Segismundo Moret y Quintana
1855. Óleo sobre lienzo, 118 x 90 cmSala 061
Los retratos de consortes haciendo pendant fueron relativamente abundantes en la ingente producción retratística de Madrazo, que en los casos más exquisitos mandó montar con espléndidos marcos dorados con esquinas de remates curvos, que contribuyen a acentuar aún más la prestancia elegante de sus protagonistas. A esta modalidad pertenecen dos de las mejores parejas de retratos de matrimonios pintadas por Federico en toda su carrera, conservadas ambas en el Prado: las efigies del matrimonio Girona y las del matrimonio Moret, pertenecientes al mejor momento de madurez del artista y obras absolutamente maestras para el estudio del género en la pintura española de su tiempo. Ésta última está compuesta por este retrato de Segismundo Moret y el de su esposa Concepción Remisa (P4473); personajes que guardan además una especial relación con la propia historia de las colecciones del Prado, ya que fueron los padres de María Teresa Moret, quien donó los retratos, esposa a su vez del pintor Aureliano de Beruete y madre de quien fuera a la sazón director del Prado.
En esta obra el personaje está retratado de más de medio cuerpo, vistiendo grueso levitón con cuello de raso, chaleco y corbata negros. De rostro joven, frente despejada y poblada barba corta, mira al espectador, mientras apoya la mano izquierda en la cadera, dejando caer la otra a lo largo del cuerpo. Tanto la postura como el detalle del chaleco abierto, dejando asomar la gruesa leontina del reloj, pretenden dar al retrato un aire distendido e informal, que en nada distrae la exquisita elegancia del personaje, de una presencia imponente y sutilmente distante, subrayada por el punto ligeramente bajo desde el que está pintado, estilizando así su apostura. En efecto, a pesar de su extremada sencillez, es indudablemente uno de los retratos masculinos más atractivos de los muchos pintados por Federico de Madrazo a lo largo de su fecundísima carrera. Su extraordinaria austeridad cromática, dispuesto el personaje ante un fondo neutro, y el intenso negro de la indumentaria, espléndidamente descritos sus pliegues y sombras con un pleno dominio de sus gamas tonales, evocan irremediablemente una vez más la retratística velazqueña, que Madrazo tuvo siempre presente en su formación, y que pudo disfrutar del privilegio de estudiar del natural como ningún pintor de su época en las salas del Prado. Por otra parte, la extraordinaria intensidad de la mirada, en la que Madrazo sabe infundir siempre un sutilísimo rictus de melancolía indolente, y los brillos de la corbata y el cuello de raso, son detalles verdaderamente antológicos de este retrato entre las efigies masculinas del pintor. No obstante, es un retrato de gran pureza de líneas e iluminación suave, dentro todavía del tardorromanticismo purista correspondiente al primer estilo maduro del pintor, aunque en el rostro pueden ya apreciarse tímidos rasgos de un incipiente realismo, al que Federico se rendiría a partir de la década siguiente.
Segismundo Moret y Quintana (1828- 1915) fue político, literato y orador. Bajo su cargo como ministro de Ultramar se promulgó la conocida como Ley de libertad de vientres (también llamada Ley Moret) que concedía la libertad a los futuros hijos de las esclavas.