“Procesión” de Robert Greene, es uno de esos documentales que busca denunciar y exigir justicia por crímenes de pederastia a manos de miembros de la iglesia, y en el proceso logra emular en el espectador sentimientos indescriptibles. 

Pocos materiales son los que, durante y después de verlos, producen náuseas y asco por la forma de retratar deshumanizaciones. Greene entrega una cinta incómoda (por los hechos contados), donde experimenta con la fusión del dolor y el arte como método de catarsis y de ayuda colectiva. 

La cinta explora a un grupo de sobrevivientes de los abusos sexuales de curas católicos, quienes a pesar de su adultez no logran olvidar los detalles de aquellos crímenes. Joe Eldred, Mike Foreman, Ed Cavagan, Dan Laurine, Michael Sandridge y Tom Viviano narran a la cámara sus miedos, inseguridades y emociones, al mismo tiempo que hacen catarsis al recrear sus eventos en una dramatización grabada dedicada, en especial, a víctimas de estos inhumanos actos.  

El director, quien además edita este filme, confía en el poder discursivo de lo que tiene entre su lente, sin embargo, decide darle un giro interesante y arriesgado al estructurar una narrativa con juegos de rol y guiños a películas de terror que involucran a la iglesia. Al final, logra que el espectador conecte con cada una de las víctimas, quienes se atreven a desnudarse a un nivel sentimental para al menos desdibujar un poco todas las monstruosas pesadillas que los han atacado durante años. 

La actuación, ese juego catártico y revelador, es uno de los conductos por el cual los seis hombres se expresan en un producto ideado para transmitir sus vivencias y poder iniciar una vida un poco más aliviada. Cada uno le impregna sus personalidades, sus gustos e ideologías como las de Ed Cavagan, quien se ayuda de los superhéroes como Los Vengadores para convencerse de su lucha y su ánimo de superación. Aunque en los primeros minutos del filme, esta idea de representación es un poco ambigua y desconcertante, poco a poco se va afianzando efectivamente en el producto, de tal forma que, al término, se piensa que no hubo otra forma más eficaz y original de generar empatía en la audiencia. 

Esta obra es una constante denuncia a todos los actos de abuso sexual infantil que, en este caso. la iglesia ha perpetuado durante décadas sin nunca tener consecuencias legales y donde siempre el culpable o responsable es el menor. Greene y compañía se encargan de cuestionar las leyes judiciales, la manipulación de una ideología como la eclesiástica y de resarcir los pensamientos de culpabilidad en los afectados. 

“Procesión” es una cinta incómoda, pero a la vez muy emocional por el nivel de empatía que genera con sus múltiples protagonistas. Es un llamado a repensar sobre el poder, la corrupción y la deshonestidad de algunos sectores de la iglesia, así como de ciertos personajes importantes de ésta. Sin duda, una de las cintas más propositivas y efectivas del año.

“Procesión” o “Procession” ya está disponible en Netflix