Sofía de Wessex siempre ha querido estar en un segundo plano pero su cercanía a la reina Isabel II fue notable durante los últimos años de la monarca y se ha hecho visible tras su muerte el pasado 8 de septiembre. Cuando en Balmoral estaban junto a la reina sus hijos Carlos y Ana durante las últimas horas de su Majestad, en avión aterrizaban en Aberdeen su nieto Guillermo y sus otros dos hijos Andrés y Eduardo, que estaba acompañado por su mujer, Sofía de Wessex. A muchos sorprendía entonces su presencia en esos delicados momentos, dado que ni Camilla Parker, ni Kate Middleton ni Meghan Markel estuvieron en Balmoral antes del anuncio oficial de la muerte de la monarca.
Pero es que la condesa de Wessex era una de las personas más cercanas a la reina Isabel. Así se pudo intuir un día después de la muerte de la monarca cuando Sofía, su marido y su hija Louise, y el príncipe Andrés y sus hijas, Beatriz y Eugenia de York, salieron de Balmoral para leer los mensajes que miles de británicos habían dejado junto a ramos de flores a las puertas del castillo escocés. En esos minutos, Sofía, que salió agarrada de su hija y llevaba un pañuelo de papel arrugado en la mano, apareció con los ojos llorosos y se la vio secándose las lágrimas en varios momentos ante la emoción por los cariñosos mensajes de los ciudadanos a la que ha sido su suegra durante más de 20 años. Sin duda, su pérdida ha marcado a la condesa que consideraba a Isabel II como a una segunda madre.
Desde la muerte del duque de Edimburgo en abril de 2021, la mujer del príncipe Eduardo se convirtió en una de las grandes confidentes de la reina y pasaba muchas tardes junto a ella tomando el té. Una fuente cercana a la Casa Real británica afirmaba hace un año en The Sun que si se preguntara a Isabel II cuál de sus hijos era su favorito, seguramente no diría a ninguno de ellos sino a su nuera Sofía. Incluso el experto en realeza Dunan Larcombe ha llegado a denominar a Sofía como “la roca” de la reina en el momento en el que la monarca tuvo que aprender a vivir sin su marido, el gran amor de su vida y su compañero durante más de siete décadas.
Los condes de Wessex viven en Bagshot Park, a unos 18 kilómetros al sur de Windsor, lugar en el que ha residido habitualmente la reina. Cada tarde desde abril del año pasado, Sofía cogía su coche y visitaba a su suegra, muchas veces en compañía de su hija Louise, la que decían que era la nieta preferida del duque de Edimburgo. "Somos mucho más afortunados, porque vivimos mucho más cerca de la reina, así que cuando pasa mucho tiempo en Windsor los fines de semana, nuestros hijos son más afortunados, porque pueden ver y tomar un té con ella regularmente”, revelaba Sofía en Sky News.
Incluso los días que los viajes o sus responsabilidades como miembro de la familia británica se lo impedían, Sofía e Isabel II mantenían largas conversaciones telefónicas. Siempre estaba pendiente de ella y hasta mejoró su técnica para poder salir a montar a caballo con la reina al menos una vez a la semana. Dicen que juntas veían películas de guerra y documentales históricos (algunos medios británicos aseguran que ella convenció a la reina para que viera The Crown, en Netflix). Sofía la acompañaba a las carreras de caballos y su complicidad siempre era visible.
Su buena relación viene de lejos, desde que en 1999 Eduardo le anunciara a su madre su intención de casarse con esa joven hija un vendedor de automóviles jubilado y de una secretaria a la que había conocido en un partido de tenis cinco años antes. Isabel II quiso que Sofía conociera de cerca cuáles iban a ser a partir de entonces sus deberes y obligaciones y para ello, de manera inédita, le dio un pase para el palacio de Buckingham, algo parecido a darle una llave de la residencia de Su Majestad.
En 2005, la madre de Sofía falleció como consecuencia de un cáncer. Fue entonces cuando la reina Isabel acogió a su nuera como si fuera una hija más y trató de ser como una madre para ella protegiéndola y dándole cariño y buenos consejos. Para Sofía, ese gesto fue algo que nunca olvidaría y además de las recomendaciones de su suegra a nivel profesional, dicen que siempre ha tenido en cuenta su guía a nivel personal. Se querían y se respetaban como una madre y una hija, algo que se pudo ver en 2019 durante una recepción en Buckingham Palace, cuando la condesa de Wessex se dirigió a la reina de esta manera: “Mamá, cuando regresé de mis viajes, me sentí muy orgullosa de compartir contigo el trabajo que he presenciado bajo el paraguas de la Fundación Queen Elizabeth Diamond Jubilee”.
Sofía siempre se mantuvo en un segundo plano y tanto ella como su marido eligieron no tener agenda oficial. En un momento se habló de que la reina podría haberle encargado a Sofía la tarea de instruir a Meghan Markle antes de su boda con el príncipe Harry, dado que la condesa cuenta con una formación exquisita y conoce la corona a la perfección. Tras la renuncia de Harry y Meghan a sus respectivas tareas con la Casa Real, Eduardo y Sofía han cobrado relevancia y ahora la condesa de Wessex tiene una mayor presencia en actos, sobre todo de carácter benéfico (es patrona de 70 organizaciones).
Sophie Helen Rhys-Jones, nació el 20 de enero de 1965 en Oxford. Es la segunda hija de Christopher Bournes Rhys-Jones, vendedor de automóviles jubilado, y de Mary O'Sullivan, de nacionalidad irlandesa y secretaria de profesión. Siendo una niña, la familia se mudó a Kent y ahí asistió al Dulwich College en Cranbrook y después al Kent College School, centro solo para niñas, completando su formación en el West Kent College. Tras terminar el colegio, comenzó a trabajar como relaciones públicas para diferentes marcas y abrió su propia agencia, RJH Public Relations, en la que se mantuvo durante cinco años. Su boda con el príncipe Eduardo se celebró el 19 de junio de ese año en la capilla de St. George, en el Castillo de Windsor, porque el príncipe no quería una gran boda en la abadía de Westminster.
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