La causa obligada del príncipe Alberto II de Mónaco

La causa obligada del príncipe Alberto II de Mónaco

Visita a Barcelona

El príncipe monegasco acude a la ciudad para reafirmar su apoyo a la protección de los océanos

BARCELONA CATALONIA, SPAIN - APRIL 09: Prince Albert II of Monaco during the opening of the exhibition 'It's Time to Act' at the Decade of the Ocean Conference (Port Vell), April 9, 2024, in Barcelona, Catalonia, Spain. 'It's Time to Act' is an exhibition dedicated to the Marine Protected Areas (MPAs) of the Mediterranean, which opens on the eve of the opening of the Decade of the Ocean Conference. (Photo By David Zorrakino/Europa Press via Getty Images)

El príncipe Alberto II de Mónaco en el Port Vell de Barcelona el martes.  

Europa Press via Getty Images

La Villa de Mónaco, el peñón donde se encuentra el Palais Princier y el Museo Oceanográfico de Mónaco, es una atalaya situada en una roca encima de la costa desde donde los Grimaldi han observado durante siglos la importancia del mar y, en las últimas décadas, la necesidad de su preservación. El príncipe Alberto II de Mónaco visitó Barcelona el martes y el miércoles para reafirmar ese apoyo a la protección del océano en toda su extensión, pues, para el hijo de Rainero III y Grace Kelly, la conservación marina se ha convertido en un asunto de Estado.

Durante su reinado, Alberto II ha continuado el sueño que tenía su padre de expandirse hacia el Mediterráneo ganando terreno al mar con extensiones artificiales de tierra. El impacto medioambiental que eso supone en el pequeño principado de 208 hectáreas con apenas 4,1 km de línea de costa ha sido siempre tratado con respeto por parte del príncipe. Por ejemplo, en el diseño de Le Portier, la nueva ampliación de 6 hectáreas de la superficie de Mónaco hacia el mar que se inaugurará en 2025. Ese será el gran proyecto que marcará su reinado y, pese a que la huella en la costa es inevitable, el proyecto ha estado concebido por expreso deseo del príncipe para que sea un ejemplo ecológico que preserve todo lo posible la flora y la fauna mediterráneas.

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El príncipe Alberto II de Mónaco, acompañado del presidente del Puerto de Barcelona, Lluis Salvadó, y la consellera de Acción Exterior, Meritxell Serret, en el Port Vell de Barcelona. 

Toni Albir / EFE

El martes, el príncipe Alberto II protagonizó una escena de redención al inaugurar la exposición Es la hora de actuar, situada en el Port Vell hasta el 15 de abril. Solo bajarse del coche empezó a llover, pero rápido salió el sol y el arco iris dio la oportunidad de una escena marinera cinematográfica.

El miércoles, durante su discurso en la inauguración de la Conferencia del Decenio de los Océanos 2024, promovida por la Unesco y celebrada en el Centre de Convencions Internacional de Barcelona, el príncipe destacó la importancia de la ciencia “para tomar medidas colectivas, anticipar desafíos y encontrarles soluciones responsables”. También anunció la puesta en marcha de la próxima expedición de Monaco Explorations, una misión científica que tiene como objetivo observar el océano en el marco de una iniciativa estratégica para proteger determinadas zonas marítimas y costeras.

La ciencia en el mar ha sido constante para los Grimaldi y Alberto II cree que es la clave para la preservación marina

La familia real monegasca, desde su mezcla de reino, negocio familiar y paraíso para millonarios, ha mostrado a lo largo de los siglos un especial interés por el mar y la ciencia. El tatarabuelo del actual monarca, Alberto I, dedicó gran parte de su vida al estudio de los océanos. Le gustaban las expediciones marítimas y los descubrimientos y fue quien creó el Museo Oceanográfico de Mónaco, cuyo director fue el explorador Jacques Cousteau durante décadas.

En los años del boom de la construcción en el microestado, durante el reinado de Rainero III, el marido de Grace Kelly fue todo un hombre de negocios que vio en el mar la única oportunidad de expandir su reino. Fue apodado el príncipe constructor en su intento de desarrollar la economía de Mónaco al máximo y llegó a aumentar la superficie del principado en más de un 20 %. Mientras, también atraía la mirada del mundo por su matrimonio y por la llegada a sus costas de la jet set por la transformación de Mónaco en un paraíso (no solo fiscal).

El tatarabuelo del príncipe, Alberto I, dedicó su vida a estudiar los océanos.

El tatarabuelo del príncipe, Alberto I, dedicó su vida a estudiar los océanos.

A Alberto II le ha tocado lo mismo que a toda su generación, progresar con la mirada puesta en la conservación del medio ambiente, como ha demostrado en sus dos jornadas en Barcelona. “Es mi deber asumir mi parte en el reto lanzado a mi generación: encontrar soluciones para preservar nuestro planeta, nuestro bien más preciado”, dijo tras publicar L’Homme et l’Océan, su primer libro en el que detalló los desafíos para conservar los océanos.

Sus hijos, Jaime, el príncipe heredero, y su hermana Gabriela, de 9 años, son jóvenes todavía para implicarse en causas medioambientales. Pero la hija que tuvo Alberto antes de casarse con la princesa Charlene, Jazmin Grace Grimaldi, de 32 años, que no cumple tareas oficiales, sí parece interesada en labores humanitarias pues a través de su propia fundación, The Jazmin Fund, logró hace algunos años distintas acciones en las islas Fiyi.

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