La princesa Ana es la única hija de la reina Isabel II, solo dos años menor que el príncipe Carlos, una década mayor que el príncipe Andrés y 14 años mayor que el príncipe Eduardo. La primera mujer en ser nombrada capitana general de la Marina Real tiene un carácter muy parecido al de su padre el duque de Edimburgo, para quien siempre ha sido su ojito derecho.
De su madre heredó su pasión por los caballos, lo que afianzó el vínculo entre ambas desde siempre. La princesa Ana fue primer miembro de la monarquía en competir en los Juegos Olímpicos, en 1976.
No estudió en el mismo internado que su hermano Carlos, donde antes lo había hecho su padre, porque por esa época aún era masculino, pero allí envió a sus hijos Peter y Zara que no sufrieron lo que el príncipe de Gales quizá porque ellos, para quienes la princesa rechazó títulos reales con la intención de que llevaran una vida lo más normal posible, no tenían la presión de su tío. Es una mujer con las cosas claras y el propósito de seguir hacia adelante.
Experta en romper moldes -el mismo año que recibió el título de Princesa Real, en 1987, participó en un concurso de televisión, A Question of Sport, y este 2020 que ha concedido una histórica entrevista a Vanity Fair USA, vuelve a la pequeña pantalla para protagonizar un programa especial que ha apoyado su madre por sus años de servicio público, 50-, como la reina, la princesa Ana no tiene intención de jubilarse. Es, de hecho, uno de los miembros de la familia real británica más trabajadores. Tras la marcha de los duques de Sussex, el escándalo rondando al príncipe Andrés y la monarca con tareas reducidas -y ahora retirada en Windsor desde donde mantiene una intensa actividad pública en esta crisis del coronavirus-, su figura es cada vez más relevante dentro de la familia real británica. Ella ha sabido sortear sus episodios más polémicos, desde su divorcio de Mark Phillips tras una aventura con el sargento Peter Cross hasta su nuevo matrimonio con Tim Laurence pasando por su grosería con los periodistas, o el último (o los últimos), cuando, aparentemente no quiso ponerse junto a Donald Trump en la última visita del presidente estadounidense a Buckingham Palace, y el anuncio de divorcio de Peter y Autumn Phillips.
Una mujer de estilo impecable, quizá por lo alejado de las modas y porque las largas caminatas que da por los alrededores de su casa de campo, Gatcombe Park, junto a sus perros le permiten seguir usando la misma ropa desde hace décadas, este rasgo le une también a su madre, absolutamente fiel a sus siempre perfectos trajes de chaqueta. A la reina le pidió en más de una ocasión la princesa Ana consejo sobre el vestir. Lógico entre madre e hija. Una de sus primeras apariciones públicas fue en el balcón del Palacio Real el día de la coronación de Isabel II como reina de Inglaterra. La princesa tenía dos años.
Se ha escrito que desde ese momento la monarca puso su compromiso con la Corona por encima de su vida familiar. La princesa Ana, sin embargo, contó en una entrevista en la BBC que la reina era una madre tan amorosa como cualquiera. Una relación que estrecharon cuando falleció la Reina Madre, un mes después de que muriera la princesa Margarita. Como la Isabel II, la princesa Ana ha viajado por todo el mundo atendiendo cientos de compromisos reales siendo muy consciente de la familia a la que pertenece ella, que contestó un inolvidable “No es muy probable” a quien iba a secuestrarla a punta de pistola en 1974 pidiéndole que saliera del coche.
Este mes de agosto la reina pensaba en dar una fiesta por su 70 cumpleaños, quizá esta también tenga que esperar aunque en este caso es muy probable que a la homenajeada no le importe demasiado.