A continuación aparece una instantánea de la página web tal y como aparecía en 16/05/2024 (la última vez que nuestro rastreador la visitó). Esta es la versión de la página que se usó para la clasificación de los resultados de búsqueda. Puede que la página haya cambiado desde la última vez que la guardamos en caché. Para ver lo que puede haber cambiado (sin la información destacada), ve a la página actual.
Bing no se hace responsable del contenido de esta página.
Mejores críticasÚltimas críticasUsuarios que han publicado más críticasUsuarios con más seguidores
Filtrar por:
Todas
Lourdes L.
127.653 usuarios
920 críticas
Sigue sus publicaciones
3,0
Publicada el 31 de diciembre de 2013
Película de ritmo rápido y acelerado que pretende ser más adulta de lo que en realidad es; exposición dinámica y veloz del funcionamiento del mercado norteamericano, de la industria del merchandising y de aquellos que participan. Con buenas intenciones y un expectante comienzo, la dimensión informativa, de datos del propio guión es excesiva, te satura tan bruscamente que es prácticamente imposible secundar o continuar el compás marcado -a pesar de tus intentos de esmerada atención-; una marcada fotografía urbana para reflejar la demoledora competencia, la estresante y destructora exigencia de querer ser el número uno, de ser "el más" dentro de una élite escogida. La parte más relevante es la exhibición de la falsedad, irrealidad inventada, creación manipulada del mundo de la imagen, de la publicidad que nos bombardea y del uso descontrolado y abusivo de nuestra propia voluntad; la intrascendencia llega al no saber manejar, con gran habilidad por parte de Aram Rapapport, la medio comedia que tiene entre las manos pues desemboca en trivialidades y travesías secundarias muy comerciales y previsibles. Intentas, con gran entusiasmo y fervor, seguir la armonía de la historia, la veloz actividad del argumento y de los propios protagonistas -jugando a ser el mejor payaso dentro del circo- pero todo te atrapa con gran demora y tardanza, el gran espectáculo creado se va deshaciendo como castillo de naipes sin asiento estable; nunca llegas a sentir la adrenalina, la tensión ni la supuesta angustia que refleja dicho mundo. Como un niño que no puede acompañar a su compañero de travesía, más pronto que tarde pierdes la forzada conexión -nunca adquirida del todo- y admites que únicamente satisface a medias; ni el cuadro deseado ni la estampa anhelada es lo que acaba percibiendo el espectador!