Argentina, 1985. Sinopsis y crítica de Argentina, 1985
Argentina, 1985

Argentina, 1985

TÍTULO ORIGINAL Argentina, 1985

PRODUCCIÓN Argentina - 2022

DURACIÓN 134 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOJóvenes

CLASIFICACIÓNViolencia

ESTRENO29/09/2022

PLATAFORMAS

En 1976, el teniente general Jorge Rafael Videla se hizo con el poder en Argentina mediante un golpe de Estado que depuso a Isabel Perón. En los siete años en los que Videla y los militares estuvieron al frente de la nación, miles de ciudadanos argentinos fueron secuestrados, torturados o asesinados; otros muchos desaparecieron sin que se pudieran recuperar sus cuerpos. Ese periodo negro de la historia argentina terminó en 1983 con la llegada a la presidencia de Raúl Alfonsín, quien decretó que Videla y todos los jefes de sus juntas militares fueran juzgados.

La película que Santiago Mitre presentó en Venecia y que la pasada semana ganó el premio del público en San Sebastián se centra en el proceso judicial y en cómo el fiscal Julio César Strassera, interpretado por Ricardo Darín, consiguió obtener una causa civil en lugar del juicio ante una corte marcial que exigían los militares. A día de hoy, este sigue siendo el único caso en el que un sistema judicial público juzga al gobierno anterior de su propio país.

La de Mitre es una película con estilo, al modo clásico. Es de esas cintas que se construyen desde la épica, sin otros virtuosismos cinematográficos que una gran historia bien contada.

Strassera es el hombre cotidiano, el burócrata que llega, a su pesar, a un momento histórico y debe cargar sobre sus hombros con una tarea que le excede. Es el héroe a lo Gary Cooper que en un momento dado le dice a su amigo y mentor: “La historia no fue hecha por tipos como yo”; pero que, una vez que acepta la misión, va elevándose a los ojos del espectador. Esa transformación del personaje la desarrolla Darín de forma contenida y eficaz en un papel que muy bien podría valerle la nominación al Oscar.

Peter Lanzani resulta también convincente en el papel de Moreno Ocampo, el joven fiscal adjunto, que lidera a la pequeña camarilla de inexpertos juristas que acometen la hazaña de reunir las pruebas. Su inexperiencia y su entusiasmo generan esa impresión de David contra Goliat que Mitre utiliza como principal palanca de guion.

Otro de los grandes aciertos es el recurso al humor, en un tono bien medido que se adecúa al drama y da pausa al espectador inmerso en la dureza de la historia. La cinta está llena de diálogos a la argentina, cargados de ironía. El reparto de secundarios cuenta también con algunos personajes que funcionan en esa clave como la carismática mujer de Strassera o su hijo, un adolescente absolutamente mimetizado con el fiscal y que protagoniza algunos momentos hilarantes.

En el otro lado de la balanza están las emocionantes secuencias del juicio y las declaraciones de los testigos, en particular el momento en el que testifica Adriana Calvo de Laborde (Laura Paredes), embarazada durante su secuestro.

Completan el conjunto una notable dirección de fotografía, un gran diseño de producción muy fiel a la época y un ritmo y agilidad narrativa que hace que las dos horas y cuarto de metraje se hagan cortas.

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