El final del 'Duce'

La muerte de Mussolini: fusilado junto a su amante

Benito Mussolini

Benito Mussolini

Foto: CordonPress

La fuerte presión que ejercían los aliados sobre la llamada "Línea Gótica", un sistema defensivo proyectado por los alemanes en 1944 a lo largo de la cresta de los Apeninos para detener el avance aliado, hacía presagiar un inminente descalabro de la resistencia alemana en Italia. A orillas del lago de Garda, Mussolini era muy consciente de ello. La República Social Italiana, más conocida por República de Saló, creada como un estado títere de Alemania en el norte de Italia, tenía los días contados. Para Benito Mussolini, más conocido como "El Duce" la única vía posible para poder resistir era crear un reducto fascista en Valtellina, un valle situado en la Lombardía.

La fuerte presión que ejercían los aliados sobre la llamada Línea Gótica hacía presagiar un inminente descalabro de la resistencia alemana en Italia.

Mussolini, en un vano esfuerzo por salvarse, barajó la posibilidad de hacer de Milán una especie de nuevo Stalingrado. El líder fascista imaginaba que tal vez se podría hacer fuerte en la ciudad uniendo las fuerzas de diversos grupos afines o bien incluso podría llegar a un acuerdo con los aliados para alcanzar una capitulación acordada. De no conseguir ninguna de las dos cosas, al Duce siempre le quedaba la opción de escapar a la neutral Suiza.

El principio del fin

El 18 de abril, Mussolini se trasladó a Milán donde se había concertado una reunión con la resistencia que se debía celebrar a las tres de la tarde del 25 de abril en el palacio arzobispal. Para ello se contaba con la mediación del cardenal y arzobispo de Milán Ildefonso Schuster. En aquel momento llegó la noticia de que el general de la Waffen-SS Karl Wolff había solicitado el cese de las hostilidades para ese mismo día. Sin apenas haber negociado nada, Mussolini afirmaba rotundo que seguiría, pasara lo que pasara, sentado en la mesa de negociación. Pero al final, mientras la República Social Italiana se desmoronaba, Mussolini decidió huir disfrazado de soldado en un convoy alemán.

En su huida, Mussolini dejó atrás a su esposa, Rachele Guidi, y a sus cinco hijos, en el lago de Como, pero se llevó consigo a su amante Clara Petacci y al hermano de esta, Marcello, que pretendían hacerse pasar por el cónsul español y su esposa. La columna también estaba formada por otros líderes fascistas de Italia como Alessandro Pavolini y Nicola Bombacci.

Mussolini se llevó consigo a su amante Clara Petacci y al hermano de ésta, Marcello, que pretendían hacerse pasar por el cónsul español y su esposa.

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¡Mussolini arrestado!

A las seis y media de la mañana del 27 de abril de 1945, el convoy fue detectado cerca de la localidad de Dongo, un municipio de la provincia de Como, por un grupo de partisanos comunistas de la Brigada Garibaldi dirigidos por Urbano Lazzaro. Tras un intercambio de disparos, y a pesar de que los alemanes disponían de mejor armamento, éstos accedieron a negociar puesto que eran conscientes de que los guerrilleros conocían bien los pasos montañosos y además esperaban la llegada de refuerzos.

A las 6:30 a.m. del 27 de abril de 1945, el convoy fue detectado cerca de la localidad de Dongo, un municipio de la provincia de Como, al norte de Italia.

Los partisanos, que ya habían identificado al funcionario de la RSI (República Social Italiana) Francesco Barracu, permitieron la retirada de los alemanes a cambio de la entrega de todos los italianos. Alrededor de las siete de la tarde, cuando los partisanos estaban revisando la documentación de los italianos que habían quedado tras la marcha de los alemanes, uno de ellos, llamado Giusseppe Negri, reconoció a Mussolini y se lo comunicó a Urbano Lazzaro el cual lo arrestó de inmediato.

Giusseppe Negri, reconoció a Mussolini y se lo comunicó a Urbano Lazzaro el cual lo arrestó de inmediato.

Los cadáveres de Benito Mussolini y Clara Petacci tras haber sido fusilados, expuestos y sometidos a todo tipo de vejaciones.

Los cadáveres de Benito Mussolini y Clara Petacci tras haber sido fusilados, expuestos y sometidos a todo tipo de vejaciones.

Foto: CordonPress

Fusilado y humillado

Aquella noche, la noticia de la detención de Mussolini llegó a Milán y el encargado de difundirla por radio fue el futuro presidente de la República, Sandro Pertini, el cual anunció que la decisión del Comité de Liberación Nacional (CLN) era que Mussolini debía ser fusilado "como un perro rabioso". Más tarde llegaría un telegrama procedente de la Oficina de Servicios Estratégicos solicitando que los miembros del gobierno de la República de Saló fueran entregados a las fuerzas de las Naciones Unidas según el armisticio firmado en Malta por Dwight D. Eisenhower y Pietro Badoglio el 29 de septiembre de 1943: "Benito Mussolini, sus principales asociados fascistas y todas las personas sospechosas de haber cometido crímenes de guerra o delitos similares, cuyos nombres figuran en las listas que serán comunicadas por las Naciones Unidas y que ahora o en el futuro están en territorio controlado por el comando militar aliado o por el gobierno italiano, serán arrestado de inmediato y entregados a las fuerzas de las Naciones Unidas".

Pero no fue así. El CLN envió un comando a Como para que se ocupase de llevar a término la ejecución de Mussolini ya que el secretario general del Partido Comunista Italiano afirmó que había ordenado la ejecución antes de su captura y que lo había hecho a través de un mensaje de radio el 26 de abril de 1945.

Sandro Pertini anunció que la decisión del Comité de Liberación Nacional (CLN) era que Mussolini debía ser fusilado "como un perro rabioso".

Los partisanos que trasladaban al Duce y a su amante Clara Petacci hicieron una parada en la pequeña localidad de Villa Belmonte. Mussolini y Petacci fueron conducidos hasta una tapia para ser fusilados. En un primer intento las armas fallaron, pero tras el segundo los amantes cayeron acribillados. El 28 de abril, los cadáveres fueron trasladados a Milán en camión. Durante el trayecto no se permitió a nadie acercarse a los cuerpos, hasta que llegaron el día 29 a la plaza Loreto de la capital lombarda. Allí, el cadáver de Mussolini fue brutalmente apedreado, pateado y tiroteado, incluso algunas personas orinaron encima. Su cara quedó totalmente desfigurada y, tras la paliza, para confirmar públicamente la muerte del dictador a la población, el servicio de policía compuesto por partisanos y bomberos colgó los cadáveres de Mussolini, Petacci y otros líderes fascistas cabeza abajo en una gasolinera de la plaza. Este gesto de venganza era consecuencia de la humillación que sufrieron en ese mismo lugar los cuerpos de quince partisanos antifascistas tras ser colgados. Horas más tarde, los líderes locales del CLN decidieron dar por acabada la macabra exhibición y retiraron los cuerpos, que fueron colocados en cajones de madera con paja en su interior y enterrados en tumbas anónimas.

Horas más tarde, los líderes locales del CLN decidieron dar por acabada la macabra exhibición y retiraron los cuerpos, que fueron colocados en cajones de madera.

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Una tumba turística

La tumba de Mussolini, que carecía de nombre y estaba identificada sólo por el número 384, fue profanada el 23 de abril de 1946 por un grupo de fascistas que robó el cadáver. Aquel fue el inicio de un insólito viaje a ninguna parte del cuerpo del Duce. Finalmente, el 7 de mayo uno de los ladrones, Domenico Leccisi, entregó los restos al padre Parini del convento milanés de Sant Angelo. El cadáver estaba metido en una diminuta caja ya que durante los constantes traslados se perdieron varios dedos y otros fragmentos del cuerpo. El sacerdote informó rápidamente al arzobispo de Milán, que por aquel entonces seguía siendo el cardenal Ildefonso Schuster, y éste, a su vez, al gobierno. La Iglesia y las autoridades decidieron entonces esconder el cadáver en el convento capuchino de Cerro Maggiore, donde el superior lo ocultó primero bajo un altar y luego, a causa del mal olor, en un armario.

El 23 de abril de 1946, un grupo de fascistas robó el cadáver de Mussolini. Al final, entregaron los restos al padre Parini del convento milanés de Sant Angelo.

El cuerpo del otrora hombre más poderoso de Italia permaneció allí hasta 1957, momento en que el gobierno devolvió los restos a la viuda. Desde entonces el dictador descansa en el cementerio de San Casiano, en Predappio, en la región de Emilia-Romagna, el pueblo en el que nació Mussolini en 1883, donde se han convertido en una atracción turística.