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La victoria de Carlos en Australia y el “año de locos” de los Sainz

La heroicidad del español en Albert Park completa tres meses de altibajos a nivel emocional para el piloto español y su familia

Carlos Sainz celebra su victoria en el GP de Australia.
Carlos Sainz celebra su victoria en el GP de Australia.Jaimi Joy (REUTERS)

El 2024 no podía arrancar mejor para los Sainz, que en enero celebraron el cuarto Dakar de Carlos, el padre, a sus 61 años, 34 después de colocar por primera vez a España en el mapa de las carreras de coches, con su primera corona en el Mundial de Rallies (1990). Sin embargo, la alegría por la hazaña lograda por el Matador en Arabia Saudí apenas duró diez días, el tiempo que pasó hasta que Ferrari anunció la contratación de Lewis Hamilton a partir del curso que viene. Tras haber confirmado la continuidad de Charles Leclerc, la llegada del multicampeón británico a Maranello implicaba irremediablemente la salida de Carlos Sainz, hijo, que no tuvo otro remedio que aceptar su nuevo estatus de agente libre y comenzar a sondear un mercado que presenta algunas posibles vacantes muy interesantes, especialmente después de su triunfo, este domingo, en Melbourne.

El bajón por la noticia de su no renovación es un sapo difícil de tragar y podría dejar medio noqueado a cualquiera. Lo que ocurre es que el madrileño nunca lo ha tenido fácil por venir de donde lo hace, podríamos decir que es de esos que se crece cuando las cosas vienen de canto y tiene la piel dura como una piedra, por no hablar de su cabeza. En Baréin, en la prueba que estrenó el campeonato y mientras la mayoría se acercaba para tratar de reconfortarle, Sainz se subió al podio junto a los dos Red Bull para decir aquí estoy yo para a quien le pueda interesar. Ni de broma se imaginaba entonces la odisea que le aguardaba a la vuelta de la esquina, menos de una semana más tarde.

Sin apenas margen para gozar el podio, el corredor de Ferrari se presentó en Yedda medio KO, convencido de haber pillado un virus intestinal que finalmente terminó siendo una apendicitis, de la que fue operado de urgencia ese mismo viernes. Allí comenzó una verdadera contrarreloj en la que solo había un objetivo: poder volver a subirse al coche en Australia, 14 días después de pasar por el quirófano. Con el circuito de Albert Park en el entrecejo, el muchacho se focalizó en una recuperación que llevó a cabo en Madrid, y que estuvo basada en el reposo activo y la fisioterapia. Las jornadas combinaban largos ratos en la cama con sesiones dobles en la cámara hiperbárica. De hacer ejercicio, ni pensarlo.

El reciente cambio que ha hecho en su preparación –ahora realiza mucho más trabajo cardiovascular– le permitió recobrar la condición física mínimamente exigible para salir a la pista el viernes en Melbourne, donde las horas de descanso valieron su peso en oro. En el Albert Park, Sainz fue de menos a más, quedándose a un paso de la pole el sábado y aprovechando el descalabro de Red Bull, el domingo, para llevarse una victoria incluso más merecida que inesperada. El triunfo más épico de los tres que acumula en su hoja de servicios en la Fórmula 1, y la mejor campaña publicitaria imaginable para alguien que busca un volante para el año que viene.

“Empecé el año con la noticia de la no renovación por Ferrari. Luego llegó el podio en Baréin, seguido de otro desencanto con la operación de apendicitis. No sabía si iba a poder estar aquí, y de repente llego y gano”, resumió Sainz, tras sumar su 20º podio en el certamen. “Eso te demuestra que nunca hay que bajar los brazos”, añadió el de la Scuderia, que desde que aterrizó en Australia pasó por diferentes fases. “El viernes, en la sala de reuniones, nos dijo que se sentía extraño, como si los órganos se le movieran mucho”, reveló Marc Gené, embajador de la compañía de Il Cavallino Rampante. El dolor, convertido en incomodidad, en ningún caso fue mayor que el coraje y la ambición que demostró cada vez que se subió al bólido rojo. “En la vida se trata de eso, de mejorar. No solo como piloto, sino como atleta y como persona. Mi preparación me ha permitido pasarme siete días en cama, volver y estar listo”, relató el protagonista del fin de semana.

“Ha sido un año de locos desde el principio”, soltó Sainz, padre, que acompañó a su hijo en este gran premio. “Este resultado llega en un buen momento, porque ahora es cuando se está decidiendo con quién correrá el año que viene. Ojalá pueda hacerlo con un equipo que le permita luchar por victorias, porque eso te cambia mucho la película”, remachó el bicampeón del mundo de rallies (1990 y 1992) y coleccionador de Tuareg, el trofeo que se entrega al ganador del raid por etapas más duro del mundo.

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