Alfred Hitchcock. Biografía

Alfred Hitchcock

Figura indiscutible del cine de misterio y de intriga, la capacidad del cineasta Alfred Hitchcock para aplicar recursos narrativos innovadores al servicio del suspense tuvo una importancia fundamental para el desarrollo del lenguaje cinematogr�fico moderno. Con un dominio excepcional de las t�cnicas cinematogr�ficas, produjo pel�culas que mantienen al espectador en un constante estado de tensi�n hasta el final de la proyecci�n y que lo llevan a vivir apasionadamente lo relatado en la pantalla. El Mago del suspense supo unir tramas de gran solidez con im�genes de excepcional fuerza expresiva, concili� la calidad con el �xito comercial y leg� una de las filmograf�as m�s brillantes e influyentes de la historia: su huella habr�a de percibirse en numerosas imitaciones y en la obra de realizadores tan distintos como el franc�s Fran�ois Truffaut o los estadounidenses Brian de Palma y David Lynch.

Alfred Hitchcock naci� el 13 de agosto de 1899 en Leytonstone, una poblaci�n entonces cercana al neblinoso Londres de Sherlock Holmes, Jack el Destripador y Scotland Yard, y que hoy es un distrito del East End de la capital brit�nica. Sus padres, William Hitchcock y Emma Jane Wehlan, due�os de un negocio de comestibles, ya ten�an dos hijos, William (1890) y Ellen Kathleen (1892), y gozaban de una cierta estabilidad econ�mica, pero tampoco viv�an de un modo excesivamente holgado.


Alfred Hitchcock

La figura de su padre intervino de una forma muy especial en la formaci�n del car�cter y la personalidad del muchacho. Cuando ten�a cuatro o cinco a�os, su padre lo mand� a la comisar�a de polic�a con una carta. El comisario la ley� y lo encerr� en una celda durante algunos minutos dici�ndole: "Esto es lo que se hace con los ni�os malos." Nunca comprendi� la raz�n de esta broma siniestra, porque su padre lo llam� su "ovejita sin mancha", y vivi� una infancia disciplinada, aunque algo exc�ntrica y solitaria, escudri�ando siempre desde su rinc�n, con los ojos muy abiertos, todo lo que pasaba a su alrededor.

Para Hitchcock, su padre era el t�pico comerciante del East End, que ten�a el orden, la disciplina y la austeridad en la cima de su escala de valores para afrontar la vida. As�, el autoritarismo y la rigidez moral presidieron la educaci�n del joven Alfred. De aqu� arranca el inter�s del director por el tema de la culpa, omnipresente en todos sus filmes y esquema com�n de la trama profunda de sus historias, normalmente como una alegor�a sobre el pecado y la redenci�n. Hitchcock hablar�a muy pocas veces de su madre, y, sin embargo, de mayor intent� siempre mantenerla a su lado.

Las repercusiones del catolicismo en su personalidad se acrecentaron durante sus a�os escolares, puesto que su primera escuela fue la Casa Conventual Howrah, en Poplar. La familia se hab�a trasladado en 1906 a esta otra poblaci�n desde Leytonstone para abrir un nuevo establecimiento. Al cabo de dos a�os, Alfred abandon� la Casa Conventual porque volvieron a trasladarse, esta vez a Stepney. All� el muchacho ingres� en el Colegio de San Ignacio, fundado por los jesuitas en 1894 y especialmente reconocido por su disciplina, su rigor y su estricto sentido cat�lico.

Este centro jesu�tico dej� una profunda huella en Hitchcock por el modo como eran tratados all� la culpa y el perd�n. El mismo Hitchcock lo explicar�a a�os m�s tarde: �El m�todo de castigo, por supuesto, era altamente dram�tico. El pupilo deb�a decidir cu�ndo acudir al castigo que se le hab�a impuesto. Deb�a dirigirse a la habitaci�n especial donde se hallaba el cura o el hermano lego encargado de administrarlo. Algo parecido a dirigirte a tu ejecuci�n. Creo que era algo malo. No usaban el mismo tipo de correa con que azotaban a los chicos en otras escuelas. Era una correa de caucho�. Esta pr�ctica acentu� el miedo del peque�o Alfred a todo lo prohibido y acaso le descubri� los condimentos m�s emocionantes del suspense, esa turbia confusi�n sadomasoquista que florece ante lo inminente y fatal.

Hasta los catorce a�os permaneci� en el colegio. En su primer curso sobresali� por su aplicaci�n y obtuvo una de las seis menciones honor�ficas que la direcci�n del centro conced�a. Hab�a conseguido la calificaci�n de excelente en lat�n, franc�s, ingl�s y formaci�n religiosa: las asignaturas que, seg�n el criterio de sus maestros, eran de mayor importancia.

Sin embargo, el �ltimo a�o en San Ignacio se destap� el lado travieso, bromista y trasgresor del joven Alfred, o mejor, del joven Cocky, de acuerdo con el apodo con que lo conoc�an sus compa�eros. Se dedic� a robar huevos del gallinero de los jesuitas para arrojarlos contra las ventanas de las habitaciones de los sacerdotes; o, ayudado por compinches, maniataba a algunos de sus compa�eros y encend�a petardos colocados en sus traseros. Tambi�n esta vertiente, por un lado ir�nica y por otro traviesa, infractora de la ley y hasta gamberra, aparecer�a luego como uno de los rasgos t�picos de su filmograf�a. Se trataba de un manera l�dica e indirecta de superar el complejo de culpa, siempre al acecho inconscientemente.


Hitchcock en una imagen promocional de Los pájaros

Hitchcock recordaba estos a�os con amargura y, al mismo tiempo, como una influencia importante en su obra: �Si han sido educados en los jesuitas como yo lo fui, estos elementos tienen importancia. Yo me sent�a aterrorizado por la polic�a, por los padres jesuitas, por el castigo f�sico, por un mont�n de cosas. �stas son las ra�ces de mi trabajo.� Es f�cil relacionar estos a�os vividos en el Colegio de San Ignacio con el inter�s de Hitchcock por lo macabro y lo criminal. De aquellos a�os datan tambi�n las visitas del joven al Museo Negro de Scotland Yard para contemplar su colecci�n de reliquias criminales, y al Tribunal de lo Criminal de Londres, donde asist�a a los juicios por asesinato y tomaba notas al modo de Dickens, uno de sus escritores preferidos en aquella �poca, junto con Walter Scott y Shakespeare.

En 1913 dej� el colegio y trat� de orientar su futuro profesional. Comenz� los estudios de ingeniero en la School of Engineering and Navigation y sigui� cursos de dibujo en la secci�n de Bellas Artes de la Universidad de Londres; al mismo tiempo ayudaba a sus padres en la tienda. Fue entonces cuando descubri� una nueva afici�n para sus ratos de ocio: el cine, que estaba empezando a imponerse como una de las actividades l�dicas m�s importantes de Londres. En la capital hab�a m�s de cuatrocientos aparatos de proyecci�n, instalados a menudo en pistas de patinaje.

De cin�filo a director

Hitchcock, que desde los diecis�is a�os le�a con avidez revistas de cine, no se perd�a las pel�culas de Charles Chaplin, Buster Keaton, Douglas Fairbanks y Mary Pickford. Pudo admirar, cuando las pel�culas mudas constitu�an una aut�ntica revelaci�n de las ilimitadas posibilidades del cine, El nacimiento de una naci�n (1915) e Intolerancia (1916), apabullante �xito y estrepitoso fracaso, respectivamente, del gran David Griffith. A�os despu�s le impresion� vivamente un film de Fritz Lang, Der m�de Tod (Las tres luces, 1921), historia fant�stica que desarrolla el tema rom�ntico de la lucha entre el amor y la muerte mediante tres episodios que suceden en China, Bagdad y Venecia, y que decidi� tambi�n la vocaci�n cinematogr�fica del espa�ol Luis Bu�uel. Al mismo tiempo manten�a su afici�n por la lectura. �Es muy probable que fuera por la impresi�n que me causaron las historias de Poe por lo que me dediqu� a rodar pel�culas de suspense. No quiero parecer inmodesto, pero no puedo evitar comparar lo que he intentado poner en mis filmes con lo que Poe puso en sus narraciones�, dir�a a�os m�s tarde.


En pleno rodaje

En diciembre de 1914 muri� su padre. Alfred qued� profundamente afectado y hubo de rehacer su vida junto a su madre. Los hermanos mayores ya no viv�an en la casa y, adem�s, hab�a estallado la Primera Guerra Mundial. Tuvieron que abandonar el negocio y volver a Leytonstone, porque all� ten�an m�s amigos. El muchacho encontr� trabajo al cabo de poco tiempo en las oficinas de la Henley Telegraph and Cable Company. Por quince chelines a la semana revisaba o calculaba los tama�os y los voltajes de los cables el�ctricos. Sin embargo, como esta ocupaci�n no le gustaba, al cabo de unos meses logr� que le trasladaran al departamento de publicidad. Con ese trabajo creativo se labr� cierto prestigio, a pesar de su juventud. Se libr� del reclutamiento gracias a su trabajo en una compa��a que colaboraba con la guerra y a su obesidad.

En 1920, a los veinti�n a�os, aquel joven cuya afici�n al cine hab�a ido creciendo ley� en una revista que una compa��a cinematogr�fica estadounidense, la Famous Players-Lasky, iba a instalar unos estudios en Londres. No se lo pens� dos veces y se present� en las oficinas de la Famous con unos bocetos de decoraci�n para pel�culas mudas que hab�a dise�ado con la ayuda de su jefe en el departamento de publicidad de la Henley. De inmediato, la compa��a lo contrat� como dise�ador de r�tulos y decorados y, en cuanto el sueldo de la Famous se lo permiti�, abandon� la Henley. El primer a�o trabaj� de rotulista en varias pel�culas, y al a�o siguiente consigui� que le fueran encargados los escenarios y los di�logos menores de nuevos filmes. Los escribi� bajo la direcci�n de Georges Fitzmaurice, quien tambi�n le inici� en las t�cnicas de filmaci�n.

En 1923 el actor, guionista y productor Seymour Hicks le ofreci� que codirigiera un filme menor, Always tell your wife, y poco despu�s colabor� en el rodaje de una pel�cula inacabada por falta de presupuesto, Mrs. Peabody. Eran sus primeras experiencias cinematogr�ficas de verdad. En los estudios, Hitchcock hab�a conocido a una tal Alma Reville, un muchacha de su misma edad, natural de Nottingham, extremadamente menuda y delgada (todo lo contrario que �l) y gran aficionada al cine, que hab�a trabajado en los estudios de una compa��a londinense desde los diecis�is a�os, la Film Company, y que luego pas� a la Famous. Alma y Hitchcock colaboraron en varias pel�culas dirigidas por Graham y Cutts, y en 1923 viajaron a Alemania para localizar los exteriores de un filme cuyo gui�n hab�a escrito Hitchcock, The prude's fall. En el barco de regreso a Inglaterra, Hitchcock se declar� e iniciaron un largo noviazgo.

Los primeros a�os trabajaron juntos en pel�culas de la productora de Michel Balcon, la Gainsbouroug Pictures Ltd., como por ejemplo The blackguard, un filme para el cual el equipo tuvo que trasladarse varios meses a Alemania, circunstancia que Hitchcock aprovech� para conocer la obra de los grandes directores alemanes de la �poca, como Fritz Lang o Erich von Stroheim. En 1925, Balcon le propuso dirigir una coproducci�n anglo-alemana titulada El jard�n de la alegr�a (The pleasure garden). Era su primera oportunidad como director. El resultado, al parecer, agrad� a los directivos, porque aquel mismo a�o dirigi� otros dos filmes, El �guila de la monta�a (The mountain eagle) y El enemigo de las rubias (The lodger). Las tres se estrenar�an en 1927.


Fotograma de El enemigo de las rubias (1927)

El 2 de diciembre de 1926 se cas� con Alma seg�n el rito cat�lico y se establecieron en Cromwell Road, en Londres. Al estrenarse, los filmes obtuvieron una buena acogida por parte del p�blico y de la cr�tica. En ellos, el director aparec�a marginalmente, sin estar incluido en el reparto: era su manera de firmar sus pel�culas, que luego se har�a tan popular. Aprovechando el �xito, cambi� de productora, y a finales de 1927 rod� El ring (The ring), un filme basado en un gui�n propio con la British International Pictures. Con esta pel�cula se convirti� en uno de los directores m�s cotizados de Inglaterra y empez� su camino fulgurante hacia la fama internacional.

La fama

Con el �xito internacional aument� considerablemente sus ingresos, y se compr� una casa de veraneo en Shamley Green, en las afueras de Londres, cerca de la cual se instalar�a su madre poco despu�s. En 1928 naci� su hija Patricia Alma; al parecer, el director nunca hab�a pasado tantos nervios como durante el parto. Por entonces, los Hitchcock ten�an una intensa vida social, y las veladas con amigos de la productora, la British, eran habituales en la casa de Cromwell Road, en las que a veces ofrec�a a los amigos uno de sus n�meros c�micos particulares: Hitchcock, que pesaba m�s de ciento treinta kilos, aparec�a desnudo de cintura para arriba, con un marinero pintado en la inmensa barriga, que agitaba r�tmicamente mientras silbaba. En una ocasi�n se visti� de mujer y grab� su actuaci�n. La cinta, que conserv� toda su vida, ser�a exhibida en 1976 en una sesi�n privada en los estudios de la Universal.

En 1928 rod� sus �ltimos filmes mudos, The farmer's wife, Champagne y The maxman, y al a�o siguiente estren� su primera pel�cula sonora, La muchacha de Londres (Blackmail), basada en una obra teatral que estaba teniendo un gran �xito en la capital. Por primera vez un filme brit�nico incorporaba una banda sonora, a partir de la tecnolog�a de la RCA estadounidense.

Otros filmes hablados, como Juno and the Paycock (1930), Murder (1930) y The Skin game (1931), sin alcanzar un gran �xito de p�blico y cr�tica, le confirmaron como uno de los directores brit�nicos m�s inteligentes y creativos y que m�s innovaciones e ideas t�cnicas estaba aportando al mundo del cine. Su preocupaci�n era encontrar un estilo narrativo propio, para lo cual descubri� nuevas posibilidades expresivas en el montaje, en los movimientos de c�mara y en el empleo de la luz. Lo suyo era el arte de la c�mara: su enorme dominio de la imagen, a nivel persuasivo y sentimental, hac�a que el p�blico se identificara con sus historias y con sus personajes y convert�a en veros�miles la fantas�a y el misterio, las situaciones extra�as y originales con que vest�a la realidad. Su extraordinaria narrativa cinematogr�fica llevaba al p�blico a vivir apasionadamente lo que suced�a en la pantalla.

En 1932, por imposici�n de la British, tuvo que filmar una comedia de enredos y persecuciones, El n�mero 17 (Number Seventeen), y luego rod� Mejor es lo malo conocido (Rich and Strange, 1932), una pel�cula cuyo argumento se le ocurri� al matrimonio Hitchcock durante un crucero por el Atl�ntico y el Caribe que hicieron con su hija en 1931: una modesta pareja londinense, gracias a una herencia inesperada, realiza un crucero alrededor del mundo, durante el cual pasan de la alegr�a a los temores, las tristezas y las infidelidades, para recuperar, tras un naufragio, su lealtad. Despu�s de Valses de Viena (Waltzes from Vienna, 1933), una biograf�a del compositor Richard Strauss hecha por encargo, Hitchcock volvi� a trabajar para Michel Balcon, que hab�a fundado la productora Gaumont-British.

Maestro del suspense

A partir de entonces empieza la gran �poca del cine de Hitchcock, la �poca de los grandes t�tulos de su filmograf�a, una etapa dorada de creaci�n ininterrumpida que durar�a pr�cticamente hasta el fin de sus d�as. La primera pel�cula que hizo con la nueva productora fue El hombre que sab�a demasiado (The man who knew too much, 1934), una obra de arte del cine de suspense que fue elegida por la cr�tica como la pel�cula del a�o en Inglaterra.

Le siguieron otros t�tulos fundamentales de su filmograf�a: 39 escalones (The thirty-nine steps, 1935), Agente secreto (The secret agent, 1936) y Sabotaje (Sabotage, 1936), todos ellos filmes ya cl�sicos en los que la trama y la intriga lograban crear una tensi�n psicol�gica como nunca se hab�a visto en el arte cinematogr�fico, y en los que la fuerza expresiva de las im�genes mezclaba con genial sabidur�a la acci�n y los apuntes psicol�gicos de los personajes. Todo ello se rodeaba a menudo de un trasfondo metaf�sico-existencial en el que se conceb�a el amor de un modo rom�ntico y redentor, y en el que la delimitaci�n entre el bien y el mal y la conciencia de pecado no estaban exentas de cierta fascinaci�n divertida por los malvados. Hitchcock era humanista y sat�rico a la vez, s�dico y con un particular sentido del humor.


39 escalones (1935)

En cada nuevo filme perfeccionaba la t�cnica de la intriga, que a lo largo de su carrera lleg� a cimas dif�cilmente superables. Su �ltimo filme brit�nico fue La posada de Jamaica (Jamaica Inn, 1938), que no obtuvo mucho �xito a pesar de estar protagonizado por Charles Laugthon, ya famoso, junto a una jovenc�sima Maureen O'Hara. En marzo de 1939, meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Hitchcock parti� junto a su mujer, su hija y su secretaria personal, Joan Harrison, a Nueva York.

En Hollywood

El viaje respond�a a una oferta de David O. Selznick, el poderoso productor norteamericano, que en un viaje a Estados Unidos realizado el a�o anterior le hab�a propuesto dirigir en Hollywood. La pel�cula resultante fue Rebeca (Rebecca, 1940), uno de sus filmes m�s c�lebres, que supuso un Oscar para la protagonista, Joan Fontaine. La siguiente pel�cula estuvo condicionada por la circunstancia hist�rica: la guerra se extend�a, parec�a larga y complicada, y en Enviado especial (Foreing Correspondent, 1940), una obra de contenido belicista, hizo un alegato en favor de los aliados.


Con Joan Fontaine en la presentación de Rebeca (1940)

Hitchcock hab�a llegado a un acuerdo con Selznick por el que le producir�a dos pel�culas al a�o por un sueldo de 2.750 d�lares semanales y una bonificaci�n de 15.000 d�lares anuales. Una cl�usula especial le permit�a en 1941 rodar dos pel�culas con otra productora, la R.K.O. Se trataba de Matrimonio original (Mr. and Mrs. Smith) y Sospecha (Suspicion), otro de los t�tulos cl�sicos de su carrera. El director segu�a en su l�nea de perfeccionamiento del cine de intriga, aportando en cada pel�cula nuevos descubrimientos t�cnicos, ocurrencias narrativas y trucos geniales que crearon escuela en la historia del cine.

Al poco tiempo de llegar a Hollywood, en 1941, los Hitchcock se trasladaron al apartamento de Carole Lombard en Bel Air; la actriz hab�a decidido vivir con su pareja, Clark Gable. El mismo a�o, dado que la conflagraci�n mundial se complicaba cada vez m�s, Alma viaj� a Inglaterra y trajo consigo a su madre. Alfred tambi�n fue a Londres para recoger a la suya y llevarla a los Estados Unidos, pero su madre se neg�. Hitchcock, cuya vuelta a Los �ngeles coincidi� con los primeros bombardeos nazis sobre Inglaterra, tuvo que conformarse pensando que su madre viv�a todo el tiempo en Shamley Green y contaba con la protecci�n de su hermano William.

Al a�o siguiente, Carole Lombard muri� y el matrimonio tuvo que cambiar de casa; se trasladaron a Bellagio Road, tambi�n en Bel Air. Su siguiente pel�cula fue Sabotaje (Saboteur, 1942), producida por la Universal Pictures a pesar de la oposici�n de Selznick, que provoc� una gran tensi�n a lo largo del rodaje. A partir de entonces decidi� no rodar m�s de una pel�cula por a�o. En 1943 hizo La sombra de una duda (Shadow of a doubt). Aquel a�o muri� su madre en Londres, el 26 de septiembre, a causa de una polionefritis aguda. Hitchcock a duras penas pudo soportar el golpe: qued� emocionalmente destrozado y adelgaz� cuarenta kilos en pocos meses.


Los decorados oníricos de Recuerda (1945)
corrieron a cargo de Dalí

La serie de filmes siguientes conten�a t�tulos tambi�n de primer orden; algunos figuran entre sus obras m�s importantes: N�ufragos (Lifeboat, 1943); Recuerda (Spellbound, 1945); Encadenados (Notorious, 1946), con Ingrid Bergman; El proceso Paradine (The Paradine Case, 1947), con Gregory Peck en el papel principal; y La soga (Rope, 1948), su primer filme en color, con James Stewart de protagonista, actor que se convertir�a en uno de sus preferidos y con quien trabajar�a en muchas otras pel�culas c�lebres. En Recuerda, considerada como una de las cimas de la filmograf�a de Hitchcock, trabajaba por primera vez con Ingrid Bergman y con Gregory Peck, al que lanz� a la fama, y cont� con la colaboraci�n de Salvador Dal� para los decorados, de tipo on�rico. Algunas de las secuencias con los dos protagonistas se cuentan, a juicio de muchos especialistas, entre las mejores escenas de amor rom�ntico de toda la historia del cine.

Los gloriosos cincuenta

A comienzos de los a�os cincuenta, con su reputaci�n cinematogr�fica por las nubes y una s�lida posici�n econ�mica, estren� pel�culas que confirmaron su fama en el mundo entero, como Atormentada (Under Capricorn, 1949), P�nico en la escena (Stage Frigth, 1950) y Extra�os en un tren (Strangers on a train, 1951), un �xito rotundo de cr�tica y de p�blico. La versi�n radiof�nica del filme, estrenado por la CBS, bati� todos los r�cords de audiencia.


Extraños en un tren (1951)

En 1951, el matrimonio Hitchcock realiz� un viaje de placer por Italia, Alemania, Pa�ses Bajos, Suecia y Noruega. Durante el viaje, la hija de Hitchcock se prometi� con Joseph O'Conell, un alto cargo de una corporaci�n, con quien se cas� en la catedral de San Patricio de Nueva York al a�o siguiente. El padre no vio con muy buenos ojos esta boda de su hija, puesto que hasta entonces la muchacha hab�a colaborado con �l en algunas pel�culas (a�os m�s tarde trabajar�a en Psicosis) y estudiaba teatro; hubiera querido un yerno relacionado con el mundo del cine. A cambio, intent� atraer a O'Conell a la industria cinematogr�fica, sin mucho �xito.

Yo confieso (I confess, 1953), el filme siguiente, se rod� en medio de una dif�cil relaci�n entre el director y el protagonista, un Montgomery Clift en un estado de destrucci�n psicol�gica y alcoholismo bastante preocupante. Parece ser que una noche, durante el rodaje, Hitchcock lleg� a emborrachar premeditadamente a Clift para dejar en evidencia los l�mites de su desequilibrio.

Apareci� entonces en el firmamento cinematogr�fico de Hitchcock una nueva estrella que acaparar�a durante unos a�os toda su atenci�n: Grace Kelly. Con ella, la actriz que mayor fascinaci�n le produjo nunca en su carrera, rod� Crimen perfecto (Dial M for murder, 1953), La ventana indiscreta (Rear window, 1954), junto a James Stewart, y Atrapa a un ladr�n (To catch a thief, 1955), junto a Cary Grant. Son algunas de las pel�culas m�s conocidas del maestro de la intriga. Su adoraci�n por Grace lleg� a su punto m�ximo en la �ltima de las tres, cuyo rodaje se alarg� a causa de que el director se empe�� en que la actriz bailara con un espectacular traje dorado en la �ltima escena.


La ventana indiscreta (1954)

En 1955 estren� Pero �qui�n mat� a Harry?, que dio su primera oportunidad y lanz� a la fama a una veintea�era Shirley MacLaine. Era un brillante experimento en el que el misterio y la intriga se mezclaban genialmente con lo c�mico, en una combinaci�n de comedia y cine de suspense. A ra�z de su nueva nacionalidad estadounidense, obtenida en 1955, firm� un contrato con la productora de televisi�n CBS para realizar una serie semanal de media hora de duraci�n titulada Alfred Hitchcock presents, que de 1960 a 1965 se sigui� realizando para la NBC.

Una segunda versi�n de El hombre que sab�a demasiado (1956), con James Stewart y Doris Day, Falso culpable (The Wrong Man, 1957), con un estelar Henry Fonda, V�rtigo (Vertigo, 1958), de nuevo con Stewart, ahora junto a una Kim Novak debutante, y Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), con Cary Grant y Eva Marie Saint, fueron la serie de filmes archifamosos de la segunda mitad de los a�os cincuenta. Todas las protagonistas femeninas de Hitchcock empezaban a responder a un mismo prototipo: Kelly, Novak o Saint eran rubias platino, delgadas, dulces, bellas, delicadas, angelicales, finas; toda una propuesta de arquetipo femenino.

La etapa final

En 1960 lleg� Psicosis (Psycho), uno de sus �xitos m�s clamorosos y pol�micos. Superando a sus obras anteriores, la pel�cula conmocion� la mentalidad de la �poca e inauguraba el g�nero del suspense de tema psiqui�trico, el llamado thriller psicol�gico. Un jovenc�simo Anthony Perkins (interpretando la doble personalidad de Norman Bates), Vera Miles y Janet Leigh formaron el famoso tr�o protagonista. El rodaje hab�a sido car�simo, pero la recaudaci�n fue tal que Hitchcock, con los beneficios obtenidos, pudo comprar tantas acciones de la Universal como para convertirse en el tercer accionista de la compa��a.


Fotogramas de Psicosis (1960)
y Los pájaros (1963)

Las siguientes pel�culas estuvieron marcadas por el descubrimiento de una nueva actriz y musa particular, Tippi Hedren. Con ella rod� dos pel�culas fundamentales en la evoluci�n de su obra, Los p�jaros (The Birds, 1963) y Marnie, la ladrona (Marnie, 1964). Parece que el inter�s a nivel personal del director por la actriz lleg� a tal extremo de insistencia, seg�n pudo comprobar todo el equipo del rodaje, que la relaci�n acab� cortada por completo, porque Hitchcock no pudo soportar el rechazo de Hedren y decidi� no volver a trabajar con ella. En sus filmes siguientes supedit� su creatividad y su bagaje acumulado a ciertos criterios comerciales y a la colaboraci�n de estrellas consagradas. As�, film� Cortina rasgada (Torn Curtain, 1966) con Paul Newman y Julie Andrews, y Topaz (1969), pel�culas ambas muy marcadas por el contexto de la guerra fr�a, en las que se daba un mensaje propagand�stico claramente prooccidental y antisovi�tico.

En 1968, la Academia de Artes y Ciencias Cinematogr�ficas le concedi� el Memorial Irving G. Thalberg, en compensaci�n del error tremendo de no haberle concedido nunca un Oscar, a pesar de que hab�a sido nominado en cinco ocasiones (por Rebeca, N�ufragos, Recuerda, La ventana indiscreta y Psicosis). Una vez m�s, uno de los mejores directores de la historia del cine se hab�a quedado sin la estatuilla. En el acto de entrega el director se limit� a dar las gracias. Mientras, en Europa, la obra de Hitchcock se hab�a convertido en referencia y gu�a de toda una nueva generaci�n de directores, entre los que destacar�a François Truffaut, de cuyas charlas con el maestro surgi� un largo libro en el que el cineasta hablaba extensamente de su vida, del cine y de su obra.

En 1971, con motivo del rodaje de Frenes� (Frenzy, 1972), permaneci� en Europa una temporada, durante la cual se le sumaron las dificultades: su salud empez� a empeorar y Alma sufri� un ataque de apoplej�a que le afect� el habla. La posibilidad de perder a su esposa aument� la predisposici�n de Hitchcock hacia el alcohol. Cuando en 1975 su esposa experiment� una mejor�a, recuper� parte de su antiguo vigor y rod� La trama (Family Plot, 1976), su �ltima pel�cula.


La trama (1976)

Pero, a sus setenta y seis a�os, Hitchcock padec�a de artritis y su coraz�n estaba delicado. En 1976 el director sufri� un colapso, y Alma un nuevo ataque de apoplej�a. Durante los a�os siguientes sus colaboradores trataban de mantenerle el �nimo alto y le visitaban con frecuencia, intentando alejarlo de los rumores period�sticos sobre su alcoholismo y su envejecimiento progresivo. Llov�an los homenajes: en 1978 recibi� el premio a la labor de una vida del American Film Institute; en 1979 fue galardonado como el Hombre del A�o por la C�mara de Comercio brit�nico-americana; el mismo a�o fue nombrado por real decreto caballero comendador del Imperio brit�nico.

Pocos meses despu�s, la ma�ana del 29 de abril de 1980, mor�a el maestro y el genio del cine de terror, de suspense y de misterio, un hombre que cre� un estilo y un mundo propios como pocos directores lo lograron a lo largo de la historia del cine. Se hallaba preparando ansiosamente, con su rigor y meticulosidad habituales, un nuevo gui�n de hierro para su pel�cula n�mero cincuenta y cuatro, adaptaci�n de la novela de Ronald Kirkbride titulada The short night. Pero Hitchcock, que hab�a dicho "mi amor por el cine es m�s fuerte que cualquier moral", ya no pod�a hacer cine.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].