El mundo descubri� a Soon-Yi Previn (49) hacia 1992, cuando se destap� su relaci�n con Woody Allen (84). Las circunstancias eran espectaculares, pues su madre adoptiva, Mia Farrow (75), era por entonces pareja del director de cine. Hab�an estado juntos m�s de 12 a�os, si bien en unas circunstancias inusuales, pues no compart�an ni la cama. "No hab�a ropa suya en mi casa, ni siquiera ten�a cepillo de dientes", record� a�os despu�s Soon-Yi. A Soon-Yi, Woody le ca�a mal. Pero un d�a se gustaron, y aunque desde fuera pareciera que aquel rollo ten�a algo perverso -se vio como si Allen se hubiera acostado con su hijastra, 40 a�os m�s joven que �l-, Soon-Yi indic� desde el principio que era una relaci�n entre extra�os.
En una declaraci�n de 1992 para Newsweek, la �nica que se le ha conocido hasta que en 2018 habl� en profundidad sobre su vida para New York Magazine, Soon-Yi lo dej� claro: "Mi padre es Andr� Previn [afamado director de orquesta, fallecido en febrero de 2019]. Allen nunca fue una figura paterna, nunca me hablaba y nunca me preocup� por �l".
Sin embargo, en cierto momento Soon-Yi y Woody comenzaron a conocerse, y aquello acab� en romance cuando la relaci�n del director con su actriz fetiche estaba ya descompuesta, y Soon-Yi hab�a cumplido 21 a�os y era mayor de edad. Seg�n explic� en la entrevista en el New York Magazine, versi�n que tambi�n reproduce Woody Allen en su autobiograf�a, A prop�sito de nada, el acercamiento se intensific� cuando vio que �l pod�a ser una v�lvula de escape a la insatisfacci�n que sent�a viviendo con su madre, a la que nunca am�.
Soon-Yi naci� en Se�l en 1970 y fue adoptada por Farrow y Previn cuando iba a cumplir siete a�os. Se hab�a fugado de su casa con cinco y sobrevivi� en la calle comiendo de la basura; una vez, ha explicado, hasta ingiri� una pastilla de jab�n.
Unas monjas la recogieron, luego lleg� esa pareja bohemia y se la llev�, primero a Surrey, Inglaterra, y m�s tarde a Nueva York, cuando Farrow se separ� de Previn y se qued� con sus tres hijos adoptados.
La segunda infancia de Soon-Yi tambi�n fue infeliz. Ha descrito a Mia como una desequilibrada que buscaba educarla en la sumisi�n, y la antipat�a fue inmediata. "�ramos como agua y aceite. Me colgaba de los pies para que me bajara la sangre a la cabeza y aprendiera ingl�s m�s r�pido", contaba en la entrevista. M�s tarde, en su libro, Allen ha completado el relato con detalles que Daphne Merkin, la autora del perfil que se public� en 2018, no incluy� por presiones de Ronan Farrow -hijo natural de Mia Farrow y Woody Allen-, que intent� detener la publicaci�n de la entrevista.
"Mia la despertaba en plena noche para obligarla a ejercitarse y le gritaba porque no aprend�a", sostiene. "La amenazaba con internarla en un manicomio". A�ade Allen que Farrow lleg� a arrojarle un conejo de porcelana. A�os m�s tarde, cuando Soon-Yi se torci� un tobillo, el �nico que le ayud� a ir al m�dico fue �l. Empezaron a conocerse cuando, por sugerencia de Farrow, empezaron a ir a ver partidos de baloncesto.
Cuenta Allen que se besaron tras ver El s�ptimo sello, de Bergman, como si fuera una escena de Manhattan, y la relaci�n habr�a sido secreta si Mia no hubiera descubierto unas fotos er�ticas de su hija en casa de Woody. Aquello precipit� los acontecimientos: la separaci�n definitiva de Allen y Farrow y la aceleraci�n del romance. Ha sido una relaci�n sin altibajos, en la que Soon-Yi ha apoyado a su marido en sus momentos m�s duros, es decir, cuando Farrow le ha acusado repetidamente de abusar de su hija Dylan cuando ten�a siete a�os, algo sistem�ticamente rechazado por la Justicia norteamericana.
Soon-Yi tiene dos hijos con Allen, Bechet y Manzie, ambos adoptados, y no se le conoce ocupaci�n. Viven en su piso de Manhattan con vistas a Central Park, y en la pieza del New York Magazine Soon-Yi describ�a as� su rutina: "Dormimos y desayunamos juntos; hago Pilates o yoga, leo el New York Times, comemos, y por la tarde veo a amigos, voy a museos o de compras". El problema con Soon-Yi es que, siendo una mujer herm�tica, s�lo se conoce su versi�n a partir de fuentes parciales. Pero es exactamente esa opacidad lo que resulta fascinante de ella.
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