(PDF) Historia del ALFABETO y DE LAS LETRAS DEL ABECEDARIO ROMANO. Octubre 2012 | Juan-José Marcos García - Academia.edu
• Tapa blanda: 230 páginas • Editor: Editorial Dykinson, S.L.; Edición: 1ª Madrid, (2012). • Idioma: Español • ISBN-10: 8490310742 • ISBN-13: 978-8490310748 • PRECIO: 20 € • Info en WEB de la EDITORIAL: https://www.dykinson.com/libros/historia-del-alfabeto-y-de-las-letrasdel-abecedario-romano/9788490310748/ • Info en AMAZON: https://www.amazon.es/Historia-alfabeto-letras-abecedarioromano/dp/8490310742 • Info en CASA DEL LIBRO: http://www.casadellibro.com/libro-historia-del-alfabeto-y-de-las-letras-del-abecedarioromano/9788490310748/2046132?utm_source=google&utm_medium=GoogleBooks&utm_ca mpaign=2922&utm_content=GoogleProducts2 • AUTOR: JUAN-JOSÉ MARCOS GARCÍA Profesor de Latín y Griego. Plasencia. (Cáceres). España. juanjmarcos@yahoo.es Diseñador de fuentes para idiomas clásicos y lingüística: Fuente ALPHABETUM Unicode http://guindo.pntic.mec.es/jmag0042/alphabet.html Fuentes PALEOGRÁFICAS http://guindo.pntic.mec.es/jmag0042/palefuen.html - 2 - In memoriam matris carissimæ: Isabel García Hernández (1931-2009) Te digo al llegar, madre, que tú eres como el mar; que aunque las olas de tus años se cambien y te muden, siempre es igual tu sitio al paso de mi alma. (Juan R. Jiménez) ---------------------------------------------------------------------------------------------- TABULA GRATULATORIA Este libro no estaría en sus manos sin la colaboración y apoyo de diversas personas e instituciones. En primer lugar, quisiera expresar mi gratitud a D. Alfonso Silván, quien, desde un principio, apoyó y recomendó la edición de esta obra. Mi más sincero agradecimiento a la editorial Dykinson y, en especial, a su director, D. Rafael Tigeras, quien dio luz verde a su publicación. Agradecido estoy también a D. Manuel Seco de Herrera por su apoyo incondicional en todos mis proyectos y por la paciente revisión del texto con acertadas correcciones y sugerencias. Igualmente debo agradecer al Ministerio de Cultura la subvención concedida a esta obra y que ha contribuido a que pudiera ver la luz. Por último, no puedo olvidarme de mi esposa, Elena Rodríguez, y de mis hijos, Héctor y Elisa, por su comprensión y paciencia con todos mis desvaríos a lo largo de los años. Juan-José Marcos García. juanjmarcos@yahoo.es Plasencia. Octubre 2011. ---------------------------------------------------------------------------------------------- RESUMEN DEL CONTENIDO Pocas relaciones hay tan duraderas para el hombre como la que éste tiene con las letras. Desde nuestra niñez hasta el final de nuestras vidas, el alfabeto está delante de nuestros ojos, mostrándose desde la página de un libro, un periódico o la pantalla de un televisor, ordenador o teléfono móvil. Merece la pena pues prestarle algo de atención. Este libro relata el proceso que llevó a la invención del alfabeto y hace un repaso a los principales sistemas de escritura utilizados a través de los tiempos (cuneiforme, jeroglífico, fenicio, griego, etrusco y romano). Por último, se analiza cada letra del abecedario, explicando su evolución histórica desde sus ancestros egipcios, fenicios, griegos y romanos hasta nuestros días, así como el porqué de su apariencia gráfica actual y su uso en español. Sin duda, la lectura de este libro, lleno de curiosidades y anécdotas, le hará ver a partir de ahora las letras del alfabeto con otros ojos. Juan-José Marcos García es profesor de Latín y Griego en Plasencia, Cáceres. Además, es diseñador de fuentes informáticas para lingüística y lenguas antiguas. - 3 - ÍNDICE PRIMERA PARTE Historia del alfabeto Página Advertencia previa 6 Prefacio 6 La invención de la escritura 7 Fases de la escritura 7 Primeros sistemas de escritura 8 Escritura cuneiforme 10 Escritura jeroglífica, hierática, demótica y copta 12 Concepto de alfabeto 25 Origen del alfabeto. La escritura protosinaítica 26 El alfabeto fenicio 30 Escrituras prealfabéticas griegas 34 El alfabeto griego 40 El alfabeto etrusco 48 El alfabeto romano 53 - 4 - SEGUNDA PARTE Historia de las letras del abecedario romano Página Preámbulo 69 A 70 B 72 C 74 D 77 E 79 F 81 G 83 H 86 I 88 J 90 K 92 L 94 M 96 N 99 Ñ 101 O 103 P 105 Q 107 R 109 S 112 T 115 U 117 V 119 W 121 X 123 Y 126 Z 128 Bibliografía 131 - 5 - PRIMERA PARTE HISTORIA DEL ALFABETO - 6 - ADVERTENCIA PREVIA Verba volant, scripta manent: "Las palabras se las lleva el viento, pero los escritos permanecen". Αsí de contundente es el proverbio latino dando testimonio de la importancia de la escritura. Ahora bien, para no confundir al lector, quiero dejar bien claro desde el principio que no es la intención de esta obra exponer en detalle el proceso que llevó a la invención de la escritura, ni la evolución de ésta a través de los tiempos. Tampoco lo es analizar en profundidad las distintas formas de realización práctica de la misma (pictogramas, ideogramas, silabario, alfabeto, etc.) y sus diversos tipos y variantes, aunque haga mención de ello. Estos asuntos son de suficiente entidad y amplitud como para dedicarles artículos independientes, cuya realización tal vez en un futuro más o menos cercano emprenderé. La presente obra tiene como objetivo concreto describir cómo surgió el alfabeto, sus sucesivas adaptaciones a diversas lenguas y, sobre todo, analizar la forma gráfica que tienen las letras del abecedario romano, tratando de explicar los motivos de su apariencia y origen, trazando para ello una breve historia de cada letra desde su nacimiento hasta la actualidad y analizando su evolución física a través de los tiempos. PREFACIO Para nosotros nada parece más natural o más fácil que expresar por escrito las palabras habladas y los sonidos de nuestro lenguaje a través de las letras del alfabeto. Sin embargo, el descubrimiento de la escritura y la invención del alfabeto pueden considerarse como uno de los logros más difíciles e importantes surgidos del intelecto humano. Pueden, sin duda, equipararse a otras grandes conquistas de los primeros tiempos de la humanidad, como el dominio del fuego, la invención de la rueda o incluso con aplicaciones maravillosas de épocas modernas, como el vapor o la electricidad. Sin duda el hecho de estar acostumbrados, como estamos, desde hace siglos al uso de la escritura hace que perdamos la perspectiva histórica de su importancia y lo veamos como algo habitual y casi consubstancial al ser humano. Pero no hay que olvidar que la transición del barbarismo a la civilización puede ser atribuida a la invención de la escritura; ésta marca el cambio de una era: de la Prehistoria a la Historia. En efecto, la escritura contribuyó de manera decisiva al progreso de la civilización. Hasta que los hombres pudieron dejar tras de sí una grabación del conocimiento adquirido, la suma de sus adquisiciones debe haber permanecido casi estancado durante milenios. Sin embargo, gracias a la escritura, les fue posible a sucesivas generaciones sacar provecho del trabajo de las predecesoras y comenzar su progreso a partir del punto más avanzado que aquéllas habían alcanzado. Para nosotros, la escritura es el cimiento sobre el que se apoya toda nuestra educación posterior. Es cierto que incluso en una época en que la escritura no existía era posible que la civilización avanzara en ciertas direcciones definidas. Así, por ejemplo, la metalurgia, la cerámica y las artes textiles pueden florecer, e incluso ciertas formas de poesía (lírica, épica y dramática) son factibles. Ahora bien, la ley sería fundamentalmente costumbre; la ciencia, poco más que una vaga tradición; la historia, incierta leyenda, mientras que la religión consistiría fundamentalmente en adoraciones rítmicas y fórmulas de encantamiento mágico. Tan importante y maravilloso fue el paso adelante que representó la escritura que, los hombres que vivieron cerca del tiempo de sus primeras épocas, invariablemente atribuyeron su invención a un origen divino, que posteriormente les fue revelado como un regalo o favor. - 7 - LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA El ser humano se ha comunicado verbalmente desde hace miles de años utilizando para ello multitud de idiomas, siendo la transmisión oral una pieza clave que hizo posible su avance como especie. Pero el habla tiene desventajas: es volátil y su uso se ve limitado a la comunicación interpersonal. Si se quiere que las palabras perduren y puedan alcanzar a un mayor número de personas tienen que ser representadas en un medio físico más duradero. Ahora bien, llevar a cabo esto no es una tarea fácil. Hay que tener en cuenta que la escritura es un código de comunicación secundario con respecto a la lengua que trata de representar y, por lo tanto, su formación y desarrollo no pueden ser independientes de ésta; es por ello que han surgido a lo largo del tiempo distintos tipos de escritura, a veces tan diferentes entre sí como las lenguas que representan. La escritura apareció de forma independiente (aunque hay quien defiende que se originó en un solo lugar y que se difundió a otros) y casi simultánea en Mesopotamia, Egipto, China, Mesoamérica y el valle del Indo (actuales India y Pakistán). Estos cinco focos fueron el punto de partida de múltiples lenguas y formatos de escritura, algunos de ellos de hasta 5.300 años de antigüedad, que se transformaron o se extinguieron con el paso del tiempo. Desde el nacimiento de la escritura hasta la formación de los alfabetos hay un lento proceso de evolución encaminado a conseguir una mayor adecuación entre la comunicación oral humana y los diferentes sistemas de escritura que surgieron y fueron elegidos para representarla. Con todo, hay un elemento común a todos los sistemas de escritura: su nacimiento sucede en el seno de un pueblo o cultura que tiene la necesidad de grabar en soporte duradero la conversación de un mensaje o información. Esto requiere, sobre todo, dos factores: a)- Que dicho pueblo haya logrado un nivel de civilización suficientemente elevado que permitiera el proceso de abstracción necesario para pasar el código primario de la lengua al secundario de la escritura. Este proceso se da normalmente cuando existe una monarquía o clase dirigente que desea dejar constancia de asuntos legales, administrativos y honoríficos. b)- Que dicho pueblo tenga un número de integrantes tal que los mensajes orales no puedan llegar a todos ellos. Pese a esto, como ya se ha mencionado antes, la escritura es secundaria y, de hecho, ha habido grandes civilizaciones e imperios que no han tenido tradición escrita, como es el caso de la civilización inca. Los procedimientos fundamentales establecidos para llevar a cabo una comunicación escrita han seguido, a grandes rasgos, una serie de pasos, si bien algunas civilizaciones, –como la china, por ejemplo–, no han llegado a la última fase, quedándose en estadios intermedios. Los pasos o fases por los que ha pasado la escritura son: pictogramas, ideogramas, logogramas, signos silábicos y alfabetos. En el siguiente capítulo los analizaremos brevemente. FASES DE LA ESCRITURA Los numerosos dibujos que los hombres prehistóricos dejaron en las cavernas indican que, desde los tiempos más remotos, los seres humanos sintieron la necesidad de expresarse por escrito para transmitir información por un medio que fuera más duradero que la forma verbal. En los comienzos usaban como medio gráfico la fauna y la flora que los rodeaba, haciendo toscos dibujos pintados o coloreados. El hombre del Neolítico usó esos dibujos para representar ciertas cosas; son los denominados "pictogramas". En un segundo paso utilizó dibujos simbólicos para representar también conceptos o ideas abstractas, dando lugar así a los llamados "ideogramas". - 8 - En una tercera fase los signos dejaron de ser representación del objeto dibujado o de una idea asociada a él para expresar el sonido correspondiente al nombre de ese objeto; es lo que se conoce como "fonogramas". Se pasa así, por tanto, de escrituras pictográficas o ideográficas (que representan objetos e ideas) a una escritura fonética (el dibujo simboliza cómo esa palabra se pronunciaba en la lengua). Pongamos un ejemplo para aclarar los conceptos anteriormente expuestos tomando para ello el dibujo del sol. En un primer momento, ese dibujo representaba el sol (pictograma); posteriormente, hacía referencia al día (ideograma), para, finalmente, referirse a la sílaba "sol" (fonograma). Por lo tanto, si quisiéramos escribir las palabras soldado, soltero o solitaria, utilizaríamos en primer término el signo del sol, en cuyo caso ya no tendría un valor como dibujo pictográfico ni ideográfico, sino como expresión de un sonido. Este cambio de uso tuvo unas consecuencias extraordinarias y fue uno de los grandes logros de la historia de la escritura, porque a partir de ese momento las escrituras tendieron a ser lo que son la mayoría de las actuales: una representación de los sonidos que emitimos al hablar. El empleo de signos fonéticos supone de hecho la verdadera escritura, pues antes sólo se podían representar cosas o ideas, mientras que ahora, con la combinación de signos fonéticos, podían escribirse palabras. Tras la desvinculación de los signos de sus símbolos directos, quedaba un gran progreso a realizar, consistente en reducir el número de signos a los estrictamente necesarios para representar los sonidos emitidos por el ser humano. Pese a lo dicho anteriormente, hay que hacer la matización de que la transición hacia una escritura fonética no fue abrupta, pues tuvo etapas intermedias en las que los diferentes sistemas de escritura utilizaron a la vez ideogramas y fonogramas. Un ejemplo de escritura combinada se encuentra en la llamada "paleta de Narmer", datada hacia el 3.100 a.C., que narra la unificación del Alto y el Bajo Egipto. Sobre esta paleta daremos más detalles en el apartado dedicado a la escritura egipcia jeroglífica. PRIMEROS SISTEMAS DE ESCRITURA Dejando aparte la cuestión de si ha habido uno o varios orígenes distintos para la escritura, lo que está claro es que los sistemas de escritura tienden a ser conservadores. No hay que olvidar que la transmisión de mensajes escritos era considerada un hecho divino y, por lo tanto, entraba dentro del ámbito religioso, fuertemente conservador. Sólo los poderosos podían comunicarse con los dioses, lo que reforzaba su superioridad sobre la mayoría inculta del pueblo. Los primeros sistemas de escritura eran muy complejos, siendo patrimonio de muy pocos, por lo que los escribas empezaron a constituir un grupo social destacado dentro de las diferentes civilizaciones, como sucedió en el Egipto faraónico. Teniendo en cuenta este conservadurismo, todo cambio o modificación es difícil y lento. Incluso cuando un pueblo adopta el sistema de escritura de otro, los cambios que realiza en el mismo son los mínimos necesarios para adaptarlo a su lengua, manteniendo en no pocos casos signos innecesarios; un ejemplo de ello es el alfabeto etrusco, que conservó cuatro grafías heredadas del griego para consonantes sonoras cuando resulta que no disponía de esos sonidos en su lengua. Es frecuente también que un mismo sistema de escritura sea utilizado por lenguas diferentes –como es el caso de la mayoría de los idiomas de Europa que usan el alfabeto latino– o que una lengua pase de un sistema a otro, bien por facilidad de uso o bien por razones de prestigio. Es el caso del turco, que, a principios del siglo XX, pasó de ser escrito con el alfabeto árabe a ser representado mediante el alfabeto latino. Incluso puede mantenerse a la vez más de un sistema para representar la misma lengua, como ocurre con el serbio o el búlgaro, que se escriben en la actualidad con el alfabeto latino o el cirílico indistintamente. - 9 - Los primeros sistemas de escritura surgen en la Edad del Bronce a finales del IV milenio a.C. a partir de la "protoescritura" del Neolítico. No se trata, pues, de una invención espontánea, sino que se basaban en antiguas tradiciones de sistemas simbólicos que, aunque no eran verdaderas escrituras, sí podían transmitir información. Entre estas protoescrituras destacan la escritura vinča (o vincha, hallada en varios países del sureste de Europa –Serbia, Bulgaria y Rumanía–, que aparece sobre cerámica, anillos y otros objetos), la escritura jiahu (norte de China, en la provincia de Henan, realizada sobre caparazones de tortuga) y la escritura del valle del Indo (o de la civilización Harappa, en las actuales India y Pakistán). Los símbolos utilizados para transmitir su mensaje eran ideogramas, pero poco se sabe sobre su significado. Escritura vinca. Dibujo realizado por Marija Gimbutas en su libro "The Civilization of the Goddess". Escritura jiahu. Símbolo sobre caparazón de tortuga que parece representar un ojo. Escritura del valle del Indo. Sellos de piedra con varios símbolos. Las escrituras del antiguo Oriente Medio (sumeria y egipcia), y también la cretense, nacen, por supuesto, de aquellos sistemas, aunque se desconocen la manera y el momento preciso. - 10 - Escritura cuneiforme El foco geográfico que registra las más antiguas formas de escritura es el de Mesopotamia (actual Irak) y, de todas ellas, la primera en aparecer fue la escritura cuneiforme sumeria, a finales del IV milenio a.C. Mapa que muestra (en marrón) la zona de extensión de la escritura cuneiforme. La escritura cuneiforme nació probablemente de la necesidad de representar operaciones numéricas como una primitiva forma de contabilidad para la práctica económica y comercial. Hay autores que consideran que la escritura sumeria es fruto de la evolución de las señales realizadas sobre las denominadas cuentas simples y complejas halladas en Mesopotamia. Estas cuentas eran una especie de pequeñas fichas de arcilla, que se guardaban en unos envases, grabadas con unas marcas para anotar las cantidades de productos (las simples) o con pictogramas para anotar los tipos de mercancías (las complejas). El sistema de escritura mesopotámica original (hacia el 3500 a.C.) procede de este método de registrar operaciones. Sobre el 2800-2500 a.C., el uso de un estilete en forma triangular, que se presionaba sobre la arcilla blanda y que reemplazó al antiguo estilete afilado, dio lugar a la típica apariencia de esta escritura conocida como cuneiforme (es decir, en forma de cuña). A mitad del III milenio a.C. los sumerios desarrollaron un anexo silábico para su escritura que reflejaba la fonología del idioma sumerio. Surgió, así pues, una escritura logosilábica que obedece ya a un propósito general y no meramente contable. - 11 - La escritura cuneiforme utilizada por los sumerios se expandió rápidamente, siendo adoptada para representar lenguas del grupo acadio (acadio, asirio, babilonio, elamita y eblaíta) y posteriormente hitita, ugarítico y antiguo persa; los hablantes de este último idioma combinaron el uso de la escritura cuneiforme con algún pictograma propio de tipo jeroglífico. Muestra de escritura cuneiforme. El sistema cuneiforme seguirá en uso hasta el siglo II a.C. Ahora bien, desde las primeras tablillas de arcilla hasta los últimos ejemplos encontrados, se observa una evolución de carácter utilitario que tiende a la simplificación de formas gráficas al mismo tiempo que amplía las posibilidades de representación del vocabulario. Así, el sistema cuneiforme de Ugarit de hacia el 1400 a.C., con tan sólo 30 caracteres, es considerado como uno de los primeros alfabetos, pues cada signo representaba un único sonido. Por otra parte, fue también el primero en establecer un cierto orden normativo de las letras, como lo testimonia una tablilla que muestra los signos del cuneiforme ugarítico en una secuencia determinada, aunque con dos órdenes distintos: uno, ABGD, similar al del hebreo, griego y latín; y otro, HLĤM, testimoniado en el sur de Arabia y alfabeto ge'ez (Etiopía). Tablilla ugarítica con escritura cuneiforme. Signario completo del cuneiforme ugarítico. - 12 - Escritura jeroglífica, hierática y demótica Casi contemporáneamente a la escritura cuneiforme surge la escritura egipcia, que bien pudiera ser un ejemplo de difusionismo transcultural debido a las transacciones comerciales de Egipto con Mesopotamia. Ahora bien, los egipcios no tomaron prestados los símbolos escritos mesopotámicos, sino que emplearon su propia iconografía artística. Tres fueron los sistemas de escritura propios de Egipto: jeroglífico, hierático y demótico, a los que se puede añadir un cuarto sistema: el copto, ya en la época imperial romana y que no es descendiente directo de ninguno de los tres sistemas anteriores, sino fundamentalmente una adaptación del alfabeto griego con algunas incorporaciones adicionales tomadas del propio demótico. Mapa del antiguo Egipto con indicación de los principales centros de interés arqueológico. - 13 - 1.- ESCRITURA JEROGLÍFICA La escritura jeroglífica es la más antigua de todas las empleadas en Egipto y la que durante más tiempo fue utilizada. Su periodo de vigencia fue aproximadamente del 3100 a.C. al 400 d.C. El nombre de “jeroglífica” con que se conoce a esta escritura procede del griego, que la denominaba τά ἱερογλυφικά (tá hieroglyphiká), "las (letras) sagradas grabadas", haciendo clara referencia a su uso más frecuente (en textos religiosos) y a su soporte fundamental (grabada en piedra). La denominación de “sagrada” tiene su sentido si se tiene en cuenta que la escritura jeroglífica no era algo común, sino que estaba asociada con asuntos religiosos. El origen de la escritura jeroglífica es desconocido. Los egipcios la creían una invención del dios Thoth, considerado como "el señor de la escritura". Además, los egipcios conferían a los jeroglíficos poderes sobrenaturales; así, tenían la creencia en la eficacia mágica de las "palabras sagradas" que podían poseer un considerable potencial dañino, sobre todo si estaban grabadas en las paredes de cámaras funerarias o en los laterales de los sarcófagos. En estos casos eran pues utilizadas como maldiciones dirigidas a aquellos que osasen profanar las tumbas. Por otra parte, existía también la creencia de que los jeroglíficos tenían la capacidad de dar vida y, en cierto modo, otorgar la inmortalidad a las personas cuyo nombre aparecía grabado en ellos. Por ello, un medio de castigar a una persona era borrar de las inscripciones el cartucho que contenía su nombre; con ello se le negaba su identidad, reduciéndola a la inexistencia y, por lo tanto, ya no tenía medio para asegurar su existencia de ultratumba. Los signos del sistema jeroglífico son pictóricos o icónicos por naturaleza. La mayoría son dibujos reconocibles de objetos o animales, casi siempre ejecutados con gran precisión y exactitud, especialmente minuciosa cuando aparecen en inscripciones sobre paredes de monumentos o tumbas. El número de signos empleados en la escritura jeroglífica supera el de 6.000; no obstante, esta cifra no debe llevarnos a engaño, ya que muchos de ellos sólo aparecen en época grecorromana cuando el número de signos creció de forma desmesurada, seguramente debido a motivos esotéricos y de oscurantismo. En épocas anteriores el repertorio total de signos se situaba en torno a los 1.000. Inscripción jeroglífica sobre piedra. El sentido de la escritura de los jeroglíficos es muy variable; puede encontrarse una disposición horizontal con dirección de derecha a izquierda, de izquierda a derecha o incluso en bustrófedon (es decir, al estilo en que araban los bueyes, alternando una línea en cada sentido); también puede hallarse una disposición vertical de arriba a abajo empezando por la derecha o por la izquierda. Por otra parte los jeroglíficos no se escribían en una secuencia lineal, de forma seguida, como sucede con las letras de los alfabetos actuales, sino que se solían agrupar en rectángulos o marcos imaginarios que aseguraban una disposición armoniosa y estética del conjunto, evitando en todo momento dejar antiestéticos huecos vacíos (horror vacui). - 14 - La consecución de esta armonía tenía repercusiones en el tamaño y proporción de los signos, que se adecuaban para aprovechar el espacio disponible. Incluso el orden de los signos era alterado en ocasiones. Así, por ejemplo, palabras relevantes como "rey", "dios" o nombres de ciertos dioses solían aparecer antes que otras palabras que en el habla antecederían a éstas. La causa de esta alteración es porque se estimaba que debían ir en un lugar destacado y anteceder a otras de rango inferior. La escritura jeroglífica era una mezcla de elementos alfabéticos y logográficos, aunque los primeros no formaban un auténtico alfabeto, ya que algunos signos representaban una consonante, otros dos y otros tres, sin que las vocales fueran indicadas. A estos signos se añadían ideogramas sin función fonética que representaban objetos y signos determinativos que desempeñaban la función de marcadores que indicaban funciones sintácticas. En consecuencia, si bien el sistema jeroglífico permitía su utilización como un alfabeto, fue siempre usado con un fuerte componente logográfico. Símbolos jeroglíficos con valor alfabético. Originalmente, el sistema jeroglífico fue empleado para escribir diferentes clases de textos, pero, poco a poco, debido a la aparición de la escritura hierática, quedó reducido a la reproducción de textos religiosos en contextos monumentales, en especial los grabados en piedra. La escritura jeroglífica fue usada en Egipto durante más de 3.000 años, pero los conquistadores que sucesivamente dominaron esas regiones orientales trajeron otros sistemas de escritura e hicieron caer en desuso y en el olvido los viejos signos jeroglíficos. Símbolos jeroglíficos sobre piedra y sobre papiro respectivamente. - 15 - Durante siglos, los jeroglíficos egipcios fueron admirados por su belleza, pero eran un misterio sin descifrar. Se tenía la certeza de que representaban un tipo de escritura, pero se ignoraba lo que querían decir. Esta situación se mantuvo hasta principios del siglo XIX, en que los jeroglíficos fueron descifrados por el francés Jean Champollion. Champollion encontró la clave de los jeroglíficos estudiando las inscripciones contenidas en un bloque de piedra de granito negro, hallado en la localidad egipcia de Rosetta en 1799 durante las expediciones militares de Napoleón Bonaparte en Egipto, que data de la época en que los griegos dominaron el antiguo Egipto, es decir, 2.000 años antes. Contiene una inscripción redactada en tres escrituras: jeroglífica, demótica o popular y griega, aunque las primeras líneas de la parte jeroglífica se han perdido. Las tres inscripciones corresponden así a dos lenguas: la egipcia, desconocida, y la griega, conocida. Era común durante la dominación griega que los decretos reales se escribieran simultáneamente en lengua egipcia, con signos egipcios jeroglíficos o demóticos, y en lengua griega, con signos griegos. Piedra de Rosetta. Parte superior escrita en jeroglífico. Parte central escrita en demótico. Parte inferior escrita en griego. Champollion partió del texto griego, que era una lengua conocida, y por él supo que la piedra había sido grabada con motivo de la coronación de Ptolomeo V en el año 197 a.C. En el texto griego aparecían los nombres de Ptolomeo y Cleopatra I, así que Champollion lo primero que hizo fue tratar de localizarlos en el texto jeroglífico y los halló encerrados en unos cartuchos. Se dio cuenta de que los signos representaban sonidos, es decir, que eran fonogramas y no ideogramas. Éste fue el primer paso dado en el desciframiento. Cartuchos con los nombres de Ptolomeo y Cleopatra. Tras años de investigaciones y análisis de otras muchas inscripciones se logró desentrañar el misterio de la escritura jeroglífica. - 16 - Dibujo que representa el texto jeroglífico de la piedra de Rosetta. Detalle de la piedra de Rosetta en que se aprecia el final del texto demótico y el comienzo del texto griego. - 17 - Las más antiguas inscripciones jeroglíficas que se conservan fueron halladas en el Alto Egipto, cerca de Tebas, y se encuentran en unas paletas de pizarra para cosméticos, una de las cuales es la famosa “Paleta de Narmer”, fechada en torno al año 3100 a.C. Su tamaño excesivamente grande hace dudar, no obstante, que se utilizara como paleta para cosméticos. En el anverso la escena central muestra a un rey egipcio forzando a ponerse de rodillas a un enemigo. En la parte superior derecha se muestra un halcón, que probablemente simboliza al dios Horus, arrastrando a un hombre con una cuerda desde la región del Delta del Nilo, simbolizada por seis papiros. En el reverso, se ve al rey egipcio en una procesión ritual. Su nombre aparece escrito dos veces. Anverso y reverso de la paleta de Narmer. La escritura jeroglífica posee también una variante cursiva más informal que la que aparece en las inscripciones. Esta variante cursiva es típica de los textos de los sarcófagos o de textos sobre papiro, como es el caso de los famosos “Libros de los muertos”. Fragmento de un "Libro de los muertos" con escritura jeroglífica cursiva. - 18 - Papiro escrito en signos jeroglíficos con ligera cursividad. La imagen pertenece a un fragmento del denominado "Papiro de Ani" perteneciente a la XIX dinastía (±1250 a.C.) conservado en el British Museum. Papiro escrito en signos jeroglíficos con marcada cursividad. Obsérvese el elevado grado de esquematismo de los dibujos. - 19 - La escritura jeroglífica egipcia es única en su apariencia, pero otros pueblos también utilizaron escritura del tipo jeroglífico, como los luwitas e hititas en la península de Anatolia o los helenos en Chipre y Creta (escritura minoica). La iconografía varía notablemente de unos sistemas a otros. Inscripción en jeroglífico luwita. Circa 1000-900 a.C. Inscripción en jeroglífico hitita. Circa 900-800 a.C. 2.- ESCRITURA HIERÁTICA Las inscripciones en las paredes de los monumentos y las tumbas eran, por lo general, grabadas o pintadas; los egipcios se preocupaban en tales casos de que los signos fuesen ejecutados con mucha precisión y exactitud. En cambio, cuando se escribía sobre papiro no se respetaba esa minuciosidad en el dibujo y así se fue desarrollando un tipo de escritura popular más simple, diferente de la otra, como distintas son entre nosotros la escritura a máquina y a mano. Es, sin embargo, un error considerar la escritura hierática una simple derivación de la escritura jeroglífica. Las dos escrituras son desarrollos paralelos más que una evolución lineal única; de hecho, ambas surgieron prácticamente a la vez, siendo la hierática apenas posterior unos años a la jeroglífica. La palabra “hierática” proviene del griego γράμματα ἱερατικά (grámmata hieratiká), literalmente «escritura de sacerdotes», debido a su frecuente uso en documentos religiosos. Fue San Clemente de Alejandría, en el siglo II d.C., el primero en darle esa denominación. La escritura hierática fue usada junto con la jeroglífica durante el periodo faraónico y también en el periodo grecorromano al menos hasta el siglo III d.C., aunque desde alrededor del siglo VII a.C. la escritura demótica le fue comiendo terreno hasta dejarla prácticamente relegada a un uso religioso. En cambio, durante la mayor parte de la historia de Egipto fue utilizada como escritura de la administración y de los negocios, si bien se utilizó asimismo para escribir textos literarios, científicos y religiosos. Fue, por lo tanto, la escritura cotidiana durante dos milenios y medio. Aunque la escritura hierática se encuentra sobre todo tipo de soportes, su mayor frecuencia se da en papiro o sobre trozos de cerámica o piedra conocidos como "óstraca". También existen ejemplos grabados sobre monumentos pero son bastante raros y de fecha tardía. Para el conocimiento de la historia de Egipto, la escritura hierática es más importante que la jeroglífica. - 20 - Fragmento de papiro en escritura hierática. La escritura hierática siempre se trazó de derecha a izquierda. En un principio podía disponerse en columnas o en líneas horizontales, convirtiéndose esta última disposición en el estándar a partir de la XII dinastía. El carácter cursivo de esta escritura hizo que el uso de ligaduras fuera frecuente. Casi todos los signos utilizados en hierático tienen su homólogo en jeroglífico, pero algunos son exclusivos de él. La tinta empleada para representar los signos hieráticos era negra, pero en ocasiones se utilizaba tinta roja para indicar el comienzo de un texto, remarcar algo o señalar un número. Hay muchas variedades de ejecución de la escritura hierática: simplificando, se puede establecer una división fundamental entre lo que podríamos denominar "cursiva de negocios", utilizada en documentos comerciales y cotidianos, y otra "cursiva de libros", más elegante y usada en los textos literarios y contextos más formales. La primera derivaría con el tiempo en la escritura demótica. Papiro fechado en torno al 400 a.C. escrito con signos hieráticos. La escritura hierática tuvo influencia en otras escrituras, aparte de la ya citada demótica, que es su descendiente directa. Entre ellas, se encuentran la meroítica, la antigua escritura nubia y algunas letras coptas. - 21 - 3.- ESCRITURA DEMÓTICA La escritura demótica estuvo en uso aproximadamente desde el siglo VII a. C. hasta el siglo V d.C., sobreviviendo por lo tanto un siglo más que la jeroglífica y la hierática, y se puede considerar como un sistema de uso general en Egipto; de hecho, el nombre “demótico” proviene del griego demotikós, «(escritura) popular». El historiador Herodoto fue el primero en utilizar este término para diferenciar esta escritura de la hierática y de la jeroglífica. Al igual que el hierático, el demótico fue utilizado sobre todo en papiros y "óstraca" en disposición horizontal con dirección de lectura de derecha a izquierda. La escritura demótica es fuertemente cursiva, con multitud de abreviaturas y ligaduras. Está casi totalmente desprovista de carácter icónico, por lo que con dificultad se reconoce su ascendencia hierática. El demótico se utilizó en textos legales, administrativos y comerciales, aunque a partir del periodo ptolemaico elevó su status, siendo utilizado para textos literarios y religiosos, y adquiriendo incluso ciertas pretensiones caligráficas. Esto coincide con un cambio en la manera de escribir, consistente en la sustitución del tradicional pincel por la pluma de caña introducida por los griegos. El demótico también fue empleado en estelas funerarias y conmemorativas, siendo la muestra más conocida la famosa piedra de Rosetta, ya mencionada con anterioridad, que contiene el mismo texto reproducido con tres escrituras diferentes: la jeroglífica en la parte superior, la demótica en la parte central (la mejor conservada) y la griega en la parte inferior. La última inscripción demótica está fechada en el año 452 d.C. y es un graffiti efectuado sobre los muros del templo de Isis en Filas. Escritura demótica en un "óstracon". Circa 330 a.C. Escritura demótica sobre papiro. Texto de un contrato. Circa 18 d.C. - 22 - 4.- ESCRITURA COPTA Si le dedico unas líneas a la escritura copta es para completar el panorama general de la escritura egipcia, pues por cronología y tipología no es éste el lugar adecuado. Conforme los antiguos sistemas de escritura egipcios iban decayendo durante la época de dominación romana sobre Egipto, surgió un nuevo tipo de escritura para representar la lengua egipcia: se trata de la escritura copta o copto. El nombre "copto" deriva en último término de la palabra griega aigyptios a través de una evolución que pasa por un triple proceso: supresión del diptongo inicial (gyptios), adaptación a la fonética árabe (gubti) y posterior latinización (coptus), término que servía para denominar a los nativos del país. Copto era, por tanto, sinónimo de egipcio y el término fue usado por los árabes tras la conquista de Egipto en el siglo VII d.C. La escritura copta es de tipo alfabético (se representan tanto las consonantes como las vocales) y toma como base el alfabeto griego en su forma uncial, al que añade seis signos tomados del demótico. La orientación de la escritura va de izquierda a derecha como su modelo griego. - 23 - Generalmente se acepta que el desarrollo y difusión del copto está vinculado con la expansión del cristianismo en Egipto y la necesidad de dar a conocer la Biblia entre la población en un formato más accesible que las antiguas escrituras egipcias. Además, se consideró que no eran adecuadas por su vinculación y asociación con la antigua religión egipcia. No obstante, parece ser que la adopción del alfabeto griego fue debida al deseo de poder representar de la forma más fielmente posible fórmulas mágicas a fin de que surtieran efecto al ser pronunciadas. Esto queda corroborado por el hecho de que el texto copto más antiguo que se conserva, fechado a fines del siglo I d.C., contiene textos mágicos. Texto escrito en copto que contiene los "Hechos de los apóstoles". Se trata de uno de los libros más pequeños de la antigüedad. Se data en torno al año 500 d.C. La literatura en copto es muy abundante. La mayor parte de ella consta de textos religiosos, sobre todo bíblicos. El escritor más destacado fue San Shenuda el Archimandrita, siguiéndole en importancia su discípulo San Besa. El material no religioso comprende documentos legales, administrativos y comerciales; también se conserva abundante correspondencia. El soporte de escritura es el papiro, "óstraca", tablillas de madera, pergamino y papel. La palabra "copto" hace referencia tanto al sistema de escritura como al idioma que representa: la lengua egipcia en su última fase (entre el 300-1400 d.C.). Como consecuencia de la conquista árabe de Egipto en el siglo VII d.C., el copto comenzó a ceder terreno. El árabe lo reemplazó como lengua habitual a partir del siglo XII d.C. hasta llegar prácticamente a la extinción en el siglo XIV d.C., si bien se conserva como lengua litúrgica de la Iglesia Monofisita Copta, que se separó de la Iglesia Bizantina en el siglo V d.C. Los dialectos más importantes del copto son el sahídico y el bohaírico, asociados al Alto y Bajo Egipto respectivamente. Otros dialectos fueron el fayúnico, lycopolitano, akhmímico y oxyrhínquito. - 24 - - 25 - CONCEPTO DE ALFABETO La palabra "alfabeto" es de origen griego y está formada a partir del nombre de las dos primeras letras de su abecedario: alfa y beta. El alfabeto es una serie de signos escritos y cada uno representa un sonido o más de uno que se combinan para formar todas las palabras posibles de una lengua dada. El alfabeto trata de representar cada sonido por medio de un solo signo, cosa que se consigue pocas veces, excepción hecha del coreano, que es el más perfecto. Hay que diferenciar el alfabeto del silabario. Ambas son escrituras fonéticas, pero difieren en que en el silabario cada signo representa una sílaba (secuencia de fonemas de entre dos y cuatro que se emiten sin pausa). Por ejemplo, el japonés posee dos silabarios completos (hiragana y katakana), inventados para completar los caracteres ideográficos de origen chino que poseen (kanji). Es evidente que los silabarios representan un aspecto menos económico que los alfabetos, ya que necesitan tantos signos como posibilidades de combinación vocal sola o consonante-vocal existan en función de cada lengua. Los alfabetos presentan el aspecto más económico de todos los sistemas de escritura ya que el inventario de signos suele ser igual o muy aproximado al número de fonemas que existen en las distintas lenguas, –normalmente entre 22 y 26– aunque hay excepciones, siendo los polos más opuestos el alfabeto jemer de Camboya, que posee 64 letras frente a las 12 que únicamente necesita el alfabeto rotokas, usado en la isla de Bougainville (archipiélago Salomón), perteneciente a Papúa-Nueva Guinea. La creación del alfabeto supuso una innovación de consecuencias formidables para el desarrollo de las escrituras y de la cultura misma, una auténtica revolución dentro de la propia revolución que había sido el nacimiento de la escritura. Es evidente que la simplicidad del nuevo sistema, que reduce los signos a menos de 30, permite un rápido aprendizaje y fácil uso, pues consiste, básicamente, en combinar los diferentes signos para reflejar los sonidos individualizados de la lengua que forman las palabras. Estos signos, que han simplificado su forma a base de una suprema estilización, permiten una combinación múltiple y una sencilla representación de las palabras. Como señalan algunos autores, el alfabeto es la "democratización" de la escritura, ya que este sistema podía extenderse a cualquier persona y convertir el acto de escribir en algo accesible a todos. Los primeros alfabetos atenderán exclusivamente a los sonidos consonánticos, si bien se darán algunos intentos de marcar de diferentes formas las vocales que pueden acompañarlos, como ocurre en arameo o hebreo: son las llamadas matres lectionis, que podríamos traducir como "ayudas de lectura", consistentes en determinados puntos o rayas que se colocan encima, debajo o al lado de las consonantes para indicar las vocales. Habrá que esperar al alfabeto griego para encontrar uno constituido tal como hoy lo entendemos. Los alfabetos admiten, pues, dos variantes: - Aquellos que no representan las vocales, como los semíticos y árabes. - Aquellos que marcan también las vocales, como el griego, latino, cirílico, armenio, etc. Nuestro alfabeto es el romano (con alguna adaptación), que, a su vez, fue tomado del griego (posiblemente a través de la mediación del etrusco) y éste del fenicio. Pero ¿de dónde obtuvieron los fenicios sus letras? ¿Las inventaron ellos? ¿En qué medida esas letras fueron influenciadas por los anteriores sistemas de escritura utilizados por sumerios, cretenses y egipcios? Estas cuestiones probablemente nunca obtendrán respuesta satisfactoria. Muchos argumentos y teorías se han formulado; no obstante, nosotros solamente podemos seguir la pista con certidumbre a un número de nuestras letras hasta el alfabeto fenicio de alrededor del año 1000 a.C.; ir más allá es, al menos a día de hoy, asunto de pura conjetura. La historia de la escritura probablemente nunca podrá ser contada en su integridad. Pese a ello, en el siguiente capítulo, trataré de esbozar las líneas principales de evolución que probablemente llevan a los alfabetos actuales. - 26 - Ahora bien, si el lector no queda convencido con esas explicaciones siempre podrá recurrir a imaginativas hipótesis, tal como hizo Ruyard Kipling en su maravilloso relato literario titulado "How the alphabet was made", en que de una forma fantásticamente sublime relata cómo en una pequeña aldea neolítica (Wagai) un padre (Tegumai) explica a su pequeña hija (Taffy) las formas de las letras, tomando para ello objetos y cosas de la naturaleza, para concluir diciendo: «And after thousands and thousands and thousands of years, and after Hieroglyphics and Demotics, and Nilotics, and Cryptics, and Cufics, and Runics, and Dorics, and Ionics, and all sorts of other ricks and tricks (because the Woons, and the Neguses, and the Akhoonds, and the Repositories of Tradition would never leave a good thing alone when they saw it), the fine old easy, understandable Alphabet –A, B, C, D, E, and the rest of 'em– got back into its proper shape again for all Best Beloveds to learn when they are old enough.» Recomiendo leer este breve relato por su alto componente imaginativo y amenidad, pues, aunque las cosas no hayan sucedido exactamente así, muy bien podrían haberlo sido. ORIGEN DEL ALFABETO. LA ESCRITURA PROTOSINAÍTICA Como hemos visto anteriormente, los dos grandes sistemas de escritura documentados a finales del IV milenio eran el cuneiforme, originario de Mesopotamia, y los jeroglíficos egipcios. Ambos desarrollaron algunas propiedades alfabéticas, pero fueron evoluciones circunscritas a determinadas líneas laterales de algunas lenguas a los que fueron adoptados y no se pueden considerar ancestros del alfabeto. Podría parecer que desde estos sistemas de escritura a nuestro alfabeto actual sólo hay un paso, pero no es así. El proceso es más complejo de lo que pudiera parecer. Los primeros pasos dados hacia la creación de una auténtica escritura alfabética comienzan también en Egipto y toman como base igualmente los jeroglíficos egipcios, pero los llevaron a cabo no egipcios, sino personas de origen semítico que trabajaban para los faraones en la península del Sinaí. En efecto, actualmente se admite que el primer alfabeto surgió hacia el año 2000 a.C. para representar el lenguaje de los trabajadores semitas en Egipto y se gestó a partir de los principios alfabéticos contenidos en los jeroglíficos egipcios, algunos de cuyos símbolos fueron adaptados para representar los sonidos de su propio lenguaje: el semítico. Fue un proceso largo de asimilación que desembocó en la escritura protosinaítica o protocananea (1500-1050 a.C.), cuyos símbolos sólo representaban las consonantes fonéticas y algún cierre glotal ante vocales, pero normalmente éstas había que restablecerlas para comprender el texto. Algunos estudiosos de la escritura creen ver en estos textos el "eslabón perdido", es decir, el nexo que uniría el alfabeto fenicio (alfabeto hasta el que podemos remontarnos sin grandes dificultades y considerado el padre de casi todos los alfabetos posteriores) con el sistema de escritura egipcio, dando así, por lo tanto, continuidad y linealidad al proceso de evolución de la escritura a lo largo de la historia; no obstante, no deja de ser una conjetura. Veamos más detalles sobre esta primitiva escritura semítica. En 1905, el arqueólogo W. Flinders Petrie encontró en la zona de una mina de turquesas denominada Serabit el-Khadim (en el sur de la península del Sinaí) una serie de inscripciones tanto en egipcio jeroglífico como en otra escritura que presentaba apariencia jeroglífica hierática pero cuyos signos pertenecían a un sistema pictórico desconocido y, además, la lengua que representaba no era la egipcia. Por otra parte el número de signos utilizados en las inscripciones estaba limitado a 27; esta escasez llevó a pensar que tenía que tratarse de un sistema alfabético y pensado para escribir una lengua semita, ya que esa mina egipcia de turquesas era explotada por trabajadores o esclavos cananeos. - 27 - Es por ello que a estos textos que parten de la lengua de Canaán hallados en la península del Sinaí se les denomina protosinaíticos o protocananeos. Sin duda, el más famoso de estos textos es el que se encuentra grabado en una pequeña esfinge – actualmente en el Museo Británico– que contiene la frase "Amada de Hathor, señora de las turquesas". Esfinge de Serabit el-Khadim vista desde su costado izquierdo. Dibujo de la inscripción que porta la esfinge. - 28 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 29 - ESCRITURAS PREALFABÉTICAS GRIEGAS Al igual que en otras zonas, también en Grecia se desarrollaron diversas escrituras a lo largo del segundo milenio antes de Cristo. Durante la Edad de Bronce hubo en suelo heleno (Grecia continental, Creta y Chipre) varios tipos de escritura que podríamos denominar "prealfabéticas". Entre ellas se encuentran la escritura jeroglífica o pictográfica minoica, la lineal A, la lineal B y la escritura chipriota. A estas escrituras podría añadirse la hallada en el denominado disco de Festo, descubierto en Creta, que contiene 45 signos pictográficos grabados en arcilla no manualmente, sino mediante un procedimiento de estampación. Ahora bien, el hecho de que sólo se haya encontrado esta única muestra suscita dudas razonables sobre si es una auténtica escritura. Su datación no ha podido ser establecida con certeza (¿1700 a.C.?) y los intentos por descifrar su contenido han sido, hasta el momento, infructuosos. Disco de Festo. La escritura jeroglífica o pictográfica minoica fue llamada así por su descubridor, el arqueólogo Sir Arthur Evans, quien en 1900 hizo los primeros descubrimientos de ésta en las excavaciones que llevó a cabo en Creta, donde según la tradición reinó el legendario rey Minos, de ahí su denominación. Esta escritura se halló en tablillas de arcilla y en sellos de piedra. La denominación de "pictográfica" viene avalada por el hecho de que se representan objetos generalmente identificables (cabeza, mano, animal, etc.). Se la denomina jeroglífica por su semejanza superficial con la egipcia. Esta escritura permanece sin descifrar, abarca el periodo comprendido aproximadamente entre los años 2000-1650 a.C. y parece representar inventarios y listas de contabilidad. El entorno de su utilización fue en los palacios minoicos. Dibujo de una tablilla en jeroglífico minoico. - 30 - La escritura denominada lineal A se encuentra también en Creta, en entornos palaciegos, y parece ser una evolución de la jeroglífica minoica mediante la simplificación de trazos, convirtiéndose pues en una escritura ideográfica. La dirección de la escritura es de izquierda a derecha. Al igual que la jeroglífica minoica, fue utilizada para inventarios y contabilidad. Se encuentra representada en tablillas de arcilla, pero también sobre objetos de piedra y bronce. El palacio cretense que ha aportado mayor cantidad de tablillas es el de Hagia Tríada, si bien se han encontrado tablillas en lineal A por toda la isla, lo que sugiere que esta escritura fue de uso general para fines contables en Creta. La escritura lineal A se encuentra en una fase inicial de desciframiento ya que los documentos conservados son cortos o se encuentran en mal estado. El periodo de uso está comprendido entre los años 1750-1450 a.C. aproximadamente. Imágenes de dos tablillas de arcilla con escritura lineal A. La escritura conocida como lineal B representa una versión más evolucionada y tardía de la lineal A y tablillas de arcilla escritas en lineal B se han encontrado no sólo en Creta (como eran los casos anteriores), sino también en Pilos, Micenas y Argos. Al parecer, la escritura lineal B pasaría a Grecia continental desde Creta tras las incursiones micénicas en la isla. En su aspecto exterior, los signos de la escritura lineal B son muy similares a los de la lineal A; de hecho, algunos son idénticos, aunque hay otros no presentes en una u otra escritura. Se cree que las modificaciones introducidas en la escritura lineal B con respecto a la lineal A pueden obedecer a la adaptación de tal escritura a la lengua griega. Precisamente, la asunción de que se trataba de una escritura que representaba la lengua griega fue la clave que ha permitido su desciframiento, logro que consiguieron los británicos Michael Ventris y John Chadwick a principios de los años 50 del siglo XX. La escritura lineal B consiste en un silabario de cerca de 90 caracteres, a los que hay que añadir múltiples logogramas y signos numéricos. Su utilización abarca el periodo comprendido aproximadamente entre 1400-1200 a.C. Con todo, los hallazgos demuestran que el uso de la escritura no estaba muy extendido en la Grecia micénica. No se han encontrado tablillas en los centros menores, y todas las que se han descubierto estaban, o bien en palacios, o bien en lugares tan cercanos a palacios que pueden ser considerados como dependencias. No hay rastro de ningún uso privado de la escritura. Esto contrasta con la historia del alfabeto griego, que es tan antiguo que ya en el siglo VIII a.C. era utilizado por los ciudadanos particulares para escribir alegres versos en una copa; y durante los dos siglos siguientes comenzó a usarse con leyes inscritas sobre piedra en lugares donde todos pudieran leerlas. Nada de este tipo ha sido encontrado jamás para la lineal B. La escritura parece haber sido exclusivamente una herramienta burocrática, un método necesario para guardar ciertos informes y documentos administrativos, pero nunca utilizada con fines históricos o incluso frívolos. Los contenidos de las tablillas de la lineal B son casi sin excepción listas de gente, animales, productos agrícolas y objetos manufacturados. - 31 - Silabario de la escritura lineal B. Algunos logogramas de la escritura lineal B con su significado. Tablilla de arcilla con escritura lineal B. - 32 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 33 - EL ALFABETO GRIEGO Después de la caída de la cultura micénica (1100 a.C. aproximadamente) el arte de la escritura desapareció casi por completo en el ámbito heleno. En efecto, desde la desaparición casi total de los sistemas de escritura conocidos tanto en Creta como en la Grecia continental o en Chipre –es decir, la lineal A y la lineal B– como consecuencia de la destrucción de los palacios de Cnosos (1380 a.C.) y Pilos (1200 a. C.), no hay apenas manifestaciones escritas hasta el siglo VIII a.C., en el que aparecen los primeros textos escritos en alfabeto griego. Es evidente que fuera del ámbito de los palacios (contabilidad, economía e inventarios), el empleo de la escritura era escaso y terminó por desaparecer con la destrucción de los centros en los que surgía. Tras la caída de la cultura micénica, Grecia se sumergió en los denominados siglos oscuros (XIIVIII a.C.), época en que la civilización helena sufrió un grave retroceso. Superada esta época oscura, vuelve a surgir en Grecia la escritura, pero esta vez en una fase más avanzada que en épocas anteriores: apareció el alfabeto –o, mejor dicho, alfabetos– derivado, eso sí, no de las escrituras griegas vistas anteriormente, sino adoptado y adaptado del alfabeto fenicio. Precisamente por este motivo, resulta más sorprendente la irrupción, cinco siglos más tarde, del alfabeto tomado de los fenicios –pueblo con el que tenían relaciones comerciales posiblemente ya en el siglo IX a.C. – y su rapidísima propagación. Como indican algunos autores, dando una visión algo romántica del asunto, tal vez la difusión del alfabeto y, por tanto, de la actividad de la escritura, ayudó a los griegos a salir de una época oscura, tras la desaparición de las culturas minoica y micénica, y entrar en lo que constituyó uno de los capítulos más impresionantes de la civilización de la humanidad. Sea como fuese, lo cierto es que las primeras documentaciones no se limitan a listas de productos, anotaciones de contabilidad, etc., sino, muy al contrario, son de carácter privado, de actividades cotidianas, deportes, incluso de carácter poético. La más antigua documentación es la jarra de Dipilón de Atenas (740-730 a.C.), que contiene una alusión a bailarines. De la misma época (±720 a.C.) es la inscripción de la copa de Isquia (antigua Pitecusas, cerca de Capri) identificándose el objeto con la copa de uno de los legendarios héroes de la guerra de Troya, Néstor: «Yo soy la deliciosa copa de Néstor. Quien bebe de esta copa pronto será presa del deseo de Afrodita, coronada de belleza». Jarra de Dipilón. A la derecha detalle de la leyenda que está escrita de derecha a izquierda y dice: "Aquel de todos los bailarines que ejecute con mayor destreza..." El alfabeto y la escritura calaron en todos los ámbitos de la vida, procuraron el desarrollo de la cultura, la literatura y, lo que no es menos importante, la alfabetización de sectores de la población mucho más amplios de los que cabía esperar con otros sistemas de escritura más complejos. - 34 - Antes de comenzar el análisis del alfabeto griego hay que hacer la importante observación de que, aunque normalmente se utiliza de forma genérica la denominación de "alfabeto griego", en realidad hubo en Grecia en la época arcaica (siglos VIII-VI a.C.) gran variedad de alfabetos griegos y no una única variante. Al igual que existía una fuerte diversidad dialectal en el mundo griego, también se desarrollaron diversas variantes de alfabetos según las zonas, adaptando las antiguas letras fenicias de diferentes maneras. De hecho, casi cada región poseía su propio alfabeto que tenía sus características propias y que presentaba semejanzas y diferencias con los de otras regiones, lo que demuestra un único origen común, pero con soluciones distintas. Estos alfabetos griegos se conocen como alfabetos epicóricos ("regionales"). Siguiendo el estudio, ya clásico, realizado por Adolf Kirchoff (1887), se agrupan en una clasificación cromática (rojo, azul claro, azul oscuro y verde), por lo que también se les conoce como "alfabetos de colores". Los alfabetos verdes o del sur se localizan en Creta, Tera y Melos y son lo más arcaicos de todos. Los alfabetos rojos u occidentales se localizan en casi todo el Peloponeso, Eubea, casi toda Grecia central, Licia, Tesalia, Italia y casi toda Sicilia (Magna Grecia). Los alfabetos azules u orientales son los más evolucionados y se subdividen en azules claros –llamados también áticos, localizados en Ática, Naxos, Ceos, Paros, Delos, Tasos, Salamina y Egina–, y los azules oscuros, llamados también jónicos, que se localizan en Asia Menor, Chipre, Macedonia, Corcira, Argos, Corinto, Rodas, Amorgos, Samos, Quíos, Siracusa, etc. Mapa de los alfabetos epicóricos según Kirchoff. Lo que se entiende por "alfabeto griego" es el signario de la época clásica y que no es otro que la variante jónica de Mileto, que fue elevada a la categoría de estándar para documentos oficiales en Atenas por decreto en el año 403-402 a.C. bajo el arcontado de Euclides. Las otras variantes regionales del alfabeto se fueron perdiendo poco a poco, hasta desaparecer definitivamente en época helenística y grecorromana. - 35 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 36 - EL ALFABETO ETRUSCO Los etruscos vivieron en la Italia central, en la zona comprendida entre los ríos Arno y Tíber, desde por lo menos el año 700 a.C., y probablemente antes, hasta el siglo I a.C. en que fueron asimilados por la civilización romana hasta tal punto de abandonar su lengua y cultura propias. El origen del pueblo etrusco es desconocido. La tradición clásica le atribuye un origen oriental, en concreto lidio, como resultado de la emigración a suelo itálico de miembros de este pueblo de Asia Menor bajo la jefatura de un tal Tyrreno, pero tampoco se puede descartar que sea un pueblo autóctono de Italia. Su lenguaje no está relacionado ni con el lidio, ni con los idiomas itálicos (osco, umbro, latín, etc.), ni con ningún otro conocido (si se exceptúa la posible adscripción etrusca de la lengua grabada en la estela hallada en la isla griega de Lemnos, perteneciente al siglo VI a.C.), y es considerado un idioma aislado, como también lo son el vasco, el húngaro y el finés. Del etrusco se conservan unas 13.000 inscripciones, por lo general de corta extensión, y la mayoría de índole sepulcral o temática religiosa, factores éstos que no favorecen su desciframiento. Se han logrado avances en el conocimiento de esta lengua, especialmente gracias al hallazgo en 1864 de unos textos bilingües fenicio-etruscos grabados en unas tablillas de oro encontradas en Pyrgi, el puerto de la ciudad de Ceres; pese a ello, queda mucha investigación por delante hasta que se puedan desvelar los misterios de esta lengua no indoeuropea, de la que no se conserva texto literario alguno, si es que los hubo. Dibujos que muestran las tablas de Pyrgi. La primera de la izquierda está escrita en fenicio, las otras dos están en etrusco. - 37 - Sea cual fuese el origen del pueblo etrusco y de su lengua, la civilización etrusca, tal como la conocemos, se desarrolló en suelo italiano. Los etruscos eran llamados “tirrenos” por los griegos, “tuscos” o “etruscos” por los romanos y “rasennas” o “rasnas” por ellos mismos. Las ciudades etruscas nunca formaron una unidad política (no existió un imperio etrusco a pesar de que casi lograron ocupar Italia entera), pues funcionaban de manera independiente, al modo de las antiguas polis griegas, y, al igual que éstas, el pueblo etrusco compartía una lengua, una religión y unas costumbres que lo hicieron reconocible y diferente a otros pueblos de Italia y del Mediterráneo. El etrusco fue un pueblo de notable cultura que llevó su civilización (incluida la escritura) a los demás pueblos de Italia e incluso a otros de Europa, actuando como principales intermediarios entre griegos y no griegos o “bárbaros” del oeste. Su dominio político y su colonización directa se extendían sobre gran parte de la península italiana; sus actividades comerciales y su influencia cultural alcanzaban mucho más lejos. Únicamente podían competir con las ciudades etruscas las de Sicilia y las del sur de Italia, fundadas por colonizadores griegos que llevaron la cultura hacia el oeste. Los primeros de esos griegos occidentales, los eubeos, se asentaron en Pitecusas (Pithekoussai en griego, actual isla de Isquia) hacia el año 775 a.C. Área de influencia de los distintos pueblos a finales del siglo VI a.C. El contacto con los griegos y su cultura marcó visiblemente a los etruscos y, a través de ellos, a los romanos. En efecto, la ciudad más importante para observar los resultados “civilizadores” de los etruscos es la propia Roma. Según la tradición romana, los reyes etruscos gobernaron Roma desde finales del siglo VII a.C. hasta el 510/509 a.C., año en que fue expulsado Tarquinio el Soberbio y se estableció la República. Están fuera de toda duda la importancia del arte y la cultura etruscas en Roma: la arquitectura monumental, religión, lengua, música, desfiles, juegos y también la escritura. De hecho cuatro palabras relacionadas con la escritura llegaron al latín a través de la lengua etrusca, confirmando la trasmisión etrusca del alfabeto griego a los romanos: elementum, cuyo primer significado era “letra del alfabeto”; litterae, “escritura”; stilus, “instrumento de escritura” y cera, “cera” (por las tablillas enceradas sobre las que se tomaban notas). Los romanos, pese a estar dominados varios siglos por los etruscos, continuaron hablando latín, pero empezaron a escribirlo utilizando el alfabeto griego que aprendieron de los etruscos. - 38 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 39 - EL ALFABETO ROMANO El alfabeto romano se deriva, aunque no de manera directa, del griego. Los intermediarios fueron los etruscos. Por lo tanto, el alfabeto romano es una adopción del griego a través de los etruscos. Probablemente la forma de adopción del alfabeto etrusco por los romanos venga del contacto entre familias ricas y prestigiosas del Lacio. Una interesante teoría basa la forma de penetración a partir de la costumbre etrusca, pasada a los romanos, del intercambio de regalos y ofrendas, que llevarían escritas dedicatorias. No obstante, hay estudiosos que creen que los romanos también pudieron adoptar su sistema de escritura directamente del griego, en concreto del alfabeto de Cumas, cuyos habitantes eran griegos de origen calcídico que, a su vez, eran de origen euboico y que tenían un alfabeto occidental; para esta teoría se toma como punto de partida, entre otros, el hecho de que en los alfabetos occidentales griegos la grafía para el sonido /ks/ es X, frente a los alfabetos orientales, donde la grafía es la letra griega xi del alfabeto clásico. Las primeras inscripciones romanas se remontan a los siglos VII-VI a.C., una fecha en que la dirección de la escritura todavía era de derecha a izquierda o incluso en bustrófedon, como las inscripciones griegas primitivas. El procedimiento de transmisión del alfabeto a los romanos y su adaptación a la lengua latina fueron procedimientos complejos, pero se pueden explicar a grandes rasgos como se describe a continuación. El alfabeto etrusco recogió las letras griegas aspiradas Θ /th/, Φ /ph/ y Χ /kh/; sin embargo los romanos eliminaron las dos primeras (Φ en la práctica fue reemplazada por F, derivada de la digamma antigua griega, y en último término, letra fenicia waw) y reutilizaron la tercera para /ks/, pues no necesitaban representar sonidos aspirados, de los que carecía el latín. Al principio, cuando transcribían palabras de origen griego que llevaban estos sonidos aspirados utilizaban las grafías de las correspondientes simples (T, P, C), pero más tarde, por conocimiento del griego y por etimología, empezaron a usar la H (procedente de la eta griega) como marca de aspiración, pasando a representarse estos sonidos con dos grafías, la simple más la H, es decir: TH, PH y CH respectivamente. Posteriormente, el sonido /h/ desapareció, aunque la grafía permaneció en la escritura (h muda). Una de las novedades del alfabeto romano con respecto al etrusco fue el tratamiento de las guturales. En un principio el alfabeto romano adoptó las consonantes guturales (K, Q y C) usándolas de las misma forma que el etrusco que no distinguía entre sonoras y sordas; pero pronto regularizarían su uso. Así, la K se utilizó en latín delante de A, aunque con un uso tan restringido, que en época clásica alcanzaba sólo a alguna palabra como kalendas; no obstante, por oscuras razones, los romanos mantuvieron la letra en el alfabeto. La C (forma derivada de la gamma griega) representaba la gutural sorda /k/ y se empleaba en un principio delante de E e I, luego delante de cualquier vocal menos U. La Q (derivada de la koppa) se empleaba delante de U para representar el sonido labiovelar /kw/. Los romanos, a diferencia de los etruscos, sí necesitaban representar el sonido gutural sonoro /g/, del que disponía el latín. Para ello emplearon al principio la grafía C, con lo que este signo tenía una doble función, pues representaba tanto la gutural sorda /k/ como la gutural sonora /g/, lo que evidentemente planteaba incomodidad y múltiples confusiones (el doblete Caius/Gaius recuerda esta situación). Esta ambigüedad se rompió cuando, alrededor del año 250 a.C., el liberto Espurio Carvilio Ruga, que había creado una escuela de gramática en Roma, creó el signo G, seguramente mediante la adición de un trazo a la C para notar su uso como consonante sonora. El nuevo signo ocupó en el alfabeto la posición de la Z griega (alguna vez usada para notar una /s/ sonora), que no era esencial para el latín, aunque fue reintroducida posteriormente para transcribir palabras de origen griego, ocupando entonces el último puesto del abecedario, tal como se ha mantenido en los alfabetos de las lenguas romances. - 40 - La P, grafía del sonido bilabial sordo /p/, era muy similar a la forma de la letra r(h)o griega, por lo que los romanos, para diferenciarla de ésta, añadieron un trazo oblicuo que partía de la panza de la letra. En un principio el trazo fue pequeño, pero posteriormente alcanzó la línea base del renglón, dando lugar a la grafía R que nos es habitual hoy en día. En cuanto a las vocales, el abecedario romano heredó la A y E a través del etrusco; en cambio, éste no escribía la O, aunque sí la preservó en su alfabeto y de ahí la tomaron los romanos. La letra griega Y se fijó gráficamente en forma de V y fue utilizada tanto para /v/ como para /u/. Posteriormente, en el siglo II a.C., tras la incorporación de Grecia como provincia romana, el influjo heleno que alcanzó toda la cultura romana hizo que se reintrodujera la Y (i Graeca) como una letra distinta y fue colocada al final del alfabeto, antes de la Z. La letra I valía para la vocal /i/ y la consonante /y/. En época de Sila apareció en epigrafía la llamada I longa, que rebasaba en altura al resto de letras para marcar la /i/ larga, sobre todo procedente del diptongo /ei/. Este procedimiento luego se extendió para iniciales, por lo que es la base de la I mayúscula. Ya que se toca el tema de las vocales largas, cabe señalar que el latín no diferenció gráficamente vocales largas y breves como el griego, por lo que el abecedario latino desechó las letras griegas eta y omega, si bien ya se ha dicho anteriormente que utilizó la grafía de la eta (H) como signo de aspiración. No obstante, en época arcaica, en ocasiones se recurrió al procedimiento de duplicar vocales para indicar las cantidades largas, así por ejemplo se encuentra paastores=pastores para indicar una vocal /a/ larga. Este sistema se atribuye al dramaturgo romano Accio. La diferencia gráfica entre U y V, y entre I y J es de época medieval y se realizó para distinguir los usos vocálicos y semivocálicos de dichas letras. Su uso generalizado, sin embargo, no tuvo lugar hasta el siglo XVII. Ya por último, fue también durante la Edad Media cuando cobró existencia la letra W, usada por primera vez en el siglo VII d.C. por los escribas ingleses, que la tomaron del alfabeto rúnico (letra wynn) para representar el sonido /w/. Tras la conquista normanda, la W se hizo más popular y alrededor del año 1300 d.C. adoptó la forma gráfica con que la conocemos en la actualidad. Esta letra no se usa en todas las lenguas que utilizan el abecedario latino, de hecho el español la incorpora en su alfabeto pero únicamente es empleada para transcribir palabras de origen extranjero, en especial aquéllas procedentes del ámbito anglosajón. Las diferencias gráficas más visibles entre el alfabeto griego y el abecedario romano (por ejemplo: D respecto a Δ, C/G respecto a Γ, L respecto a Λ y S respecto a Σ) se explican por el hecho de que las formas latinas son variantes occidentales transmitidas por vía de la colonia griega de Eubea. Aunque el alfabeto latino clásico contenía 23 caracteres, hay que señalar un intento de adición de nuevas letras que no prosperó. Dicho intento fue promovido por el emperador Claudio, quien inventó tres nuevos signos: 1.- Para marcar la /w/ consonántica creó el símbolo denominado digamma inversum, pues su grafía era una digamma griega boca arriba y con los trazos horizontales situados a la izquierda del trazo vertical (Ⅎ). 2.- Para marcar el grupo /ps/ ideó el signo llamado antisigma, que tenía la forma de una C al revés, parecido pues al actual paréntesis final (Ↄ). 3.- Para marcar el sonido /ü/ en palabras latinas con dobletes como optimus/optumus, inventó el signo denominado sonus medius, una especie de H mayúscula pero sin el trazo vertical derecho (Ⱶ). - 41 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 42 - C)- Alfabeto cursivo Deriva del alfabeto arcaico, si bien es de un uso más amplio y no aparece en inscripciones de carácter público, político y administrativo, sino en las populares y privadas, pues en cierto modo es el alfabeto utilizado por el pueblo. Amplias muestras de él tenemos en las paredes de Pompeya. No es un alfabeto estandarizado y homogéneo, sino que en una misma localidad y en una misma inscripción nos podemos encontrar diversas formas de representar una misma letra. Relacionado con él también está el alfabeto uncial, que aparece en documentos epigráficos de época imperial en África y posteriormente como escritura en manuscritos. Las minúsculas, como en griego, son fruto de la tradición manuscrita de códices y manuscritos en papel y pergamino de la Edad Media. Evolución, eso sí, de escrituras de tipo cursivo, muy rápidas de escribir que ya se utilizaban desde época imperial. Abecedario romano cursivo. ESTILOS GRÁFICOS DEL ALFABETO ROMANO Del alfabeto latino proceden todas las escrituras de Europa occidental. Poco a poco, incluso durante el propio Imperio Romano, se desarrollaron diferencias entre diversos estilos de escritura (capital elegante, capital rústica, uncial, etc.), especialmente entre mayúsculas y minúsculas, siendo estas últimas, características de la escritura realizada a mano. El alfabeto latino, al igual que le ocurrió al griego, con el correr del tiempo, hizo cursiva la escritura, sobre todo en ciertos soportes. Esto dio lugar a un alfabeto cursivo antiguo, frente a las letras capitales, que evolucionó a partir del siglo III d.C. a otras escrituras minúsculas, ligadas ya a documentos o manuscritos. En la Edad Media, tras la caída del Imperio Romano, se desarrollaron estilos nacionales de escritura (beneventana en Italia, merovingia en la actual Francia, visigótica en las actuales España y Portugal). En Inglaterra e Irlanda surgieron las denominadas escrituras insulares, características de algunos de los grandes manuscritos monásticos de la Edad Media, como el “Libro de Kells” (circa 800 d.C.). La escritura nacional Irish se ha abandonado hace relativamente poco, al igual que la gótica tipo fraktur, utilizada en Alemania hasta la Segunda Guerra Mundial. Veamos a continuación una muestra visual de los principales estilos manuscritos del alfabeto latino usados en distintas épocas hasta la invención de la imprenta. - 43 - Escritura capital elegante. Manuscrito Augusteus 3256 del siglo IV d.C. con obras de Virgilio. Escritura capital rústica. Manuscrito Palatinus 1631 del siglo V-VI d.C. con obras de Virgilio. Escritura capital cursiva, también conocida como antigua cursiva romana o mayúscula cursiva. Tablilla de Vindolanda (Inglaterra). Siglo I d.C. Escritura minúscula cursiva o nueva cursiva romana. Carta sobre papiro. Siglo IV d.C. - 44 - Escritura uncial. Manuscrito del “Sacramentario de Metz”. Siglo IX d.C. Escritura uncial. Manuscrito del “De re publica” de Cicerón. Palimpsesto del siglo IV d.C. Escritura semiuncial. Manuscrito de “De trinitate” de San Hilario de Poitiers. Siglo VI d.C. Escritura visigótica. Manuscrito del siglo X d.C. procedente del monasterio de Santo Domingo de Silos que contiene textos litúrgicos mozárabes. - 45 - Escritura merovingia del tipo de Luxeuil. Manuscrito de “Moralia in Iobem” de San Gregorio Magno. Siglo VIII d.C. Escritura beneventana. Manuscrito de un misal de Monte Casino. Siglo XII d.C. Escritura insular minúscula. Manuscrito de “Beowulf”. Sobre el año 1000 d.C. Escritura insular mayúscula, también conocida como semiuncial insular o irlandesa. Manuscrito del “Libro de Kells”. Año 800 d.C. aprox. - 46 - Escritura carolingia o carolina. Manuscrito del libro bíblico “Éxodo”. Siglo XI d.C. Escritura gótica del tipo “textura quadrata prescissa o sine pedibus”. Fragmento del “Salterio Luttrell”. Manuscrito iluminado de 1325-1335. Escritura humanística o “littera antiqua” contrapuesta a la gótica (“littera moderna”). Fragmento de “Epistulae ad familiares” de Cicerón”. Manuscrito de 1435-1440. - 47 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 48 - SEGUNDA PARTE HISTORIA DE LAS LETRAS DEL ABECEDARIO ROMANO - 49 - PREÁMBULO Antes de empezar a describir la evolución histórica de cada letra del abecedario romano hay que señalar que el orden de secuenciación que seguiré en las explicaciones será el alfabético tradicional, si bien se ignora el motivo por el que se estableció ese orden. Se ha argumentado que es posible que obedeciera a razones de importancia. Según esto, se supone que en su origen las letras estarían vinculadas a cosas importantes de la vida cotidiana (recuérdese que el nombre de cada letra hacía referencia a un objeto o animal que era representado mediante un dibujo más o menos esquemático que lo evocaba) y que su ordenación se atenía a la importancia que le asignaron a cada una. Así, la letra A encabezaría la lista porque representa el buey (alef/aleph en los idiomas semitas), animal de gran importancia para las sociedades antiguas, eminentemente agrarias; le seguiría la letra B, que representa la casa (bet), cuya importancia es obvia; después vendría la letra C/G, que representa el camello (gimel), animal imprescindible para el transporte en zonas próximas a desiertos, donde surgió el alfabeto, y así sucesivamente. Cualquiera que haya sido la causa de esa ordenación, lo que sí evidencia es su antigüedad y el alto grado de conservadurismo de la escritura, porque 3.000 años después seguimos reproduciendo ese mismo orden con apenas unos ligeros cambios. De igual manera, la asociación entre letras del alfabeto y objetos sigue siendo algo habitual incluso en nuestros días como método para enseñarlo a los niños. Todavía recuerdo con nostalgia los tiempos en que con aquellas viejas cartillas aprendí el alfabeto asociando la letra B con el dibujo de una bota, la C con el dibujo de un carro, la P con el dibujo de un perro, y así sucesivamente, siguiendo los sabios dictados de mi maestra doña Manuela. Ya por último, como advertencia previa, hay que señalar que el abecedario romano, durante los primeros siglos de su existencia, estuvo compuesto exclusivamente por letras capitales o mayúsculas, siendo las minúsculas un desarrollo posterior. Lo expuesto en las siguientes páginas va referido, pues, fundamentalmente a las formas mayúsculas de las letras, que son las que presentan mayor estabilidad y uniformidad gráfica, independientemente de la época, la zona geográfica o el tipo de escritura utilizada. - 50 - La letra A tenía en su forma primitiva la apariencia de una cabeza de un toro castrado (buey). Sin duda, el buey en las sociedades eminentemente agrícolas (como era el caso de las primeras civilizaciones) es un animal de primera importancia para realizar las tareas agrarias más duras y digno, pues, de tener el honor de designar una letra. Hay que recordar a este respecto que no es improbable que los objetos tomados para designar las letras –e incluso el orden de las mismas– fueran deliberadamente escogidos y jerarquizados por su importancia en la vida de aquellas sociedades. El jeroglífico egipcio representaba la cabeza de la res en todo su detalle (personificaba al dios Apis), pero con el paso del tiempo, el dibujo se fue esquematizando para ser trazado de forma más rápida. Así, en protosinaítico la cabeza es perfectamente visible, pero sus trazos son ya esquemáticos. Cuando los fenicios adoptaron esta letra, apenas si era reconocible su origen, habiendo que hacer un esfuerzo de imaginación para ver los cuernos del buey que no aparecen, salvo excepciones, ya en la parte superior de la letra, sino a la derecha, siendo en alguna variante muy similar a nuestra actual letra K. Su nombre en fenicio es alef (o aleph), que significa "buey". Cuando pasó al alfabeto griego, la letra recibió el nombre de alfa, palabra que en griego no hacía referencia a nada excepto al nombre de la letra, pues ya no había conciencia de que la letra estuviera asociada con el buey. Fueron los griegos quienes la dotaron del sonido vocálico con que la asociamos hoy en día, pues en fenicio representaba un cierre glotal inexistente en la lengua griega. Este cambio de uso es un hecho frecuente, pues los griegos reutilizaron aquellas letras que representaban sonidos que no había en su lengua y les asignaban valores vocálicos que en fenicio, al igual que el hebreo o árabe, no se escribían. Al mismo tiempo, modificaron el aspecto de esta primera letra del alfabeto, dándole un giro de unos 45º o 50º a la derecha, de tal manera que los cuernos del buey quedaron en posición invertida, es decir mirando hacia abajo. Sin embargo, la letra alfa minúscula mantiene los "cuernos" en la parte derecha (α). Como en la letra mayúscula retuvieron el travesaño central que divide las otras dos líneas en forma de ángulo, el resultado final fue una A con prácticamente la misma apariencia que tiene hoy en día. Con esta forma pasó a los etruscos y de éstos a los romanos, que no introdujeron en la letra cambio alguno excepto que abreviaron su nombre dejándolo en simplemente "A", igual que hoy la designamos. La variante minúscula de esta letra admite mayor pluralidad de formas gráficas, siendo dos las fundamentales: la procedente de la antigua escritura uncial romana (a) y la que tiene su origen en la escritura carolingia (a). La A es la primera letra del alfabeto y el sonido más frecuente en muchas lenguas (13% en español), lo que puede inducir erróneamente a pensar que ocupa la primera posición por su frecuencia, pero ya se ha dicho con anterioridad que no hay certeza alguna sobre el criterio seguido para la ordenación del alfabeto fenicio y, por ende, del de sus descendientes como son el griego, etrusco y romano. Ahora bien, el hecho de ser la primera letra del alfabeto, y que los griegos le asignaran el valor numérico 1, le ha conferido siempre a la letra A una posición de prestigio con respecto a las demás; así la categoría A, sea del campo que sea, siempre es la considerada como mejor. En este sentido hablamos de la escala A de funcionarios, de la clase A de electrodomésticos en aprovechamiento - 51 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 52 - La H es la octava letra de los alfabetos semítico, griego, etrusco y latino. Muchos estudiosos creen que la H toma su punto de partida de un jeroglífico egipcio que representaba una criba, aunque según otros proviene de un símbolo protosinaítico que representaba una trenza. Los fenicios le dieron el nombre de het (heth en hebreo tiberiano), que significa “cercado” o “vallado”. Ciertamente la representación de esta letra puede asemejarse a una cerca o, al menos, parte de ella. Su pronunciación representaba un sonido fricativo velar sordo, similar a una J suave y aspirada. Cuando los griegos adoptaron la letra het le quitaron el travesaño superior e inferior, dejando sólo el central. El nombre que le dieron fue el de (h)eta. Ahora bien, mientras los dialectos griegos orientales perdieron la aspiración y pasaron a pronunciarla como una /e/ larga, los dialectos griegos occidentales mantuvieron la aspiración y como tal llegó al etrusco y latín. Los etruscos introdujeron de nuevo los travesaños horizontales superior e inferior en las letras, mientras que los romanos los suprimieron, siendo pues la H monumental romana el prototipo de nuestra octava letra del abecedario. Aunque originariamente la letra exigía una aspiración, en latín se convirtió en letra muda, como luego lo sería en las lenguas romances. Los propios romanos no se ponían de acuerdo sobre si la H representaba un sonido o no. Hubo opiniones para todos los gustos: desde quienes abogaban por su pronunciación y escritura, hasta aquellos que defendían su eliminación por ser innecesaria. Esta disputa dio incluso lugar a casos de hipercorrección, introduciéndose la H en palabras que etimológicamente no tenían justificación, como humor y humidus; error que se ha transmitido a nuestro idioma en los términos “humor” y “húmedo”. En todo caso, parece ser que en el latín hablado paulatinamente fue desapareciendo la aspiración o degradándose, pero se mantuvo como letra escrita para representar algunos sonidos del griego, como el espíritu áspero. También se combinó con algunas letras para reproducir sonidos aspirados procedentes de otras lenguas. Como resultado de todo ello, la letra H pasa a ser muda en las lenguas románicas, tanto así que en italiano se ha suprimido, aunque la mantiene en su abecedario al igual que hace el español con la K o la W. En español, la letra H se mantiene muda y su aspiración es propia de algunas variantes dialectales, en especial el extremeño y el andaluz, que a su vez la trasladaron a América. Que la H fue en un tiempo aspirada en español lo atestiguan palabras como “hermano” o “helado”, procedentes de la aspiración de la G latina (germanum, gelatum). Cuando la aspiración ha sido tan profunda que todos la producimos, se admite la escritura con J: es el caso de los dobletes “hondo/jondo” (referido fundamentalmente a un tipo de cante), “holgorio/jolgorio”, etc. - 53 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 54 - La silueta de una mano abierta es el jeroglífico egipcio y protosinaítico que da origen a la letra K. La denominación en lengua semita es kaf /kaph, que significa “palma de la mano”. Sabemos que la quiromancia era practicada por los antiguos y probablemente la asociación de la lectura de la mano con la escritura influyó en la inclusión de este signo en el alfabeto. Aunque entre los fenicios la letra K tuvo diversas formas gráficas, todas ellas estaban compuestas de tres palitroques dibujados de forma similar. Una variante consistía en algo parecido a nuestra Y, con un pequeño trazo que surgía hacia arriba entre las dos líneas diagonales, formando una especie de tridente; otra variante presentaba las dos líneas diagonales mirando hacia la izquierda giradas sobre un eje central ligeramente inclinado lo que le confiere una apariencia similar a una K reflejada en un espejo. Ésta fue la forma que heredaron los etruscos y griegos; estos últimos, cuando fijaron su escritura en dirección de izquierda a derecha, giraron el signo de tal manera que las líneas diagonales miraban a la derecha y, al mismo tiempo, introdujeron simetría en su diseño haciendo su eje vertical y los dos palitroques diagonales de la misma longitud. Igualmente, adoptaron el nombre de la letra a su fonología y la denominaron kappa. Con los griegos quedó prácticamente fijada la forma de la letra K tal como la conocemos hoy en día. Los romanos también incorporaron la letra K en su abecedario, pero resulta que tenían tres grafías distintas (C, Q y K) para representar el mismo sonido velar sordo /k/. Debido a ello decidieron simplificar el sistema, dejando la K limitada a la escritura de unas pocas palabras de origen griego, como, por ejemplo, Kyrios. No es por ello extraño que en los diccionarios de latín apenas si aparecen una decena de palabras que contengan esta letra, todas ellas, por otra parte igualmente representables con C. Sin duda, la más conocida y utilizada de todas las palabras latinas que tienen la letra K es kalendas, término con que los romanos designaban los comienzos de cada mes y de la que se deriva nuestro vocablo “calendario”, que, por cierto, siempre escribimos con C. Fue la K una letra de escaso uso en latín y, si me permiten, hasta con mala fama, pues era la letra que grababan a fuego sobre la frente de los que acusaban falsamente: la K, abreviatura en este caso de kalumnia. Esta misma mala fama es la que ha tenido esta letra en el alfabeto español, pues durante siglos ha sido etiquetada en la ortografía española como “inútil, extranjera y difícil de escribir”. En este sentido escribían personalidades de la altura de Antonio de Nebrija, Mateo Alemán o Sebastián de Covarrubias. No es de extrañar, pues, que en múltiples ocasiones se hayan levantado voces que piden su supresión del alfabeto español; si bien también se han expresado opiniones en sentido contrario. De esta última opinión fue el jaraiceño Gonzalo Correas, que, en su célebre “Ortografía kastellana (sic) nueva y perfecta” de 1630, fiel a su idea de “se ha de escribir como se pronuncia y pronunciar como se escribe”, propone suprimir del alfabeto español la C y la Q, dejando exclusivamente la K. Como buen predicador con el ejemplo, escribió toda su ortografía con K y su propio apellido como Korreas. - 55 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 56 - Llegamos a una letra que no tiene sus ancestros en ningún jeroglífico egipcio, ni tampoco en ninguna letra fenicia, griega y ni siquiera latina: la Ñ es la aportación española al alfabeto latino y tan genuina que “España” y “español” se escriben con esa letra. La Ñ representa un sonido nasal palatal frente a la N, que indica un sonido nasal alveolar. El sonido nasal palatal no existía como tal en latín, pero la evolución fonética de grupos latinos como GN, NN o NI (si va seguido de vocal) son el germen de su origen. Ahora bien, hay que dejar bien claro que este sonido nasal palatal no es exclusivo del español, sino que es común a muchas lenguas románicas, como es el caso del catalán, gallego, portugués, italiano y francés. Lo que sí es exclusivo del español es la solución gráfica que dio para representar dicho sonido. De este modo, mientras el catalán optó por el dígrafo NY, el italiano y francés por GN, y el portugués por NH, el castellano se decidió por el dígrafo NN, que se abrevió mediante la adición de una rayita (“vírgula”) situada encima de la N que, posteriormente, se onduló. Éste fue, por tanto, el origen gráfico de la Ñ: una abreviatura de un dígrafo. Tal hecho, sin duda, ha cuestionado su entidad como letra integrante del alfabeto, si bien una autoridad como Antonio de Nebrija, ya en el siglo XV, la consideraba totalmente independiente, aunque era plenamente sabedor del origen como abreviatura de NN y abogaba por la incorporación de la Ñ en el alfabeto en los siguientes términos: “Hazemos (sic) le injuria en no la poner en orden con las otras letras de a b c”. La Ñ quedó incorporada como letra en el alfabeto español en la edición de la Real Academia de la Lengua del año 1803, pero siguió siendo discutida sobre todo en el ámbito internacional. El último ataque contra la Ñ tuvo lugar en 1991, cuando la Comisión de Cultura del Consejo de Europa planteó la cuestión de si la eñe es una letra en sí misma o una ene a la que se le añade una tilde. Este repentino interés grafemático obedecía no tanto a razones de tipo lingüístico, sino de tipo económico, esgrimidas por la industria productora de aparatos informáticos que veía como una amenaza la prohibición del gobierno español de importar ordenadores cuyos teclados carecieran de la letra Ñ. La racanería en incluir una tecla más en los ordenadores fue, pues, el verdadero motivo que desembocó en la consulta sobre la Ñ. La recepción de la consulta europea en el Ministerio de Cultura español hizo que inmediatamente se diera traslado de la misma a la Real Academia de la Lengua, la cual dictaminó escueta y tajantemente: “La eñe no es sólo un signo independiente e indivisible, sino que, para todo el mundo hispano, es además una letra irrenunciable”. Cuando la consulta de la CEE se hizo de dominio público, se produjeron durante unos días furibundas apologías de la letra en los medios públicos de comunicación frente a lo que se entendió como un ataque a España y lo español –con Ñ, por supuesto–, lo que provocó una hermandad entre los españoles como sólo en contadas ocasiones se han dado (verbi gratia el Dos de Mayo de 1808 o la victoria de la Selección Española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica en junio del año 2010). - 57 - Finalmente, la catarsis colectiva se produjo el día 30 de mayo de 1991, cuando la Comisión de Cultura del Consejo de Europa reconoció públicamente que la eñe es una letra emblemática en la escritura del español. Desde entonces ya no se corre el peligro de ver escritos los nombres de La Coruña, Núñez o Muñoz como La Coru/a, Nu#ez o Mu$oz, como era usual verlos en la década de los 80 cuando empezó la informatización de los listados. He aquí, pues, que ya tenemos a nuestra disposición en todos los teclados a la Ñ que, apenas alcanzando el 0,4% de frecuencia entre los fonemas del español, es letra no obstante emblemática y señera (también con Ñ, por cierto) donde las haya, capaz de aglutinar a los españoles y, últimamente, ubicua gracias a que una parte de ella se ha integrado en el logotipo que simboliza España: Ẽ. Pese a todo, en los organismos internacionales de codificación (Unicode, por ejemplo) la Ñ aún sigue siendo catalogada y descrita como “N con tilde”. ¡Allá ellos! - 58 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 59 - La letra R tiene una apariencia gráfica tan similar a la P en los alfabetos latinos que puede parecer que comparten historia, pero no es así. Como es usual, la R tiene su ancestro en un jeroglífico egipcio que representaba una cabeza humana vista de perfil, en concreto muestra el lado izquierdo. El nombre que recibe la R en fenicio es resh que significa “cabeza”, lo cual recuerda su origen. Los fenicios redujeron el jeroglífico egipcio a un simple esquema similar a una P pero con la panza mirando hacia la izquierda. Esta fue también la forma que adoptó el griego en un primer momento, pero cuando se fijó la escritura en el sentido de izquierda a derecha, la panza de la R quedó mirando hacia la derecha y, como además los griegos la redondearon, su apariencia era prácticamente idéntica a nuestra P actual. El nombre que los griegos dieron a esta letra fue el de “rho / ro”. Los etruscos y romanos adoptaron este signo del griego, pero estos últimos, descontentos con el hecho de que coincidieran gráficamente dos letras que representaban sonidos tan diferentes, decidieron añadir un pequeño apéndice a la letra que representaba el sonido /r/ y posteriormente alargaron dicho apéndice de forma que alcanzaba la línea base del renglón, curvándolo en ocasiones en su parte final, dando lugar a ese gracioso y delicado remate en forma de cola que podemos observar en algunas tipografías. No obstante lo dicho anteriormente, hay quienes creen que el trazo añadido a la letra R para distinguirla de la P no fue una invención enteramente romana, pues hay algunas variantes occidentales del alfabeto griego que ya presentaban ese apéndice, si bien es cierto que los romanos lo transformaron sustancialmente. La erre minúscula surgió a partir de la escritura semiuncial, donde la cola de la R no descansaba en la línea base del renglón, sino que presentaba una posición más elevada; en la escritura rápida ascendió aún más hasta alcanzar la parte alta de la letra, provocando la desaparición de la panza superior. Así es como apareció nuestra actual erre minúscula, con la lengüeta superior que confiere a la letra la apariencia de un martillo. Existió y coexistió con ella durante la Edad Media y parte de la Edad Moderna otra variante minúscula de la R, más redondeada que la de martillo y denominada precisamente por su forma “erre rotunda” (ꝛ), que era muy similar al número 2. Esta variante se utilizaba fundamentalmente cuando iba precedida de la vocal O. El origen de la “erre rotunda” parece ser que tuvo lugar en la escritura beneventana (siglo VIII d.C.), la escritura carolina también la utilizó y la escritura gótica la generalizó, usándola en otras combinaciones de letras, como “br”, “dr” y “pr”, pero nunca a principio de palabra. Su uso fue tan extendido y común que la imprenta la adoptó, llegando a ser regularmente usada en textos impresos hasta el siglo XVII, en especial los que empleaban tipos góticos. Basta echar un vistazo a ediciones antiguas, por ejemplo del Lazarillo de Tormes, que por cierto la lleva en su propio título, para comprobar la amplia utilización de la “erre rotunda” en textos españoles. - 60 - Portada de la edición de Burgos (1554) del “Lazarillo de Tormes” en la que se pueden ver las dos erres: la “erre rotunda”, en palabras como “Tormes” y “fortunas”, y la erre con forma de martillo, en los términos “Lazarillo” y “adversidades”. Lo que siempre ha llamado la atención en la R es el efecto de movimiento, agitación, tumulto o ruido que suscita su pronunciación. Ya lo notó Platón, pues, en el diálogo titulado Cratilo o Sobre el lenguaje, pone en boca de Sócrates la siguiente reflexión: “Y así la letra R, que obliga a la lengua a moverse y a vibrar con rapidez, expresa natural y perfectamente todas las acciones en que el movimiento desempeña el principal papel.”. Bien pudiera estar en lo cierto Sócrates, pues palabras castellanas como trueno, tormenta, trasiego, arrear, retumbar, rechinar y otras similares dejan bien patente la idea de ruido, movimiento y agitación en general. El poeta romano Persio, en una de sus sátiras, denominó a la R “letra canina”, porque le daba la impresión de que su sonido se parecía al de un perro cuando gruñe. De hecho hay quien piensa que la palabra prerromana perro procede de alguna voz onomatopéyica pronunciada por pastores para llamar a este animal imitando su gruñido. Ya que hablamos de gruñidos, basta mirar un cómic para ver que la letra que lo indica es una secuencia continuada de erres (RRRR…), precedida en ocasiones de una G para hacerla más expresiva (GRRR…). Ni que decir tiene que la R es, además de perruna, una letra militar. Ahí está el vocablo ar, voz típica con que se manda ejecutar un movimiento a la tropa en el ejército; acertadamente también vio la asociación de la R con lo militar Ramón Gómez de la Serna quien en una greguería dijo: “RRRRRR, un ejército en marcha”. - 61 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 62 - Al igual que la F, la U, la V y la Y, también la W procede de la letra semita waw, pero no tenía en la antigüedad la forma gráfica que nos es hoy habitual. En su lugar los griegos usaron la digamma () para el sonido /w/. Los romanos utilizaron, como ya se ha visto, la V y más tarde la U para ese mismo propósito. En su estado actual, la W es una aportación anglosajona al alfabeto latino. La forma primitiva de la W fue una secuencia de V+V usada en el siglo VII d.C. por los escribas anglosajones que escribían en inglés antiguo; fue a partir de este dígrafo que la letra tomó su nombre (doble U o doble V según la pronunciación particular de cada idioma). No obstante, este dígrafo no tuvo en principio amplio uso y fue sustituido pronto por una nueva letra llamada “wynn” o “wen” (Ƿ), tomada en préstamo de su homónima del alfabeto rúnico (ᚹ), que representaba la semiconsonante germánica /w/, pues no tenía correspondencia en las lenguas románicas, ya que ese sonido había pasado a ser labiodental. Ahora bien, la runa “wynn” no duró mucho, pues, tras la conquista normanda del año 1066, la influencia francesa hizo que cayera en desuso, desapareciendo durante el periodo del inglés medio (hacia 1300), sustituyéndola de nuevo el dígrafo VV o UU, cuyos brazos en ocasiones se entrecruzaban, de donde se desarrolló la W moderna. De esta forma lo que empezó siendo un dígrafo o una ligadura acabó convirtiéndose en una letra con entidad propia en el alfabeto y no como un signo accesorio. En español, la W ocupa un modestísimo lugar en el diccionario, pues apenas una docena de palabras comienzan por esa letra, la mayoría de ellas provenientes de lenguas extranjeras, fundamentalmente del alemán y del inglés. Aparte de esos pocos nombres comunes, el resto de vocablos que presentan W en español son nombres propios de ciudades o personas (Washington, Westfalia, Wagner, Walter) igualmente extranjeros. No es de extrañar, pues, que la W siempre haya sido catalogada como una letra extranjera, ajena a los usos clásicos del alfabeto latino e incorporada a éste con el único propósito de escribir de forma adecuada préstamos lingüísticos foráneos, especialmente del inglés, que es el idioma que en las últimas décadas ha proporcionado el principal caudal de uves dobles en español (whisky, Windows, Word, etc). El hecho de ser la W una letra que representa un sonido inexistente en español ha hecho que su pronunciación sea muy variada, siendo asimilada a la V, B, U o GU, según los casos. Así, nombres propios de origen germánico, como Wagner o Westfalia, suenan como si presentaran una B, o sea, /Bagner/ y /Bestfalia/. Si los germanismos han sido integrados en el español, la W se sustituye en su ortografía por la V simple: vals, vagón, volframio. En los anglicismos, en cambio, la pronunciación suele ser GU, así Washington y whisky suenan /Guasington/ y /güisqui/, por cierto que esta última palabra se admite que sea así escrita. No obstante en pronunciación más cuidada se puede oír /Uashington/ y /uisqui/, es decir, suena una U. - 63 - Esta dificultad y vacilación en la pronunciación de la W en español viene de largo, pues ya planteó problemas en su tiempo con la lista de nuestros reyes godos (Walia, Wamba, Witiza, etc.), que eran de ascendencia germánica. Durante la Edad Media, la manera preferida de pronunciar la W fue la de asignarle dos sonidos al entenderla como un dígrafo, siendo el primero una U y el segundo una V (esta última en un primer momento probablemente labiodental y más tarde bilabial): así, Walia sonaba /Uvalia/, Wamba sonaba /Uvamba/ y Witiza lo hacía como /Uvitiza/. Una reminiscencia de esta pronunciación es el nombre de Ubaldo, que proviene del germánico Waldo. El siglo XVII acabó con esta doble pronunciación de la W, decantándose por la de V/B y así continuó hasta mediados del XIX, en que una nueva lengua extranjera, llena de uves dobles, comenzó a incorporar neologismos en el español: el inglés. Ahora bien, la W inglesa no suena como la del alemán (que es similar al sonido /v/), sino como /u/ que, en pronunciación española descuidada, se convierte en /gu/. Claro que esta última opción tampoco era ajena del todo al castellano, pues alguna palabra de origen germano como Walter (“Waltarius” en su versión latina) ya de antiguo había sido transcrita como Gualterio, al igual que Guillermo, que proviene del germánico Wilhelm (en inglés, William). Tenemos, pues, que se introduce en la pronunciación de la W en español una diferenciación según la lengua de procedencia de ésta: V/B si proviene del alemán y U o GU si es préstamo del inglés. Esta es básicamente la situación actual, si bien, por el mejor conocimiento del inglés entre la población, se está imponiendo la pronunciación U sobre GU, vista hoy como algo rústica, aunque no desterrada totalmente. En fin, que es la W, como se ha visto, una letra que ha dado y sigue dando guerra (por cierto, palabra que proviene del antiguo alemán werra y que comparte ascendencia con el inglés war). No sorprende, por lo tanto, que se hayan levantado voces pidiendo su eliminación del alfabeto español y su sustitución por la V o la B, según casos. Seguro que esta opción no dejaría contentos a todos aquellos que se llaman Wenceslao o a los habitantes del pueblo vallisoletano de Wamba, que recibe este nombre del rey godo homónimo. Dejémosla estar en nuestro alfabeto, pues al fin y al cabo integra al español en la corriente internacional, donde hoy en día impera el inglés como lengua de comunicación. Por otra parte, no me negarán ustedes que en el mundo de la era digital en el que vivimos, lanzar comercialmente Windows y Word como “Güindos” y “Guor” podría despistar a los destinatarios de estos productos, acostumbrados desde hace tiempo a la terminología informática anglófona, además de, si me lo permiten, perder cierto glamour, aunque sobre gustos no hay nada escrito y partidarios de cualquier opción, por rara que parezca, como expresa el dicho popular gallego, sin duda alguna, haberlos haylos. - 64 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 65 - La letra Z (zeda o zeta en español) es la última del alfabeto latino y su origen se remonta al jeroglífico egipcio y protosinaítico que representaba un arma blanca, semejante a una hoz, que en fenicio recibía el nombre de zayin. En el alfabeto fenicio ocupaba la séptima posición y su forma se parecía más a una I, con amplios travesaños horizontales superior e inferior, que a la actual Z. Con esa apariencia de I pasó al griego y etrusco. Al principio, la forma griega de la Z fue una fiel copia del signo fenicio y como tal se encuentra en antiguas inscripciones, pero con el tiempo surgieron variantes. En una de estas variantes hay que buscar la forma que pasó al alfabeto griego clásico (Z), donde recibió el nombre de dseta/dzeta, tal vez por imitación de (h)eta y zeta/theta. Hay una indefinición sobre qué sonido representaba esta letra en griego; parece ser que en dialecto ático era una mezcla de delta y sigma (sonido /ds/), pero representaba el sonido /θ/ en otros dialectos. En etrusco, la Z simbolizaba el sonido /ts/ y tenía también forma de I, aunque con ligera inclinación de los travesaños horizontales. El latín incorporó la Z griega a su alfabeto, pero tuvo un uso muy limitado en el periodo arcaico. Esto, unido al hecho de que –al igual que la S– la Z se vio afectada por el fenómeno del rotacismo que las transformó en R, hizo que se viera innecesaria y, por ello, suprimida del abecedario romano en el siglo IV a.C. por iniciativa del censor Apio Claudio “el Ciego”, aunque el argumento que utilizó no fue precisamente muy lingüístico que se diga, ya que justificó la eliminación del la Z porque para pronunciarla había que poner los dientes y la mandíbula como los moribundos. El puesto de la Z en el alfabeto fue ocupado por una nueva letra creada poco después: la G. Ahora bien, no pasó demasiado tiempo el latín sin Z, pues en el siglo I a.C. fue de nuevo reintroducida en el abecedario –al igual que la Y– para representar adecuadamente el aluvión de palabras procedentes del griego que se incorporaron al latín tras la conquista de Grecia. Ambas letras fueron colocadas al final del abecedario, resultando la Z la que lo cierra. La letra Z se utilizó en latín exclusivamente en palabras de origen griego y, junto con la Y, son las únicas letras que los romanos tomaron directamente del griego sin pasar por la mediación etrusca. Las lenguas modernas que emplean el alfabeto latino han extendido el uso de la Z mucho más allá de su función como letra transcriptora de palabras griegas. El auge que ha tenido la Z, especialmente en las lenguas romances, ha sido debido, en parte, a la aparición de nuevos sonidos inexistentes en latín, para los que se ha aprovechado su grafía. Este es el caso, por ejemplo, de los grupos latinos -ti, -te, -ci, -ce seguidos de vocal, que sonaban parecidos a /ds/ o /ts/, siendo pues apropiado representarlos con la Z o con la Ç (cedilla), letra esta última que no es otra cosa sino una variante gráfica de la Z, surgida por la costumbre de los escribas medievales de adornar la Z con un copete en la parte superior que dejó en ocasiones reducida la letra original a una coma situada en la parte inferior. Esto es bien perceptible en la Z de la escritura visigótica (Ꝣ). Esta práctica está en el origen de las dos maneras actuales que hay de trazar la “z” minúscula, una en que la letra se apoya en la línea base del renglón (z) y otra que presenta trazo descendente (ʓ). Por lo tanto, según lo mencionado anteriormente, una palabra latina como “platea(m)” evoluciona a plaza en español, piazza en italiano, plaça en catalán y praça en portugués. - 66 - SUPRIMIDAS VARIAS PÁGINAS INTENCIONADAMENTE - 67 - BIBLIOGRAFÍA BEST, J. and F. Woudhuizen. Ancient scripts from Crete and Cyprus, Leiden: Brill, 1988. CARDONA, Giorgio R. Storia universale della scritura. Milano: Mondadori, 1986. CLAIBORNE, Robert. The birth of writing. Amsterdam: Time-Life Education, 1974. COHEN, Marcel. La grande invention de l'ecriture et son évolution. Imprimerie Nationale, 1958. COULMAS, Florian. Writing Systems of the World. Oxford & NewYork: Blackwell Publishing, 1996. CROATO, José Severino. Origen y evolución del alfabeto. Buenos Aires: Columbia, 1968. CURTO, Silvio. La scrittura nella storia dell'uomo. Milano: Cisalpino, 1989. DANIELS Peter T. and William Bright (editores). The world's writing systems. New York: Oxford University Press, 1996. DIRINGER, David. The Alphabet: A key to the History of mankind. Londres: Hutchinson, 1968 3ª ed. FÉVRIER, James G. Histoire de l'écriture, Paris: Payot, D.L.1948. FÖLDES-PAPP, Karoly. Dai graffiti all'alfabeto. Milano: Jaca-Book, 1985. FRIEDRICH, Johannes. Geschichte der Schrift. Heidelberg: Carl Winter/Univer. Verlag, 1966. GAUR, Albertine. Historia de la escritura. Madrid: Fundación Germán S. Ruipérez, 1990. GELB, Ignace J. A Study of Writing. Chicago: University of Chicago Press, 1963 2ª ed. HAARMANN, Harald. Historia universal de la escritura. Madrid: Gredos, 2001. HOOKER J.T. (editor). Reading the Past: Ancient Writing from the Cuneiform to the Alphabet. University of California Press, 1990. Traducción española. Madrid: Akal, 1996. KING Charles. Hieroglyphs to alphabets. London: F. Muller, 1977. LÉRIDA Lafarga, Roberto. Los sistemas de escritura de Grecia y Roma. Revista electrónica Clío, 2000. NAKANISI, Akira. Writing systems of the world. Rutland: Charles E. Tuttle Company, 1980. NAVEH, Joseph. Early History of the Alphabet. Jerusalem: Magnes, 1982. PECKAM, Brian. The development of the late Phoenician scripts. Harvard University Press, 1968. Promotora Española de Lingüística. Alfabetos de ayer y de hoy. http://www.proel.org/ SALVADOR, Gregorio y LODARES, Juan R. Historia de las letras. Espasa Calpe: Madrid, 1996. SASS, Benjamin. The genesis of the alphabet and its development (tesis). Tel Aviv, 1988. - 68 - - 69 -