RRR (título que hace referencia a Rise Roar Revolt) presenta a uno de sus protagonistas con una persecución en medio de la selva en la que se enfrenta primero a un lobo gigante y luego a un tigre aún más grande. Al otro, sorteando una turba enardecida que, aunque lo muele a palos durante diez minutos, no logra impedir que detenga a un hombre por expreso pedido de su superior.

No se anda con chiquitas esta superproducción india de enorme popularidad en su país de origen que, a cambio de sutileza ofrece una épica cargada de adrenalina, con escenas de acción que recuerdan al John Woo de Hard Target: Operación cacería y un relato que puntea todas y cada uno de las cuerdas emocionales del espectador.

El primero se llama Bheem (N.T. Rama Rao Jr.) y es parte de una comunidad que durante la época colonial debe responder a los caprichos de los británicos. Como, por ejemplo, el hecho de que se lleven a su pequeña hermana porque le cayó bien a la esposa del jefe. El segundo, Raju (Ram Charan), su opuesto perfecto, es un indio que trabaja como policía al servicio de la Corona y está dispuesto a todo con tal de ser reconocido por la fuerza.



Bheem es elegido por la comunidad para viajar a Delhi y rescatar a la chica. Alertados por la presencia de ese hombre dispuesto a todo con tal de cumplir su objetivo, los gobernantes ofrecen una jugosa recompensa para quien pueda atraparlo. Es, pues, el trabajo ideal para ese Terminator de carne y hueso que es Raju, el mismo que rompe bolsas de boxeo con sus manos.

Si bien sus misiones son opuestas, ambos tienen, en realidad, el mismo objetivo, aunque de eso se enteraran cuando promedien las algo más de tres horas de una película que incluye múltiples tramas: habrá, entre otras cosas, una historia romántica entre Bheem y una amable chica británica, un viaje hacia el pasado y el origen de las verdaderas motivaciones de Raju y las mil peripecias para liberar a la joven. Todo con la pelea contra la potencia imperial de fondo y entre medio de algunos números de baile de una vitalidad y energía inusitadas.

Quien busque una película apegada a las leyes de la física, más vale que pase de largo, pues no parece existir la gravedad a la hora de las acrobacias, las patadas y las piñas. Ver si no el rescate de un chico en una balsa en medio de vagones incendiados o los mil y un escapes de un par de protagonistas capaces de cargarse medio ejército a palazo limpio, algo que el director muestra con una cámara lenta que refuerza el aura estilizada de la película.

Dueña de una inventiva visual y de una intensidad emotiva propia del género melodramático al que abraza sin tapujos, RRR marcha a quinta a fondo durante tres horas sin temor alguno a un ridículo en el que por momentos cae sin sonrojarse. Y está muy bien que así sea.

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