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Teodoro I Láscaris

Teodoro I Comneno Láscaris (en griego: Θεόδωρος Α' Λάσκαρις Theodōros I Laskaris; c. 1175-noviembre de 1221) fue el primer emperador de Nicea, un estado sucesor del Imperio bizantino, desde 1205 hasta su muerte. Aunque su ascendencia paterna no era muy conocida entre la aristocrática bizantina, su madre estaba emparentada con el clan imperial de los Comnenos. Se casó con una hija menor del emperador bizantino Alejo III Ángelo en 1200. Recibió el título de déspota antes de 1203, demostrando su derecho a suceder a su suegro en el trono.

La cuarta cruzada obligó a Alejo III a huir de Constantinopla en 1203. Teodoro fue apresado, pero consiguió escapar. Después de cruzar el Bósforo hacia Asia Menor (en la actual Turquía), comenzó a organizar la resistencia de los griegos locales contra los cruzados (o latinos) en Bitinia en nombre de su suegro. Estableció una alianza con el sultán selyúcida de Rum, pero no pudo detener la expansión de los latinos. Tampoco pudo evitar que un reclamante al trono imperial, Alejo Comneno, estableciera un estado sucesor bizantino, el Imperio de Trebisonda, en el norte de Asia Menor. La posición de Teodoro se consolidó luego de que el zar Kaloján de Bulgaria infligiera una aplastante derrota a los cruzados en la batalla de Adrianópolis (en Tracia) en 1205.

Los griegos que huían del Imperio latino —el estado cruzado que surgió en los territorios centrales bizantinos— se aglomeraron en Asia Menor para vivir bajo el gobierno de Láscaris. Los latinos capturaron a su suegro e hicieron una alianza con Alejo, pero Teodoro derrotó a sus ejércitos. Se aseguró el apoyo de la mayoría de los aristócratas bitinios y se apoderó de los dominios de quienes se resistían. Asumió los títulos tradicionales de los emperadores bizantinos en 1205. Tres años más tarde, Teodoro convocó un concilio eclesiástico para elegir un nuevo patriarca ortodoxo de Constantinopla. El patriarca lo coronó emperador y este estableció su sede en la capital de Teodoro, Nicea. La población ortodoxa del Imperio latino lo consideraba como el principal defensor de su Iglesia, pero los soberanos de Epiro, un reino que se desarrolló en las regiones occidentales del Imperio bizantino, debatieron la legalidad de su coronación.