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Picton, Sir Thomas (1758-1815).

Militar británico nacido en Poyston en agosto de 1758 y muerto en Waterloo el 18 de junio de 1815.

El menor de los hijos de Thomas Picton, el 14 de noviembre de 1771 ingresó en el 12 regimiento de Infantería, mandado por su tío William Picton. Estudió en la academia militar de Little Chelsea, y después se incorporó a su regimiento en Gibraltar, dedicando sus ocios a estudiar español y a la lectura de obras profesionales. Alcanzó el grado de teniente, en marzo de 1777, y el de capitán, el 28 de enero de 1778, fecha en que regresó a Inglaterra. En 1783 su regimiento se amotinó, al ser disuelto; su pronta acción evitó lo peor, recibiendo por ello el agradecimiento del propio rey. Sin embargo, quedó con media paga, en su casa, leyendo los clásicos, en total oscuridad.

A finales de 1794 se embarcó para las Antillas, siendo nombrado mayor y ayudante de campo de Sir Jonh Vaughan, y luego de su sucesor en el mando Sir Ralph Abercromby, a cuyas órdenes contribuyó a tomar la isla de Santa Lucía. Ello le valió en 1796 el ascenso a teniente coronel, con antigüedad de 22 de junio de 1795. Siguió a Abercromby a San Vicente y Martinica, y tras un viaje a Inglaterra, se halló en la rendición de Trinidad el 17 de febrero de 1797. Debido a su conocimiento del español fue nombrado gobernador y comandante general de la isla, en la que construyó carreteras, redujo con mano dura las sublevaciones de las tropas de color, y estableció el comercio con el continente, a pesar de que las autoridades de Caracas y Guayana pusieron precio a su cabeza. Dio una proclama, en Puerto de España el 7 de junio de 1797, en la que además de las cuestiones comerciales ofrecía la ayuda de Gran Bretaña a cuantos en el continente quisiesen sacudir el yugo español (publicada por Walton). A su influencia se debió que Trinidad quedase como posesión británica, al llegar la paz en 1801.

El 22 de octubre de 1801 ascendió a brigadier general. Por razones humanitarias tuvo que dimitir el puesto civil y militar en 1803, después de que se nombrasen interventores y que se iniciase una investigación; a pesar de lo cual fue felicitado oficialmente por el duque de York. Entonces se ofreció para la expedición que trataba de reconquistar Santa Lucía y Tobago, quedando, tras el éxito, de gobernador de Tobago. En octubre de 1803 marchó a Inglaterra, obligado a defenderse ante las acusaciones de tortura, empleada por él en Trinidad. Fue arrestado, su tío le salvó pagando una inmensa suma, y aunque fue declarado culpable en un caso, las autoridades echaron la culpa a las leyes españolas, y declararon terminado todo el procedimiento.

Ascendido a Mayor general, el 25 de abril de 1808, participó en julio de 1809 en la expedición de Flushing (Holanda) siendo nombrado en septiembre gobernador de la plaza. En enero de 1810 se le ordenó pasar a Portugal, comenzando así su papel en la llamada Peninsular War. A lo largo de 1810 y 1811 defendió Portugal frente a Masséna y luego Marmont, y en mayo-junio de 1811 se encontraba en el Guadiana, entre Elvas, Campo Mayor y Badajoz. De allí siguió hacia Ciudad Rodrigo.

En octubre de 1811 murió William Picton, dejándole su fortuna. En enero de 1812 comenzó el sitio de Ciudad Rodrigo, y en marzo el sitio de Badajoz, ciudad asaltada el 6 de abril de 1812. Pasó a Salamanca, y en agosto entró en Madrid. En su patria fue muy alabado por sus acciones. Tras un permiso en Inglaterra, volvió a la península en la primavera de 1813. Alcanzado el grado de teniente general, el 4 de junio de 1813, se halló en la batalla de Vitoria, en el sitio de Pamplona y en el asalto a San Sebastián, el 31 de agosto de 1813, tras lo cual regresó a Inglaterra. En diciembre volvió a España, entrando en Francia, hasta culminar en la batalla de Toulouse, acaecida el 10 de abril de 1814.

La Cámara de los Comunes le dio las gracias, y en 1815 fue hecho caballero de la orden del Baño. El Imperio de los Cien Días acabó con su carrera. Herido malamente, no murió sin embargo de la herida, sino porque le alcanzó un segundo proyectil. La Cámara de los Comunes ordenó levantarle un monumento en la catedral de San Pablo, y tuvo otros homenaje póstumos. En 1836 aparecieron en Londres sus Memorias, recogidas por Robinson.

A. GIL NOVALES.

Autor

  • Gil Novales