Supervillanos de la Historia

La leyenda salvaje de Lope de Aguirre: paranoia y muerte en el Amazonas

Actualizado

Aventurero con maneras de psic�pata, pas� toda una vida regateando a la muerte y causando dolor a los que se cruzaron con su "coraz�n endemoniado"

Lope de Aguirre.

"Mira, Rey y Se�or, que no se puede llevar con t�tulo de rey justo ning�n inter�s de estas partes donde no aventuraste nada"

  • Nombre completo: Pedro de Aguirre
  • Fecha: 1511-1561
  • Apodos: Lope de Aguirre, El Loco, El Tirano, El Peregrino, Pr�ncipe de la Libertad, La Ira de Dios
  • Atrocidades: violaci�n, ejecuciones sumarias ante la m�s m�nima sospecha, torturas, sucesivos motines, traici�n a sus mandos superiores y al rey, asesinato de su propia hija
  • Nivel de maldad: 7 / 10

Entre las historias de los millones de espa�oles que partieron rumbo a las Indias entre el siglo XV y el siglo XVI, la de Lope de Aguirre es quiz� la m�s fascinante y reveladora de los oscuros recovecos del alma humana. Las andanzas de este �cristiano viejo, hijo de medianos padres, natural vascongado en los reinos de Espa�a, vecino de la villa de O�ate�, como se describe en su ya legendaria misiva a Felipe II, se encuentran en ese terreno pantanoso en el que se mezclan el mito y los hechos hist�ricos, tergiversados a menudo por la colecci�n de cr�nicas interesadas de aquella �poca y por las sucesivas capas de ficci�n que el personaje ha ido acumulando desde entonces. Y los ojos de loco de Klaus Kinski en Aguirre, la c�lera de Dios, que no falten.

Una de aquellas cr�nicas, de las pocas que hablan de su pasado antes de su llegada al Nuevo Mundo, lo sit�a en Vitoria hacia 1530, donde ejerci� de zapatero hasta que �forz� una doncella, por lo cual fue condenado a la horca�. En el primero de sus regates a la muerte, logr� escaparse de sus carceleros y se embarc� hacia las Am�ricas. Resentido y pendenciero, Lope de Aguirre parec�a condenado a tener un rol secundario en la conquista de Am�rica, a ser uno m�s entre los aventureros que buscaban fama y fortuna al otro lado de la mar oc�ana. Sin embargo, el destino le ten�a reservado pasar a la posteridad como una suerte de psic�pata de ambici�n desmedida y �coraz�n endemoniado�.

Cojitranco y sin varios dedos de una mano tras varias escaramuzas militares, form� parte del �ej�rcito de rufianes m�s rastreros del Per��, como los describe Robert Sourthey en La expedici�n de Urs�a y los cr�menes de Aguirre (Ed. Reino de Redonda). Junto con los mara�ones, 300 espa�oles, varias decenas de esclavos negros y medio millar de sirvientes indios y mestizos, su misi�n era explorar el Amazonas hasta encontrar la m�tica El Dorado. Todav�a hay quien cree en la existencia de aquella ciudad cubierta de oro y esmeraldas que tambi�n trataron de encontrar sin �xito Gonzalo Pizarro (hermano del conquistador del Per�), Francisco de Orellana, sir Walter Raleigh o Percival Fawcett, entre otros. Por el camino, Lope de Aguirre, hermano bastardo de Macbeth, primo putativo del Raskolnikoff que se cree superior a sus iguales, se dedic� a matar, traicionar y abjurar de todo y de todos, en un af�n autodestructivo que obtuvo su merecida recompensa: un arcabuzazo y formar parte de la historia universal de la infamia.

Nada justifica lo injustificable, pero Lope de Aguirre penetr� de lleno en el coraz�n de las tinieblas hasta hacer indistinguible la raz�n de la locura, el delirio de la realidad, el sue�o de la vigilia. Ah� entraron en juego los poderes tel�ricos de la selva tropical: la humedad, el calor y todo tipo de peligros que acechaban en la jungla, ya fueran criaturas cuasi sobrenaturales como los caimanes o las flechas y dardos impregnados de veneno de caribes y j�baros, los habitantes de aquellas tierras ignotas. Los soldados que lo acompa�aban, y que se amotinaron contra Pedro de Urs�a y Francisco de Guzm�n a instancias de Aguirre, tambi�n fueron v�ctimas de ese estado mental, paranoico y violento, por culpa del hambre, el cansancio y las dificultades para avanzar con pesados pertrechos, siempre con la promesa del brillo imaginario de El Dorado nublando el entendimiento.

Fue descuartizado y su cabeza, guardada en una jaula de hierro, pas� d�cadas colgada en la plaza de El Tocuyo

Por si cupieran dudas sobre la autor�a o responsabilidad de los asesinatos y traiciones que se sucedieron en el periplo desde el r�o Mara��n hasta la isla Margarita y Venezuela, Aguirre los enumera orgulloso en su carta a Felipe II, en la que tambi�n se autoproclam� pr�ncipe del Per�, Tierra Firme y Chile: �Yo mat� al nuevo Rey, y al capit�n de su guardia, y al teniente general, y a cuatro capitanes, y a su mayordomo mayor, y a su capell�n, cl�rigo de misa, y a una mujer de la liga contra m�, y a un Comendador de Rodas, y a un almirante, y a dos alf�reces, y a otros cinco o seis aliados suyos; y con intenci�n de llevar la guerra adelante o morir en ella... nombr� de nuevo capitanes y sargento mayor, y luego me quisieron matar, y yo los ahorqu� a todos�.

En octubre de 1561, ante la traici�n de sus propios hombres en Barquisimeto (Venezuela) -donde todav�a hoy su leyenda forma parte del imaginario local y la playa del Tirano lleva ese nombre en su honor-, Aguirre se lanz� pu�al en mano contra su hija Elvira hasta acabar con su vida. �Porque alguien a quien quiero tanto no deber�a llegar a acostarse con personas ruines�, se justific�. Dos de sus hombres lo enca�onaron. El primero err� el tiro y la burla de Lope el Loco no se hizo esperar. El segundo le acert� de lleno en el pecho. Luego, con met�dica precisi�n, su cuerpo fue descuartizado y su cabeza, guardada en una jaula de hierro, pas� d�cadas colgada en la plaza de El Tocuyo, como advertencia de lo que le ocurr�a a quien osaba rebelarse contra la corona espa�ola.

�No creo que existan palabras para describir todo lo que significa, a aquellos que no saben qu� es el horror. El horror tiene rostro. Tienes que hacerte amigo del horror�. El mon�logo de Marlon Brando en Apocalypse Now podr�a haberlo escrito Lope de Aguirre, colega �ntimo del horror, propio y ajeno.

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