Cumplir 30, y no tener el prototipo de vida esperado - La Tercera

Cumplir 30, y no tener el prototipo de vida esperado




En noviembre de este año cumpliré 30, y no tengo el auto ni departamento soñado, no tengo cuenta en un banco ni estoy cotizando. Tampoco tengo pareja y recién terminé mi carrera. Pienso que si a mis dulces 20 años hubiese leído un post que empezara así, seguro me hubiese generado terror y habría pensado que la persona que lo escribió es una fracasada. Pero hoy esta es mi realidad y siendo sincera, me siento lejos del fracaso.

Esto podría leerse con soberbia o falta de autocrítica; o de una mujer muy segura de sí misma. Pero lo cierto es que no siempre he sentido así. Por supuesto que no fue fácil aceptar y por sobre todo agradecer la mujer en la que me convertí. Si miro hacia atrás no cambiaría en general nada de mi camino, ni mucho menos mis errores porque todos ellos me han llevado a ser quien soy, y hoy venero profundamente a esta mujer.

Es bonito el ejercicio de mirar no solo lo que no eres o lo que no has conseguido, sino que darse cuenta lo mucho que has crecido y madurado. Ver que aunque en las redes sociales a diario te bombardean con metas alcanzadas por terceros, amigas casándose o dando grandes pasos en su vida, con hijos y excelentes trabajos, yo igual pueda sentirme tranquila conmigo misma con mis propios logros, que no tienen por qué ser los de los demás, sino que con mi propio crecimiento personal.

Hoy celebro y estoy infinitamente orgullosa de los logros de quienes amo, vibro con su felicidad y eso también me ha ayudado a darme cuenta de que no es el momento ni el lugar para perseguir esas cosas.

Hace un año atrás me sentía desesperada por no tener el prototipo de vida esperado a mi edad, pero ya no. Pienso que si no me hubiese cambiado de carrera con la finalidad de salir “a tiempo” de la universidad, jamás hubiese descubierto mi verdadera pasión: el amor por la medicina veterinaria, que es hoy lo que me mueve.

Así que, cuando dicen que todo en esta vida pasa por algo, yo ahora lo creo. Incluso lo que más duele, porque en el dolor podemos encontrar las más grandes enseñanzas, nutrirnos de ellas y alcanzar nuestros propios logros y metas. Después de vivir mi propio proceso, me encanta decirles a otros, especialmente a las mujeres más jóvenes que yo, que si se encuentran un poco perdidas o se están comparando con el resto, eso pasará; que celebren cada paso que dan, cada desafío y más allá de enfocarse en el resultado final, que disfruten el camino, que al final, es nuestro más grande maestro.

* Catalina Ruiz es lectora de Paula y nos mandó su historia para nuestra sección “Nuestras lectoras hablan”. Si tienes una historia o reflexión que compartir, escríbenos a hola@paula.cl

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