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Wilhelm Keitel o el mito imposible del nazi bueno

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El mariscal fue el eterno mediador entre militares y nazis. Sus memorias lo muestran como un hombre leal y honesto que cay� del lado del horror

El l�der de la 'Operaci�n Valkiria', Claus von Stauffenberg  (de...
El l�der de la 'Operaci�n Valkiria', Claus von Stauffenberg (de perfil), Hitler y Keitel(derecha), en 1944. CORDON PRESS

Es peliagudo el mito del nazi bueno con el que nos encontramos cada poco tiempo en pel�culas, novelas y biograf�as. �En qui�n pensamos cuando hablamos de nazis buenos? En el general Erwin Rommel, militar sobresaliente, hombre de acci�n, contendiente caballeroso, suicida y perdedor rom�ntico al estilo del buen vasallo ligado a un mal se�or. O, mejor a�n, en Albert Speer, el arquitecto de Hitler: culto, refinado, idealista... Son atractivos los personajes contradictorios de ese tipo, pero, en el fondo, siempre est�n romantizados. Rommel, en realidad, fue un competidor feroz en el escalaf�n de la Wehrmacht y de Speer y su casi impunidad no hay mucho bueno que decir.

El mariscal Wilhelm Keitel es un ejemplo extra�o en esa tradici�n de los nazis buenos. Ni atractivo, ni brillante, ni audaz, ni melanc�lico... Keitel fue un hombre conservador de ambiciones sencillas y talento limitado. Pas� la guerra detr�s de un escritorio aunque, en realidad, �l quer�a volver a la granja que hered� de su padre para dedicarse a la agricultura. A diferencia de Speer, Keitel fue condenado a muerte en Nuremberg y muri� ahorcado junto a los peores villanos de la II Guerra Mundial.

Sin embargo, hab�a un instinto de nobleza en la vida de Keitel que quiz� fuese m�s verdadero que el de otros colegas suyos absueltos por la Historia y que hace a�n m�s dif�cil entender sus decisiones. �sa es la sensaci�n que queda al leer Mariscal Keitel, Memorias del Alto Mando de la Wehrmacht, el texto que el militar alem�n escribi� durante su encierro y que La Esfera de los Libros publica ahora en espa�ol.

�Qui�n fue Keitel? Algunos datos: naci� en el centro de Alemania, en una familia de terratenientes de clase media de Han�ver que ve�a con antipat�a al k�iser Guillermo y su proyecto pol�tico, copado por arist�cratas y junkers prusianos. Keitel no pod�a entrar en casa con el uniforme del Ej�rcito imperial cuando volv�a porque su padre montaba en c�lera.

El futuro mariscal hab�a sido un mal estudiante y un buen soldado, responsable y honesto. Combati� en la I Guerra Mundial pero sali� del frente pronto, en septiembre de 1914, herido en un brazo. Se cas� con una mujer que estaba por encima de �l en el juego de las clases sociales y que lo incentiv� a ser ambicioso. Se recuper� y cay�, un poco por casualidad, en el Estado Mayor como ayuda de c�mara. Keitel cont� entonces que se sent�a inseguro, que pensaba que no estaba a la altura del cargo, pero, a base de lealtad y esfuerzo, construy� una carrera exitosa como oficial durante los a�os de la Rep�blica de Weimar. No manifest� ninguna opini�n pol�tica y tampoco lo hizo cuando Hitler lleg� al Gobierno. En 1933, conoci� por primera vez a Hitler.A partir de 1938 entr� en su c�rculo como mediador entre el Partido Nazi y la esc�ptica �lite militar.

�Era Keitel un nazi lleno de odio para entonces? No, pero s� era leal al F�hrer, igual que lo hab�a sido con los anteriores jefes de Gobierno. Y, como millones de alemanes, ve�a con satisfacci�n la recuperaci�n econ�mica y militar de su pa�s.

Podemos explicar esa ambig�edad con un caso concreto: la ca�da de las SA, la milicia del Partido Nazi.Seg�n aparece en las memorias de Keitel, los l�deres de la SA en la ciudad en la que estaba destinado, Potsdam, se ofrecieron a custodiar un arsenal del Ej�rcito ya que les constaba que una conspiraci�n comunista en marcha. Keitel pregunt� a sus superiores pero no recibi� una respuesta clara. Por su propia iniciativa, escondi� las armas lejos de las SA, cuyos l�deres planeaban un golpe de Estado que obligara a Hitler a disolver el Ej�rcito y a imponer una pol�tica m�s revolucionara.

El tiempo le dio la raz�n a Keitel. El Reich desactiv� las SA en la Noche de los Cuchillos Largos y Keitel se alegr� de haber tomado las decisiones correctas.Despu�s, cuando supo que los l�deres de las SA hab�an sido ejecutados, se sinti� escandalizado. Pero lo acept�.

Toda la vida de Keitel durante la Guerra consisti� en eso: en atenuar el odio entre militares y nazis y en acercarse cada vez m�s al poder por delante de otros colegas m�s brillantes y ambiciosos.

En 1939, transmiti� al F�hrer el deseo de paz de sus colegas en la Wehrmacht. Su mensaje fue descartado.En 1942 volvi� a ser el portavoz de sus colegas, que deseaban detener el exterminio de los jud�os para conservar su fuerza de trabajo. Est� claro que no fue escuchado. Y en 1944 intent� contener la c�lera de Hitler tras el atentado del 20 de julio.

Keitel amag� varias veces durante la Guerra con dejar el uniforme y volver a su granja. El sentido ciego de la obediencia y las presiones de sus superiores se lo impidieron.Cuando se quiso dar cuenta, su firma aparec�a en documentos infames como el que autorizaba la ejecuci�n indiscriminada de los prisioneros de Guerra (la causa por la que fue condenado).Su cara tambi�n estaba aparec�a en muchas de las fotos negras de la historia de Alemania, incluida la firma del armisticio en un cuartel del Ej�rcito Rojo. Keitel no era un nazi bueno, porque ni siquiera era nazi y no hizo el bien, pero puede que todo fuera por un tr�gico error.

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