(PDF) Evangelización y educación agustina en la Nueva España, siglo XVI | Carlos Ernesto Rangel Chávez - Academia.edu
La Conquista de Tenochtitlán y las otras conquistas Edición conmEmorativa, 500 años Pilar Regueiro Suárez Coordinadora Miguel García Audelo Edición UNAM San Antonio Ing. Paula de Gortari Pedroza Directora Laura Carreón Asistente de la Dirección Alfredo Ávalos Lara Comunidad y Cultura Zoraida Serrano Departamento de Español Stephanie Regalado Criste Tonra Departamento de Inglés Antonio Huereca Adriana Bartolo Díaz Departamento de Administración UNAM San Antonio Biblioteca Arte & Cultura UNAM San Antonio La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas. Edición conmemorativa, Pilar Regueiro Suárez, coordinadora. Editado por Miguel García Audelo. años / . Reguiro Suárez, Pilar — Historia Novohispana — Siglo XVI — I. Miguel García Audelo — II. UNAM San Antonio — III. Sección de Historia. D. R. © D. R. © D. R. © Pilar Regueiro Suárez (Coord.) Miguel García Audelo (Ed.) UNAM San Antonio Hemisfair Plaza Way San Antonio, TX United States of America. . Ofelia Mercado Arzate, design. Mónica Domínguez Ávila, proofreading. First edition, ISBN: - - - All rights reserved. This work may include contents whose reproduction rights have been limited to this non-profit academic edition. It is up to the publisher to determine whether the citation of texts or the reproduction of parts of the work for criticism or scientific research should be associated with this source. Reproduction for scholarly purposes is authorized, provided the source is properly cited. Work printed on demand in The United States of America, Latin America and Europe. UNAM San Antonio welcomes your comments. Visit our website http://unamsa.edu/mx/ to look at our educational, cultural, and publishing offerings. Índice PRESENTACIÓN ................................................................................ PARTE I. LA CONQUISTA DE TENOCHTITLÁN .......................... Una famosa noche de verano.. Consideraciones historiográficas y culturales sobre la “Noche Triste” ............................................................ Andrés Enrique Centeno Vargas Otumba: La batalla que presagió el fin de México-Tenochtitlán ............ Daniel Aburto Zamudio Aliados a la orilla del lago: los chalcas en la conquista de Tenochtitlán ( ) .................................................................................................. Tania Ariza Calderón ¿El final de la historia mexica? La conquista de México-Tenochtitlán en los códices mexicas coloniales ................................................................. Eduardo Henrique Gorobets Martins Intercesiones divinas en la Conquista ................................................... Joshua Iván Muñoz Salazar y José Emmanuel Muñoz Salazar Las apariciones de Santiago Combatiente durante la conquista de América. Un debate historiográfico ....................................................... Nahielly Bautista San Juan La Malinche. La construcciónde su papel como traidora ..................... Angélica Mendoza El espejo de la Conquista. Cómo se enseña la Conquista de México desde el aula hasta el cine ...................................................................... Martín Josué Martínez La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas PARTE II. LA CONQUISTA ESPIRITUAL ................................... Cristo y María durante la conquista y la evangelización de la Nueva España. La conformación de la ‘idolatría indígena’ vista a través de las confluencias, conflictos y ocultamientos de los actores europeos ............................................... Daniel Altbach Pérez La evangelización en México: Catecismos y el uso de la imagen religiosa ............................................................................ Alejandra Olvera Ortiz Evangelización y educación agustina en la Nueva España, siglo XVI ................................................................................................ Carlos Ernesto Rangel Chávez Paisajes sonoros devocionales: el canto colectivo en el proceso evangelizador de Michoacán, siglos XVI y XVII ................................... Antonio Ruiz Caballero El viaje de Esopo. Apuntes sobre cómo pudieron haber llegado ciertas fábulas esópicas y de qué modo fueron utilizadas en esta parte de las Américas que llamaron Nueva España......................................................................................... Miguel García Audelo PARTE III. LAS OTRAS CONQUISTAS ....................................... “Para servir a su majestad”: la conquista y sujeción de Oaxaca ........... Iván Rivero Hernández Pactar para no guerrear. Españoles en la Mixteca Alta durante el proceso de Conquista ........................................................... Misael Chavoya Cruz La conquista del Tzintzunzan Irechecua tarasco en Ricardo Carvajal Medina ........................ Una guerra de larga duración. La conquista de la península de Yucatán ( ) ............................................................................. Pilar Regueiro Suárez Don Antonio Huitziméngari y la guerra contra los Chichimecas, . Los inicios de la temprana expansión hacia el septentrión novohispano ....................................................................... Daniel Adrián Ortiz Macarena EPÍLOGO ......................................................................................... La memoria como oficio. Hernán Cortés ante la Historia ...................... Michelle Montaño Delgado Sobre las autoras y los autores .............................................................. Evangelización y educación agustina en la Nueva España, siglo XVI Carlos Ernesto Rangel Chávez Universidad de Guanajuato / APAMI llEgada y Expansión dE los agUstinos En la nUEva España La Orden de San Agustín pisó tierra novohispana por primera vez en mayo de , siendo la tercera de las órdenes religiosas en llegar a tierras americanas -después de franciscanos y dominicos-. Cabe decir que, en un primer momento, el deseo de la Corona Española y Consejo de Indias fue que los agustinos pasaran a fundar conventos en Nicaragua y en la provincia de Santa Marta, en Centroamérica; sin embargo, contra este parecer, se dirigieron hacia la Nueva España, llegando a la Ciudad de México el día siete de junio. La Real Audiencia les negó el permiso para la fundación de convento alguno en la capital novohispana, pero los agustinos se obstinaron tanto en ello, que ya para agosto de el presidente de la Audiencia se quejaba porque “háseles dado sitio para un monasterio trece leguas desta cibdad que es en principio de una provincia que se dice Cuisco para que viniendo más religiosos se estiendan por ella [pero] ellos han tomado otro en esta ciudad fuera de mi parecer”. “Real cédula de la reina Juana al Provincial Agustino de Castilla permitiendo fundar un convento en Santa Marta y otro en Nicaragua. Ocaña, de mayo de ” y “Fragmento de una cédula de la reina Juana al Provincial Agustino de Castilla, para que en lugar de enviar misioneros a Nueva España vayan a la Provincia de Santa Marta. Medina del Campo, de abril de ”, en Roberto Jaramillo Escutia, ed., Monumenta Historica Mexicana. Seculum XVI: Documenta edita (México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, ), - . “Fragmento de carta a la Emperatriz, por el obispo de Santo Domingo Presidente de la Audiencia de México, dando noticia de la llegada de los primeros Agustinos. México, de agosto de ”, en Ibidem, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas Aquella primera barcada agustina traía consigo a siete religiosos, a saber: Fr. Francisco de la Cruz, quien venía a la cabeza de los demás, Fr. Jerónimo de San Esteban, Fr. Juan de San Román, Fr. Juan de Oseguera, Fr. Jorge de Ávila, Fr. Alonso de Borja y Fr. Agustín de Coruña (figura ). En este primer grupo debía venir también Fr. Juan Bautista Moya; no obstante, por motivos personales no pudo llegar a embarcarse y se vio obligado a quedarse en España. Llegados a la Ciudad de México, pasaron cuarenta días en el convento de los dominicos y desde allí rogaron a la Real Audiencia para que los dejara fundar un convento en esa ciudad, obteniendo sólo respuestas negativas. Como se dijo, la Audiencia resolvió darles otro sitio apartado de la ciudad, en la provincia de Cuisco, zona que será más conocida como Tlapa y Chilapa (en el actual estado de Guerrero), la cual se encontraba todavía sin evangelizar. Los encargados de ir hasta allí fueron Fr. Jerónimo de San Esteban y Fr. Jorge de Ávila. Estando a punto de partir, la Audiencia les dijo que podían pasar también a Ocuituco (en el actual estado de Morelos), dándoles licencia para que fundaran en él un convento, lo cual hicieron efectivo, fundando allí el primer convento agustino del Nuevo Mundo. En su camino llegaron también al pueblo de Mixquic, donde bautizaron gran cantidad de gente con la ayuda de un “indio ladino que traían consigo y les servía de intérprete”. Pasaron también por Totolapa, pueblo que evangelizaron y más tarde añadieron a la jurisdicción de la doctrina de Ocuituco, a donde llegarían meses después a tomar posesión. Cuando Roberto Jaramillo Escutia, “El Virreinato de la Nueva España”, en Huellas Agustinianas. Compendio de historia de la Orden de San Agustín para América Latina, coord. Roberto Jaramillo Escutia (México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, ), . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden de N.P.S. Agustín en las Provincias de la Nueva España (México: Porrúa, ), - . Ibídem, pp. - . En este sentido vale la pena resaltar lo que dice Igor Cerda Farías respecto a que en las rutas de los religiosos hubo poblados (como Mixquic y Totolapa) que, si bien más adelante serían fundaciones agustinas, no deben considerárseles en este primer momento como tales, “pues el hecho de pasar por ahí no significa el establecimiento formal de una doctrina”. Véase La Conquista espiritual llegaron, ya habían comenzado a aprender la lengua de los indígenas, sin embargo, seguían ocupando al intérprete para las pláticas que sostenían con ellos, sobre todo acerca del sacramento del matrimonio, el cual fue muy dificultoso para todos los evangelizadores por lo extendido de la práctica poligámica entre las sociedades prehispánicas. Por el momento decidieron no continuar hasta Tlapa y Chilapa, pues reconocieron que la necesidad de ministros en estos pueblos circunvecinos a Ocuituco era apremiante. No obstante, al poco tiempo se dispuso que Fr. Juan de San Román se dirigiera a ocupar la doctrina de Ocuituco mientras Fr. Agustín de Coruña y Fr. Jerónimo de San Esteban pasaban, ahora sí, a las ásperas tierras de Tlapa y Chilapa, a donde llegaron el de octubre de . Las dificultades no se harían esperar. Parecía ser que mientras más se alejaban de la capital novohispana, la gente se hacía más difícil en el trato. El primer inconveniente que tuvieron fue que los principales de aquella región prohibieron a sus pueblos ayudar a los frailes a sobrevivir. El cronista Grijalva narra que así persistieron los religiosos por tres meses, hasta que un cambio de opinión hizo que los indígenas comenzaran a acercarse a ellos. A la vez que predicaban el Evangelio, los religiosos ponían en cristiana policía a todos aquellos naturales que vivían esparcidos por la sierra, enseñándoles a vivir en poblaciones organizadas al estilo europeo. De esta manera se empezó a conformar la primera gran misión agustina de estas tierras, la cual se compuso de una ruta de fundaciones que conectaban a la capital de la Nueva España con Tlapa y Chilapa, los conventos más alejados de lo que Robert Ricard propone como el avance meridional de esta Orden religioa Igor Cerda Farías, “Los agustinos de la Nueva España en tiempos de Santo Tomás de Villanueva ”, en La Iglesia y el Mundo Hispánico en tiempos de Santo Tomás de Villanueva ( ), ed. F. Javier Campos (Madrid: Estudios Superiores del Escorial, ), . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…., . Ibídem, - . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas Figura 1. Los primeros siete agustinos. Pintura al óleo ubicada en el convento de San Agustín de Morelia, Michoacán. Colección fotográfica del APAMI sa en tierras novohispanas, el cual iba desde la Ciudad de México hasta la extremidad oriental del actual estado de Guerrero, conectado por las fundaciones del sur de Morelos y el suroeste de Puebla. Dicha ruta se componía de conventos fundados desde , como Ocuituco, Chilapa y Totolapan, a los que les siguieron, en , Yecapixtla y Zacualpan; Tlapa y probablemente Mixquic, en ; Chiautla, en ; Tlayacapan, en ; Jumiltepec y Jonacatepec, en ; Jantetelco, en ; Chietla, cedido por los franciscanos, en ; y Atlatlauhca, en . Cabe resaltar que los agustinos, al ser la tercera de las órdenes religiosas en llegar a la Nueva España, tuvieron que buscar, la mayoría de las veces, lugares en los que ni franciscanos ni dominicos se habían asentado. Así pues, como afirma Ricard, Robert Ricard, La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572 (México: Fondo de Cultura Económica, ), - . Para complementar esta información y hacer algunas correcciones a lo que afirma Ricard, utilicé el Apéndice: “Cuadro XII. Las fundaciones agustinas ( )” del libro de Antonio Rubial García, El convento agustino y la sociedad novohispana (1533-1630) (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, ) . Asimismo, advierto que, para la parte correspondiente a las rutas de expansión, me quedaré con la cronología límite utilizada por Ricard en las fundaciones agustinas, , con el objetivo de no atiborrar el texto con nombres y fechas. La Conquista espiritual es menos precisa la dirección geográfica del apostolado agustiniano; sin embargo, “enormes zonas quedaban […] entre las regiones ocupadas por los anteriores misioneros”, a las cuales tuvieron que adaptarse los agustinos y por lo cual su territorio de expansión tuvo un trazo “caprichoso y a veces confuso”. Por otro lado, al tiempo que comenzaron su labor en la ruta hacia Tlapa y Chilapa, en la Ciudad de México también se empezaba a consolidar su presencia, pues Fr. Alonso de Borja fundaba una iglesia y comenzaba a administrar el hospital-pueblo de Santa Fe, fundado por el entonces Oidor de la Real Audiencia -y más tarde primer obispo de Michoacán- Don Vasco de Quiroga. Esta fundación no duraría mucho en sus manos, pues a los tres años los agustinos decidieron dejar su administración. Según lo dispuesto por ellos mismos en , se mostraban más interesados en seguir misionando en otros lugares donde no había llegado el Evangelio: “aunque allí [en Santa Fe] había mucho que gozar, había […] poco que trabajar, por ser todos los indios que allí estaban ya convertidos y bien enseñados”. Esta experiencia en Santa Fe vino a ser para la Orden uno de sus primeros ensayos de educación cristiana en el Nuevo Mundo y sería reproducido por ellos mismos en otros lugares donde evangelizaron. Asimismo, para el convento de la Ciudad de México ya estaba en construcción y mantenía funciones básicas. En él estaban Fr. Juan de Oseguera y el Venerable Fr. Francisco de la Cruz, el uno como predicador en la ciudad y el otro como prior y maestro de novicios, pues muy tempranamente habían comenzado la recepción de vocaciones. Fr. Francisco atendía por escrito todas las consultas sobre las dificultades que se presentaban a los frailes que andaban fuera, así como también ordenaba y daba solución a los problemas, “De modo que desde México cuidaba de todo, y obraba con todos”. Gracias a dichas dificultades, Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . Ibídem, . , . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas se creyó necesaria una junta a modo de capítulo. El objetivo era comentar y dar solución a los problemas y tratar las cosas tocantes a “la fundación y reforma de la Provincia [así] como para las demás materias que manejaban; porque aunque los frailes eran pocos, y los conventos solos cuatro, las Provincias que administraban eran grandes, y las materias gravísimas”. Así se reunieron en Ocuituco en días de Corpus Christi de , dejando indígenas de confianza encargados en los respectivos conventos. Grijalva conserva en su crónica el acta de este considerado “primer capítulo” agustino novohispano. La mayoría de las disposiciones de esta reunión fueron tocantes a la vida conventual y a la administración de los santos sacramentos entre los indígenas. También se ordenó un reacomodo de frailes que quedó de la siguiente manera: puesto que Fr. Francisco de la Cruz y Fr. Juan de Oseguera no habían tenido experiencia en la labor pastoral indígena, irían hacia Ocuituco, “donde aprendan la lengua, y administren los Sacramentos, porque no pierdan el mérito de buenos obreros”; a la Ciudad de México pasarían Fr. Jerónimo de San Esteban y Fr. Jorge de Ávila; a Chilapa, Fr. Juan de San Román y Fr. Agustín de Coruña; mientras que a Santa Fe regresaría Fr. Alonso de Borja. Para este tiempo ya se planeaba una nueva misión. Ahora se pretendía entrar a una zona “tan ardua y dificultosa como la primera, que por la aspereza de la tierra se llamaba vulgarmente la sierra”, es decir, el noreste de la Nueva España, la zona otomí de la Sierra Alta, que los llevaría hasta la Huasteca y que abarca los actuales estados de México, Hidalgo, San Luis Potosí y el norte de Veracruz. A esta segunda ruta agustiniana la llamaría Ricard el avance septentrional. No obstante, para llevar a cabo esta empresa los agustinos necesitaban más personal, pues incluso para lo extendidos que Ibídem, - . Ibídem, - . Ibídem, . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, . La Conquista espiritual estaban en el sur se consideraban muy pocos religiosos. De esta manera surgió la necesidad de hacer una visita a las autoridades y casas conventuales españolas, con motivo de pedirles que despacharan más frailes al Nuevo Mundo. Ya la Audiencia había escrito a la Corona, al Consejo de Indias y al Provincial de Castilla para pedirles, entre otras cosas, que enviaran más religiosos, sin embargo, se consideró más conveniente que alguno de los frailes fuera a España para tratar el asunto directamente. Así pues, reunidos en México los agustinos junto con los “señores de la Audiencia”, eligieron al Venerable Fr. Francisco de la Cruz “para que él hiciese la jornada”. Partió Fr. Francisco a España el de febrero de , llegando a su destino días después. En Sevilla ya le esperaban seis frailes que Fr. Tomás de Villanueva, a la sazón Provincial de Castilla, había dispuesto para enviar a la Nueva España. Fr. Francisco decidió que se adelantaran mientras él se dirigía a Castilla. Y así, con Fr. Nicolás de Agreda a la cabeza, partió a principios de junio aquella segunda barcada de agustinos, la cual llegó al puerto de San Juan de Ulúa el de septiembre. Después de una larga navegación y el camino hacia la Ciudad de México, uno de ellos, Fr. Lucas de Pedroza, enfermó y murió. Los demás fueron enviados a distintos conventos, donde se dispusieron a aprender la lengua nativa para poder ejercer el ministerio. Por su parte, Fr. Francisco de la Cruz pasaba a Salamanca y después a Medina del Campo a entrevistarse con Fr. Tomás de Villanueva, quien le dio licencia para que escogiera otros tantos frailes para llevar consigo en su regreso. Así lo hizo, escogiendo a doce frailes. Asimismo, se dio a la tarea de buscar en los ambientes universitarios a un hombre que enseñara Artes y la Teología a sus religiosos en la Nueva España, encontrando así en la Universidad de Salamanca al clérigo Alonso Gutiérrez, quien al tomar el hábito agustino sería mejor conocido como Fr. Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, Ibídem, - . Ibídem, - . . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas Alonso de la Veracruz. De esta manera, reunidos todos, zarparon y llegaron a San Juan de Ulúa a mediados de . Lamentablemente, Fr. Francisco de la Cruz llegó enfermo y murió a los pocos días de haber arribado a la capital novohispana. Tras este lamentable suceso, nuevamente se juntaron todos a manera de capítulo. De acuerdo a ciertos papeles traídos de España por Fr. Nicolás de Agreda, en ausencia o por muerte del Venerable Fr. Francisco, quedaría como vicario provincial Fr. Jerónimo de San Esteban, lo cual se obedeció. Se determinaba también, de acuerdo con el Provincial de Castilla, que se elegirían cuatro definidores “para que juntamente con el Vicario Provincial proveyeran a todo lo que acá se había de hacer, sin tener recurso a España, así en la provisión de priores, como en todo lo demás del gobierno de la provincia, dándoles para esto toda su autoridad”. Además, se acordó celebrar capítulo en las mismas fechas que se hiciera en Castilla, nombrando un vicario provincial provisional mientas el nuevo provincial de Castilla nombraba el que mejor le pareciera. Fue en este capítulo donde se dispuso dejar la administración de Santa Fe y entrar de lleno a la evangelización de la Sierra Alta, para lo cual fueron designados Fr. Juan de Sevilla y Fr. Antonio de Roa. Asimismo, Fr. Alonso de Borja, quien dejaba Santa Fe, se encargaría ahora de la conversión de los otomíes de Atotonilco el Grande, acompañado por Fr. Gregorio de Salazar y Fr. Juan de San Martín. Los demás frailes fueron acomodados en las fundaciones ya establecidas. Las nuevas fundaciones de este llamado avance septentrional comenzaron con Atotonilco, en , al cual le sucedió Molango el mismo año. Después “las fundaciones se suceden a un ritmo asaz regular”: así vamos a tener a Epazoyucan, Acolman y Zempoala, en ; Actopan e IxmiquilIbídem, - . Para este momento, los agustinos de la Nueva España aún dependían administrativamente de la Provincia de Castilla, por lo cual conformaban una vicaria provincial, con un vicario provincial a la cabeza. Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . Ibídem, - . La Conquista espiritual pan, en ; Tezontepec, en ; Acatlán, en ; Chiapantongo, en ; Axacopan, en ; todas éstas en la región otomí. Y, por otro lado, hacia la Huasteca: Metztitlán, en ; Pánuco, en ; Huauchinango, en ; Huejutla y Tlalchinoltilpac, en ; Pahuatlán, en ; Xilitla y Culhuacán, en ; y Chapulhuacán y Tantoyucan, en . Para concluía el trienio provincial de Castilla, por lo que, de acuerdo a lo determinado un año antes, volvió a celebrarse capítulo en la Nueva España. En éste resultó electo vicario provincial Fr. Nicolás de Agreda y, sorprendentemente, se tomó la decisión de establecer una nueva misión. Esta vez el avance sería hacia el poniente, con el objetivo de llegar a la llamada Tierra Caliente, que abarca los actuales estados de Michoacán y Guerrero. Con este motivo se fundó convento en Ocuila, un pueblo cercano a la Ciudad de México, el cual, pensaban, serviría de enlace con la región michoacana. Mientras esto sucedía, Fr. Juan de Oseguera estaba de visita en Europa y consiguió enviar once religiosos más a la Nueva España, con lo que se reforzarían las tres misiones. Como vemos, “Sólo un año es posterior la misión del poniente a la del norte”. Sin embargo, el plan de entrar a la Tierra Caliente desde Ocuilan se canceló, pues el encomendero de Tiripetío, Don Juan de Alvarado, les invitó a fundar convento en sus dominios, ofreciéndoles todo tipo de apoyo. Esto no resulta una casualidad como lo pintan las crónicas agustinas, pues para esa misión fueron enviados Fr. Juan de San Román y un joven religioso que no hacía mucho había profesado en la Nueva España, Fr. Diego de Chávez y Alvarado, familiar del mencionado encomendero. De esta manera, “tomaron posesión de la DoctriRobert Ricard, La conquista espiritual de México…, - ; Antonio Rubial García, “Cuadro XII. Las fundaciones agustinas ( )” en El convento agustino…, ; Igor Cerda Farías, “Los agustinos de la Nueva España…”, . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . Ibídem, . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas na y pueblo de Tiripetío por la casa primera solariega de nuestra provincia, y puerta y entrada para la predicación de tierra caliente”, como escribía un siglo más tarde Fr. Diego Basalenque, considerando a esta fundación como el origen de la futura Provincia Agustiniana de Michoacán. Así pues, en este avance occidental, como lo llamó Ricard, la primera fundación fue Tiripetío, en ; Tacámbaro sería la segunda, hacia . De ahí pasaron los agustinos directamente a la Tierra Caliente, fundando importantes casas en la Huacana y en Pungarabato (hoy ciudad Altamirano, Guerrero), además de muchos otros pequeños poblados. Este vasto territorio lo abandonarían en tras la muerte del gran evangelizador de la zona, Fr. Juan Bautista Moya. Así permanecieron hasta , año en que se comenzaron a fundar los principales conventos michoacanos: Guayangareo-Valladolid, Cuitzeo, Yuririapúndaro, Charo, Copándaro y Huango. Jacona fue fundado en ; Ucareo, en . En subieron hasta la Nueva Galicia, fundando casa en Guadalajara. Después vendrían, en la misma zona Tonalá y Ocotlán, en ; y en ese mismo año, también Zacatecas; luego Tzirosto, Chucándiro y Pátzcuaro, en . Esta acelerada expansión de la Orden agustina en sus diferentes direcciones algo tuvo que ver con distintos acuerdos establecidos entre los frailes y las autoridades civiles (Audiencia y virreyes), acuerdos que se enmarcan en un proceso de pacificación-consolidación territorial desarrollado como estrategia de control político y militar. En este sentido, podemos ver que de y hasta “la orden privilegió la consolidación de las misiones en la Sierra Alta estableciendo una línea de siete conventos que desde México conectaban con esa zona” (Epazoyucan, Acolman, Zempoala, Pánuco, Huauchinango, Huejutla y Diego Basalenque, Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán (México: JUS, ), - . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, ; Antonio Rubial García, “Cuadro XII. Las fundaciones agustinas ( )”, en El convento agustino…, . Igor Cerda Farías, “Los agustinos de la Nueva España…”, . La Conquista espiritual Tlalchinoltilpac), dando así solidez a la conquista de un enorme territorio a través de la evangelización. Asimismo, el hecho de que durante el trienio de se haya privilegiado la zona norte de Michoacán con la fundación de varios conventos (Valladolid, Yuririapúndaro, Cuitzeo, Huango, Charo, etc.), puede ser visto como estrategia para tratar la difícil situación de los “indios chichimecas” que representaban un serio problema en la expansión española hacia el norte y en la consolidación de asentamientos en centros mineros como Guanajuato y Zacatecas. De esta manera, la evangelización de esa zona limítrofe supondría el comienzo de una pacificación que poco a poco iría avanzando hacia el norte. La figura muestra la presencia agustina en la Nueva España entre y , remarcando las principales zonas de su expansión. Figura 2. Presencia agustina en la Nueva España entre y , tomado de Igor Cerda Farías, “Los agustinos de la Nueva España…”, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas los frailEs frEntE a las lEngUas indígEnas Sin duda alguna, la primera dificultad que encontraron los misioneros para trabajar entre los indígenas fue la del idioma. Se dice que en un principio tuvieron que hacer uso -sin éxito- de la “predicación a señas”, la cual se reducía a la “explicación” de la existencia del cielo y del infierno señalando hacia abajo y hacia arriba, respectivamente. Por otro lado, el fraile dominico Domingo de la Anunciación implementó un método menos rudimentario: escribía un sermón en castellano y lo mandaba traducir a la lengua natural para después aprenderlo de memoria y declamarlo ante los indígenas, “sin más conocimiento directo que el de la sustancia del asunto”. Como era de esperarse, este método también fracasó. No quedaba duda para los frailes que el conocimiento de las lenguas indígenas era “una condición esencial para una evangelización seria y efectiva”. Fue entonces que se dieron a la tarea de aprenderlas. En este sentido, cabe destacar que aprendían sólo aquellas que se hablaban en los lugares en que habían de trabajar. Así, en primer lugar, los agustinos se dedicaron a aprender el náhuatl (o “lengua mexicana”, como también se le llamaba), pues como hemos visto, la primera zona en que desarrollaron su labor apostólica fue el centro de la Nueva España, región antiguamente dominada por nahuas. Los agustinos son considerados como la Orden religiosa con más misioneros lenguas, algunos de ellos incluso políglotas. Según Ricard, “En la orden de San Agustín había frailes que tenían que hablar por lo menos alguna de estas diez lenguas: náhuatl, otomí, tarasco, huasteco, pirinda o matlatzinca, totonaco, mixteco, chichimeco, tlapaneco y ocuiteco”, debido a que sus zonas de expansión comprendían una gran variedad lingüística. Por esta razón, en sus conventos pronto lle- Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, Ibídem, . - . La Conquista espiritual gó a ser obligatorio su aprendizaje. En su llamado “primer capítulo”, celebrado en Ocuituco el de junio de , se acordó salir al encuentro de la primera gran dificultad para la evangelización: las lenguas indígenas y la idiosincrasia de las etnias: …quedó desde entonces establecida en la Provincia esta loable, y fructuosa costumbre, de que todos sin exceptuarse ninguno aprendiesen las lenguas de los indios para administrarles, como el principal y primer motivo para que Dios los llamaba: y así veremos, que de todos los ilustres varones, que hemos tenido de cátedra y púlpito, todos diligentemente aprendieron lengua, los unos una, y otros otra, para ejercitarse en la conversión, y ministerio de los indios. Resultaba muy común que al principio de cada nueva misión los agustinos se encontraran con lenguas distintas a las ya por ellos conocidas, cada una con distintos grados de dificultad. Para la evangelización de la Sierra Alta, por ejemplo, los agustinos se encontraron con la lengua otomí, a la que consideraban como: …la más difícil que se halla en esta tierra […] Porque demás de ser la pronunciación de muchos vocablos dentro de la garganta, que nuestros ministros llaman en su arte, guturales, la cortedad de los términos es tanta, que en cada uno hay muchas significaciones. De modo, que en decir Ibídem, . Cfr. Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . En una carta remitida en al presidente del Consejo de Indias, Fr. Alonso de la Veracruz le daba cuenta, entre otras cosas, de su regreso a la Nueva España, a donde había traído consigo varios religiosos desde la península, los cuales “se han dado tan buena maña y con tanto fervor se han dado a la lengua, que cuando esta escribo confiesan en la lengua a los indios, todos, uno excepto que aun no es sacerdote y en siéndolo hará de manera que notablemente sea parecido la especial obra de Dios”: “Carta de Fray Alonso de la Veracruz al Presidente del Consejo de Indias.- México, de octubre de ”, en Genaro García, dir., Documentos inéditos del siglo XVI para la Historia de México, colegidos y anotados por Mariano Cuevas (México: Porrúa, ), . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización de América 1492-1992 (México: Imprimatur, ), - . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas un mismo vocablo alto o bajo, aprisa o de despacio, tiene diferente significación. En el caso de Michoacán fue totalmente diferente. Los agustinos consideraban la lengua de esta región muy fácil de aprender: “La lengua es tarasca, fácil y copiosa; y así la aprenden los religiosos con gran facilidad y la predican con copiosísimos frutos”. Además, como sucedió también con el náhuatl, para el tarasco ya existía el antecedente franciscano, pues los frailes de esa Orden fueron los primeros en saberla y en componer vocabularios, gramáticas y doctrinas (catecismos, sermonarios, confesionarios, secciones del Evangelio, de las Epístolas, de las vidas de los santos, etc. que eran como manuales para el trabajo pastoral cotidiano) traducidos, gracias a lo cual los agustinos la aprendieron con gran rapidez. Ricard distingue, para la época que comprende su estudio ( ), al menos de esas obras, aunque hoy en día sabemos que hubo muchas más. De entre ellas reconoce ocho de origen agustino, a saber: . Fray Agustín de Coruña, Doctrina cristiana (en náhuatl y sin fecha). . Fray Agustín de Coruña, Doctrina fácil para enseñar a los indios (en náhuatl, por ). . Fray Agustín de Coruña, Varios cantares piadosos para uso de los indios de Chilapa (sin fecha) . Fray Juan de la Cruz, Arte de la lengua huaxteca (sin fecha). . Fray Juan de la Cruz, Doctrina christiana en lengua Guasteca con la lengua castellana ( ). . Fray Juan de Guevara, Doctrina cristiana (huasteco, ). . Fray Martín de Rada, Arte de la lengua otomí (sin fecha). . Fray Martín de Rada, Sermones morales (otomí, sin fecha). Ibídem, . Ibídem, Ibídem, ; Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - . Apéndice I. “Ensayo de inventario de obras en lenguas indígenas, o referen- La Conquista espiritual A dicha lista debemos añadir la Doctrinalis Fidei in Michuacannensium Indorum Linguam, de Fr. Juan de Medina Plaza ( ); el Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán, que en tiempos relativamente recientes dio a conocer Benedict Warren; el Arte Doctrinal y modo general para aprender la lengua Matlalzinga, de Fr. Miguel de Guevara ( ); el Arte de la lengua matlatzinga ( ), el Vocabulario de la lengua matlatzinga vuelto en la castellana ( , publicada en ), el Vocabulario de la lengua castellana vuelto en la matlatzinga ( , publicada en ), el Arte de la Lengua Tarasca (sin fecha de elaboración pero con publicación en y reimpreso en , en y en ), todos estos compuestos por Fr. Diego Bates a ellas, escritas por religiosos entre los años ”, en Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, . El mismo autor añade a su lista algunos datos sobre la localización de los manuscritos originales de dichas obras. Recientemente traducida y publicada con un estudio introductorio en Amaruc Lucas Hernández, Los siete pecados capitales en la Doctrina de la fe en lengua de los indios de Michoacán, México, 1575, de Fray Juan de Medina Plaza O.S.A. (Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, Ex convento de Tiripetío, ). El autor de este Diccionario no ha sido identificado, pero el Dr. Warren intuye que puede ser de origen agustino, pues en él se utiliza reiteradamente la palabra “prior”, utilizada por dicha orden religiosa y no por los franciscanos (quienes utilizaban “guardián”), que también evangelizaron en Michoacán. Véase a Ricardo León Alanís, “Los estudios lingüísticos y etnográficos de los religiosos en Michoacán. Siglos XVI y XVII”, en Lengua y Etnohistoria Purépecha. Homenaje a Benedict Warren, coord. Carlos Paredes Martínez (Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, ), - ; y Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán, tomo I, introducción, paleografía y notas de J. Benedict Warren (Morelia: FIMAX, ), XVI-XXIII. Su nombre original es Arte Doctrinal y modo general para aprender la lengua Matlalzinga. Para administración de los sanctos sacramentos asi para conffesar casar i predicarla con la diffiniscion de sacramentis de demas cossas necesarias para ablarla i entenderla por el modo mas ordinario y versado comun i generalmente para no ofuscarse en su inteligencia, edición facsimilar (México: Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, ); véase también a Zazil Sandoval Aguilar y Teresa Rojas Rabiela, coord., Lenguas indígenas de México. Catálogo de manuscritos e impresos (México: Instituto Nacional Indigenista, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, ), . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas salenque; y por último, el Arte Mexicano, de Fr. Diego de Galdo Guzmán ( ). Era común que las obras posteriores estuvieran basadas en las que les precedieron, compuestas por frailes de su misma orden o de cualquier otra. Tal es el caso del Arte de la Lengua Tarasca que compuso el agustino Fr. Diego Basalenque, quien tomó como fuentes las gramáticas de los franciscanos Fr. Maturino Gilberti ( ) y Juan Bautista de Lagunas ( ). Aun con la existencia de una diversidad lingüística y la disposición de los frailes para aprenderlas, siempre existió una tendencia hacia la reducción y estandarización de una sola lengua por región; las más comúnmente estandarizadas por los agustinos fueron la náhuatl y la tarasca. Además, aunque las autoridades civiles jamás se mostraron hostiles al uso misional de las lenguas indígenas, la Corona llegó a pedir que se enseñara el castellano a los naturales, pues creían que ninguna lengua “era tan rica y tan maleable que en ella se pudieran exponer convenientemente los misterios de la fe católica”, como ésta. Sin embargo, los misioneros pensaban Ibídem, , - ; Diego Basalenque, Arte de la Lengua Tarasca, edición facsimilar con introducción histórica y preparación fotográfica del texto por J. Benedict Warren (Morelia: FIMAX ), XXI-XXV. Zazil Sandoval Aguilar y Teresa Rojas Rabiela, Lenguas indígenas de México…, , . Diego Basalenque, Arte de la Lengua Tarasca…, XXII-XXIII. Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - . Grijalva menciona que al principio se predicaba en un mismo lugar hasta en tres o cuatro lenguas distintas, dependiendo las que existieran. Sin embargo, ya para su tiempo (primera mitad del siglo XVII) se implementó una “reducción” de los indios a una sola lengua, siendo ésta la que “generalmente corre”, según la Provincia que administraban, es decir, la que era más común (por ejemplo, el náhuatl para México o el tarasco para Michoacán, sabiendo que existían muchas otras en esas regiones). De hecho, este autor afirma que se procuraba que los indios principales y los que se instruían en las escuelas de los conventos supieran la lengua mexicana y que incluso algunos (puede pensarse en una notoria minoría) aprendían el castellano, “en que no pequeño servicio han hecho a la República”. Sin embargo, no daba por finalizada la costumbre de predicar, confesar, examinar casamientos, etc., en variedad de lenguas, véase a Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . La Conquista espiritual que, por su carácter y estructura, el castellano era totalmente distinto a cualquiera de las lenguas naturales, por lo que sería muy difícil que la asimilaran, sobre todo los adultos; asimismo, argumentaban que había muy poco personal para tanto trabajo pastoral, como para todavía añadir a su labor la enseñanza del castellano. Por su parte, debemos reconocer las disposiciones de los distintos Concilios Mexicanos al respecto, los cuales siempre estuvieron a favor de la enseñanza de la doctrina cristiana en lenguas indígenas. En el Segundo Concilio Mexicano, por ejemplo, se insistió en que “para administrarles los sacramentos [a los naturales] era necesario conocer las distintas lenguas nativas, por lo que la Junta mandó que los curas pusieran gran diligencia en aprender las que pertenecían a sus distritos”. Por último, otro problema sobrevenía al superarse el del aprendizaje de las lenguas indígenas. Ahora había que pensar cómo expresar y transmitir en esas lenguas nociones cristianas que en ellas no existían, tales como las de la Trinidad, el Espíritu Santo, la Redención, etc. Las soluciones tomadas al respecto, contradictorias entre sí, fueron prácticamente dos: ) la de introducir los conceptos necesarios tal cual en castellano (o incluso en latín), y ) la de traducir las palabras, si fuese posible, o expresarlas mediante nociones ya existentes en la lengua natural. Los dos métodos presentaban ventajas y desventajas, pero lo que sí se debe destacar es que el primero fue el preferido por los misioneros de la Nueva España, dado su celo ortodoxo en las cosas de la fe. Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - . El propio Virrey Conde de Monterrey expresaba en , en una carta al Rey Felipe III, que respecto al deseo que tenía la Corona de que los indios aprendieran castellano “no sólo es dificultad, sino casi impusibilidad la que esto tiene”: “Carta del Conde de Monterrey a Felipe III. México, de junio de ”, en Genaro García, dir., Documentos inéditos del siglo XVI…, - . Amaruc Lucas Hernández, Los siete pecados capitales…, - . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas EvangElización y EdUcación: doctrina, primEras lEtras y oficios El Nuevo Mundo se presentaba ante los ojos de los religiosos -cuya forma de vida emanaba de una reforma al interior de la Iglesia occidental- como una oportunidad para llevar a cabo un proyecto eclesiástico de carácter más originario, al estilo primitivo. “Por lo tanto -dice Ricard-, imaginamos fácilmente la alegría y admiración de los frailes mendicantes cuando volvieron a hallar en sus neófitos indígenas el espíritu de pobreza a que aspiraron constantemente en Europa”, considerando que “el Viejo Mundo cristiano […] se había vuelto la Ciudad del Hombre, y que el Nuevo Mundo, intacto e incorrupto, iba a tornarse la Ciudad de Dios”. En la mentalidad agustiniana del siglo XVI, empapada de aquel humanismo de la época, la integridad de la persona era de suma importancia, de ahí la necesidad de promover, en primer lugar, la educación de los indígenas. Cabe destacar, como lo menciona Ricard, que fueron los agustinos, de entre las tres órdenes mendicantes, “los que mayor confianza mostraron en la capacidad espiritual de los indios”, así como también tuvieron “para sus fieles muy altas ambiciones, y éste es el rasgo distintivo de su enseñanza, en parangón con la de las otras dos órdenes”. De esta manera, apenas llegando a la Nueva España, lo primero que se dispusieron a hacer fue intentar poner a los indígenas en cristiana policía, es decir, congregarlos en poblaciones al estilo europeo, bien distribuidas y de fácil acceso, donde pudieran vivir cristianamente recibiendo los Santos Sacramentos y dedicándose a las labores que se les iba enseñando para satisfacer sus necesidades cotidianas. El término “cristiana policía” denotaba la enseñanza de formas de vivir en una población cristiana, con todo lo que ello implicaba. Así, “no simplemente Ibídem, - . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, . La Conquista espiritual preparaba a los naturales para su vida celestial, sino que se les capacita e instruye dentro de un orden social de vida terrenal productiva y con mayores alcances de bienestar familiar y comunal”. La tarea no debió ser fácil. Se asegura que las complicaciones no sólo fueron al principio, sino que, en ocasiones, después de haber recibido los sacramentos cristianos, los indígenas volvían o se aferraban a su antigua devoción, haciendo que lo ya alcanzado por los misioneros se desmoronara. Tan graves eran algunas de estas situaciones, que incluso se conseguía, bajo el mandato de sus principales, que los pueblos no hablaran, no escucharan e incluso no alimentaran a los religiosos, con lo que éstos padecían grandes dificultades. De la misma manera, se llegaron incluso a suscitar ataques en donde los naturales quemaban los conventos y ponían en riesgo la vida de los misioneros. No obstante, cuando los frailes por fin lograban mantener a los indígenas más o menos congregados, se iniciaba con la enseñanza de lo indispensable para que estos pudieran recibir el Bautismo, sacramento que significaba la entrada a la nueva religión. Esta labor se supone bastante difícil, pues los religiosos andaban de pueblo en pueblo, visitando hasta dos o tres por día, ya que la cantidad de naturales era, en un principio, inmensa. Por lo tanto, no puede pensarse que haya existido un proceso de catequesis exhaustivo en un principio, pues por distintas circunstancias que comenzaban a diezmar a la población, la administración del bautismo era algo que tenía que hacerse de la manera más rápida posible. Esta situación ocasionó una problemática general entre las órdenes religiosas. Los franciscanos, viendo que eran tan grandes las multitudes que se debían bautizar, lo hicieron “sólo en agua, con las palabras esenciales del Sacramento, de la manera que se hace René Becerril Patlán, “La policía humana en San Juan Bautista Tiripetío”, en Fray Alonso de la Veracruz: universitario, humanista, científico y republicano, ed. Ambrosio Velasco Gómez (México, UNAM, ), . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, - . Ibídem, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas en la extrema necesidad de la muerte”, dispensando así “las ceremonias, exorcismos y unciones, que la iglesia usa”, con lo cual lograron alcanzar un número muy grande de bautizados en poco tiempo. De esta manera, no faltó quién acusara a los franciscanos de pecar mortalmente por haber faltado a todas las solemnidades propias del bautismo, así como a la formación prebautismal que debía dárseles a los neófitos. Suscitada dicha problemática, el Papa Paulo III emitió, en junio de , la Bula Altitudo Divini Consilii, por medio de la cual libraba de pecado los bautismos hechos hasta el momento por los franciscanos, pero marcaba las normas concretas bajo las cuales debía darse en adelante la administración de este sacramento. Solamente bajo necesidad urgente, decía, podía dispensarse la cuestión ceremonial. Así, los obispos novohispanos determinaron que dicha urgencia sería sólo en caso de enfermedad mortal, haciendo un viaje por mar, estar en batalla o “hacer un viaje entre enemigos”. Sin embargo, ni con esto se apaciguó del todo la discusión, pues algunos consideraban que esos eran casos de extrema necesidad y que la urgencia era un término que estaba entre lo ordinario y lo extremo. Grijalva asegura que su Orden no bautizaba a los indígenas sin las debidas ceremonias, en días que no fuesen los establecidos, ni sin haber proporcionado la debida formación prebautismal. Según este autor, los agustinos optaron por guardar todo el ceremonial romano, bautizando niños todos los domingos y acordando cuatro fechas anuales para los adultos: Pascua, Navidad, Pentecostés y el día de San Agustín, en los cuales debían hacerse los bautismos con gran solemnidad. Esto, sumado a la forzosa formación preliminar, fue quizás la razón por la que estos frailes, “al principio de su apostolado, bautizaran pocos indios, ya que no tenían el sufiJuan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . Ibídem, - ; Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, ; Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, . La Conquista espiritual ciente número de religiosos para preparar al sacramento de manera conveniente”. Retomando el tema de la formación pre-bautismal, ésta tuvo entre los agustinos su primera legislación en el famoso capítulo de en Ocuituco, donde se acordó que indígenas adultos y hábiles ayudarían a instruir a los niños, basándose en el catecismo de Fr. Pedro de Gante, mientras Fr. Agustín de Coruña terminaba el suyo. Estos cuadros de catequistas indígenas serían los principales auxiliares de los frailes, tanto que incluso quedaban como autoridades religiosas en los pueblos cuando los religiosos tenían que ausentarse. La catequesis se llevaba a cabo en el atrio de los conventos (si éstos ya existían; si no, afuera del jacal que levantaban como primera iglesia), donde divididos por sexo, hombres y mujeres se congregaban a escuchar a los frailes y/o a los catequistas; primero dos horas por la mañana y luego otras más por la tarde, aunque después se mantuvo sólo el horario matutino. Allí se aprendían cantos y oraciones de acuerdo al método instituido por Fr. Alonso de Borja en Santa Fe. Por las mañanas se juntaban en las esquinas de los pueblos, donde había cruces o imágenes sagradas, para poner en práctica lo aprendido en el catecismo. Se recitaba y se cantaba, todo en lengua nativa. Al anochecer, los varones nuevamente se reunían en las esquinas, donde cantaban el Salve y algunas oraciones por las ánimas del purgatorio. Los días de fiesta iban todos en procesión hasta la iglesia, cantando himnos. Los domingos, todo el pueblo se reunía en el atrio, aproximadamente dos horas antes de la misa, para repasar o instruirse en las oraciones. Al Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, . Roberto Jaramillo menciona que este método, considerado como tradicional, tuvo “sus excepciones, como el utilizado en Molango por Fr. Antonio de Roa, cuya predicación era muy plástica, representando personalmente en vivo, la pasión del Señor o las penas del infierno. Como distinto será el testimonio que a través de milagros obraba Fr. Juan Bautista Moya en la tierra caliente michoacana”, véase Los agustinos en la primera evangelización…, . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas respecto, se dice que los agustinos admitían que los indígenas asistieran y escucharan ciertas partes de la misa aún antes de ser bautizados, pues en ella aprendían o reafirmaban sus conocimientos en cuanto a la ceremonia eucarística. Al final de todo, dicho catecismo se reducía a cuatro cosas básicas que todo cristiano debía conocer y aprender: el Padre Nuestro, el Credo, los Mandamientos, y el significado de los Sacramentos que habrían de recibir. “Todas estas cosas les iba muy despacio enseñando, y catequizando [el religioso]; y acabando la predicación, los despedía diciendo que el proseguía el sacrificio [de la Misa]”. Esto se practicaba todos los días “hasta que examinaban a los que habían aprendido aqueste Catecismo, y escogiendo a los aprovechados, señalaban el día, que los había de bautizar”. Cabe decir que, en los adultos, el bautismo dependía en gran parte de la situación matrimonial y de su respectiva regularización, dada la cultura de la poligamia en las sociedades prehispánicas. Por otro lado, nos dicen los cronistas que en las cuatro fechas señaladas para administrar el Bautismo se adornaban las iglesias y los pueblos en general. Los neófitos, vistiendo sus mejores ropas, formaban una procesión que se dirigía hasta el lugar escogido para la ceremonia, donde los esperaban los ya bautizados haciendo una valla y coronados con guirnaldas de flores. Por lo general, dos sacerdotes cumplían todo lo dispuesto por el ritual, y al terminar, se coronaba también con flores a los nuevos cristianos, mientras la música y las campanas tocaban y repicaban celebrando el acontecimiento. Tras esto, entraban todos en la iglesia para la celebración eucarística, donde se daba un sermón sobre la forma en que habían de comportarse ahora que ya eran cristianos. Por la tarde había mucha fiesta, donde no faltaban la música ni los bailes. Tras haber sido bautizados, los indígenas Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, - . Ibídem, . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . - . La Conquista espiritual entraban a la nueva religión; se convertían oficialmente en cristianos y como tal tenían que vivir. Para esto, el religioso tenía el deber de proporcionarles los medios necesarios. Bajo este procedimiento bautizarían a multitudes. Grijalva nos cuenta que Fr. Agustín de Coruña llegó a bautizar hasta tres mil personas en un día; lo cual, de ser cierto, es una muestra de lo que menciona Ricard acerca de que “la administración del bautismo era precedida en todo caso de una instrucción previa, más o menos sumaria, más o menos rápida, según las circunstancias”. Por supuesto, esto sucedía en los primeros años porque más tarde la situación cambiaría: los bautismos disminuirían puesto que ya sólo había necesidad de administrarles el sacramento a los niños que continuamente iban naciendo; sin embargo, la instrucción catequética continuaba como parte del proceso doctrinal, pues era necesaria para los demás sacramentos. En cuanto a la administración de la Confesión, generalmente no había necesidad de insistir a los indígenas, pues ellos solos se acercaban con mucha frecuencia. Sin embargo, hubo quien creyó que debía quitárseles, puesto que éstos no tenían clara la noción cristiana de pecado ni sabían lo que podría ser motivo de culpa, lo que por consiguiente conducía a la falta de arrepentimiento real. Al respecto, Fr. Juan Bautista Moya, famoso por su “íntima penetración del alma indígena” llegó a la conclusión de que “no había de darse grande importancia a los errores u omisiones de los indios, debidos casi siempre a falla de su memoria”; y que “bastaba con hacerles declarar sus pecados con sincera confesión, ayudarles a formar un acto de arrepentimiento y un firme propósito de no recaer en ellos”. Así pues, era tarea de los ministros ayudar a los recién conversos a que confesaran sus pecados de manera adecuada y “a que tuviesen dolor y arrepentimiento e intento de no volver a aquel pecado”, dándoles después su penitencia, “aquella que Ídem. Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, Ibídem, - . , . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas sabían habían de cumplir, como es rezar, y hacer algunas disciplinas secas, no de sangre” . La Cuaresma era la época principal para las confesiones. Se dice que los indígenas dejaban un huevo a los pies del confesor tras haber recibido el sacramento, con lo cual se lograba saber el número de confesados y se confrontaba después con el padrón “para saber si se confesó ya todo el pueblo o falta alguno”. Respecto al Sacramento de la Eucaristía o Comunión, también hubo muchos que argumentaron la poca capacidad del indígena para ser digno de recibirlo; se decía que los naturales estaban en la condición de niños y por lo tanto no podían comulgar, aunque eso no significaba que dejaran de vivir en gracia. Mientras que, por otro lado, se refutaba esa idea diciendo que los indígenas habían nacido a la vida de gracia por medio del Bautismo, por lo que había que mantenerlos en ella con el “pan de vida”: “si la confesión […] era tan necesaria, por ser medicina con que sanamos de las enfermedades, más lo será el pan con que vivimos”. Se argumentaba además que si se habían bautizado era porque “tenían una fe explícita en la Trinidad” y así mismo comprenderían, “si los ministros se lo enseñan”, lo necesario para este sacramento, es decir, la verdad del misterio. Y así, frailes de las distintas órdenes concedieron la Comunión a los indígenas; entre los agustinos se distinguieron, por su promoción, Fr. Alonso de la Veracruz y Fr. Pedro de Agurto, quien incluso escribió un tratado al respecto. Los cronistas confirman la devoción con que los indígenas recibían el sacramento de la Eucaristía. Dicen que se vestían de Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, - . Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . Ibídem, . Ibídem, . Robert Ricard, La conquista espiritual de México…, - ; véase a Pedro de Agurto, Tratado para que se administren los Sacramentos de la Santa Eucaristía y Extremaunción a los indios de esta Nueva España, introducción de Juan Carlos Casas García y presentación y traducción al castellano actual de Roberto Jaramillo Escutia (México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, ). La Conquista espiritual gala y se iban a la iglesia desde muy temprano, donde esperaban la misa, la que frecuentemente tardaba porque el ministro se ocupaba en confesiones de último momento. Se preparaban rezando la tradicional Omnipotens sempiterne Deus en su lengua, la que repetían después de comulgar. Daban gracias en silencio y se iban a sus casas a comer. Por otro lado, al principio de la evangelización, el sacramento del Viático (Eucaristía para los enfermos de muerte) no acostumbraba llevarse a las casas de los indígenas; el hacerlo podía parecer una indecencia “porque como eran las más unas chozas, y pretendían moverles a tanto respeto deste santo Sacramento, no lo querían sacar por las calles sino sólo el día de Corpus”. Así pues, lo común era llevar al enfermo hasta la iglesia. Sin embargo, pasado el tiempo y “Ahora que están las cosas más practicadas, y la fe más clara, y sus casas más decentes, se les lleva el Viático con toda la decencia posible, muchas chirimías, luces y cantos”, aseguraba Fr. Diego Basalenque en el siglo XVII. En cuanto a la administración de la Extremaunción (unción para los enfermos de muerte, también conocido como los santos óleos) no importaba el día, la hora o las dificultades que hubiera para que los frailes salieran a atender a los indígenas que se encontraban en riesgo de morir, más aun sabiendo que antiguos sacerdotes de ídolos trataban de convencerlos para que volvieran a sus antiguas creencias, justamente en sus últimas horas, casos que debieron abundar en los primeros años: “hasta hoy -apuntaba Grijalva- son unas vivas centellas los ministros; que coman, que duerman, que haga sol, o que llueva, en llamándolos para olear van con tanta prisa, una, dos, y tres leguas”. Por último, el sacramento de la Confirmación tenía que ser administrado únicamente por los obispos. Sin embargo, bastante ayudaron los frailes al encargarse de la preparación de los neóJuan de Grijalva, Crónica de la Orden…, Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, Ídem. Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . . . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas fitos “conforme a la obligación de su oficio, y el grande espíritu con que han procurado la salud espiritual de estos indios”. Además, no sería descabellado pensar que pudo haberse dado el caso en el que los mismos religiosos impartieran este sacramento, sobre todo “en las doctrinas donde las visitas de los obispos eran casi inexistentes”, mas no queda registro al respecto. Los sacramentos siguieron impartiéndose, aunque algunos, como el Bautismo, con menos frecuencia, pues ya no se trataba de bautizar a multitudes, sino sólo a los que iban naciendo; no obstante, la vida religiosa de los habitantes de los pueblos debía afianzarse día con día a través de la Doctrina cristiana. De esta manera, los ministros se ocupaban una hora diaria en seguir enseñando y examinando el catecismo a los adultos, mientras que con los niños eran más estrictos, pues los hacían practicar más tiempo y les mostraban nuevas oraciones e himnos, todo vuelto a su lengua: “El catecismo de los grandes, no cesó hasta que lo supieron, mas la doctrina de los niños y niñas dura siempre y mediante ella se conserva en el pueblo el canto”. El canto fue de singular importancia en los pueblos indígenas. La música en general fue muy importante para los agustinos, quienes, influenciados por los textos del propio San Agustín, la consideraban un componente esencial de la vida espiritual de los hombres. La visión agustiniana sobre la música consideraba que los himnos y la interpretación de los salmos mediante el canto generaba un sentido de colectividad y de pertenencia, razón por la cual se enseñaba a los niños indígenas -quienes por cierto en su mayoría eran muy dados a la música- a cantar, para posteriormente integrarlos en coros que armonizaran las distintas ceremonias. Según Fr. Diego Basalenque, los aventajados Ibídem, - . Igor Cerda Farías, En el pueblo de Tiripetío, en la Provincia de Michoacán. La edad dorada… El siglo XVI, (Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Secretaría de Difusión Cultural, Ex convento de Tiripetío, ), . Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, . Salvador Ginori Lozano, Los agustinos y la música en la colonización de Michoa- La Conquista espiritual en el canto pasaban a aprender de manera profesional canto llano y de órgano, “en que han salido eminentes” y dignos de competir. Por otro lado, una de las principales dificultades que tuvieron que vencer los frailes en las ceremonias fue que el indígena estaba acostumbrado a ser parte activa en sus antiguas celebraciones religiosas, donde el sacrificio, la música y la danza eran elementos importantes y de incumbencia para todo el pueblo. Por su parte, en las misas cristianas el indígena participaba de forma totalmente pasiva, además de que esas celebraciones se desarrollaban en una lengua muy extraña para los naturales, el latín. No obstante, asegura Roberto Jaramillo, la relación del indígena con el sacrificio y su concepción, hizo que éste entendiera de manera rápida el sacrificio de la cruz que se manifestaba en la misa. Los agustinos aprovecharon la costumbre indígena de la magnificencia en las ceremonias, por lo cual sus iglesias fueron casi siempre construcciones suntuosas, ricas, siempre adornadas, en las cuales se podían llevar a cabo celebraciones con bastante solemnidad, por ejemplo, las misas dominicales, donde había siempre mucha riqueza en los altares y música de órgano en el coro. Asimismo, la utilización de la pintura y del teatro fue indispensable en la educación religiosa agustina. Las pinturas que adornaban las porterías de los conventos, las iglesias y las capillas abiertas, fueron un medio que los frailes utilizaron para la predicación entre los naturales; en ellas se representaban los sacramentos, las advocaciones de María en las letanías, entre otras cosas, pero lo más común era la representación del juicio final o los tormentos del infierno que esperaban a los pecadores. En este sentido, hay muchos ejemplos que aún perviven, entre los que destacan la capilla abierta de Actopan, la capilla de Santa cán (Morelia: Secretaría de Cultura de Michoacán, Centro de Documentación e Investigación de las Artes, ), - . Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, - . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, - . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas María Xoxoteco y el portal del convento de Cuitzeo. Asimismo, tradujeron en distintas lenguas la Pasión de Cristo para representarla durante toda la cuaresma, muy al estilo de Fr. Antonio de Roa en las doctrinas de la Sierra Alta. Grijalva afirma que las Pascuas y los días principales eran los más alegres y solemnes en las cabeceras de los pueblos, justamente donde se encontraba el convento. En estos casos, las procesiones eran las protagonistas; en ellas se portaban desde los pueblos de visita (jurisdicción más pequeña que dependía de la cabecera) hasta las cabeceras, imágenes talladas, y aún en las propias cabeceras los barrios llevaban sus imágenes hasta la iglesia, conformando una procesión general en la que todos cargaban sus propias andas con estandartes y música. “Y como son tantas las andas, los estandartes, las luces y las trompetas, es la cosa más alegre y más suntuosa de cuantas goza el reino”. Dos fueron los instrumentos o imágenes principales que los agustinos utilizaron en su evangelización: el Santísimo Sacramento y la Cruz. Los conventos mismos competían en sus ornamentos y sobre todo en sus custodias, siendo una de las más renombradas en estos primeros años la que Fr. Diego de Chávez compró para Yuririapúndaro (se dice que medía casi un metro de altura y pesaba más de kilos de plata pura). Cada quince días se renovaba el depósito sacramental en dicha custodia, a lo cual asistía todo el pueblo con sus velas, mientras el altar contaba con abundancia de flores y la música hacía más solemne la ceremonia. En las visitas del prior provincial a los conventos se revisaba a conciencia lo relativo al Santísimo Sacramento y era Ibídem, - . Véase también a Antonio Ruiz Caballero, “El día de la ira en Michoacán: la pintura mural del juicio final en el exconvento agustiniano de Cuitzeo”, Blog APAMI ( ), https://apami.home.blog/ / / /el-dia-de-laira-en-michoacan-la-pintura-mural-del-juicio-final-en-el-exconvento-agustiniano-de-cuitzeo/ (Consultado el de septiembre de ). Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . Véase a Armando Mauricio Escobar Olmedo, “La custodia de plata del convento agustino de Yuririapúndaro”, Tzintzun. Revista de estudios Históricos ( ): - . La Conquista espiritual motivo de privación de oficio el que el prior manifestara negligencia al respecto, descuidando incluso la lámpara, que siempre debía ser de plata y tenía que arder con aceite de oliva. En cuanto a la Cruz, que estaba por todas partes, en las casas, en las esquinas de los pueblos, en los caminos, en los montes, etc., siempre hubo mucha reverencia. En todos los pueblos había un calvario, donde las cruces siempre estaban adornadas con flores y ramas. El día más importante para la celebración de la Cruz era el día de mayo, fiesta que duraba dos días. Desde un día antes se bajaban las cruces y se llevaban a bendecir por medio de procesiones, para después devolverlas a su lugar con música, danzas, luces y pólvora. Al día siguiente se hacían banquetes auspiciados por los dueños de las cruces, que podían ser particulares, barrios o pueblos. Por último, respecto a la continuación de la enseñanza, debemos decir que todos los niños tenían acceso a las llamadas primeras letras, es decir, a la instrucción en la que aprendían a leer, escribir, contar y cantar. De esta manera, todos los niños se hacían útiles para el nuevo sistema y crecían sirviendo a su pueblo y a su iglesia “en ser escribanos o cantores”. A decir verdad, poco se ha profundizado en el tema de la enseñanza de primeras letras impartida por la Orden de San Agustín en el Nuevo Mundo; sin embargo, tenemos testimonio de que estos frailes se interesaron bastante en ello, pues además de estas escuelas para niños, que se ubicaban en los patios de las iglesias, en aquellos primeros años se dio la fundación de un colegio donde se enseñaran primeras letras y gramática para el Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, - . Ibídem, . Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, . Un estudio reciente de María Guadalupe Cedeño Peguero ha profundizado en la enseñanza de primeras letras en el Obispado de Michoacán, donde destacan los agustinos con sus escuelas de doctrina: Historia y educación. La educación elemental en el Michoacán virreinal, de las escuelas de doctrina a las de caja de comunidad, siglos XVI al XVIII (México: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, ). La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas común de la gente, tanto españoles como indígenas que quisieran aprender. Según un documento fechado en diciembre de , un tal Bartolomé de Morales, difunto en la ciudad de México, dejó “una casa tienda para que, de la renta della, se fundase un colegio en el [sic.] dicho nuestro monasterio [de la ciudad de México y] para que de la renta se pagase un lector que leyese gramática y se enseñase a leer y escribir a las personas que quisiesen”. Además, en el mismo documento se anunciaba la fundación una cofradía del Nombre de Jesús, “para que el dicho colegio vaya en crecimiento, e haya personas que tengan cuidado de proveer lo que convenga, y para mejor ejercitar e cumplir lo quel testador dejó en el dicho testamento”. No existe ningún otro testimonio acerca de dicha institución, por lo que podemos suponer que pervivió muy poco tiempo y las causas se desconocen. Podemos intuir, de acuerdo al mismo documento, que quizás no hubo el recurso suficiente para poder sostenerlo, pues de hecho se pedía a la Corona ayuda para cubrir los gastos del lector, a quien se le estaba completando su paga con las limosnas del propio convento: Y porque esta sancta doctrina no puede ir en crecimiento, ni sustentarse por lo poco que tiene, sin el favor y ayuda de V.M., a quien pedimos e suplicamos, teniendo V.M. el celo que siempre ha tenido e tiene para que, en estas partes, nuestra santa fe católica sea acrecentada e aumentada con la conversión de los naturales, ques el principal intento de V.M., haga merced e limosna al dicho colegio e cofradía de algún pueblo, cerca desta ciudad de México, con que al lector e lectores del dicho colegio se puedan mejor proveer e sustentar. E si dello V.M. no fuere servido, nos la haga de la cantidad de maravedíes que fuere servido, mandándolos situar en las rentas e haber de V.M.: (así nos) hará gran limosna. Como parte de todo este ambiente de transformación cultural, podemos afirmar que los pueblos evangelizados por los Alipio Ruiz Zavala, Historia de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de México Tomo I (México: Porrúa, ), (Las cursivas son mías). Ídem. La Conquista espiritual agustinos quedaban hechos una escuela, pues además de la doctrina cristiana y las primeras letras, los frailes mandaban llamar oficiales y maestros españoles para que les enseñaran a los adultos los oficios mecánicos y artesanales europeos que, combinados con las propias técnicas indígenas, ayudaban a la ornamentación de las iglesias, de los conventos y de las demás obras materiales de los pueblos y también permitían un medio de subsistencia para muchos de aquellos naturales que los aprendían. Asimismo, se les enseñaron nuevas técnicas de cultivo, utilizadas en Europa, con lo cual aprendían a sembrar y cultivar “con más facilidad, en mejor tiempo y con mejor orden”. Los indígenas de Tiripetío, por ejemplo, lograron especializarse tanto y muy bien en la sastrería, la carpintería, la herrería, la tintorería, la pintura, la escultura, la cantería, el samblaje y tantos otros oficios, que formaron lo que fue quizás el más rico y variado centro artesanal de Michoacán de esa época. Como bien dice Roberto Jaramillo, “son agustinos, al decir de los historiadores del arte colonial, los principales ejemplos del estilo arquitectónico propio de este primer siglo […] lo que demuestra a plenitud la mano de obra especializada que se alcanzó en los pueblos a ellos encomendados” (figura ). Hasta aquí concluyo esta breve y somera exposición acerca de la evangelización agustina en la Nueva España, la cual ha sido un esfuerzo por conjuntar los datos de algunas obras clásicas acerca del tema con otras que se han producido más recientemente. Cabe decir que la historiografía acerca de la evangelización agustina sigue siendo, como acaba de notarse en este texto, muy tradicionalista, por el peso que se ha dado a las crónicas religiosas, de las cuales se han repetido datos una y otra vez, sin un análisis crítico de las mismas. No obstante, creo que el reciente trabajo de algunos investigadores ha ido poco a poco Juan de Grijalva, Crónica de la Orden…, . Diego Basalenque, Historia de la Provincia…, ; Igor Cerda Farías, En el pueblo de Tiripetío…, . Roberto Jaramillo Escutia, Los agustinos en la primera evangelización…, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas Figura 3. Los milagros de Fray Juan Bautista Moya. Pintura al óleo ubicada en el templo de San Agustín de Morelia, Michoacán, Colección fotográfica del APAMI. despegándose de estos moldes y ha comenzado a dar explicaciones provenientes de un análisis multi e interdisciplinario, tan necesario para intentar comprender en su totalidad el proceso de evangelización en el Nuevo Mundo. La Conquista espiritual rEfErEncias Agurto, Pedro de. Tratado para que se administren los Sacramentos de la Santa Eucaristía y Extremaunción a los indios de esta Nueva España, introducción de Juan Carlos Casas García y presentación y traducción al castellano actual de Roberto Jaramillo Escutia. México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, . Basalenque, Diego. Arte de la Lengua Tarasca, edición facsimilar con introducción histórica y preparación fotográfica del texto por J. Benedict Warren. Morelia: FIMAX, . Basalenque, Diego. Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán. México: JUS, . Becerril Patlán, René. “La policía humana en San Juan Bautista Tiripetío”. En Fray Alonso de la Veracruz: universitario, humanista, científico y republicano, ed. Ambrosio Velasco Gómez, . México, UNAM, . Cedeño Peguero, María Guadalupe. Historia y educación. La educación elemental en el Michoacán virreinal, de las escuelas de doctrina a las de caja de comunidad, siglos XVI al XVIII. México: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, . Cerda Farías, Igor. En el pueblo de Tiripetío, en la Provincia de Michoacán. La edad dorada… El siglo XVI. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Secretaría de Difusión Cultural, Ex convento de Tiripetío, . Cerda Farías, Igor. “Los agustinos de la Nueva España en tiempos de Santo Tomás de Villanueva ”. En La Iglesia y el Mundo Hispánico en tiempos de Santo Tomás de Villanueva (1486-1555), coordinado por F. Javier Campos, - . Madrid: Estudios Superiores del Escorial, . Diccionario Grande de la Lengua de Michoacán, introducción, paleografía y notas de J. Benedict Warren. Morelia: FIMAX, . Escobar Olmedo, Armando Mauricio. “La custodia de plata del convento agustino de Yuririapúndaro”. Tzintzun. Revista de estudios Históricos ( ): - . García, Genaro, dir. Documentos inéditos del siglo XVI para la Historia de México, colegidos y anotados por Mariano Cuevas. México: Porrúa, . La Conquista de Tenochtitlan y las otras conquistas Ginori Lozano, Salvador. Los agustinos y la música en la colonización de Michoacán. Morelia: Secretaría de Cultura de Michoacán, Centro de Documentación e Investigación de las Artes, . Grijalva, Juan de. Crónica de la Orden de N.P.S. Agustín en las Provincias de la Nueva España. México: Porrúa, . Guevara, Miguel de. Arte Doctrinal y modo general para aprender la lengua Matlalzinga. Para administración de los sanctos sacramentos asi para conffesar casar i predicarla con la diffiniscion de sacramentis de demas cossas necesarias para ablarla i entenderla por el modo mas ordinario y versado comun i generalmente para no ofuscarse en su inteligencia, edición facsimilar. México: Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, . Jaramillo Escutia, Roberto, coord. Huellas Agustinianas. Compendio de historia de la Orden de San Agustín para América Latina. México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, . Jaramillo Escutia, Roberto. Los agustinos en la primera evangelización de América 1492-1992. México: Imprimatur, . Jaramillo Escutia, Roberto, ed. Monumenta Historica Mexicana. Seculum XVI: Documenta edita. México: Organización de Agustinos de Latinoamérica, . León Alanís, Ricardo. “Los estudios lingüísticos y etnográficos de los religiosos en Michoacán. Siglos XVI y XVII”. En Lengua y Etnohistoria Purépecha. Homenaje a Benedict Warren, coordinado por Carlos Paredes Martínez, - . Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, . Lucas Hernández, Amaruc. Los siete pecados capitales en la Doctrina de la fe en lengua de los indios de Michoacán, México, 1575, de Fray Juan de Medina Plaza O.S.A. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, Ex convento de Tiripetío, . Ricard, Robert. La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572. México: Fondo de Cultura Económica, . Rubial García, Antonio. El convento agustino y la sociedad novohispana (1533-1630). México: UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, . La Conquista espiritual Ruiz Caballero, Antonio. “El día de la ira en Michoacán: la pintura mural del juicio final en el exconvento agustiniano de Cuitzeo”, Blog APAMI ( ), https://apami.home.blog/ / / /el-dia-de-laira-en-michoacan-la-pintura-mural-del-juicio-final-en-el-exconvento-agustiniano-de-cuitzeo/ (Consultado el de septiembre de ). Ruiz Zavala, Alipio. Historia de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de México, Tomo I. México: Porrúa, . Sandoval Aguilar, Zazil y Teresa Rojas Rabiela, coords. Lenguas indígenas de México. Catálogo de manuscritos e impresos. México: Instituto Nacional Indigenista, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, . La Conquista de Tenochtitlán y las otras conquistas Edición conmEmorativa, 500 años de Pilar Regueiro Suárez, coordinadora Fue editado por Miguel García Audelo para la Biblioteca Arte & Cultura, UNAM San Antonio Julio 2022 Estados Unidos Unidos de América.