El gran rey vikingo de Dinamarca

Harald Diente Azul

Rudo e implacable, Harald Gormsson, llamado Diente Azul, luchó fieramente contra sus vecinos e impuso a su pueblo la religión cristiana.

Este drakkar o barco vikingo que navega frente a los acantilados de Dover, en el sur de Inglaterra, es una reconstrucción moderna de un navío hallado en 1962 en el fiordo de Roskilde, en Dinamarca. El original fue construido en Irlanda a mediados del siglo XI.

Foto: Werner Karrasch / The Viking Ship Museum, Denmark

Uno de los vestigios más notables de la era vikinga en Dinamarca son las famosas piedras de Jelling, las estelas que el rey danés Gorm y su hijo Harald hicieron levantar a mediados del siglo X en esta localidad de Jutlandia que durante un tiempo fue su capital. En la mayor de ellas figura esta inscripción rúnica: «El rey Harald ordenó levantar este monumento en memoria de Gorm, su padre, y de Thyra, su madre». A lo que se añade un elogio del rey: «El Harald que ganó para sí toda Dinamarca y Noruega y cristianizó a los daneses».

Cronología

El gran rey danés

910

En torno a esta fecha nace Harald Gormsson, hijo de Gorm el Viejo.

958

A la muerte de Gorm su hijo Harald Diente Azul sube al trono de Dinamarca.

974

El emperador germánico Otón II entra en guerra con Harald e invade su reino.

987

Muere Harald en la guerra que libra contra su hijo y sucesor, Svein.

Siglo XIII

Autores islandeses escriben sagas en las que narran la vida de Harald.

En efecto, Harald Gormsson, también conocido por su sobrenombre Blåtand, o Diente Azul, pasó a la historia por ser el rey que unificó Dinamarca y por su papel como introductor del cristianismo en tierras danesas. Durante los siglos X y XI, tanto en Dinamarca como en otros territorios nórdicos, los pequeños reinos vikingos que se habían formado durante los siglos anteriores gracias a las riquezas obtenidas en los botines de los saqueos por los mares del norte se fueron convirtiendo en monarquías centralizadas, sometidas a la autoridad de soberanos prestigiosos y poderosos.

Piedra de Jelling

Piedra de Jelling

Se muestra a Jesús no sobre una cruz, sino colgado de unas ramas. Museo Nacional de Dinamarca.

Foto: Heiner Müller-Elsner / Laif / Cordon Press

Este proceso político vino acompañado de otro religioso: la adopción del cristianismo. Los monarcas de Noruega, Suecia y Dinamarca se convirtieron así en reyes cristianos. Algunos incluso fueron proclamados santos, como el noruego Olaf II, el sueco Erico IX y el danés Canuto IV. De este modo, el mundo nórdico –incluida Islandia, que se convirtió hacia el año 1000– se integró en el mapa espiritual de Europa.

Europa en los siglos IX-X

Europa en los siglos IX-X

El mapa muestra las rutas que siguieron los vikingos en sus correrías por Europa en su época de auge.

Eosgis.com

La principal fuente para conocer la vida y el reinado de Harald Diente Azul es una saga escrita en Islandia en el siglo XIII titulada Knytlinga saga. Esta crónica de los reyes de Dinamarca en la Edad Media empieza con el reinado de Harald en el siglo X y llega hasta finales del siglo XII. El título de la obra procede de la especial atención que presta a Knútr inn ríki, esto es, Canuto el Grande, un nieto de Diente Azul que en 1016 sería proclamado rey de Inglaterra después de invadir y ocupar la isla.

Pagano y cristiano

Pagano y cristiano

Harald proclama su fe cristiana. Placa de la iglesia de Tamdrup. Museo Nacional, Copenhague.

Foto: Album

Es posible que esta crónica de reyes fuera redactada por el islandés Olaf Thordarson, el sobrino del famoso historiador y poeta Snorri Sturluson. Su estilo queda lejos de la destreza narrativa de la Heimskringla, la saga de los reyes vikingos de Suecia y Noruega escrita por su tío Snorri a principios del siglo XIII, pero la influencia de este modelo se percibe en numerosas secciones de la historia de Olaf. Al parecer, éste hizo acopio de información para la saga durante su estancia en Dinamarca, en la corte del rey Valdemar II, en 1241.

Un vikingo en el trono

Mientras que la Heimskringla comienza en los tiempos legendarios con el viaje del dios Odín desde Troya hasta Escandinavia, la Knytlinga se abre directamente con la ascensión de Harald Gormsson al trono. Esto es así porque el origen mítico de la estirpe real danesa ya estaba descrito en otros dos textos: las Gestas de los daneses de Saxo Grammaticus y la Skjöldunga saga, que narra los orígenes de la familia real danesa desde Odín hasta Gorm el Viejo, el padre de Harald.

Retrato del rey Harald en la catedral de Roskilde, donde se cree que está enterrado.

Foto: Getty Images

La saga describe a Harald como un rey vikingo prototípico: «Fue un gobernante poderoso, belicoso y buen líder en la batalla». Destaca asimismo sus enfrentamientos con países del entorno, algunos nórdicos, como los suecos y los noruegos; otros germánicos, como los sajones; e incluso con eslavos, como los vendos, asentados en el norte de las actuales Alemania y Polonia, entre los ríos Oder y Elba. La saga explica que Harald se adueñó de un extenso feudo en el territorio de los vendos, a orillas del Báltico, donde fundó una fortaleza, Jomsborg. El territorio fue gobernado, en nombre de Harald, por una hueste de guerreros, los jomsvikingar, unos vikingos legendarios adoradores de Odín y de Tor, famosos por sus actividades mercenarias y de saqueo por el mar Báltico. Según dice la Knytlinga saga, «se pasaban los veranos saqueando y los inviernos se retiraban tranquilamente a casa».

El archivo islandés

El archivo islandés

Autores como Snorri Sturluson (sobre estas líneas, página de una obra suya) relataron la historia vikinga.

Foto: Bridgeman / ACI

En su empeño por extender su poder, Harald puso su mira en el reino de Noruega, donde reinaba su sobrino Harald Gråfeld (Capa Gris). Las crónicas recogen la sospecha de que Diente Azul estuvo detrás de una conspiración contra la vida del monarca noruego, quien fue invitado a Dinamarca y asesinado allí a traición. Tras la muerte del rey, Diente Azul invadió Noruega con su ejército y nombró a un rey vasallo, Håkon Jarl, obligando a todo el país a pagarle tributo.

En guerra con el Imperio

Por el sur, Dinamarca limitaba con un Estado mucho más poderoso que los reinos vikingos de Escandinavia: el Sacro Imperio Romano Germánico. Los emperadores germánicos llevaban muchas décadas combatiendo contra los pueblos germánicos y eslavos con el pretexto de que eran paganos a los que había que convertir al cristianismo, y ésa fue también la justificación alegada por el emperador Otón II el Rojo para atacar al rey de Dinamarca en 974.

El emperador Otón II

El emperador Otón II

El monarca recibe el homenaje de cuatro provincias. Museo Condé, Chantilly.

Foto: Prisma / Album

En aquel momento, según la Knytlinga saga, «Harald no tenía ninguna intención de abrazar la fe cristiana» y, con la ayuda de las huestes noruegas, no sólo rechazó la ofensiva de Otón, sino que cruzó la frontera y ganó algunos territorios. Pero cuando los noruegos volvieron a su tierra, Otón recuperó el terreno perdido y cruzó el Danevirke, una línea defensiva llena de muros y trincheras que hasta ese momento había sido la frontera entre el territorio cristiano y el pagano.

Hacha vikinga descubierta en Mammen, al norte de Jutlandia. Museo Nacional de Dinamarca, Copenhague.

Foto: Roberto Fortuna & Kira Ursem / National Museum of Denmark

Con todo, y a pesar de lo que afirma la Knytlinga saga, parece que la conversión de Harald al cristianismo se había producido unos años antes, en torno a 965. El relato más detallado que se conserva de este episodio se encuentra en la Crónica de Sajonia, escrita por Widukind de Corvey en la segunda mitad del siglo X. Widukind comienza aclarando que antes de la conversión pública de su rey, los daneses, en realidad, ya eran cristianos, pero que continuaban adorando a sus dioses según sus antiguas tradiciones. Consideraban que Cristo era un dios, pero afirmaban que había otros dioses también muy poderosos que se manifestaban a través de señales y prodigios mucho más contundentes.

Espada vikinga

Espada vikinga

Una espada de finales del siglo VIII hallada en la isla danesa de Sjaelland.

Foto: Arnold Mikkelsen / National Museum of Denmark

Según el relato de Widukind, en una ocasión Harald había recibido en su corte la visita de un clérigo de la catedral de Colonia llamado Poppo. El rey y el clérigo iniciaron una discusión sobre religión, durante la cual Poppo afirmó que sólo había un dios verdadero y que aquéllos que los daneses llamaban dioses eran en realidad demonios. Harald, «a quien se le conocía por saber escuchar bien, pero ser lento al hablar», le preguntó a Poppo si estaría dispuesto a demostrar su fe. El clérigo aceptó. Al día siguiente, el rey hizo poner un trozo grande de hierro al fuego y le pidió a Poppo que lo cogiera y que cargara con él. El clérigo alemán así lo hizo y cuando acabó le enseñó al rey sus manos ilesas como prueba de su fe. Tras este acontecimiento, Harald decretó que únicamente el dios cristiano podía ser adorado en Dinamarca.

El clérigo Poppo demostró a Harald la verdad del cristianismo agarrando un hierro al rojo vivo

El ejemplo de Harald se extendió a todo su pueblo, aunque sin duda el proceso no fue fácil y debió de haber resistencia. Así lo prueba un episodio que cuenta la Knytlinga saga. Tras convertirse, Harald obligó al rey vasallo noruego Håkon Jarl y a sus hombres, que se hallaban en la corte danesa, a bautizarse también. Además, puso a su disposición sacerdotes para que fueran con él a sus tierras y bautizaran a todos los noruegos.

Los dioses vikingos

Los dioses vikingos

La piedra de Gotland, en Sanda (Suecia), muestra a los dioses nórdicos Odín, Thor y Freyr.

Foto: Album

Sin embargo, tras separarse del rey Harald, Håkon Jarl se dirigió al lugar donde habían asesinado a traición a Harald Gråfeld, hizo desembarcar allí a todos los clérigos y, tras abjurar de la fe cristiana, volvió a Noruega donde de inmediato celebró grandes sacrificios a los dioses nórdicos. Harald reaccionó con furia y se puso al frente de una expedición que arrasó toda la costa noruega, forzando a sus habitantes a refugiarse en los bosques y las montañas. Sin embargo, cuando volvió a Dinamarca con sus tropas, Håkon Jarl recuperó el control sobre Noruega y no volvió a pagar tributo a Harald.

Sopesando conquistar Islandia, Harald «ordenó a un hechicero que hiciera un viaje mágico a la isla»

Un hecho curioso relatado por la Knytlinga saga muestra que la conversión de Harald distaba de haber extirpado las antiguas creencias paganas del rey. Cuando se hallaba en Noruega, Diente Azul pensó en atacar a los islandeses porque le había llegado la noticia de unos versos que se mofaban de él y lo dejaban en ridículo. Antes, sin embargo, «ordenó a un hechicero que hiciera un viaje mágico a la isla para saber más de ellos», y al final renunció a la empresa cuando su enviado le contó que la isla estaba habitada por todo tipo de criaturas monstruosas y que la distancia hasta allí era demasiado grande.

Guerra civil en Dinamarca

El cristianismo no fue la única imposición de Harald a su pueblo. Para asegurar las fronteras del reino y a la vez controlar y administrar mejor el territorio, Diente Azul hizo construir numerosas fortificaciones circulares, los llamados trelleborg. La gran envergadura de estas construcciones defensivas obligó a emplear como fuerza de trabajo a los guerreros que normalmente formaban el séquito de los nobles vikingos, los jarls, lo que hizo que entre estos últimos prendiera el descontento frente a un rey que creían que estaba abusando de su poder.

Cristianizados

Cristianizados

Una cruz cristiana decora el martillo del dios Thor ; ambos elementos aparecen en un molde de fundición.

Foto: Heiner Müller-Elsner / Laif / Cordon Press

Ello explica los sucesos que precipitaron el final del reinado de Harald. Cuando su hijo Svein Tveskaeg («Barba Partida») aún era joven le reclamó una parte del reino, pero Harald se negó a dársela porque, según la Knytlinga saga, «era hijo de una concubina y no le tenía ningún afecto». Cuando llegó a la edad adulta, Svein decidió actuar como siempre habían hecho los vikingos y, tras reunir algunos barcos y una buena hueste, reclutada seguramente entre los contrarios a Harald, se lanzó a expediciones de saqueo tanto en Dinamarca como en otros países.

La última batalla

Furioso, Harald levantó un ejército y se lanzó contra su hijo. Estalló así una auténtica guerra civil en la que hubo varios enfrentamientos. En uno de ellos, las tropas de Harald derrotaron finalmente a las de Svein, pero una flecha hirió de gravedad al monarca durante la refriega y Diente Azul murió al cabo de poco tiempo, en noviembre de 987. Fue el primer rey danés sepultado en tierra consagrada, en la primitiva iglesia de madera de Roskilde, aunque su tumba no se ha conservado. A su muerte, Svein se convirtió en el nuevo rey de Dinamarca y se apaciguaron las rencillas con los jarls. En el período de cierta paz y estabilidad que siguió se abandonaron las fortalezas que había construido Harald a causa de lo costoso que resultaba su mantenimiento.

Catedral de Roskilde

Catedral de Roskilde

Este templo gótico fue erigido en torno a 1200 sobre una iglesia anterior en la que había sido enterrado Harald Diente Azul, quien hizo de Roskilde la capital de su reino.

Foto: Niels Melander / Alamy / ACI

La Knytlinga saga nos describe a Harald de la misma manera que a los héroes vikingos de las sagas. Como éstos, Harald es un hombre audaz, bregado en el combate, con disposición para la batalla y el saqueo, y ávido de poder y de fama. Hombre rudo y poco cultivado –rasgos que heredó de su padre Gorm y que, a su vez, heredaría su hijo Svein–, no parece que la conversión al cristianismo cambiara su carácter en lo fundamental. Las continuas rencillas y traiciones dentro de su propia familia, como el asesinato de su tío y la guerra con su hijo, si algo recuerdan es al Hamlet de Shakespeare y a su frase de que «algo huele a podrido en Dinamarca».

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El rey con dientes oscuros

Logo de Bluetooth

Logo de Bluetooth

La primera vez que el nombre del rey Harald aparece junto con el de Blåtand, «Diente Azul», es en el Chronicon Roskildense, un texto en latín que relata la historia de Dinamarca desde el siglo IX hasta el momento en el que escribía su autor, probablemente un monje de Roskilde, hacia 1143. La traducción de Blåtand por Diente Azul es controvertida. En nórdico antiguo, el término blár puede significar azul, pero también denota un color oscuro, como un color azul noche. En cualquier caso, el rey Harald debió de padecer algún tipo de enfermedad en uno de sus dientes, que tendría un aspecto más oscurecido de lo normal. El nombre y el logo de la tecnología Bluetooth están inspirados en este rey vikingo. El logo combina las runas hagall y berkana, que corresponden respectivamente a las iniciales del nombre, Harald, y de su apodo en inglés, Bluetooth.

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El tesoro de Hiddensee

Joya y amuleto a la vez

Joya y amuleto a la vez

Los colgantes tienen forma de cruz, tres de cuyos brazos forman tres nuevas cruces mediante filigranas que se entrelazan. El enganche del colgante está decorado con la figura de una cabeza de ave. El conjunto debía de cumplir una función de amuleto.

Foto: Utta Grudziecki / Stralsund Museum

Foto: Utta Grudziecki / Stralsund Museum

En 1873 apareció en la pequeña isla de Hiddensee –al norte de Alemania, en la costa del mar Báltico– un conjunto de 16 piezas de oro de época vikinga, entre ellas una gargantilla, un broche y diez colgantes. La factura corresponde al tipo de orfebrería que se practicaba en el mundo vikingo en el siglo X, aunque el uso de oro puro resulta excepcional. Lo que más llama la atención es la combinación de elementos cristianos y paganos en la decoración de las piezas. Así, los colgantes (como el reproducido bajo estas líneas) tienen forma de una cruz, pero en lo alto llevan una cabeza de ave con ojos salientes.

Un conjunto tan valioso y elaborado sólo pudo pertenecer a una persona de muy alto rango, seguramente una mujer, como se desprende de las características del broche y la gargantilla. Se ha asociado con Harald Diente Azul porque este monarca danés tenía posesiones en el norte de Alemania y quizás enterró el tesoro durante uno de sus viajes, pero también puede que lo hubiera ocultado alguno de los muchos piratas eslavos que operaban en la zona.

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Noruega se hace cristiana

Olaf II el santo

Olaf II el santo

Este monarca noruego fue canonizado tras fallecer en 1030. Retablo de Nidaros, Trondheim.

Foto: Interfoto / AGE Fotostock

En toda Escandinavia, la construcción de las primeras monarquías centralizadas estuvo ligada a la implantación del cristianismo. Un caso manifiesto es el de Noruega. Su primera unificación tuvo lugar a finales del siglo IX, de la mano de Harald Cabellera Hermosa. En las sagas islandesas este personaje es representado como un rey tiránico que obliga a muchos jarls a abandonar el país y a buscar suerte en otras tierras, como Islandia. Aproximadamente un siglo más tarde, en 970, Harald Diente Azul tomó brevemente el control sobre Noruega y trató de impulsar su cristianización, como había hecho en Dinamarca. Sin embargo, sería Olaf Tryggvason quien, al convertirse en rey de Noruega a partir de 995, hizo construir la primera iglesia del país. La cristianización de Noruega se completaría durante el reinado de Olaf II (1015-1030).

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El bautismo de Harald Diente Azul

Bautismo de Harald en una placa de la iglesia de Tamdrup. Museo Nacional, Copenhague.

Foto: Dea / Getty Images

Esta placa de oro muestra al rey Harald Diente Azul siendo bautizado por inmersión por el misionero alemán Poppo. La pieza forma parte de una serie de relieves que decoraban el altar de la iglesia de Tamdrup, aunque se cree que originalmente integraban la decoración de un relicario. Otras dos placas ilustran la prueba del hierro candente con la que Poppo convenció a Harald. La obra fue realizada en el siglo XII y hoy se conserva en el Museo Nacional de Dinamarca.

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Cementerio vikingo

Foto: Heiner Müller-Elsner / Laif / Cordon Press

Lindhom Hoje, al norte de la península de Jutlandia, fue un poblado vikingo abandonado en el siglo XIII. De él se conserva una necrópolis con unos 700 enterramientos, muchos de ellos bajo montículos rodeados por piedras que trazan el contorno de los barcos que llevaban al difunto al más allá.

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Jelling, la primera capital de Harald Batland


La localidad de Jelling, en el centro de la península de Jutlandia, tuvo gran relevancia durante la época vikinga. Vestigios de esa era son dos túmulos, uno de 8,5 metros de altura –situado al norte– y otro de 11 metros –al sur–. En medio se encuentra una iglesia construida hacia 1100 y frente a ella, las dos famosas piedras de Jelling erigidas por Harald Diente Azul. Los arqueólogos han excavado ambos túmulos en busca de enterramientos. En el del sur hallaron los restos de un varón; aunque se creyó que eran los del rey Gorm, hoy tiende a descartarse esta tesis. En cambio, se ha comprobado que las dos colinas estuvieron rodeadas por unas piedras que dibujaban la silueta de un inmenso barco de 350 metros de longitud, que evocaba el que trasladaba a los muertos al Valhalla. También han encontrado restos de una empalizada que Harald Diente Azul, para delimitar su corte, habría hecho construir hacia 970.

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Una fortaleza del rey de Dinamarca

Foto: Mikkel Juul Jensen / SPL / Age Fotostock

Esta reconstrucción de un fuerte circular vikingo corresponde al que existió en Trelleborg, en la isla danesa de Selandia, de donde viene el nombre de este tipo de fortificación. Estaba rodeado por una empalizada de madera de 5 m de altura, dentro de la cual había 16 grandes casas alargadas y otras de menor tamaño, en las que vivían 1.300 personas. El análisis de restos de madera ha permitido datar su construcción en el año 981, a finales del reinado de Harald Diente Azul.

Este artículo pertenece al número 217 de la revista Historia National Geographic.

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El funeral de un vikingo. Con este título, el pintor inglés Frank Dicksee evocaba el tipo de ritual funerario que se creía característico de los jefes vikingos. Óleo. 1893. Galería de Arte, Manchester.

El viaje al más allá de los vikingos

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