Los principales estudios del Hollywood clásico fueron tan prolíficos y estaban tan bien nutridos de talento –amén de estrellas–, que la producción de películas interesantes es asombrosa. Más allá de esos títulos de sobra conocidos, podemos disfrutar de otros films igualmente memorables. La angustia de vivir, de George Seaton, es uno de ellos.
Ver en pantalla a Grace Kelly y William Holden es siempre un placer. Son dos de los más extraordinarios casos de fotogenia y belleza jamás capturados por una cámara. Verlos actuar, además, es un placer aún mayor, y es tal su química que cuando comparten escena uno agradece que el soporte de la película ya no sea inflamable celuloide. Lástima que The Country Girl no sea más popular en sus respectivas filmografías, pues aquí nos obsequiaron con excelentes interpretaciones. En cuanto a Bing Crosby, no sólo canta con esa deliciosa voz de bajo-barítono, sino que completa el trío de magníficas actuaciones.
Una puesta en escena con lo mejor de la narración clásica hollywoodiense redondea una película que obtuvo dos Oscar: Kelly como mejor actriz y Seaton por el guión adaptado. Y eso que fue el año de La ley del silencio, de Elia Kazan.
