¿Qué pasa con los jóvenes? - Grupo Milenio
Política

¿Qué pasa con los jóvenes?

¿Qué pasa con los jóvenes?

Cuando pensamos en los jóvenes y la política seguramente se nos viene a la cabeza las camisas del Che Guevara, el antimperialismo, las marchas feministas, el pacifismo o la lucha contra el cambio climático. Creemos que el joven es revolucionario por naturaleza. Una posición política que se va desvaneciendo con el tiempo. Luego llega la vida del trabajo, la familia y hacerse de un patrimonio. Margaret Thatcher lo entendía bien: el propietario sustituía al proletario con el paso de los años.

Lo extraño es que habitamos un tiempo distinto. Por supuesto que las universidades siguen siendo espacios de idealismo y transformación. Por supuesto que hay miles y miles de jóvenes comprometidos en agendas y organizaciones sociales. Sin embargo, los datos globales -y en México- registran un giro de las juventudes hacia posiciones más autoritarias. No sólo son los jóvenes, pero especialmente los jóvenes.

Por ejemplo, de acuerdo con el barómetro global de Open Society, cuatro de cada 10 menores de 36 años consideran que el mejor modelo de gobierno es “la dictadura militar”. La Encuesta Mundial de Valores  apunta tendencias similares entre los menores de cuarenta años. Un desencanto con la democracia muy profundo. En el Latinobarómetro 2023, hablando de México, hay una relación directa: entre menos edad más apoyo al autoritarismo.

Esta decepción se traduce también en los porcentajes de votación entre los jóvenes. La democracia no es sólo voto, pero sin el voto libre no hay posibilidad democrática. La primera vez que votamos es una experiencia bonita. Emociona. Nos damos cuenta de ese momento mágico que son las elecciones. Miles y miles de ciudadanos entregando su tiempo y esfuerzo para garantizar que se exprese la voluntad popular. Mi primer voto fue en 2006. Voté en Zapopan al interior de una escuela que se encuentra en Avenida Patria.

En 2018, los jóvenes de 18 años superaron el porcentaje promedio de participación: 65% (62% fue la media en el país). Y aquí comienza el viaje hacia el abstencionismo. En la última elección presidencial, los jóvenes y adultos jóvenes de entre 19 y 34 años tuvieron una tasa de participación de 32%. Sólo uno de cada tres salió a votar. ¿Qué pasa en esos años que más de 30% de los jóvenes, que sí votaron y tienen su credencial electoral, deciden ya no participar más?

Uno, los estudios revelan que los jóvenes comienzan a desasociar los conceptos democracia y seguridad. Y seguridad me refiero en la integralidad de su significado. Desde el combate a la violencia y a la delincuencia, hasta la posibilidad de tener un salario digno, un alquiler asequible o poder tener una propiedad. Por ello, los líderes autoritarios que se erigen sobre la garantía de seguridad despiertan altas aprobaciones entre la juventud. Nayib Bukele es el caso más paradigmático. No obstante, en Europa los jóvenes están girando hacia partidos ultras como Vox en España o el Reagrupamiento Nacional en Francia. Incluso, “Chega”, el partido de ultraderecha portugués, recibió un gran apoyo de los menores de 30 años. En México, el apoyo a la participación de los militares en labores de seguridad pública es contundente, también entre los jóvenes.

Dos, a los jóvenes de hoy no les tocó vivir el autoritarismo de partido único en México. Podemos decir que 1997 fue la primera elección auténticamente democrática. Quien votó por primera vez en esa elección, hoy tiene 45 años. Los primeros votantes del próximo 2 de junio nacieron cuando yo hacía cola en la elección presidencial más cerrada de la historia (2006). Son los hijos de la transición. Un gran segmento de la población habituado a medios de comunicación libres, sufragar sin dificultades, alternancias en el poder, opinar sin censura en redes sociales, etcétera. Todas esas libertades políticas también han coexistido con el cañón del crimen apuntando y una economía débil para una mayoría de mexicanos.

Una tercera: la democracia como un juego de los políticos. “La grilla”. Un juego de intereses que poco o nada tiene que ver con los problemas reales del día a día de la juventud. Incluso, la poca creatividad de las candidaturas que siempre que piensan en jóvenes sólo se les ocurre becas y pocas cosas más.

Concluyo con una cuarta: López Obrador ha hecho todo por desmontar la idea de la democracia liberal. Detrás de los postulados obradoristas siempre hay un revisionismo: no hubo democracia hasta que nosotros llegamos. No es casual que el presidente haya bautizado el 1 de julio como el día de la democracia. La democracia no es respeto a la ley, cancha pareja para el voto, combate a la desinformación, sino programas sociales, el ejército como pueblo uniformado y la utilización del pulpito presidencial “como derecho de réplica”. Desde 2018, López Obrador ha comenzado una cruzada dialéctica con el fin de expropiar y apropiarse del símbolo de la verdadera democracia. La democracia popular (seguro te suena). 


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Enrique Toussaint
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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