Un halo de sofisticación y seducción rodeó siempre la figura de María Sofía de Baviera, hermana menor de Sissi Emperatriz. Hija del duque Maximiliano de Baviera y la princesa Ludovica, creció junto a sus hermanos en el castillo Possenhofen, lejos de la Corte, sin sus encorsetamientos y rodeada de naturaleza. En su momento se rumoreó que recibió en secreto al rey Francisco II, con el que se casó en 1859, como si fuera uno más de los muchos amantes que se le atribuyeron.
Tuvo una hija fuera del matrimonio, con un conde belga, y que en aquel tipo era todo un escándalo, por lo que entregó a la niña a una familia y no la volvió a ver nunca más. Fue reina consorte de Nápoles hasta que en septiembre de 1860 la familia real se vio obligada a abandonarlo ante la llegada de las tropas de Garibaldi. Durante esta contienda por la reunificación de Italia, Maria Sofía de Borbón se ganó el apodo de la reina guerrera por animar sin descanso a sus tropas, ofrecerles comida, cuidar de los heridos y atraer a los atacantes a la fortaleza para estar al alcance de sus cañones.
En esta apasionante figura se inspira la nueva colección para el próximo invierno de Roberto Cavalli, “en el corazón de la seducción, el individualismo y una libertad tan total que incluso se puede jugar con vestidos-jaula”. La fortaleza de María Sofía de Borbón se traduce en rosas de hierro y cerámica que adornan las botas con un punto rockero de la colección, en una serie de prendas de referencias regias, con capas para la noche y el día, o tartanes clásicos como los creados en exclusiva para la reina Isabel.
Abrigos-túnica en terciopelo color azul topacio, estampados de animales, vestidos de noche bordados en oro, azul y verde esmeralda.
Una colección sensual, que refuerza la idea de una mujer poderosa pero sofisticada y multifacética como lo era la reina que inspira lo nuevo de Roberto Cavalli.
