Debemos aprovechar nuestras faltas para aumentar nuestra devoción a la Santísima Virgen. Parte 2 – CABALLEROS DE LA VIRGEN

Debemos aprovechar nuestras faltas para aumentar nuestra devoción a la Santísima Virgen. Parte 2

Publicado el 01/27/2023

Gracias a os ruegos de esta Virgen bendita, el ladrón del Calvario se hizo penitente y mártir. El traidor Judas no se habría ahorcado si hubiese aplazado su suicidio hasta el momento en que Jesús, agonizante, confió los suyos a su Madre. Si así fue la misericordia de María durante su vida en este mundo, ¿cuál no será ahora que reina en el Cielo?

José Tissot

Para leer la parte anterior de este artículo haga clic aquí

6. Pecador, quienquiera que seas, aunque estuvieras con un pie en el abismo, aunque la desesperación haya invadido tu corazón, mira a María, piensa en Ella,y recobrarás la inocencia y la paz. Nadie—la Virgen Inmaculada lo reveló a Santa Brígida—, a no ser que esté ya condenado, invoca este nombre con intención de dejar el pecado, sin que el demonio huya inmediatamente, y si, como dice San Francisco de Sales, un pajarillo, al pronunciar el nombre de María que aprendió a repetir en un monasterio, fue dejado en libertad por un gavilán que lo tenía ya en sus garras para despedazarlo, ¿qué culpable no podrá escapar de las garras de Satanás invocando este nombre omnipotente?

Este nombre debe ser, según el texto sagrado, nuestra respiración, porque, como dice un Santo Padre, por María respira el alma culpable y se abre a la esperanza del perdón.

Nuestra Señora de Sión. Casa de los Heraldos del Evangelio, Brasil

7. Nadie podrá contar jamás las almas que la Madre de Dios ha devuelto a la vida divina. Para esto habría que enumerar todas las conversiones. No hay una sola que no se haya llevado a cabo sin su concurso maternal. Es imposible, dice San Ignacio Mártir, que se salve un pecador si no es por el auxilio de María.

No es la justicia de Dios la que nos salva: es su infinita misericordia movida por las súplicas de María.

Nueva Ruth, añade San Buenaventura, recoge las espigas que han escapado a la solicitud de los segadores, es decir, las almas que han permanecido rebeldes a todos los demás llamamientos de la gracia, y las reúne y las coloca en el granero del Padre de familia.

Gracias a os ruegos de esta Virgen bendita, el ladrón del Calvario se hizo penitente y mártir, dice San Pedro Damián. El traidor Judas no se habría ahorcado si hubiese aplazado su suicidio hasta el momento en que Jesús, agonizante, confió los suyos a su Madre.

A Ella es a quien recurre el príncipe de los Apóstoles después de su triple negación; y San Gregorio Nacianceno nos la presenta en un poético lenguaje, diciendo entonces a su Hijo: ¡Oh Verbo de Dios!, propio es del hombre pecar: perdonad a Pedro. Y Jesús le contesta: Ya lo sabéis, Madre mía, siempre accedo a todos vuestros deseos; en consideración a Vos perdono a Pedro todas sus culpas. San Pablo, según afirman sus antiguos biógrafos, atribuía a la intercesión de la Madre de Dios el golpe de gracia que lo había transformado.

Virgen de las Mercedes – Iglesia de la Consolacion – Alcala La Real – España

8. Si así fue la misericordia de María durante su vida en este mundo, ¿cuál no será ahora que reina en el Cielo?, dice San Buenaventura. Ahora se multiplica en proporción con la multitud de miserables que ve sobre la tierra; la Iglesia misma así lo afirma: su oficio en el Paraíso es pedir por los pecadores.

¿Acaso no les debe a ellos el aumento indefinido de su gloria? ¿Sería Madre del Redentor, si no hubiese habido pecadores que redimir? «Ellos son, dice acertadamente Monseñor Oilier, quienes han proporcionado a esta bendita Virgen la dicha de ser Madre del Salvador de los hombres, porque sin el pecado, Jesús no habría venido a este mundo asemejándose a la carne pecadora.» María es en cierto modo deudora a los pecadores de su cualidad de Madre de Jesucristo.

«Nosotros somos, dice Santo Tomás de Villanueva, como la ocasión de que haya sido elevada a esa dignidad. El Médico divino no habría tenido que bajar de los Cielos, si no hubiese tenido que curar en la tierra la enfermedad del pecado. María vino a ser Madre de Dios porque nosotros nos hicimos culpables. Sin duda nada nos debéis, Virgen Bendita, puesto que no ha sido nuestro mérito, sino nuestro demérito, lo que ha dado ocasión a todo esto; pero en vuestra bondad, considerando vuestra grandeza, os acordáis de nuestra miseria. Verdaderamente seréis abogada de los pecadores, porque a causa de sus pecados habéis sido exaltada a tan grande altura. Aunque nuestro pecado nos inspira un vivo arrepentimiento, vuestra sublimidad nos es infinitamente agradable, y vuestra gloria compensa los daños que nuestras faltas nos han causado».

9. Un autor piadoso exclama: ¡Cómo voy a desesperarme, María, por muy grandes que sean mis crímenes, si sois Madre de todos pero especialmente de los pecadores.

Los pecadores son los que proporcionan a esta augusta Virgen la reproducción incesante de las glorias y gozos de su divina maternidad, puesto que Ella engendra en ellos a Cristo tantas veces cuantas por su intercesión hace que vuelva a vivir en ellos.

En la conversión de cada pecador, cuando vuelve a nacer a la gracia, en la renovación de su filiación divina por su reincorporación al Salvador, en la hora en que es vivificado en Cristo (Ef. 2), el Padre celestial le dice: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy (Sal. 2), el Angel de la guarda de este dichoso convertido puede, mostrándolo a María, saludarla con las palabras de Santa Isabel: Bendito es el fruto de tu vientre, porque de verdad es fruto de su vientre. Ella es tan Madre de los miembros, como lo es de la Cabeza del cuerpo místico de la Iglesia; ni un solo justo se forma sin que sea engendrado a la vida divina por la nueva Eva, verdadera Madre de todos los vivientes.

10. Un antiguo intérprete del Cantar de los Cantares, comentando el texto Pasce haedos meos apacienta mis cabritos, no encuentra inconveniente en aplicarlo a María a propósito de los pecadores.

Los pecadores, dice, son justamente llamados el rebaño de María. No, desde luego, porque Ella los quiera así, destinados a ser colocados a la izquierda del Juez, sino porque Ella los adopta para asegurarles un lugar a la derecha, transformándoos en fieles corderos. Igual que sucede en el lenguaje corriente, que el médico llama su enfermo a quien, lejos de querer herirlo, pretende por el contrario curar. En esta comparación hay todo un mundo de sugerencias alentadores para os pecadores, que de veras quieren volver a Dios. Nada vale tanto como el candor de un alma inocente. Dichosos os que, semejantes a corderos sin mancha, merecen las caricias de la Virgen de las Vírgenes, una de cuyas advocaciones es la de Divina Pastora. Pero a los pecadores les queda un inmenso consuelo: confesándose dignos, por causa de sus crímenes, de estar a la izquierda del Juez, de ellos depende el recurrir confiados a María, entrar a formar parte de su rebaño y convertirse pronto en corderos.

La salud es siempre más apreciada que la enfermedad; dichoso el que no necesita del médico. Pero cuando uno está enfermo, pone toda su confianza y toda su alegría en recibir los cuidados de un médico famoso y competente, en ser su cliente, en contarse entre sus enfermos. Por muy enfermos que estemos, por desesperado que parezca el estado de nuestra alma,. Si queremos sanar, María nos adoptará por enfermos suyos. Y como no hay enfermedad espiritual que sea incurable en esta vida, como ninguna puede resistir al tratamiento de la omnipotente Madre de Dios, Ella nos curará. Su gloria, como la de un médico hábil, brillará en proporción con la gravedad de los males de que nos haya salvado.

Después, una vez curados y arrancados a la muerte, mientras duren lo peligros de una convalecencia, que será tan larga como nuestra vida, esta dulce Madre no dejará de amarnos siempre y velará sobre nosotros, como un médico sigue cuidando a sus enfermos después de su curación. Tendremos un título más para reclamar su protección. Su honor estará interesado en que perseveremos en el estado de gracia que nos ha devuelto al precio de sus súplicas y de sus dolores.

Ingratos a sus cuidados ¿caeremos otra vez en el pecado? El médico no abandona a sus enfermos cuando tienen alguna recaída, ni se venga de ellos por haber sido indóciles para seguir sus prescripciones. ¿No redobla, por el contrario, las industrias de su talento y su abnegación para lograr una curación que se ha puesto más difícil?

11. Madre bondadosísima de Aquel que ha dicho No son los que están sanos los que tienen necesidad de médico, y en otra ocasión Perdonad setenta veces siete, ¿cuándo podrán nuestras caídas agotar vuestro poder y la ternura de vuestras solicitudes y cuidados? Según dice San Buenaventura, vais a buscar al pecador que todos han rechazado, lo abrazáis, lo reanimáis y le dais calor, y no descansáis hasta que o habéis curado.

Yo también soy vuestro enfermo, salvadme: tuus sum ego, salvum me fac (Sal.118). Este será mi grito de esperanza todos os días que dure mi destierro. Mientras más me acuerde de mis caídas pasadas, más me acordaré de Vos, que habéis tenido el poder y la bondad de levantarme de ellas; y mayor será mi seguridad de que no me abandonaréis mientras dure mi convalecencia.

Mi agradecimiento por vuestros cuidados, y el deseo de poner de manifiesto vuestro poder, me ayudarán a seguir vuestros consejos. Os amaré, os glorificaré, porque me habéis sacado de lo más profundo (Sal. 85). Y al fin en el Cielo, ocupando tímidamente mi sitio, entre el número de quienes os deben su salvación porque en medio de sus miserias pusieron en Vos todas sus esperanzas, seré vuestra gloria, como un enfermo es la gloria del médico que o ha salvado de las puertas de la muerte, no una vez, sino muchísimas.

Entonces—y éste será el mejor fruto que haya producido la gracia—, mis faltas mismas serán el pedestal de vuestra glorificación y, al mismo tiempo, el trono de las divinas misericordias que quiero cantar eternamente: Misericordias Domini in aeternum cantabo (Sal. 88).

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->