Críticas de Vorágine (1950) - FilmAffinity
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Vorágine

Cine negro. Drama. Thriller. Intriga Ann Sutton, una cleptómana casada con un conocido psiquiatra, es sorprendida por el malvado David Korvo, que la hipnotiza y trata de convertirla en coartada para un crimen. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
14 de agosto de 2005
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película poducida y dirigida por Otto Preminger, una de las cuatro colaboraciones entre el director y la actriz Gene Tierney. Combina elementos de cine negro y policíaco.

Narra la historia de Ann Sutton, una muchacha casada con un eminente psicoanalista (Richard Conte), que padece cleptomanía a causa de un trauma psicológico de infancia. La debilidad psicológica de Ann es utilizada por un hombre sin escrúpulos, David Korvo (José Ferrer), para dominarla bajo hipnotismo y obligarla a servirle como falsa autora del asesinato de una antigua amante, a la que debe dinero.

La narración contiene un clima de creciente intriga, bien dosificada y pulcramente descrita. La cámara se mueve con delicadeza y parsimonia, mediante travellings muy medidos, zooms lentos y desplazamientos laterales que permiten identificar el centro de atención con facilidad. Las imágenes se caracterizan por la corrección de los encuadres, el adecuado movimiento de los actores, la composición equilibrada de las escenas y la atención que se presta a la visualización de un dibujo muy cuidado. La banda sonora se basa en una bonita partitura de David Raksin.

Destaca la interpretación de Gene Tierney, de una belleza sorprendente, que el director exalta en primeros planos muy bien iluminados. Sobresale, también, la interpretación de Charles Bickford en el papel de comisario atormentado por la muerte reciente de la esposa, en memoria de la cual acepta realizar una prueba a la acusada en el escenario del crimen. José Ferrer interpreta un papel de villano en el que no encaja. La presencia de Richard Conte es casi testimonial.

La deriva psicoanalítica y freudiana de la película, una de sus debilidades, se ha de entender en relación al momento de la realización, cuando estaba de moda en la sociedad norteamericana y en el cine (Hitchcock, Lang, etc.).
Miquel
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22 de mayo de 2009
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer, en un programa de calidad, de esos que suelen echar por las tardes, escuchaba a una mujer obesa diciendo lo bien que le había funcionado la "limpieza de alma" practicada por alguien con supuestos "poderes", en lugar de la tradicional y siempre sacrificada dieta. Junto a ella se sentaba un incrédulo familiar, que decía que eso era un engañabobos y un sacacuartos. Pero a ella le había funcionado. Y si funciona, pues bienvenido sea. ¿Y a qué coño viene esto?
Pues viene a que esta película habla de eso, de farsantes, pero lo hace bajo la etiqueta de un drama psicológico. Un género que engloba verdaderas joyas y auténticos disparates como es el caso. Disparate porque en hora y media el normalmente competente Otto Preminger, se pasa por el forro la historia de la medicina y hace un batiburrillo entre hipnósis, traumas infantiles mezclados con pseudo-psicoanálisis y charlatanería pura y dura. Por ejemplo, haciendo que una persona recién operada se levante sin más autohipnotizándose para "evadir el dolor". O haciendo que un charlatán controle a otra persona a distancia y sea capaz de curarle su insomnio, que robe por él y que olvide todo lo que en su presencia hace.
Además, la estupenda Gene Tierney está aquí bastante desdibujada, comportándose como una chiquilla estúpida y dependiente de su genial marido, un famoso psicoanalista. Richard Conte tampoco está favorecido con sus maneras altivas, inmerso en su mundo sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor.
Un drama psicológico debe tener un estudio de personajes sino realista, al menos verosímil para que el espectador se involucre en la película. Este no es el caso, por lo que si quieren disfrutar del género conviene acercarse a otros directores que sí han sido maestros en este campo como Fritz Lang o Raoul Walsh. Prescindible e insulsa película.
tantra
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19 de mayo de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya he comentado en varias ocasiones la cierta debilidad, más bien obsesión, que se vivió en el cine norteamericano a finales de los años treinta y la década de los cuarenta por el tema del psicoanálisis, que de una u otra forma inundó el cine negro y policiaco del momento.

El redescubrimiento del estudio del cerebro y del funcionamiento de la mente, y por supuesto las teorías de Freud publicadas años antes, hicieron que sobre todo los directores de origen europeo incorporasen esos elementos a sus películas de una u otra forma, tomándolos muy en serio. Eso sí, los directores más norteamericanos no lo dieron tanta importancia y lo obviaron los más, los que sí lo abordaron lo trataron de forma jocosa como Howard Hawks en “Luna nueva”.

Otto Preminger como buen judío austríaco no pudo pasar el tema de largo, y se acercó al tema en varias ocasiones, una de ellas en “Vorágine”, película menor en su extraordinaria carrera, pero con elementos de interés.

La cleptomanía, la hipnosis, el control de la voluntad o del dolor... son algunos de los temas que aborda esta interesante película que aunque va derivando a medida que avanza el metraje en una narración demasiado inverosímil, al menos confirma que el buen cine necesita de pocos medios para lograrse.

La belleza y buen hacer de la estupenda Gene Tierney ponen el resto para que se disfrute aún a sabiendas que su historia está más cercana a la fantasía de un cómic de superhéroes que al cine negro de verdadera alcurnia.

Nota: 6,2.
vircenguetorix
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7 de febrero de 2007
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las numerosas colaboraciones que tuvieron el director y su musa Gene Tierney, se puede decir que esta es, quizás no la peor, pero sí la más irregular, y es que cargar con el problema del psicoanálisis hace que la película haya envejecido bastante mal, siendo un tema que por entonces estaba bastante de moda, como en Recuerda, una de las peores pelis de Hitch, aunque quizás esta consigue mantener un poco la entereza debido a la triángulo de sentimientos que se forma entre Korvo y el matrimonio Sutton, y a cierto regusto que deja la peli de El gabinete del dr. Caligari, aunque sin la fuerza visual de esta obra maestra.

Preminger dosifica bastante bien la tensión durante la primera hora de película, dejando momentos realmente brillantes con una trama que va in crescendo hasta un momento en que, a raíz de la inverosimilitud del propio argumento de la hipnosis, cae por su propio peso y no logra remontar el vuelo con un clímax un tanto exagerado al que se llega de una fotma bastante rebuscada y naif, propia de algunas películas mediocres de aquella época que se ven hoy en día y provocan la risa por ver algunos de sus planteamientos. Hasta ese momento, la película cuenta con un guión soberbio, pelín esquemático quizás, pero que sabe con qué cartas juega y las utiliza bien, pero la última media hora, y especialmente la escena final, me recordaron a esos finales cutres que a veces rodaba Hitch en los que parecían decirle: acaba ya que nos estamos quedando sin pasta ni ideas.

Algunos puntos en los que flaquea la historia es que pretende dar un desarrollo demasiado rápido y cierra algunos personajes de manera rápida, sin utilizarlos como se debería, caso del teniente de policía, que habría dado muchísimo juego debido a la vida anterior que sabemos por unos momentos que tuvo. Por contra, uno de los aciertos de la película es un clásico de Preminger, el colocar al personaje del dr. Sutton en medio de un dilema moral entre hacer lo que siente y hacer lo que debe. Lo mejor, aparte de Gene Tierney, claro está, es la interpretación de José Ferrer, recordando al Cary Gran de Sospecha o al tío Charlie de La sombra de una duda, un personaje aparentemente carismático que no duda en hacer todo lo posible para lograr sus ruines planes.
Tony Montana
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11 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, fue un gran defensor de la libertad para ejercer las terapias al igual que el hipnotismo, si la persona demostraba idoneidad para hacerlo aunque no portase un título médico. Al fin y al cabo, sería su idoneidad la que lo llevaría adelante y su incompetencia le traería irremediablemente el fracaso. Este respaldo del médico vienés, entusiasmó a mucha gente a la que le interesaba el psicoanálisis, pero no la medicina, y también a muchas otras personas que vieron en el hipnotismo la oportunidad para realizar un espectáculo sugestivo y de paso lucrativo.

Para muchos neurólogos, el hipnotismo fue, y quizás sigue siendo, un recurso esencial en sus terapias. Al producir un estado de conducta manipulable, el hipnotismo consigue hacer que fluyan en los pacientes conductas hasta entonces denegadas o reprimidas, y con su ayuda, los tratamientos pueden llegar a ser muy efectivos en algunas neurosis.

Pero no todos los que ejercen estas u otras profesiones, son o permanecen siendo, respetables en su ejercicio y por distintas razones pueden verse asumiendo improcedencias que quizás signifiquen su ruina en determinado momento de sus vidas.

Esposa del renombrado psicoanalista William Sutton, Ann es una mujer de gran belleza que, todavía marcada por un trauma infantil, ha vuelto a cometer un acto de cleptomanía, pero con la suerte de que, para defenderla, en el lugar donde ocurren los hechos hace presencia David Korvo, un astrólogo e hipnotista que se demuestra bastante avezado.

De esta manera, dará comienzo una relación bastante compleja que pondrá a la mujer entre la espada y la pared, pues entrarán en choque el marido profesional que no la hace feliz y con quien es incapaz de sincerarse y el profesional empírico que comienza a sanarla, pero con ella tiene otros planes.

Partiendo de la novela “Methinks the Lady” (1949) de Guy Endore (1900-1970), un famoso antisegregacionista y comprometido defensor de la causa de las minorías que fuera nominado al Oscar por “The story of G.I. Joe”, el guión estuvo en manos de Ben Hecht y Andrew Solt, los cuales se propusieron mostrar ese particular contraste de nuestras sociedades, donde la justicia es una para las clases altas y otra muy diferente para el pueblo.

Como director, Otto Preminger, consigue magníficas interpretaciones de Gene Tierney y sobre todo de José Ferrer, cuya interpretación le valdría ser llamado luego por John Huston para que hiciera de Toulouse-Lautrec en “Moulin Rouge”. Korvo es aquí una figura que domina la escena y su alta capacidad sugestiva tan solo demuestra lo que puede lograrse con una férrea voluntad. ¿Diría alguien que es el psicoanalista -al que representa Richard Conte- el protagonista de esta historia?

“VORÁGINE” tiene apuntes muy precisos y mordaces como cuando Korvo deja al desnudo la frágil personalidad de Ravallo, el aristócrata italiano. Altamente corrosivo ese cartel del parque-cementerio en el precinto policial cuando todo parece condenar a Ann... ¿Y qué tal los sarcasmos del teniente Colton cuando se muestra totalmente escéptico ante el método que usa Sutton para que su esposa recuerde? ¿Será porque él conoce métodos más efectivos?

Una frase para recordar: “Un matrimonio exitoso usualmente se basa en lo que marido y mujer ignoran el uno del otro”.

Título para Latinoamérica: “TORBELLINO”
Luis Guillermo Cardona
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