Al igual que haría Leone en ‘Érase una vez en América’ (1984), Bertolucci afronta el avance de su historia desde la infancia hasta la madurez de sus dos protagonistas, desde su unión hasta su enemistad. De nuevo recordada por el morbo, esta vez hablamos de la escena en la que una prostituta masturba simultáneamente a Robert De Niro y Gérard Depardieu hasta que sufre un ataque de epilepsia, ‘Novecento’ es el mayor ejemplo de la genialidad de Bertolucci para reflejar la política y los movimientos macrosociales e históricos a través de los pequeños gestos de sus personajes, sus sentimientos, el humor, el amor y la amistad. Una forma única de hacer humano el discurso, de hacer carnal la ideología, que representa el mayor valor de Bertolucci como cineasta.

Hablamos también de la obra cumbre (con permiso de la siguiente película de esta lista) del trabajo fotográfico de Storaro. Podemos resumirlo en un tono amembrillado, que parte de la referencia pictórica de ‘El cuarto estado’ de Giuseppe Pellizza (1901) que figura en el mismo póster de la película, y una cámara capaz de encontrar a sus protagonistas entre el movimiento de las multitudes que llenan la imagen. Fue precisamente el pasado año cuando el mejor centro de restauración a nivel mundial, la Cineteca de Bologna y su proyecto de Il Cinema Ritrovato, presentó su trabajo en torno a la obra cumbre del cine italiano postneorrealismo. En definitiva, pudiendo acceder actualmente a este trabajo en las más excelsas condiciones, ni su duración es ya excusa para pasarse un domingo de la mejor manera posible, viendo ‘Novecento’.

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El último emperador (1987)

Nunca una película de un director europeo, y menos con una historia localizada en Asia, había arrasado de tal forma en los Oscars. Bien es cierto que, bajo la nacionalidad inglesa y filmada en este idioma, el éxito de taquilla, crítica y reconocimiento que supuso la ganadora de 9 Oscars ‘El último tango en París’ fue el techo del director. Además del galardón a Mejor Película, tanto Bertolucci en dirección como Storaro en Fotografía se llevaron las estatuillas doradas por un trabajo grandioso, que asombra especialmente en sus primeros compases. Un inicio, el de los primeros pasos del último emperador de China en su deambular infantil por la inmensidad de la ciudad prohibida, que fueron preestrenados en exclusiva mundial en el Festival de San Sebastián y que aún hoy se recuerda como uno de los momentos más relevantes de la historia del certamen vasco. Un festival, el de Donosti, del que el cineasta italiano siempre fue un habitual.

Como en ‘Novecento’, la historia de un continente se desarrolla a través de una historia personal, la del último emperador y, por tanto, del involuntario protagonista del cambio de régimen en China hacia la revolución comunista. ‘El último emperador’, además de un repaso histórico, es una historia de descubrimiento. La del niño que crece aislado y solo en la Ciudad Prohibida hacia la del aristócrata exiliado y su drogadicción al opio, acabando con su célebre, por irónica, situación final. No obstante, la historia del emperador que acabó de jardinero de su propio palacio no se queda en la anécdota histórica, y también va más allá del retrato visual del esplendoroso exotismo de los espacios que ocupa. Mostró un mundo de contrastes en el que reina, pese a la belleza, la soledad: la del príncipe en su cúspide, la del noble ocioso y aburguesado y la del anciano arruinado perdido en la inmensidad de la población como uno más.

Soñadores (2003)

Llegamos a ‘Soñadores’, su última gran película y la mejor muestra de erotismo cinematográfico del nuevo siglo. Además de un trío protagonista como el formado por Louis Garrel, Michael Pitt y la debutante Eva Green, la penúltima película del italiano supone una mirada a su juventud. Una al Mayo del 68, un suceso que trastocó todos los ideales militantes de los intelectuales de izquierdas y que fue capital en la formación del joven Bertolucci. Hace poco, ‘Mal genio’ (Michel Hazanavicius, 2017) retrataba también este episodio en la vida del italiano a través de su desencuentro con Jean-Luc Godard. En el centro histórico, como siempre, tres historias personales, confusas, oscuras y atrayentes. Con un incesto algo más que insinuado y un claro Ménage à Trois sexual, afectivo y suicida, el cineasta italiano retrata desde su madurez a la juventud más oscura, pasional, viva y desesperada que vivió su apogeo explosivo y ardiente aquel mayo que cambió todo sin cambiar nada.

Sin embargo, si hay algo por lo que ‘Soñadores’ se ha convertido en una película de culto es por sus continuas referencias cinéfilas. Hay que ser toda una rata de filmoteca como sus protagonistas para pillaras todas. Un continuo juego metarreferencial que recuerda la importancia que tuvo la Cinemateque Française y la destitución de su director, Henri Langlois, en el conflicto. Al final, ‘Soñadores’ funciona para la cinefilia como la representación de su mirada voyeur, desesperada, política, erótica, pasional y conflictiva (para muestra la discusión entre los fans de Chaplin y de Buster Keaton) que complementa esa oda al cine, más blanca y romántica, que es ‘Cinema Paradiso’ (Giuseppe Tornatore, 1988). Adjetivos sin los que el cine sería mucho menos interesante, mucho menos cine y que siempre encontraremos aquí, en las más magistrales muestras del genio Bertolucci.

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Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.   

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