Los 37 mejores discos de 2022

Quizá suena superficial, pero una de las mejores cosas que le ha pasado a la música este año es que Beyoncé se haya permitido a sí misma sacar un disco que no grite compromiso social. Un puñado de canciones juguetonas, sexys, provocadoras, intrascendentalmente vibrantes. Break My Soul, el primer single, fue la pista de salida (y de baile) para la gran fiesta sonora de la mujer más influyente de la industria discográfica, si bien lo ha hecho tras la estela disco de Dua Lipa o Lady Gaga. Pero con un concepto más de Ball de Nueva York, qué fantasía cuando brotan esas raíces, en un reventón de sampleados y homenajes bien seleccionados que quizá no suponen tanto un renacimiento de Beyoncé, que a todo esto nunca ha estado muerta, sino de un legado musical afroamericano que ha hecho mover los cuerpos de toda la humanidad desde hace décadas.

Qué temazo es As It Was y qué momento tan brillante atraviesa Harry Styles. Desde que encontró su tono y su estilo en Fine Line, el cantante e icono no-gender (viva Gucci ¿y viva el marketing?) se permite divertirse fusionando eso mismo, los géneros, y el fruto es este Harry's House. Su casa suena a pop british, a Studio 54, a chill soft, a nuevo y viejo a la vez. Que es una virtud y también un territorio quizá demasiado seguro, porque hay mucha luz y poco riesgo en esta propuesta. La consolidación de una apuesta cuidada y aparentemente poco obsesionada con el hit revienta-streams, que también se agradece. El tiempo lo dirá, pero suena a disco de los que no marcan la carrera de un artista pero sí aplanan el suelo para no deslizarse por la vereda de los que caen tan rápido como suben, en una estrategia que encuentra su eco en la de Taylor Swift.

Hace ya un par de años que le hicimos una entrevista a la guitarra de Guitarricadelafuente (y a él también) y nos quedó claro que lo que sale de sus cuerdas y de su garganta es algo realmente especial. No ha tenido ninguna prisa en sacar su primer disco, en el que confirma ese idilio folk entre su instrumento y su manera de cantar, pero también que está dispuesto a picar piedra en la cantera de la producción más actual, con unas derivadas realmente estimulante. Quizá no es un artista de números enormes, pero sí de grandes conexiones entre sus canciones y ese público que lo está adoptando para siempre en su memoria musical.

Guitarricadelafuente: "La raíz y lo tecnológico tienen que ir de la mano"

Es su quinto disco en tres años, además de tropecientasmil colaboraciones, lo que da idea de lo que supone la música de Bad Bunny en términos de cantidad, esos en los que se engloban sus números uno absolutos como artista más escuchado del mundo en todas las plataformas. ¿La cantidad es enemiga de la calidad? La respuesta casi siempre es sí… O, al menos, el despliegue tan tremendo –este disco tiene ¡23! temas– dificulta el proceso de digerir la importancia (o no) de llevar las riendas del reguetón y todas sus variantes a un galope tan frenético que la polvareda tapa las pisadas. Quizá con el paso del tiempo se vea de otra manera, pero, a día de hoy, la discografía de Bad Bunny se percibe más como un escaneo explosivo y superficial de Tik Tok, de discotecas al aire libre, de meneos impersonales… y a la siguiente.

Qué maravillosamente bien le sentó a Taylor Swift y a su peculiar manera de componer el parón pandémico. En esa época sacó dos discos seguidos, Folklore y Evermore, en los que se arrancaba el lastre de la obligatoriedad de acumular hits masivos y transitaba con talento, creatividad y honestidad hacia un terreno más intimista pero riquísimo en melodías y versos inspirados. En Midnights abraza esa evolución y a la vez sube el volumen pop que la coronó en su día. Así que es un disco comercial, sí, pero de los que marcan un nuevo listón de calidad en el mainstream. Hay estribillos pegadizos, por supuesto, fraseos que son su más vibrante seña de identidad, y también juego ambicioso con sonidos más oscuros y un aire cool más adulto que bordea el peligro desde la clase, a lo Saint Vincent o lo Lana del Rey, con quien hace un dúo que se queda en la zona media del disco. Trece canciones nacidas en la medianoche para abrasar tu insomnio.

La fiebre de baile de Florence no es como la de Beyoncé. Su danza parte de ese volcán folk-pop y provoca un movimiento más tribal, más de volverse loco alrededor de una hoguera. Lo logra con King, con ese final de puro éxtasis, también con Free, por supuesto con la redonda My Love. Si la has visto en directo, sabrás la capacidad que tiene para llevar al trance a audiencias masivas. Para los amantes de las grandes voces femeninas, sigue en plena forma.

Después de dos EP que sirvieron para trazar una maravillosa línea de puntos de descubrimiento personal/musical, Natalia Lacunza ha presentado un primer disco completo que deja claro cuál es su lugar en el panorama actual. Uno privilegiado, fresco, importante. Sus nuevas canciones, entre las que brillan los adelantos Cuestión de suerte y Todo lamento, transitan por el pop, el urbano y hasta el bolero con una virtuosa intuición para combinar melodías atemporales con pellizco con letras íntimas y también cañeras en su aparente sencillez (qué fuerte es No me querías tanto conociendo la intrahistoria). La sensación es que su volcán creativo está en ebullición y promete grandes erupciones en los próximos años.

In Spain We Call It Soledad, Ay mamá y Perra, las tres canciones sobre las que Rigoberta Bandini ha construido su espacio indie-eurovisivo-cool, abren su esperado primer disco completo. No es muy noticiable porque es más bien un compendio de todos sus singles, ya que también incluye A todos mis amantes, Julio Iglesias, Que Cristo Baje, Too Many Drugs o Así bailaba, la grimosilla colaboración con Amaia. Los nuevos temas completan su retrato artístico: letras inteligentes y medidamente arriesgadas, ironía icónica, melodías pegadizas y, de fondo, un poso de duda sobre la verdadera posición artística y vital de este peculiar fenómeno musical.

Arcade Fire ya alcanzó hace años la categoría de grupo que puede sacar un disco flojo (eso dice la crítica de Everything Now, aunque a mí sí me pone) y seguir en todo lo alto, gracias a ese cimiento del sonido del siglo XXI que son Funeral, Neon Bible, The Suburbs y Reflektor. En WE retoman la épica musical con un álbum conceptual –eso que ya casi nadie hace, y puede que sea mejor así– con largas canciones pareadas que abordan el mismo tema, todo reflexiones sobre el estado actual de la humanidad en las extrañas circunstancias que atravesamos, bajo el mismo título pero con diferente aproximación. Hay grandilocuencia y hay desnudez casi acústica, pero sobre todo hay una consistente renovación del repertorio para que los directos de la banda, esa experiencia maravillosa, se mantengan como una cita obligada para los amantes de los trances festivaleros y de la música de calidad.

En muchos sentidos es el disco perfecto: hitazos que se van a escuchar a saco durante todo el año, producción ajustadísima a cada estilo, colaboraciones más que acertadas, ventanas a momentos más íntimos… El problema es que en este punto cuesta discernir si Post Malone es quien está marcando tendencia en el nuevo universo pop mainstream o si está cazando las olas que cabalgaron otros antes solo que con más pasta para producir y promocionar. Es decir, que no se sabe si es un creador verdaderamente original o el acumulador de tendencias de mayor éxito global. Dicho por tercera vez, es la voz más importante del pop actual y al mismo tiempo cuesta diferenciar su voz de la de otros muchos que hacen música similar.

Camilo Sesto y Arctic Monkeys conviven divinamente entre las referencias de uno de esos grupos que se han ganado el calificativo de clásicos modernos por la integridad y honestidad de su propuesta. Se supone que no son buenos tiempos para el rock melódico ni para las grandes voces, pero tú escucha a Shuarma, el vocalista de la banda, en el temazo Tú ya lo sabes y dinos si no es la medicina perfecta contra los hits de usar y tirar. Grandilocuencia, power y producción a cargo de los siempre eficaces Santos & Fluren para un disco a contracorriente cargado de canciones con mucho potencial para el directo, que es el verdadero campo de batalla de Elefantes.

Si el primer disco de Amaia fue un bonito salto al indie, el segundo ensancha su juego creativo coqueteando con el urbano más cool (cuenta con la coproducción de Alizzz, con quien colaboró en la exitosa El encuentro). También profundiza en sus raíces musicales (qué bonito fue empezar el año con su Yamaguchi) y a la vez permanece en ese limbo de sencillez y transparencia en las letras y en las interpretaciones que, quizá, son su verdadero sello, como se manifiesta en las versiones de La vida imposible y Santos que yo te pinté. Ah, amigo, también incluye un dúo con Aitana, cómeme el higo.

Más que un nuevo disco, es una recopilación de algunos de los últimos hitazos de El Madrileño, como Ateo (con Nathy Peluso y polémica catedralicia), Yate (con el debate convertido en meme), Un veneno (con El Niño de Elche y espantá en OT) o Me maten (el Live en modo Tiny Desk con Antonio Carmona). Lo que viene siendo la caja de Pandora del urbano en español y el ácido mediático. Se suma a la fiesta Omar Montes, que colabora en la nueva La culpa. Y también, por el lado del prestigio, Omara Portuondo, con quien C Tangana canta a dúo la canción que nos dejó tan fríos en los Premios Goya, Te venero. Su puesta en escena es la gira musical más relevante de los últimos años en España.

Con DM, el primer single de su segundo disco, Chenta Tsai manda un mensaje directo al corazón pop de su arriesgada propuesta artística. Con una estética riquísima en referencias y un sonido muy melódico que brota del jugueteo tecnológico, su música se convierte en punta de lanza de la defensa de la diversidad vía cultura. No lo hace a través de generalidades bienpensantes, sino de unas letras que parecen salir al rescate de los restos de humanidad en el temporal de relaciones virtuales y nuevas formas de comunicación.

Nacido en el confinamiento pero amamantado en un momento personal luminoso, el nuevo disco del genio uruguayo es un cruce evocador entre lo íntimo (el amor, la creación artística) y el bamboleo externo que nos provoca el mundo actual. Diez canciones con una producción con muchas capas hilvanadas por el minimalismo vocal marca de la casa, en las que destacan las colaboraciones de C. Tangana, Rubén Blades, Noga Erez y Martín Buscaglia. En definitiva, un deleite profundo del que Drexler nos habla desde la portada del número de mayo de Esquire.

Es la cumbre del fenómeno del pop coreano, una industria, casi una religión, imposible de entender desde las coordenadas vitales de quien escribe. Este segundo disco contiene 8 canciones ultramegaproducidas, igual que los videoclips, que parecen tener el presupuesto de Avatar. Que hablen los que saben: aquí tienes 5 razones por las que Born Pink es un disco a tener en cuenta.

Cuarto disco de una de esas bandas que son corazón y puño en alto del indie festivalero español. En sus nuevas canciones buscan extender su base de futuros clásicos a través de una producción más mimada y que no necesita tanto el factor directo para conectar con su público. Incluye una radiable colaboración con Leiva, otra con Luz Casal que suena a nostalgia deluxe y también un jugueteo sintético en un par de temas donde se nota la mano de Sergio Salvi, de Delaporte, en los arreglos.

Viva Suecia: "Lo viral va en contra de la calidad"

Casi una década después de su último disco de estudio, Placebo lanza 13 temas nuevos que, pese a esa gran brecha, siguen sonando a 'hogar' para los fieles a la banda. Que son muchísimos, como demuestran su condición de reclamo absoluto en los festivales de medio de mundo. Beautiful James y Surronded By Spies, los primeros adelantos, tienen esa cualidad de los grupos míticos que siguen sonando a sí mismos por mucho que pasen los años. Quizá es poco estimulante para el mercado musical o la crítica, pero asegura que tengan material nuevo para seguir divirtiéndose en directo.

Desde que hablamos de sentimientos con Cupido durante la promo de su primer disco, reconocemos que nuestro corazoncito anda enamorado de esta banda. El segundo trabajo profundiza en esa suerte de romanticismo urbano-vintage, que toca resortes noventeros en las melodías y en las letras (más bien en la mitad, porque siempre hay un revés afilado en cada aparente cursilada) para afinar un tipo de producción ultra cool que el año que viene imitarán tantos. Pop sin complejos con altas dosis creatividad sonora.