Simone de Beauvoir: La mujer que marcó la historia del feminismo desde la filosofía

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La mujer que marcó la historia del feminismo desde la filosofía

Simone de Beauvoir, filosofa y novelista.

Simone de Beauvoir, filosofa y novelista.

Foto:Archivo EL TIEMPO

Hace 35 años murió en París la pensadora francesa Simone de Beauvoir.

"No se nace mujer, se llega a serlo”. La afirmación de Simone de Beauvoir, tomada de su libro El segundo sexo, que revolucionó los valores tradicionales femeninos y contribuyó decisivamente a la liberación de la mujer, es el punto de partida del libro Acompañando a Simone de Beauvoir, mujeres, hombres, igualdad, de Sami Naïr.
Es una biografía intelectual de Simone de Beauvoir, a quien él acompañó como miembro de redacción de la revista Les temps modernes, dirigida por ella, luego de la muerte de Jean Paul Sartre, que se destacó por una línea independiente. La obra se publicó 33 años después de la muerte de la escritora francesa, como homenaje a su vida y su obra.
La evoca en los últimos días de su vida, cuando ella se somete a una pequeña intervención médica que se complicó causándole la muerte.
Sami Naïr, que fue mi profesor en la Universidad de París VIII, me había confesado, a raíz de la muerte de mi padre: “Ante la muerte de un ser querido, hay que asumir el dolor, porque es purgativo. La muerte es decisiva, pues las cosas no serán como antes. La experiencia de la muerte es la experiencia de un punto límite, de no retorno. La fuerza de la religión reside en que oculta ese punto límite: en la religión, la muerte no es ruptura de la vida, sino pasaje, camino, recorrido al más allá”.
El cuerpo de la escritora, envuelto en un sudario blanco, fue llevado al cementerio de Montparnasse en París, cremado, y sus cenizas depositadas en una urna gris y colocada al lado de la tumba de Sartre.
Los dos participaron en la revolución de mayo del 68 en París, se sumaron a las luchas políticas contra el sistema y poder capitalistas, en apoyo a los países del ‘Tercer Mundo’, a los inmigrantes y en el rechazo al racismo.
Naïr analiza la obra literaria de la escritora, especialmente algunas de sus novelas, y destaca los temas tratados: “El amor, la sexualidad, la angustia, el hastío del mundo, el compromiso, el fracaso, los dramas de la libertad, en un mundo que la limita o la niega, las relaciones problemáticas entre los seres humanos, el pesimismo enfrentado a la voluntad de ser, la relación con la muerte”. Su relación amorosa con Sartre fue libre, sin celos, porque estuvieron de acuerdo con el triángulo amoroso.
El segundo sexo se presenta como una necesidad de explicar la posición de la mujer en la sociedad, las limitaciones a que está sometida y la necesidad de su liberación. Parte del reconocimiento de que el mundo en el que vive la mujer es un mundo de valores masculinos que ha caracterizado a la sociedad occidental.

El hombre no es una especie natural: es una idea histórica, la mujer no es una realidad inmutable, sino un devenir

Cuando Beauvoir comenzó a investigar en la década del 40 sobre la condición femenina, la mujer vivía en una sociedad patriarcal relegada al hogar y a la reproducción. Su libro abrió las puertas para que la mujer tomara conciencia del papel que le correspondía cumplir en la sociedad. El texto, según Naïr, se podría dividir en dos partes: la que trata sobre la dimensión de la mujer en la historia, con sus grandes disparidades, y la segunda que pone en cuestión el mito femenino y los mecanismos de dominación masculina.
A la afirmación de que “no se hace mujer, se llega a serlo”, agrega que “el hombre no es una especie natural: es una idea histórica, la mujer no es una realidad inmutable, sino un devenir”.
Niega que haya una naturaleza femenina en contraste con “la realidad masculina construida sobre la dominación de los sexos”, en estas condiciones la mujer está alienada por su sumisión y dependencia del hombre, una relación parecida a la del amo y esclavo hegeliana, legalizada por las reglas del matrimonio, la propiedad de bienes, la herencia.

Yo conocí a Simone de Beauvoir en 1978, en un viaje en tren entre Venecia y París

Propone la liberación femenina de la sociedad de dominación masculina, mediante modificaciones sustanciales en las que los derechos de la mujer sean de plena igualdad.
Yo conocí a Simone de Beauvoir en 1978, en un viaje en tren entre Venecia y París. En la estación me encontré con una compañera francesa de un curso de filosofía y cuando entramos al tren me dijo: “¿Sabes quién va en este tren?”.
–No sé –le contesté–, ¿es alguien que conocemos?
–Sí –dijo–. Va Simone de Beauvoir, valdría la pena entrevistarla. Nos sentamos y hablamos de Venecia, de la novela La muerte en Venecia.
–Da la impresión –dijo Sylvie– de que el escritor Aschenbach, uno de los protagonistas, que ha perdido su inspiración y pasa sus vacaciones en un hotel, ha quedado impresionado por la belleza de Tadzio, un adolescente polaco a quien ha visto en la playa.
–Es un amor intelectual –le dije por el temor del escritor de ser rechazado. Describe el ambiente reinante en Venecia, el temor al cólera, epidemia que amenaza la ciudad y que las autoridades niegan, como ocurrió ahora con ciertos presidentes y el coronavirus. El anuncio, dijo Sylvie, de la partida de Tadzio y su familia afecta al escritor, sufre un desmayo en la playa previo a su muerte.
A las ocho localizamos a la escritora, que nos recibió atenta.
Sylvie le dijo que había leído El segundo sexo y que quería preguntarle sobre la afirmación de que la mujer no nace mujer, sino que se hace.
–Sí –respondió–, debo decir que la mujer históricamente ha cumplido los papeles de madre, esposa, hija, hermana, una forma de discriminación porque no tenía más opciones.
La genética no define propiamente a la mujer, sino las formas como es educada y socializada. Escribir el libro no ha sido en vano por la gran recepción que ha tenido en el mundo.
Pocas veces un libro como El segundo sexo cambiaría en forma tan radical la condición femenina. Cuando viví en París, de 1975 a 1979, supe que la mujer desde joven ya no vivía con sus padres, estudiaba en la universidad, tenía relaciones de amor libres por la píldora. A esa libertad también contribuyó la revolución de mayo del 68 en París, de estudiantes y obreros, que cuestionó el sistema y transformó la educación.
El movimiento feminista tomó fuerza y se expandió por el mundo como una necesidad de afirmar la independencia de la mujer. La mujer continúa su lucha por la igualdad de géneros, su libertad para superar la “condición” de opresión, de violencia ejercida por el varón, sobre todo sexual.
La relación de Sartre y Beauvoir fue no solo amorosa, sino, sobre todo, intelectual. De modo que en los dos se pueden encontrar influencias recíprocas.

La lucha por decolonizar

Simone de Beauvoir asumió ante el colonialismo una posición radical de denuncia y condena por la violencia, la opresión que ejercía Francia sobre Argelia. Por esa posición son atacados en la calle, criticados por la prensa y víctimas de un atentado con bomba.
Beauvoir denuncia las torturas, la violencia a que eran sometidos los argelinos que luchaban por la liberación de Argelia, colonia de Francia desde 1830. En París, donde vivía un gran número de argelinos, la policía reprime las manifestaciones de estos a favor de la independencia con un saldo elevado de víctimas.
Naïr cita a Gabriel García Márquez, residente entonces en París, que por su aspecto magrebí era obligado a presentar sus papeles de identidad en la calle y en el metro.
La lucha por la independencia de Argelia se lograría en 1962, mediante los acuerdos de Evian, firmados por representantes de Francia y del gobierno provisional de Argelia.

Un cuarto de siglo después

Sami Naïr explica qué ha pasado con El segundo sexo, 25 años después de su publicación. Destaca que es un libro que plantea por primera vez en Occidente las características y situaciones de la relación hombre-mujer en la sociedad. Reconoce que los problemas surgen por el carácter desigual de la relación, por el poder de dominación que el hombre ejerce sobre la mujer.
Y para que esto cambie es necesario que se produzca una revolución política, económica y social, en la que la mujer logre emanciparse y viva en condiciones de igualdad.
Naïr se refiere luego a la sociedad globalizada digital, a la revolución tecnológica en los medios de comunicación, que Simone de Beauvoir vislumbró pero no alcanzó a conocer plenamente. Es consciente de que por su condición de mujer burguesa tuvo acceso a la educación, a la cultura, a diferencia de otras mujeres, que “son tratadas como el segundo sexo, por la sociedad masculina”.
Otra tesis que plantea el libro es que, al considerarse sujeto político, la mujer exige que el poder político no sea exclusivo del hombre y que ella participe en él en igualdad de condiciones. La política refleja las divisiones sociales de poder en la sociedad por los intereses económicos en juego.
Dice que las mujeres “no son una clase social, sino un género transversal, que atraviesa a todas las clases sociales y que es, al mismo tiempo, atravesado por los intereses de todas las clases sociales”. Cree que el feminismo implica una identidad feminista, necesaria para su reivindicación, para el reconocimiento pleno de sus derechos, el respeto a su sexualidad, a su vida privada.
A la autora se le preguntó si estaría de acuerdo con escribir un Segundo sexo II, que tuviera en cuenta los cambios sociales, económicos y culturales que han ocurrido en el mundo. Respondió que tendría que ser una obra colectiva, para saber en qué medida esos cambios han beneficiado a la mujer. En los capítulos siguientes del libro, Sami Naïr aborda temas de ¿Para qué sirve la literatura?, El compromiso, Feminismo, La pareja amorosa, “Engañada”, ¿Es Brigitte Bardot algo más que una estrella?, La vejez, diarios, epistolario...
ÉDGAR BASTIDAS URRESTY
Especial para EL TIEMPO
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