El fabricante de enanos | Domingo | EL PAÍS
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OPINIÓN
Columna
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El fabricante de enanos

Hay políticos que se han dedicado toda su vida a la política. Hay otros que también han hecho otras cosas. Ahí va la historia de uno de ellos.

Tom Major-Ball nació en 1879 en Walsall, una pequeña ciudad industrial del centro de Inglaterra. Sus padres emigraron a Estados Unidos cuando Tom tenía cinco años, y el crío aprendió a ganarse la vida desde muy joven. Se unió a un circo aún adolescente y se especializó en números de trapecio. Luego se pasó al vodevil. A los 17 volvió a Inglaterra y adquirió un cierto prestigio en el circuito del music hall. A los 24 hizo una gira por Suramérica e intentó crear un rancho de ganado en Argentina, pero la cosa duró poco. En cuanto pudo escapó de nuevo hacia el Reino Unido.

Hacia finales de los años veinte, el cine dejó desiertas las salas de vodevil. El espectáculo de Major-Ball dejó de tener clientes, y el hombre montó una fábrica de enanos de jardín. La cosa funcionó durante unos años, pocos. Major-Ball empezó a dedicar la mayor parte de su tiempo a la vida privada y se casó varias veces. Tuvo cinco hijos. En 1955 se estableció en Brixton, un barrio obrero del sur de Londres. Pronto fue conocido en los pubs de la zona: mientras los hijos hacían enanos de escayola, él contaba junto a la barra historias apasionantes.

Uno de sus hijos, John, nacido en 1943, estudió bachillerato e intentó conseguir un empleo como conductor de autobuses, sin éxito. Logró colocarse en una oficina de seguros, pero el trabajo era monótono y mal pagado. Volvió a la fábrica de enanos y cobró el subsidio de desempleo unos meses hasta que encontró un puesto en las oficinas de la compañía eléctrica londinense. Tom Major-Ball murió en 1962, a los 83 años, cuando su hijo John Major (le registraron sin el apellido Ball) tenía 19.

Por entonces, John se enamoró de Jean Kierans, una mujer de 33 años que, a través de un ex marido, había adquirido influencia en el minoritario movimiento político conservador de los barrios del sur de Londres. Kierans introdujo a John en el partido y le animó a presentarse como candidato a concejal por Lambeth, con sólo 21 años. Le aconsejó que lo hiciera por la vía difícil, subiéndose a un cajón y discurseando a los transeúntes.

John Major perdió. Kierans le convenció entonces de que estudiara banca por correspondencia y siguiera haciendo campaña por las calles. En 1967, el joven John consiguió un empleo bancario en una remota oficina de Nigeria, en la que trabajó poco tiempo. En 1968, de nuevo en Londres, Major ganó sus primeras elecciones y alcanzó el puesto de concejal. Poco después, rompió con Jean Kierans e inició una relación con Norma Johnson, una maestra que pertenecía también al Partido Conservador.

John Major duró tres años como concejal. Volvió a trabajar en banca hasta 1979, cuando el partido le presentó como candidato en las elecciones generales que cambiaron la historia británica. Margaret Thatcher se fijó en el diputado novato y un par de años más tarde le nombró segundo jefe del grupo parlamentario. La misión del jefe del grupo, más conocido como whip (látigo), consistía en evitar que los diputados se escaquearan, votaran por libre o bebieran en exceso. La misión del segundo whip era más concreta: amenazar, físicamente si llegara a ser necesario, a los diputados rebeldes.

El resto es muy conocido. John Major fue ministro de Seguridad Social, de Exteriores, del Tesoro y, tras la caída de Margaret Thatcher, primer ministro.

En 1992, con los sondeos en contra, Major defendió su cargo con una campaña electoral aparentemente absurda: volvió a subirse a un cajón y a hacer la ronda de mercados. Se llevó algún tomatazo, pero ganó.

Era hijo de un bailarín equilibrista, carecía de estudios superiores, había fabricado enanos, había estado en el paro, había emigrado a Nigeria y había hecho campaña en los mercados. Podría parecer la biografía de un perdedor. A mí me parece una de las biografías más apropiadas para un político.

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