Lady Sarah Chatto, la hija de la princesa Margarita que no ha querido saber nada de la vida 'royal'

Cuando nació, ocupaba el mismo puesto en la línea de sucesión que hoy tiene el pequeño Archie. Pero ni una infancia en el palacio de Kensington pudo alejarla de la vida bohemia y artística y los pasos de su padre.

Sarah Chatto junto a la princesa Diana en el club de polo Guards en Windsor, 1983.

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Pocos royals han vivido un tránsito de la niñez a la adolescencia y de ésta a la edad adulta tan tumultuoso como el de Sarah Armstrong-Jones, años antes de convertirse en Sarah Chatto. La hija pequeña de la princesa Margarita de Inglaterra y Antony Armstrong-Jones, lord Snowdon, pasó en un puñado de años de una vida semialgodonada en el palacio de Kensington a despertarse un día con 12 años y ver cómo toda Inglaterra hablaba de los chapuzones de su madre con su amante Roddy Llewellyn en Mustique. Y de ahí al divorcio de sus padres en 1978. Y tres años después, a figurar como dama de honor en la boda del siglo. La de la princesa Diana, que sólo le sacaba tres años –los mismos que su hermano David– con su primo Carlos de Inglaterra, 16 años mayor.

Para entonces, Lady Sarah ya tenía claro que de sus padres había heredado el temperamento artístico (y el pelazo de su madre). Su vocación temprana por la pintura se había desarrollado en largas vacaciones familiares en las residencias de su tía materna, la reina Isabel II. En Sandringham y Balmoral, la hija de Margarita dedicó su pasión a pintar los calmados paisajes donde se refugiaban los royals. Durante su infancia, tanto ella como su hermano fueron educados a medio camino entre las estrictas convenciones de la familia real (con niñera personal residente en Kensington) como aprendiendo de sus padres todo lo necesario sobre el arte, la cultura y la bohemia ajena al palacio. Entre visitas artísticas con Margarita y Antony como singulares cicerones, o en el taller de su padre aprendiendo los rudimentos de las artes plásticas.

El nacimiento de Guillermo en verano de 1982 supuso un alivio en su estatus. La Corona ya tenía un heredero directo y todos los familiares relacionados perdían un puesto en el organigrama sucesorio familiar. Para Sarah, era una señal más de que siguiera con su vida, algo en lo que tanto Margarita como su padre nunca pusieron trabas. Cuando nació en 1964, Sarah Armstrong-Jones era la séptima en la línea de sucesión al trono. Hoy, ocupa el puesto 24 en la famosa lista. Así, tras haber estudiado el equivalente a un bachillerato de artes y con 19 años, se embarcó junto a su padre en un doble año sabático intermitente por la India.

Allí, participó junto a lord Snowdon en el rodaje de Pasaje a la India: Su padre era el encargado de la foto fija del rodaje, entre otoño de 1983 y primavera de 1984. Y allí, aparte de ayudante de fotografía de su padre, consiguió un puesto de meritoria en el departamento de vestuario. No era su primer rodaje: antes, había participado junto a su padre en otro rodaje, Calor y polvo, donde conocería a su futuro marido, el actor Daniel Chatto.

Sarah Chatto y Daniel Chatto en el día de su boda.

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Pero la relación entre ambos no empezó ahí, sino en la misma fecha que en su último viaje oficial como royal –en 1987–, tras decidir que su futuro estaba en las artes y lejos de las obligaciones de la familia real. Aparte de ser madrina del príncipe Harry y aparecer en las bodas y los entierros, la vida de Sarah es poco pública. Se casó en 1994 con Chatto, en una cermonia en la que llevó a modo de tiara un regalo de su padre a su madre.

Y desapareció, dedicándose a su arte: motivos florales, paisajes, colores salvajes... Y a la crianza de sus dos hijos, el superman Arthur, que ejerce como entrenador personal en un gimnasio de Edimburgo, y Samuel, más joven, que ha salido también artista. Eso sí, con la reina le sigue uniendo una relación muy cercana: tras la muerte de Margarita en 2002, Isabel estrechó lazos con su única sobrina, y se han escapado en varias ocasiones juntas a uno de los refugios escoceses favoritos de la reina, Craigowan Lodge. Porque, pese a no ejercer, Lady Sarah sigue siendo residente de los apartamentos de Kensington, residencia de una buena cantidad de royals inactivos. Desde donde ha desarrollado buena relación tanto con su tía como con su ahijado, Harry (Diana y ella tenían muy buena relación). Es decir, con el más cercano al temperamento de los de Margarita: lejos de las reglas y los corsés que impone el apellido Windsor