Shalom Harlow

La carrera de Shalom Harlow comenzó en un concierto, pero no en un concierto cualquiera. Tenía 16 años y había viajado a Toronto para ver a The Cure. Allí, un agente se le acercó y le propuso ser modelo.

Harlow, que hasta ese momento encaminaba sus pasos profesionales hacia el baile, no tardó en conquistar París, convirtiéndose en una de las tops más cotizadas, y en tutearse –profesionalmente hablando- con supermodelos de la talla de Naomi Campbell o Linda Evangelista –junto a las que protagonizó una celebrada campaña de Versace – o Amber Valletta –compañera de piso, colega profesional y mejor amiga de la canadiense–.

Asidua durante unas temporada de las portadas de Vogue USA, en 1997 firmó un contrato con L’Oréal que la impulsó al Olimpo comercial a la vez que su elegancia y su porte la hacían perfecta para lucir Alta Costura.

Creció en un ambiente liberal –sus padres vivían en una comuna hippie a las afueras de Toronto– lo cual le otorgó una desenvoltura ante la cámara que le ha valido una prolífica carrera en el cine en películas de Woody Allen o en comedias románticas –de tinte más comercial– como aquella que protagonizó junto a Kate Hudson y que llevaba por título Cómo perder a un chico en 10 días. Ella prefiere no hacer distinciones entre géneros y tampoco entre disciplinas, una filosofía que por el momento le ha dado excelentes resultados.

En 2018, Donatella Versace la recupera para la moda por la puerta grande. Primero para el desfile y después para protagonizar la campaña primevera-verano 2019 de Versace en la que, además de posar, bailaba .