Siglo XVIII - Edad Moderna


Historia de la Iglesia

Siglo XVIII - Edad Moderna


Autor: P. Antonio Rivero
Fuente: Catholic net

 

INTRODUCCI�N

Es el siglo de las luces. Es decir, unos escritores, educados en el cristianismo, muchos de ellos con los jesuitas, se llamaron fil�sofos y quisieron juzgar todas las cosas seg�n las �luces� de la raz�n y no de la fe y de la revelaci�n, a la que consideraban oscura y retr�grada. A este movimiento se la ha llamado Ilustraci�n, una aut�ntica m�quina anticristiana.

Este culto a la raz�n tiene su origen en la manera de pensar que lanz� el fil�sofo Descartes y el f�sico Newton, sin ellos tal vez quererlo ni pretenderlo. Y las tres figuras se�eras de la Ilustraci�n francesa ser�n Voltaire �ca�stico, irreligioso; sintetiza y divulga la filosof�a y se adentra en el campo de la historia social-, Montesquieu �cr�tica social en sus Cartas Persas-, y Rousseau. El gran fil�sofo del siglo es el alem�n Emmanuel Kant. Con �l triunfa plenamente la raz�n con sus libros �Cr�tica de la raz�n pura, Cr�tica de la raz�n pr�ctica, Cr�tica del juicio�. �Se alzaba la raz�n como diosa sobre el altar de la filosof�a!

Curiosamente la primac�a de la raz�n en este siglo no impidi� que, a finales del siglo XVIII, cundiera el gusto por el esoterismo y nuevas formas de sentimiento religioso. Insatisfecho del racionalismo �rido de Voltaire, Rousseau quiere devolver su lugar al sentimiento en una religi�n natural. De este modo logra que la religi�n sobrenade a la revoluci�n y prepara el romanticismo, que tendr� su auge en el siglo XIX.




I.SUCESOS


La ilustraci�n

No es una opini�n filos�fica, o un mero sistema. Es uno de esos grandes movimientos hist�ricos, donde se da el paso del mundo medieval y feudal a un mundo nuevo, donde se ve el mundo, no en relaci�n a Dios, sino en su visi�n laica y materialista.

Es una continuaci�n del movimiento iniciado en el renacimiento, donde se tend�a a liberar la vida y las actuaciones humanas de la autoridad eclesi�stica y someterlas a la propia iniciativa. En este sentido, la ilustraci�n es el tr�nsito al laicismo, al indiferentismo y al naturalismo. El orden sobrenatural no les interesa nada a los hombres de la ilustraci�n; quieren progresar y no piensan renunciar al mundo sino en usarlo, disfrutar de �l, someterlo con su inteligencia y su trabajo. Les estorba el viejo orden social, y, en parte, tambi�n la iglesia, porque se opone a su progreso, dicen ellos.

Por eso, podemos decir tambi�n que la ilustraci�n, al menos en ciertos puntos, es un peligro para el cristianismo. Estos son los puntales de este movimiento:

Negaci�n de todo dogma de la fe y de la revelaci�n: S�lo es cient�fico lo que se puede demostrar con la raz�n, pues la raz�n es la �nica que puede conocer e interpretar la realidad. Los dogmas �dicen- por contradecir a la raz�n no son cient�ficos. Son mitos. Se quiere una religi�n para el pueblo, donde Dios, s� es la garant�a del orden, pero se queda arriba, sin preocuparse del mundo; es como el Gran Relojero, dice Voltaire, pero no es Padre, es como un jubilado en reserva. A esta concepci�n de Dios se llama de�smo, una religi�n natural conforme a la raz�n y que excluye toda revelaci�n. Cada hombre deb�a dar culto a Dios en la forma que lo considerara conveniente, sin sujetarse a ritos eclesi�sticos. A esto se llama tambi�n moral natural, sin dogmas fijos e indiscutibles, y en cuya base est� no la religi�n sino el honor, la honestidad, el servicio.

Negaci�n del alma: todo se interpreta desde el punto de vista materialista, fundado en bases cient�ficas. El alma �dicen estos ilustrados- no la podemos ver ni tocar, porque no existe.

Negaci�n de la caridad cristiana: propone una benevolencia hacia el pr�jimo o filantrop�a, desligada de Dios. Los masones se inspirar�n en esta idea ilustrada.

Lucha contra la Iglesia cat�lica: La Iglesia se distingue �dicen- por su intolerancia e intransigencia. Por tanto, guerra a muerte a la Iglesia, pues es una traba contra la felicidad del hombre. Voltaire exclama: ��Aplastemos a la intolerante!�, refiri�ndose a la Iglesia.

Y �stos son los representantes de la ilustraci�n:

Voltaire, enemigo ac�rrimo de la iglesia cat�lica, a la que llam� la intolerante y oscurantista. Defensor decidido del de�smo, pretende despojarlo de todo ligamen con el cristianismo y la iglesia, y, para ello, utiliza en sus escritos una mofa descarada.

Rousseau, con su contrato social, en el que proclam� la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, en contra de la r�gida divisi�n de clases establecidas por las monarqu�as. Negaba tambi�n la realidad, y para nosotros dogma, del pecado original. �l dec�a que el hombre es bueno por naturaleza; y por lo tanto, todo lo que hace es bueno.

Montesquieu en sus Cartas Persas censur� el estado de la iglesia en Francia. En su obra �El Esp�ritu de las leyes� defendi� la teor�a de la separaci�n de los poderes p�blicos �legislativo, ejecutivo y judicial- para evitar la arbitrariedad de los reyes absolutistas.

�Los enciclopedistas Diderot, D�Alembert, que ni admit�an la religi�n ni las antiguas instituciones pol�ticas y, en cambio, deseaban romper con el pasado. Fueron los padres intelectuales de la Revoluci�n Francesa.

Esta ilustraci�n engendr� el librepensamiento. Cundi� la incredulidad y fue el comienzo de la masoner�a comenzada en Inglaterra en 1717, por inspiraci�n de Eduardo Herber, Thomas Hobbes y John Locke, de�stas, protestantes y burgueses.

�Qu� es la masoner�a?

Las logias mas�nicas eran sociedades secretas para destruir a la iglesia cat�lica. Despu�s, se extendieron en Francia, por obra de Pedro Bayle, Voltaire, Diderot, D�Alembert, Montesquieu, Candillac. De Francia pas� a Alemania, donde fue acogida en la corte de Federico II, profesada por Lessing, Goethe, Schiller y Kant.

Los masones tienen relaci�n con los alba�iles o constructores libres, creados en la Edad Media por la iglesia para la construcci�n de catedrales. Como todas las dem�s sociedades de artesanos, el gremio de los alba�iles tuvo su organizaci�n profesional, costumbres, festividades y sus diversos grados de iniciaci�n: aprendices, oficiales y maestros; sus lugares de reuni�n, las logias; sus insignias: reglas, compases, tri�ngulos, mandiles, etc. Este gremio de alba�iles en un inicio ten�an sus secretos t�cnicos de construcci�n y sus se�ales caracter�sticas para distinguirse entre ellos.

Cuando estos gremios perdieron su raz�n de ser, subsistieron, sin embargo, como confraternidades o asociaciones de caridad, que gozaban de grandes privilegios y exenciones. Hasta ahora, nada que no sea eminentemente cristiano.

Pero el 24 de junio de 1717, Te�filo Desagulier, de familia de hugonotes huidos de Francia, logra unificar las cuatro logias que quedaban con vida en Londres y fundar con ellas la Gran Logia londinense. Por medio de ella se propone propagar las ideas de�stas, el librepensamiento, la tolerancia y el filantropismo, propios de la Ilustraci�n. Ya veremos despu�s qu� respuesta dar� la Iglesia a la masoner�a.

Prosigamos con la ilustraci�n. �Qu� rasgos positivos tuvo la ilustraci�n?

Trajo consigo tambi�n progresos en algunos �rdenes, al permitirse la iniciativa y la creatividad. Baste recordar en el campo cient�fico los nombres de Newton, Galv�n, Franklin, Volta, Montgolfier, Lavoisier, Buf�n o Linneo, con sus asombrosos descubrimientos.

Incluso trajo ventajas para la religi�n. Ante tantas cr�ticas y ataques, comienza a cultivarse la apolog�tica, la pastoral, la catequ�tica, la patrolog�a, la historia eclesi�stica, la liturgia y el derecho can�nico. No hay mal que por bien no venga. La misma Iglesia va superando nacionalismos estrechos. A su vez, la separaci�n profunda entre la iglesia y el estado rompe, aunque dolorosamente, las cadenas que esclavizaban a la iglesia, le da una gran libertad de movimientos y acent�a su romanidad, es decir, el sentido de mayor unidad con el Papa, su cabeza.

Pero tambi�n la ilustraci�n aport� rasgos negativos. Influye en la descristianizaci�n de buenas parte de la sociedad; el escepticismo va inundando casi todo, quitando de en medio la filosof�a tradicional. Tambi�n redujo a la iglesia a un grado de condici�n �nfima al separar de ella a la gente m�s culta y dejarla debilitada a base de secularizaciones y desamortizaciones; y la unci� al carro del estado en los pa�ses que se siguieron llamando cat�licos.

Las ideas de la ilustraci�n se hacen realidad palpable en la revoluci�n, primero en Francia, y, m�s tarde, en las dem�s naciones. Sigue estando presente en el siglo XIX y su influencia ha llegado hasta nuestros d�as.

Frutos de la ilustraci�n:
Los movimientos desp�ticos del febronianismo y josefismo

Si en el siglo XVII surgi� el galicanismo y el regalismo en Francia, en este siglo XVIII surgi� el febronianismo en Alemania y el josefismo en Austria. En otros pa�ses tambi�n calaron las ideas galicanas.

Febronio, obispo coadjutor de Tr�veris (1763) lleg� a decir lo siguiente: Jesucristo dio el poder de las llaves, no s�lo a Pedro, sino a todos los fieles; y �stos lo delegan en el Papa y en los obispos; el Papa, sigue diciendo, es superior a cada uno de los obispos, pero no a todos los obispos conjuntamente; su primado es s�lo de honor, no de jurisdicci�n; por tanto, no obliga la obediencia al Papa.

Jos� II, emperador de Austria quiso intervenir en la iglesia hasta el punto que someti� a los obispos al estado. �stos no pod�an publicar documentos sin su autorizaci�n; limit� su facultad de recurrir al papa; suprimi� algunas �rdenes religiosas, entre ellas la Compa��a de Jes�s; se�al� los libros de texto para la teolog�a, derecho e historia eclesi�stica; aboli� los seminarios existentes, instituyendo cuatro mayores, a quienes los dem�s estaban sometidos, y cuyos formadores eran jansenistas y regalistas. Lleg� a reglamentar el culto, los entierros, el uso de las campanas, las velas que se deben poner en el altar.

Carlos III, en Espa�a, tambi�n atac� fuertemente la iglesia cat�lica y expuls� a los jesuitas de Espa�a. Supo rodearse de buenos ministros y colaboradores, alguno de ellos aquejado de ideas enciclopedistas y exageradamente regalistas. Uno fue el conde de Aranda, el cual se gloriaba de ser amigo de Voltaire; el conde de Floridablanca, que arranc� del Papa Clemente XIV la supresi�n de la Compa��a de Jes�s.

El s�nodo jansenista de Pistoya de 1786, en Italia, donde se confirmaron todas estas ideas ilustradas y el regalismo. Fue condenado por el Papa P�o VI.

�Qu� tramaron estos movimientos ilustrados contra los jesuitas?

Estos movimientos desp�ticos atacan a la religi�n y apuntan el golpe al principal basti�n cultural de la Iglesia: la Compa��a de Jes�s.

As� comienza el calvario de los jesuitas. En 1759 son expulsados de Portugal, por obra del marqu�s de Pombal, librepensador y ambicioso, que ve�a en la nobleza y el clero, especialmente en los jesuitas, a los enemigos m�s declarados del absolutismo regio y de todo progreso; en 1764, de Francia; y en 1767, de Espa�a, y de sus respectivos imperios coloniales. Poco despu�s por la presi�n borb�nica, Clemente XIV decretar� su extinci�n en 1773 .

Los jesuitas soportan el golpe con entereza. Tuvieron que dejar las tierras de misiones. El mismo Papa Clemente XIV hizo encerrar al �ltimo general de los jesuitas, que muri� en prisi�n. En Portugal, el marqu�s de Pombal hizo ejecutar a m�s de ochenta jesuitas. En 1815 ser� restablecida la Compa��a de Jes�s, por orden del Papa P�o VII.

La iglesia, privada de su obra predilecta, responder� con cierta ineficacia a la cr�tica y a las sanciones �excomuniones, penas eclesi�sticas...- Hac�a falta la organizaci�n y la t�ctica de la Compa��a de Jes�s para responder al enemigo con sus mismos medios: medios de comunicaci�n social, prensa, y as� introducir a la iglesia en el pensamiento moderno, como lo hab�an hecho en el siglo XVI. Quedaban desatendidos los colegios, las misiones populares, las misiones extranjeras, las actividades culturales.

Pero vayamos un poco a la historia de este corona de espinas de los jesuitas. Todo comienza desde el rey espa�ol Fernando VI, con ocasi�n de los sucesos del Paraguay y de las famosas reducciones, que, como m�todo misional, ven�an utilizando aquellos all� desde el siglo XVII. El Tratado de L�mites que se firma entre Espa�a y Portugal en 1750, obliga a entregar varias de estas reducciones a los portugueses con no poco detrimento de las mismas.

Los jesuitas no se rebelaron contra la Corona, como se hizo creer en Espa�a, pero vieron en el traslado la ruina de toda una obra de cultura y evangelizaci�n y trataron por todos los medios de aliviar los sufrimientos de aquella pobra gente, presa en buena parte de los bandidos de la frontera.

Entonces, fueron expulsados de Francia y Portugal. Lo mismo se hizo en Espa�a por la pragm�tica de Carlos III de 20 de febrero de 1767, a instancias de sus ministros Aranda, Campomanes y Roda, y de Jos� Nicol�s de Azara, agente de Espa�a en Roma.

Cuando se enter� el Papa Clemente XIII manda el breve �Inter acerbissima� a Carlos III, que empieza con estas palabras: ��T� tambi�n, hijo m�o; t�, rey cat�lico, hab�as de ser el que llenara el c�liz de nuestras amarguras y empujara al sepulcro a nuestra desdichada vejez entre lutos y l�grimas!�.

Tantas fueron las calumnias contra los jesuitas, que se tomaron contra ellos medidas muy duras: fueron cerradas sus casas, fueron secuestrados sus bienes, se les acus� de terribles enemigos de la quietud de las monarqu�as, y se les expuls� de esos pa�ses, como ya dijimos. El mismo Papa Clemente XIV, hombre t�mido, h�bil y afable, pero sin experiencia del mundo ni horizontes amplios, la suprimi�, por presiones borb�nicas, pues los mismos ministros y embajadores le insistieron con amenazas de cisma en sus pa�ses. Era el 21 de julio de 1773.

El general de la Compa��a, padre Ricci, se limit� a decir: �Yo adoro las disposiciones de Dios�. Fue tomado preso y recluido en las prisiones del castillo de Sant�Angelo. All� muri� el 24 de noviembre de 1775. Un a�o antes hab�a muerto Clemente XIV.

La Compa��a de Jes�s no se extingui� del todo, pues mientras los pa�ses cat�licos se ensa�aron contra ella, Federico II de Prusia y la zarina de Rusia, Catalina II, prohibieron la promulgaci�n del breve en sus estados. De esta manera la Compa��a no fue extinguida ni suprimida de un modo absoluto. Una centella perdur� viva bajo las cenizas, all� lejos entre las nieves de Rusia y las nebulosas tierras prusianas. Desde all� renacer�an los jesuitas al comienzo del siguiente siglo.

Se nos ech� encima la revoluci�n francesa

La revoluci�n francesa fue hija leg�tima de la ilustraci�n, de la que hemos hablado y represent� la subida del llamado �tercer estado� a la vida pol�tica y la construcci�n de una Francia burguesa.

Fue un acontecimiento inesperado para todos y, sobre todo, para la iglesia. El car�cter antirreligioso de esta revoluci�n est� fuera de toda duda. Destron� a Cristo para proclamar los derechos del hombre y redujo toda la vida religiosa a estructura del Estado, identificado con la sociedad.

Analicemos, pues, este suceso de la Historia, de tanta trascendencia para la Iglesia.

1.�Cu�les son sus antecedentes?

Tres son los antecedentes de la revoluci�n francesa:

�El triunfo del parlamentarismo en Inglaterra.
�La independencia de los Estados Unidos, donde elaboraron en 1776 la Declaraci�n de los Derechos del Hombre.
�La ilustraci�n francesa, con Montesquieu (el fin de toda pol�tica es la libertad, necesidad de una constituci�n con los tres poderes separados) y Rousseau (la soberan�a reside en el pueblo).

2.Causas de la Revoluci�n Francesa

Las ideas pol�ticas esparcidas en el mundo; la situaci�n de Francia invitaba a una salida revolucionaria , las actitudes de la sociedad fueron radicales, pues por una parte la nobleza se aferraba a sus privilegios estamentales, neg�ndose a pagar impuestos; por otra, la ambici�n de la burgues�a buscaba cambiar radicalmente el orden establecido.

Ante la tirantez social, el rey no tiene m�s remedio que convocar los estados generales. La asamblea se divide ante el voto. Los liberales desean el voto personal; los conservadores, el estamental. El 9 de julio una parte de los estados se retira y declara la asamblea nacional, jurando no separarse hasta dar a Francia una constituci�n. El 14 de ese mes las masas asaltan la Bastilla �fortaleza de los presos pol�ticos.

3.Etapas:

Asamblea constituyente (1789-1791): supresi�n de derechos feudales, establecimiento de la constituci�n civil del clero, Declaraci�n de derechos del hombre y finalmente la constituci�n.

Asamblea legislativa (1791-1792): las nuevas elecciones radicalizan totalmente la situaci�n. El poder cae progresivamente en manos de los jacobinos, que eran republicanos exaltados.

Convenci�n (1792-1795): Toda Europa, asustada ante las nuevas ideas que fluyen desde la Francia atea y revolucionaria, le declara la guerra. Es una guerra para poder salvar los valores de la tradici�n, la monarqu�a, el esp�ritu religioso, que Francia quer�a destruir. Mientras tanto, en Francia se establece una verdadera dictadura jacobina y viene el per�odo del terror. Robespierre es el due�o de Francia; la guillotina trabaja sin descanso, arrasando con mon�rquicos, moderados e incluso, revolucionarios como Danton. Tambi�n guillotinaron al monarca absolutista Luis XVI . La convenci�n aboli� el cristianismo e instaur� el culto a la libertad y a la raz�n. Quit� tambi�n a los santos del calendario y sustituy� su conmemoraci�n por la de diversas plantas y animales. Los templos fueron vendidos. A los sacerdotes se les exigi� la sumisi�n o la condena a muerte.

Rep�blica burguesa, el directorio: Se sucede la reacci�n de los conservadores y se establece una rep�blica moderada, a la vez que Francia vence sorprendentemente en todas sus fronteras. El directorio, con Napole�n a la cabeza, penetra en los estados pontificios y arresta al Papa P�o VI y lo lleva a Francia, como deportado, donde muere a los pocos d�as, despu�s de sufrimientos incontables, en 1799. Voltaire ri� en su tumba. Opinaron algunos que, con �l, mor�a el �ltimo de los papas. El pa�s con el directorio vuelve a una tranquilidad relativa. Comienza a surgir la figura de un general, vencedor en Italia y en Egipto contra Inglaterra; su nombre es Napole�n.

4.Consecuencias de la revoluci�n francesa:

Con la revoluci�n francesa surgen una serie de ideas propias de nuestra �poca contempor�nea, cuyo inicio ella marca. La libertad, el orden constitucional, la soberan�a popular, la concepci�n de naci�n en torno a una misi�n hist�rica...todos estas realidades llegar�n a ser los m�viles comunes de nuestra vida pol�tica.

De esta revoluci�n surge el mundo moderno. Con ella tambi�n lleg� el fin del Antiguo R�gimen con su ordenaci�n estamental y sus antiguos privilegios nobiliarios.

Su lema: �Libertad, igualdad, fraternidad�, tiene ra�ces cristianas, y pasa a formar parte de nuestra mentalidad. Sin embargo, se desarrolla tambi�n con gran fuerza el ate�smo, no como fen�meno aislado, sino de masas, y se cometieron b�rbaras injusticias en nombre de esos valores de igualdad, no s�lo contra la iglesia y la nobleza, sino contra todo moderado y hasta contra los mismos revolucionarios. Fue una �poca de anarqu�a y pasi�n.

Para la vida institucional de la Iglesia la revoluci�n fue un desastre: monjas de clausura ajusticiadas, algunos sacerdotes obligados a hacer juramento a favor de la revoluci�n (llamados �juramentados�), destrucci�n de monumentos, sustituci�n del culto religioso cat�lico por el culto de la diosa raz�n, culto a la naci�n y al estado; indiferentismo, anticlericalismo.

Nuevas ramas brotaron del protestantismo

Mientras todas estas cosas suced�an en Europa, en Estados Unidos se esparc�a, a trav�s de los emigrantes ingleses, el protestantismo de Lutero y el anglicanismo. Este protestantismo ven�a con otros tintes, m�s austeros y religiosos.

Los cu�queros de Fox, crecieron en Estados Unidos, guiados por Guillermo Penn, principalmente en Pensylvania. Se caracterizaban por su exaltaci�n religiosa, su sencillez, su austeridad de costumbres. Dec�an que Cristo ilumina directamente al alma y le proporciona el conocimiento de las verdades religiosas. Los sacramentos, por tanto, resultaban in�tiles. Rechazaban el servicio militar, el juramento, el diezmo, el teatro, el baile y todas las diversiones mundanas.

Los hermanos Juan y Carlos Wesley fundaron el Metodismo, separ�ndose del anglicanismo. Insistieron en la libertad del ser humano, en el car�cter universal de la redenci�n y en la llamada a todos a la perfecci�n de la caridad.

Comienza el Imperio napole�nico

En 1799 Napole�n Bonaparte da un golpe de Estado y derriba al directorio. En 1800 establece el consulado, en 1802 se nombra c�nsul perpetuo y en 1804 se declara emperador. En el pr�ximo siglo veremos su accionar.




II.RESPUESTA DE LA IGLESIA


Una Iglesia en peligro

Atr�s ya las luchas religiosas del siglo XVI y XVII comienza a aceptarse un nuevo criterio religioso de tolerancia, junto con las delimitaciones entre el mundo protestante, el cat�lico y el ortodoxo.

En el seno del catolicismo la Iglesia vive sin problemas en perfecta simbiosis con el orden social. La iglesia penetra todas las costumbres, el clero est� bien formado y es influyente. Se difunde la devoci�n al Sagrado Coraz�n, las cofrad�as y las misiones populares, impulsadas por Francia, Espa�a, Italia, Alemania, Austria, B�lgica... La iglesia est� perfectamente acomodada, sin percatarse de lo que se viene encima. El peligro se cierne sobre ella.

El papado ha pedido ayuda para luchar contra los protestantes primero y contra los jansenistas, despu�s. Esta dependencia del poder civil llegar� a ser una espada de doble filo. Dentro de la iglesia surgen divisiones que son figura de las divisiones de la naci�n, especialmente en Francia. El poder episcopal se difumina mientras se ensancha el abismo entre bajo clero y alto clero �el bajo clero se siente humillado, pues sabe de antemano que su rango ser� el de su familia-.

Aparece adem�s un cierto sindicalismo contra el poder episcopal �alentado por el jansenismo-. Por otra parte, dentro de la vocaci�n se vive con cierto acomodo: la vida religiosa promueve y no exige grandes esfuerzos �muy pocas vocaciones a las misiones-. La invasi�n de las ideas de la ilustraci�n sigue provocando la crisis de conciencia europea: raz�n, no dogmas; tolerancia, no monopolio religioso; ate�smo y culto civil, no culto religioso. Pululan las logias mas�nicas y los fil�sofos...

Comienza el �proceso al cristianismo�. �Saldr� vivo?

La iglesia se defiende ante la ilustraci�n

La iglesia intenta defenderse contra los ataques con los medios tradicionales: excomuni�n, privaci�n de sacramentos, recurso al brazo secular, censura de malos libros, peticiones para que intervengan los poderes p�blicos, obras apolog�ticas.

Pero tambi�n la iglesia aprovech� lo positivo de estos aires de la ilustraci�n; por ejemplo, en Alemania la ilustraci�n cat�lica propuso un retorno a las fuentes, una purificaci�n de las devociones, una renovaci�n de la teolog�a, una mayor tolerancia y una aproximaci�n a los protestantes. Se elaboraron catecismos que pudieron utilizar tanto los protestantes como los cat�licos. Uno de los representantes m�s notables de este movimiento es Sailer, sacerdote b�varo, profesor de teolog�a pastoral, que tuvo iniciativas en espiritualidad y practic� un ecumenismo mediante c�rculos b�blicos interconfesionales.

�Qu� har� la Iglesia ante el problema de los jesuitas?

El ataque a los jesuitas es similar a las persecuciones que sufri� la Iglesia.

�Por qu� los reyes presionaron al Papa para que suprimiera la orden? El ministro Pombal en Portugal acus� a los jesuitas de traficantes, con mercader�as de las reducciones, para lo cual falsific� documentos; Pombal crey� ver tambalear su imperio cuando un jesuita atac� los intereses que pose�a. Hubo luego un ataque contra el rey; de ello se culp� a los jesuitas y �stos fueron expulsados de Portugal. Acusados, condenados y expulsados sin derecho de defensa.

En Francia, por ejemplo, algunos jesuitas denunciaron el adulterio de Luis XV y madame Pompadour; ciertos yerros econ�micos de un jesuita en Martinica fueron endosados a la Compa��a de Jes�s. Todo esto provoc� acusaciones virulentas en toda Francia y Luis XVI la suprimi�.

�Por qu� el Papa Clemente XIV la suprimi�? En el decreto se dec�a �para salvar la paz� (1773). No ser�a muy duradera esta paz; y no pasar�an muchos a�os de bonanza, pues el pr�ximo ataque ser�a a la misma iglesia, como lo hab�a dicho Voltaire: �Cuando hayamos concluido con los jesuitas, m�s f�cilmente acabaremos con la intolerante iglesia�. Efectivamente, el ataque fue a la iglesia, al papado, y al poder temporal con la supresi�n de los estados pontificios y, de esta manera, borrar a la iglesia de la faz de la tierra (1870).

No lo lograron. Como no hay mal que por bien no venga, pasada la tormenta resurge la Compa��a de Jes�s, con aureola de m�rtir, en el siglo XIX. �C�mo juzgar la supresi�n de la Compa��a por parte del Papa Clemente XIV? La supresi�n de la Compa��a es considerada por la historia como una derrota del Papa de ese tiempo. Como atenuante, debe recordarse tambi�n que cuando Clemente XIV firm� el decreto era un hombre muy d�bil.

La iglesia ante la masoner�a

La Iglesia no qued� callada. Clemente XII en 1738, Benedicto XIV en 1751 execraron y condenaron esta agrupaci�n secreta y anticristiana, fruto de la ilustraci�n y de la revoluci�n.

�Cu�les son los grandes errores de la masoner�a, con los que la Iglesia no comulga ni puede comulgar?

Un dios impersonal: Aunque la masoner�a inglesa acepta una gran Fuerza Superior que dirige el mundo, llamada el Gran Arquitecto del universo, sin embargo, es para ellos un dios tan indefinido, tan vago, tan impersonal, que pr�cticamente no ejerce en su vida ninguna impresi�n que incline a la fe o a la piedad. El mas�n quiere dejar a Dios tranquilo en el cielo, y gobernar �l solo en la tierra.

�Todo mas�n es librepensador, o sea, para �l hay un principio sagrado: cada uno piense y opine con la m�s absoluta libertad, sin fijarse en lo que diga la Biblia, la Iglesia, los santos. Por eso, consideran a la Iglesia, a la Biblia y a la doctrina de los santos como superstici�n, tiran�a, prejuicio, opresi�n, dictadura.

�La masoner�a exige tolerancia total, o sea, nadie tiene derecho a prohibir nada, o a imponer leyes de moral. Es el famoso lema: �Dejar hacer, dejar pasar�.

Libertad absoluta de culto y libertad total de conciencia, entendidas en el sentido de que cada uno honre a Dios como se le antoje y no como ense�a la Iglesia de Cristo. Para cada uno es bueno lo que �l cree que es bueno y es malo solamente lo que �l se piensa que es malo. Esto se llama subjetivismo y lleva a los peores errores.

�La masoner�a exige indiferentismo religioso, mantenerse neutral, sin declararse a favor de ninguna religi�n. As� se declara que todas las religiones son iguales. No podemos admitir esto. Aunque en todas las religiones pueda haber destellos de verdad y bondad, solamente la fe en Cristo es la religi�n verdadera.

Neutralidad del estado en materia religiosa: La masoner�a insiste en que el gobierno no debe ayudar a la religi�n. Debe ser neutro.

�El mas�n exige la ense�anza laica, es decir, aquella en la que no se le da importancia a la religi�n. El gran triunfo de la masoner�a mundial ha sido imponer la ense�anza laica en todos los pa�ses, quitar los crucifijos de las escuelas y de los despachos gubernamentales.

Por todo lo que hemos explicado, se deduce que no se puede ser cat�lico y mas�n al mismo tiempo. Son t�rminos contradictorios. Un mas�n no puede acceder a los sacramentos.

En la revoluci�n francesa, �qu� pas� a la iglesia?

�Qu� consecuencias trajo la revoluci�n francesa a la iglesia?

La revoluci�n inici� como una renovaci�n pol�tica y social. Pero, dado que la iglesia estaba muy ligada a las instituciones de la monarqu�a, la revoluci�n, movida por las ideas anticlericales de la ilustraci�n, se volvi� anticristiana hasta el punto de desatar una sangrienta persecuci�n.

En 1790 la asamblea vot� la nacionalizaci�n de los bienes eclesi�sticos, la supresi�n de las �rdenes contemplativas y decret� la �constituci�n civil del clero�. La �constituci�n civil del clero� era una medida radicalmente antirreligiosa. Adem�s de que romp�a el concordato de 1516, comportaba una separaci�n de la iglesia de Francia del papado, y su total sometimiento al estado. S�lo 4 obispos de las 133 prestaron el juramento civil.

En 1791 el Papa P�o VI conden� la �constituci�n civil del clero� como contraria a la esencia misma de la iglesia. En represalia la asamblea legislativa, impulsada por la comuna revolucionaria de Par�s, adopt� una serie de medidas contra los sacerdotes. Eran encarcelados, y cuando Prusia amenaz� con invadir Francia, se acus� a los sacerdotes de traidores y se les conden� a la muerte. Fue el momento del �terror� de septiembre de 1792. En ese mismo mes fue abolida la monarqu�a y el mismo calendario gregoriano, que era el seguido por la iglesia. Fue �ste un intento insensato de abolir el cristianismo y de substituirlo con una nueva religi�n. De hecho en 1973 se celebr� la entronizaci�n solemne y rid�cula de la �diosa raz�n� en la catedral de Par�s.

Ante tales desmanes el pueblo cristiano, especialmente de la provincia de la Vandea, se rebel�. Pero la represi�n fue atroz y provoc� innumerables m�rtires. Sin embargo, fue tal la resistencia del pueblo cristiano, que la convenci�n tuvo que negociar. Se firmaron tres documentos: amnist�a para los insurrectos, reposici�n de los sacerdotes que no hicieron el juramento civil en sus antiguos cargos, libre ejercicio del culto. Esto demostr� que el pueblo franc�s era profundamente cristiano, y que la fe no se puede suprimir con atrocidades.

El Papa P�o VI, que conden� la �constituci�n civil del clero�, fue secuestrado por Napole�n, y muri� en poder del secuestrador a los ochenta y dos a�os de edad, cuando el p�nico cundi� en la Iglesia. Sobre la tumba de P�o VI �en Francia- pod�a leerse: �P�o VI, �ltimo Papa�. �Eso cre�an los enemigos de la Iglesia!

Nuevas Congregaciones

En este siglo tan convulso, tres nuevas Congregaciones religiosas surgieron en el seno de la iglesia, que le dieron vitalidad y fuerza:

�San Juan Bautista de la Salle, franc�s, funda la Congregaci�n de Hermanos de las Escuelas Cristianas, aprobada en 1724, para la formaci�n de maestros y ni�ez.

�San Pablo de la Cruz, italiano, dio origen a los pasionistas. Tienen como fin promover las misiones, los ejercicios espirituales y la propagaci�n de la devoci�n a la pasi�n del Se�or.

Los redentoristas son obra del infatigable obispo San Alfonso Mar�a de Ligorio, italiano, que descoll� tambi�n por su obra de Teolog�a Moral. P�o IX lo declar� doctor de la iglesia en 1871. Su congregaci�n se dedica al apostolado en medios populares y a las misiones parroquiales.




CONCLUSI�N:


Fue un siglo muy convulso para la iglesia. Durante casi dos siglos se ha hecho de la revoluci�n francesa un mito. Se han exagerado los logros de la misma ocultando los hechos vergonzosos y execrables, sobre todo las violaciones de los derechos m�s fundamentales de la persona, hechas precisamente en nombre de la �libertad, igualdad y fraternidad�. �Qu� cinismo!

Se quiso abrir la era de la democracia, de la libertad y del progreso, pero a costa de muchos atropellos, intolerancias y retrocesos morales. �Qu� contradicci�n!

No obstante, la iglesia sigui� adelante, pues �las puertas del infierno no podr�n destruirla�, porque su fundador es Jesucristo, el Hijo de Dios, y �l ha triunfado, triunfa y triunfar�. Y con �l triunfamos quienes vamos en esa barca. La Iglesia no ha pasado a la historia �como dir�a Goethe- como una ruina ilustre, sino como una estrella luminosa, que a pesar de tantas tormentas, siempre nos se�ala el norte. �Bendito sea Dios!