El 26 de junio de 2015 fue un día histórico para la causa LGBT cuando Estados Unidos hizo oficial su condición de decimonoveno país del mundo en hacer legal el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Tres años antes, Barack Obama se enfrentaba a su relección en un momento social en el que las reivindicaciones de los grupos no heteronormativos se intentaban hacer hueco en una sociedad norteamericana todavía marcada por la poderosa influencia de la religión y el conservadurismo. Durante una entrevista televisiva en el programa ‘Meet the Press’, Joe Biden hizo historia al convertirse en el político de mayor rango en hacer público su apoyo a la unión de dos personas del mismo sexo mientras, de paso, rendía un inesperado homenaje a una serie que ya no estaba en antena. “Es muy posible que ‘Will & Grace’ hiciera más por educar al público estadounidense en materia LGBT de lo que nadie o nada había hecho hasta entonces”, sentenció. Habían pasado seis años después de que la NBC cerrara sus puertas, pero el 6 de mayo de 2012 el entonces vicepresidente de Estados (y actual aspirante a liderar el partido demócrata en las elecciones de 2020) legitimó para siempre el legado revolucionario de la serie creada en 1998 por David Kohan y Max Mutchnick, una cumbre de la comedia del cambio de siglo que ahora está disponible de forma exclusiva en Amazon Prime Video.

A simple vista, ‘Will & Grace’ parecía otra sitcom más que quería contar las vivencias de dos amigos al filo de la treintena en la ciudad de Nueva York. La propuesta de la NBC se reservaba un as en la manga: Will y Grace no eran dos amigos destinados a enamorarse y acabar juntos porque a Will… le gustaban los hombres. Por primera vez en la historia de la televisión norteamericana se estrenaba una serie con un protagonista abiertamente homosexual. Sobre el papel podría no parecer particularmente importante: un año antes, en abril de 1997, Ellen DeGeneres causó sensación con su salida del armario, tanto en la ficción como en la vida real, en el final de la cuarta temporada de su serie ‘Ellen’. El episodio del cachorro (así fue el nombre en clave para esconder uno de los secretos peor guardados de la televisión) ocupó todas las portadas, arrasó en audiencias (42 millones de espectadores vieron como la actriz, humorista y presentadora le declaraba su amor a Laura Dern) y se llevó el Emmy al mejor guion de una serie de comedia, entre otros muchos reconocimientos. El éxito efímero y la serie acabó pagando el precio de desafiar el status quo: en su quinta temporada algunos críticos la acusaron de ser “demasiado gay” (signifique eso lo que signifique), las audiencias bajaron y hasta Laura Dern, estrella invitada del episodio, fue víctima de un absurdo boicot que la dejó sin trabajar durante dos años. En mayo de 1998 ‘Ellen’ fue cancelada. El 21 de septiembre, cuatro meses después, nació ‘Will & Grace’.

Derrotó los prejuicios a pesar o gracias a los estereotipos

La homosexualidad de Will era el elemento revolucionario que atraería a la audiencia más curiosa a la sitcom, pero como había demostrado ‘Ellen’ la temporada anterior los fuegos artificiales no iban a ser suficientes para convertir a ‘Will & Grace’ en una serie de éxito. Kohan y Mutchnick se forjaron como guionistas trabajado juntos en la serie ‘Dream On’, la comedia de HBO que crearon Marta Kauffman y David Crane antes de dar el salto a la ficción generalista con la historia de seis amigos veinteañeros que vivían en la ciudad de Nueva York, es decir, ‘Friends’. Del mastodóntico éxito de su compañera de cadena se notó la influencia en su eléctrico ritmo cómico, la importancia de las relaciones personales para poder calar de verdad en la audiencia (la compleja relación entre Will y Grace, a pesar de no ser romántica, acabó vertebrando la serie durante sus casi 200 episodios en antena) y el director de su episodio piloto: James Burrows. El legendario realizador (ganador de 10 Emmys y responsable de clásicos incontestables de la sitcom como ‘Cheers’, ‘Taxi’, ‘Frasier’ y ‘The Big Bang Theory’) se convirtió en la tercera pata de la producción detrás de las cámaras, llegando a dirigir todos los episodios de la serie.

WILL AND GRACE, (from left): Eric McCormack, Debra Messing, 'Head Case', (Season 1, ep. 103, aired O
©NBC/Courtesy Everett Collection

‘Will y Grace’ fue descubriendo su personalidad en su primera temporada. Desde el principio estuvo presente su apuesta por el ‘slapstick’ y el humor más físico, prácticamente ausentes en la televisión de finales de siglo y aprovechado al máximo por un reparto que no dudaba en entrar al trapo y exponerse al ridículo - sin llegar a caer jamás en él - en cada episodio. Otra de sus características más particulares fueron las constantes referencias a la cultura pop, transformadas radicalmente en su llegada a España a través de la 2 de televisión española: en nuestro país Reese Witherspoon se convertía en Leticia Sabater gracias a las licencias de los traductores, que tampoco dudaron en citar a Tamariz, Tamara y tantos otros nombres propios del famoseo español. La suerte también estuvo de su lado: Karen y Jack (dos robaescenas que estuvieron a punto de tener su propio spin-off en el año 2008) no se encontraron hasta el final del segundo episodio: la extraordinaria química entre Megan Mullally y Sean Hayes - destinados inicialmente a ser los acompañantes de las tramas individuales de Debra Messing y Eric McCormack, respectivamente - fue un regalo caído del cielo que los guionistas se encontraron al juntarlos por primera vez.

El aspecto más controvertido, como era de esperar, fue el retrato de sus personajes homosexuales: Jack y Will. La serie fue criticada por apostar por las fórmulas tradicionales de la sitcom, por mantener los estereotipos relacionados con la homosexualidad (especialmente a través del personaje de Jack) y por unas tramas que huían de temas controvertidos o incómodos. Hubo críticas absurdas con su decisión de colocar la relación (de amistad) entre un hombre y una mujer en el centro de la serie. Más comprensible era el ataque al retrato de la homosexualidad de Will, que era tratada por los guionistas más como una máquina de crear chistes sobre la comunidad LGBT que como una fuente real de tramas. Mientras la vida sexual de Grace era un no parar, los romances de Will (un hombre atractivo, inteligente y con una carrera profesional más que prometedora) fueron testimoniales. Siendo justos, habría que analizar ‘Will y Grace’ dentro de su entorno televisivo contemporáneo, tan conservador que no había dudado en mandar al matadero a ‘Ellen’ meses después de su falso encumbramiento.

La pomposidad y el afectamiento de Boris Izaguirre en ‘Crónicas marcianas’ también fue criticada por su reforzamiento de los estereotipos asociados a la homosexualidad en España a finales de los 90, pero su imparable personalidad y su presencia constante en televisión allanaron el camino a los Jesús Vázquez y Mauri y Fernando (la primera pareja homosexual del prime time en España en ‘Aquí no hay quien viva’) del futuro. De la misma forma, sin la normalización de ‘Will y Grace’ la llegada a las pantallas de ‘Modern Family’, ‘Glee’ y tantas otras hubiera sido mucho más compleja. Esa explotación de los estereotipos, mucho más comprensible hace 20 años que ahora, fue el precio a pagar por la normalización de televisión ante millones de personas cada semana en televisión.

Revolucionando los Emmy

En su estreno la NBC actuó con cautela y programó el estreno de la serie los lunes, lejos de las franjas más cotizadas por la audiencia y los anunciantes. Para su sorpresa, el público respondió positivamente y la cadena movió rápidamente la serie al martes, una día más competitivo. Al final, más de 12 millones de espectadores siguieron las dos primeras temporadas de la serie. Antes de su aparición triunfal en los premios del 2000, NBC ya había decidido emitir la tercera temporada dentro de la cotizadísima Must See TV, la franja reservada a los pesos pesados del canal. Poco después del anuncio de su incorporación a la primera división de la cadena, la serie recibió 11 nominaciones a los Emmy, de los que acabó ganando los premios a la mejor serie, mejor actor secundario (Sean Hayes) y mejor actriz secundaria (Megan Mullally). Fue, por supuesto, la primera serie con un personaje homosexual protagonista en lograr el premio más importante de la industria televisiva estadounidense.

Hasta su despedida en 2006, la sitcom sumó cinco nominaciones en la categoría de mejor serie y compartió día de emisión con ‘Friends’, ‘Cheers’, ‘Frasier’ y la todopoderosa ‘Urgencias’, logrando llegar donde no había llegado ninguna de ellas. Al final de su quinta temporada, ‘Will & Grace’ había conseguido el Emmy para todos sus protagonistas, un récord histórico que solo habían conseguido dos series, ‘Todo en familia’ y ‘Las chicas de oro’, y que desde entonces no ha vuelto a repetirse. Además, Mullally y Hayes sumaron tres premios cada uno del Sindicato de Actores en Hollywood.

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NBC Universal

Fue en la serie en la que quería estar todo Hollywood

A pesar de que nunca estuvo en lo más alto de las audiencias, la serie de NBC se conviritó en el rincón favorito de las estrellas de Hollywood en un momento en el que los actores de la gran pantalla todavía no querían saber nada de la entonces “hermana pequeña”, la televisión. Atentos a su sucesión de cameos estelares. Los difuntos Debbie Reynolds y Sydney Pollack fueron la madre y el padre de Will y Grace, respectivamente. Michael Douglas dio vida un policía encubierto y enamorado de Will. John Cleese se convirtió en el cuarto marido de Karen. Matt Damon fue un joven heterosexual que se hacía pasar por gay para ligar con mujeres en el episodio más visto de toda la serie. Neil Patrick Harris interpretó al líder de un grupo de exhomosexuales reformados, mientras que Glenn Close fue una excéntrica fotógrafa que se queda prendada de Grace. Madonna se pasó por la serie para convertirse en la compañera de piso temporal de Karen Walker. La princesa del pop Britney Spears era una lesbiana en el armario que presentaba junto a Jack un programa de televisión y que fingía ser una estricta conservadora para ganarse el favor del público. La reina de las mañanas en Estados Unidos, Ellen DeGeneres, se convirtió en una monja en un episodio en el que le quiere comprar un viejo taxi que ha heredado Grace. Algunas estrellas accedieron también a aparecer en la serie interpretando a versiones exageradas de sí mismas, como Jennifer López, Elton John, Janet Jackson y Cher. Jack fue denunciado en la ficción por acosar a un Kevin Bacon que no dudó en recuperar su mítico baile de ‘Footloose’. Los empleos son infinitos.

Las apariciones estelares invadieron las tramas de la serie hasta el punto de que los propios protagonistas de ‘Will & Grace’, hartos de que les robaran el protagonismo y temerosos de que la esencia de la sitcom se perdiera, pidieron a los productores que rebajaran el número de apariciones especiales en la serie. Ya era demasiado tarde. En 2005 la serie ocupó cuatro de las cinco nominaciones reservados a los mejores invitados de una serie en comedia, una cifra solo igualada por ‘Rockefeller Plaza’ desde la creación de la categoría en 1975. De todas las estrellas invitadas que pasaron por la serie, Gene Wilder, Bobby Cannavale y Leslie Jordan fueron los afortunados en llevarse el Emmy por sus intervenciones episódicas.

Un final no - final

Al finalizar su octava temporada, ‘Will & Grace’ se despidió con uno de los finales más polémicos de la televisión. Su cierre (que no detallaremos para no estropear la serie a todo aquel que quiera recuperarla ahora en Prime Video) fue tan controvertido que cuando la NBC decidió recuperar la serie en 2016 los guionistas fingieron que las últimas decisiones narrativas de la serie no habían existido. Sin embargo, más de 20 años después de su estreno la serie original sigue siendo tan efectiva como el primer día. Tanto si la has visto ya, como si no, ahora tienes por delante más de 60 horas de humor absolutamente necesarias en estos tiempos. El arrepentimiento no es una opción.

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